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Pedro Mir

April 17, 2019 By dillon Leave a Comment

PEDRO MIR

HACIA UNA ESTÉTICA DEL SIGLO XXI

 FERNANDO UREÑA RIB

Si acaso en el espíritu de Pedro Mir no hubo algo de profeta, no hay duda que le habitó una visión diáfana sobre lo que habría de ser la estética del siglo XXI. La mente adelantada del poeta dedicó largos años a estudiar, prever y definir con infinito cuidado esa estética. Para comprenderla habríamos de partir de la premisa de que cada siglo construye su propio sentido de la estética. Es sabido que mientras el arte del siglo de oro va en pos de un ideal de belleza, la estética humanista del Renacimiento manifiesta ese afán del hombre por comprenderse a sí mismo. Las variables de los siglos románticos, (dieciochesco y decimonónico) presentaron el arte como una expresión de los sentimientos.

Por supuesto, si confundimos estética y estilo entramos en un juego peligroso. El estilo establece las normas (la ley de la proporción estricta de Nietzsche, por ejemplo) y Don Pedro nunca intentó hacer tal cosa. Al contrario, para él (liberal y avanzado) cada obra de arte posee su propia ley, su normativa. Las leyes que rigen una obra de arte solo aplican a ella. “Ninguna es igual a otra. Cada una posee un número infinito de cualidades propias, inalcanzables para las facultades de nuestros sentidos”. A diferencia del estilo, la estética es una ciencia que se ocupa en responder la vieja y aparentemente sencilla pregunta de “¿Qué es el arte y para qué sirve?”.

Indagando esos menesteres los filósofos descubrieron, asombrados, que el arte es una actividad exclusivamente humana (Martín Heidegger) y los más religiosos ( como Kirkegaard) añadieron que el arte es una actividad humana que nos acerca o nos asemeja a Dios, porque nos hace creadores. Sartre descubre la innegable relación entre arte y existencia, sin embargo la estética existencialista ocurre solo en los niveles del pensamiento. Le hacía falta carne, materia. Martín Heidegger vuelve a la carga y nos hace ver los nexos entre la esencia del arte y la búsqueda de la verdad y a su vez entre la búsqueda de la verdad y la de la libertad.

— La búsqueda de la verdad es esencial para la ciencia, no para el arte. — Me decía Pedro Miraferrado al mouse de su computadora. — Ellos no entendieron el problema. El arte no es la búsqueda de la belleza, ni es la expresión de los sentimientos, ni es la manifestación del profundo anhelo del hombre de hallar el bien. Aunque quizás incluya esos elementos accesorios.

No había fin a nuestras polémicas. Me recibía a las diez, en su casa de Gázcue o en su apartamento del reparto Evaristo Morales. Mientras Doña Carmina nos servía café en unas tazas minúsculas, don Pedro revisaba magistralmente la conspicua historia de las ideas sobre el arte. Nuestras discusiones sobre este asunto se extendieron por un período de siete años. Es imposible transcribir en la brevedad de ésta página la riqueza y profundidad y visión del pensamiento dePedro Mir. Tampoco es posible acercarnos aquí a su comprensión de la historia y de la filosofía. Sus libros de estética recogen una versión clara y resumida de ese pensamiento.

La del siglo XX podría denominarse la estética del concepto. Casi se nos convence de que cualquier cosa, cualquier objeto puede ser una obra de arte si hay un concepto o idea que la sustente. Es en esa línea de pensamiento que se mueve Marcel Duchamps al plantar aquellos orinales en el museo,hacia 1910. La vanguardia era eso: La muerte del arte (Hegel) o su inutilidad (Joseph Beuys.) Luego, parafraseando a León Tolstoy se llegó apresuradamente a la conclusión de que todo hombre, cualquier ser humano, es un artista.

A mí me resultaban más afines las ideas estéticas de los siglos anteriores. Las de Nietzsche, por ejemplo, modeladas sobre los principios de la tragedia griega y con aquella polaridad de un principio destructor o dionisíacos (Thánatos según Freud) y otro apolíneo (Eros) que moldea el caos dionisíaco. O las de Benedetto Croce, al iniciarse el siglo XX, que explicaron el arte como una actividad propia de los sentidos, de la intuición.

Los estructuralistas sustentaron en los años sesenta que el arte es el concepto, que el arte es lenguaje o que es parte del lenguaje. Pedro Mir se exaltaba. El no pensaba de esa manera. Distingue y disecciona minuciosamente el arte del lenguaje. Esas formas de la comunicación humana, junto al símbolo, poseen características que de manera original y nueva son diferenciadas por él. Antes de Pedro Mir la noción de arte, como una forma distinta de la comunicación humana no había sido plenamente entendida.

Nos quedó mucho por decir sobre temas tan fascinantes. Quizás nuestra discusión más ardua y más reciente tenga que ver con las relaciones y la distinción entre forma e imagen. El 3 de junio, poco antes de entrar en su lecho de muerte, don Pedro me escribió una carta de ocho páginas que tituló: “La imagen, esa desconocida.” Ese y muchos otros textos, notas y cartas inéditas de Pedro Mir conformarán una publicación que dejará constancia de nuestras tertulias y del pensamiento visionario de ese poeta dominicano y universal. Porque la estética de Pedro Mir rompe con las ideas predominantes en el siglo XX y se apodera del futuro. De un siglo que avanzará de manera insospechada en el campo de las comunicaciones. Sus ideas pertenecen al siglo XXI.

PEDRO MIR Y FERNANDO UREÑA RIB

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Celeste Woss Y Gil

April 17, 2019 By dillon Leave a Comment

LA PINTURA DE

CELESTE WOSS Y GIL

FERNANDO UREÑA RIB/ MAUEL VALLDEPEREZ

 

 

LA PINTURA EXCEPCIONAL DE CELESTE WOSS Y GIL

Celeste Woss y Gil fue la primera mujer dominicana que se dedicó de manera profesional a las artes plásticas. Nació en Santo Domingo el 5 de Mayo de 1891. Hija del Presidente Alejandro Woss y Gil y de Maria Ricart Pérez. Cursó sus primeros estudios de arte de manos de Abelardo Rodríguez Urdaneta y luego en la Academia de Bellas Artes de Santiago de Cuba bajo la dirección de José Joaquín Tejeda.
Después de viajar por Europa, donde tuvo la oportunidad de ponerse en contacto con la actualidad pictórica del momento y escoger del impresionismo francés sus mejores recursos de iluminación, utilizando tonos neutros, terminó sus estudios de arte en “The Arts Students League” de Nueva York, con notas sobresalientes.

Expuso en Santiago de Cuba en 1911 y 1912 y en Estados Unidos de América en 1923 y 1939. Su primera exposición individual en Santo Domingo fue en 1924. Ganó un importante premió en la Bienal Nacional de 1942.

Celeste Woss y Gil dirigió una importante academia de pintura y dibujo de donde egresaron los artistas dominicanos que luego asistieron a la Escuela Nacional de Bellas Artes que se fundó en 1942. Fue también profesora destacada de ese centro y en 1935 ocupó la vicepresidencia de la sección de Bellas Artes del Ateneo Dominicano.
Doña Celeste Woss y Gil mostró elegancia y solidez en los trazos. La fisonomía de sus figuras, discurren en espacios familiares y en giros de movimientos enérgicos. La interiorización humana de muchos de los personajes que simboliza en sus lienzos, tienen la características de los contrastes en relación a su entorno y temperamento. Los valores plásticos en la pintura de doña Celeste Woss y Gil, se distinguen por el diseño y la expresión.

Tuvo gusto refinado, característica que le permitió pintar con rigor, sin tocar el formalismo ni la retórica. Pintó siempre con emoción porque amaba el arte como a su vida misma. En líneas generales, sigue siendo la artista mas destacada y una de las mas cotizada en todo 1o que va de siglo. En su taller situado en la calle Luperón, en la ciudad de Santo Domingo, pintó con regularidad desnudos de hombres y de mujeres. Su obra es abundante, pero muy pocas veces vendió sus obras. Se le considera como una de las académicas mas importantes en la plástica nacional.
Falleció en Santo Domingo en 1985.

LAS MUJERES

 

LO SENSITIVO DE LA OBRA DE CELESTE WOSS Y GIL

Celeste Woss y Gil, formada en Nueva York y con amplios y provechosos recorridos por Europa, ha tenido, como la tuvo Enrique García Godoy, una participación entusiasta y decisiva en el florecimiento de las artes plásticas en la Republica Dominicana. De su Academia de Pintura y Dibujo salieron jóvenes temperamentos que, en cierto modo, señalan la eclosión del arte pictórico dominicano.

En realidad Celeste Woss y Gil fue maestra de un grupo de jóvenes de pintores del que parte el actual periodo evolutivo, impulsado mas tarde desde la Escuela Nacional de Bellas Artes, de la que ella es ahora profesora y desde la cual continua su laboriosa y fecunda obra de pedagogía artística. Lastima que su temperamento reservado haya dificultado la difusión, en mayor grado, de su valiosa obra.

Doña Celeste, como se la llama cariñosamente y devotamente en y fuera de la Escuela, posee un excepcional temperamento pictórico y una técnica impecable. En sus retratos de excelente factura, la intención decorativa, supeditada al poder ambiental, va unida a la solidez del dibujo y la seguridad de su trazo. Sin embargo, el temperamento vigoroso de la artista se manifiesta mejor en obras como verdes y sabrosos, óleo en el cual evoca su esplendorosa época de los desnudos, tratados con sutil riqueza de tonos neutros y una sorprendente amplitud en la pincelada.

Entre sus cuadros de flores recordamos el titulado Rosas en el cual, con otros muchos de la misma naturaleza, dignifica la artista un asunto pictórico de lo mas directamente ligados al naturalista tradicional y que Celeste Woss y Gil ha resuelto bendiciendo todos los restos artísticos y con magistral sentido de la composición y del color y con insospechadas cualidades valorativas de la materia en casi la misma dignificación del tema que hayamos en las flores deJosep Gausachs.

Celeste Woss y Gil es una artista que no escapa, a pesar de su formación, a la sugestión de lo propio. Por esto la mayor parte de su obra esta revestida de color local y de intenso valor tipológico.

Sin embargo, su obra no pretende ser trascendente, aunque lo es, y esta es una de sus mayores virtudes. De hecho, se trata de figuras en las que se busca, sin trascendentalismo, el misterio sin enigmas de nuestra gente, su palpitar de vida total y primitiva, en conveniencia con todos los convencionalismos de nuestra civilización.

Situada en su clima estético, el acento que recorre en sus obras no es de la presencia directa, imitativa y real del tema, sino de la evocación. Frente a la naturaleza y el hombre la pintora se sitúa con espíritu de captación emotiva y no con afan de captación conceptual. Por eso las figuras son modeladas por ella desde la sensibilidad. La función de naturaleza y pensamiento constituye, sin duda, la raíz de su arte.

A pesar de la concepción realista de los temas, la obra global de Celeste Woss y Gil hay presente una cierta repulsa contra el naturalismo fiel. No es una repulsa agria porque la artista, si bien se aleja de los servilismos imitativos –incluyo la imitación de la naturaleza-, no quiere desprenderse de los nexos reales conservándolos en sus pinturas, al través, como ya hemos señalado, de una modelación determinada y efectiva significación en el cuadro. Esta depuración de advierte mucho mas en los desnudos.

En su obra están presentes todos los rasgos que caracterizan al objeto real, principalmente en las figuras, sistema con que exalta la veracidad sin caer en la verdad misma, en la verdad fotográfica, en la verdad inexpresiva e insensible. Por el contrario, dentro de esta naturalidad, la artista construye desde la sensibilidad. Pocas veces se siente como en estos cuadros de Celeste Woss y Gil, la impresión de realidad, de seres en la plenitud de su integridad física y espiritual.

Pero para lograr esta plenitud, el volumen de materia trasladada al lienzo no puede ser menor. Y en la obra quedan los rasgos definitivos de una personalidad al través de un colorido sin violencias, en el que predominan los tonos neutros y del que surge, como resultado de la masa tonal, ese fulgor propio que constituye una de las principales características de la pintura de Celeste Woss y Gil.

Y es bueno observar, dentro de esta peculiar característica, como de la realidad ineludible mas patente que en la pintura tradicional aflora, de los cuadros de esta artista, lo sustancial de la naturaleza y del hombre y penetra en el alma directamente, sin ninguna interposición de materia. Se debe esto, sin duda, al fundamento estético de sus estilizaciones, mas concretadas por su sensibilidad que por el intelecto, a pesar de su verdad esencial.

Por lo que al color se refiere, en los cuadros de esta influyente artista se advierte, ante todo, la calidad de la inspiración y no la materia en que esta inspiración se concreta. Sin embargo, hay una calidad lírica en sus colores que procede del juego de armonías que en el alma de la artista provoca la interpretación sensible de la naturaleza y el hombre. Y uno de los meritos a destacar, es dentro del empaste, la sutil reflexión de los tonos.

Celeste Woss y Gil es uno de los valores de la pintura dominicana, no sólo por su extensa y valiosa obra, por desgracia no conocida aquí como debería serlo, sino por el influjo que sigue ejerciendo en los jóvenes al través de su actividad docente en la Escuela Nacional de Bellas Artes.

 

MANUEL VALLDEPEREZ

 

CELESTE WOSS Y GIL

Nace en Santo Domingo el 5 de mayo de 1891; muere en 1985. Es la primera mujer que se dedica profesionalmente a las artes plásticas. Fue alumna del pintor y escultor Abelardo Rodríguez Urdaneta. Prosigue sus estudios en la Academia de Bellas Artes de Santiago de Cuba, luego en Europa y posteriormente en New York, en The Art Students League. En 1924 realiza su primera exposición individual. Ese mismo año establece una academia de dibujo y pintura en la que se utilizan, por vez primera en el país, modelos vivos. Inserta el desnudo en la tradición pictográfica nacional. A partir de las tendencias post-impresionistas desarrolla una pintura caracterizada por la iluminación en tonos neutros, trazos sólidos y expresión enérgica, en la que resaltan los valores del criollismo mulato dominicano. Se le considera precursora de la modernidad en las artes visuales del país. Formó parte (junto a José Gausachs, George Hausdorf,Manolo Pascual y José Vela Zanetti) del primer grupo de profesores de la Escuela Nacional de Bellas Artes, inaugurada el 19 de agosto de 1942.

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Felix Berroa

April 17, 2019 By dillon Leave a Comment

FÉLIX BERROA

ASPECTOS ESENCIALES DE LA CONDICIÓN HUMANA

FERNANDO UREÑA RIB

 

 

La pintura de Félix Berroa nos refiere a aspectos que se originan en su concepción de la condición humana. Esos aspectos son esenciales: la mujer, el niño, su entorno.  Utilizándolos como protagonistas, estos personajes son visualizados por Felix Berroa, quien ahora radica en Nueva York, con la expectante necesidad de cambios que contribuyan una óptima valoración.

Desde sus años mozos a Félix Berroa le preocupó con entusiasmo el tema de la niñez. Sus niños de mirada anhelante difícilmente contenían el asombro ante un pájaro, o la lluvia o el denso caserío de los alrededores. Ese niño asombrado ha madurado en sus maneras pictóricas y desde la gran urbe nos devuelve signos de esperanza y de aliento.

Se trata de una pintura que alcanza la plenitud del color y lo trasciende en libérrimas exploraciones cromáticas, en el sólido contraste de bloques de color y sobre todo en una grafía acendrada, que hace resaltar la línea como elemento compositivo.

Celebramos las exposiciones recientes de Félix Berroa y esperamos que pronto pueda mostrar sus obras recientes en el lar nativo.

FERNANDO UREÑA RIB

 

Felix Berroa nació  en San Pedro de Macorís, República Dominicana

1980, Museo del Hombre Dominicano , investigación del folklore, Santo Domingo, República Dominicana

1979-80, del Instituto de Cultura Puertorriqueña, Escuela de Artes Plásticas; , Dibuio y grabado al agua fuerte, San Juan, Puerto Rico

1975-78, Universidad Autónoma de Santo Domingo , Profesorado en Bellas Artes , Santo Domingo, República Dominicana

1970-78, Escuela Nacional de Bellas Artes , Santo Domingo, República Dominicana

1970-72, Centro Nacional de Artesanía , Talla de madera, Santo Domingo, República Dominicana

 

“comencé a dibujar y a tallar piedras y madera comunes durante mi niñez en el los años 60. Al principio, eran rostros, la figura humana, autorretratos, o apenas una muchacha bonita que atraparan mis ojos.

Mi último trabajo ha sido realista, pero durante la etapa pasada de mis estudios en el Escuela Nacional de Bellas Artes, en la República Dominicana, mi trabajo comenzó a transformarse en lo que es hoy.

Mi entrenamiento fue forjado por un equipo de artistas reconocidos de la República Dominicana y Puerto Rico.

En mi arte, deseo que las líneas se marquen definitivamente a fin de enfatizar  las expresiones de nuestra alegría, sueños, y sufrimiento. La idea de esas  líneas pequeñas fue tomada sobre todo de mi trabajo como grabador. Observando los viejos amos de esa disciplina, Durero, Rembrandt, y otros, asimilé la clase de línea que alcanzaban el volumen y la sombra. Me adapté para realzar las expresiones, no solamente en las caras de mis caracteres, pero en sus cuerpos.

Mis personajes son sobre todo mujeres y niños porque dedico mi atención a esos seres humanos considerados omo  la parte más débil de la sociedad. Son realmente el los más tiernos y hermosos, los donantes y los receptores de la vida.

Pinto con frecuencia a mis personajes en alrededores abstractos. Nuestros alrededores diarios pueden ser importantes o insignificantes, buenos o malos, feos, simples, sofisticados, pero los alrededores no definen a sociedad — la gente .

La abstracción se puede alcanzar con cualquier combinación del color, de la composición, y de los materiales, pero los caracteres son vida, experiencia, ‘ viviendo ‘.”

Felix Berroa, Mayo De 2000 

Lea la exposición de PaintingsDIRECT agosto de 2000 que ofrece Felix Berroa.

 

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  • FELIX BERROA
    • Exposiciones  Seleccionadas
    • 1993: Galería Propuesta , Santo Domingo, República Dominicana, cuerpos y pensamiento Ecstasy 
    • 1988: Casa de Francia , Santo Domingo, República Dominicana, cinco leyendas para poner a un niño para dormir con 
    • 1981: Galeria Paiewonski , Santo Domingo, República Dominicana, vida, sueños y muerte 
    • 1980:Galeria Caferelli , Santo Domingo, República Dominicana, Temores (Miedos) Museo de arte Moderno , Santo Domingo, República Dominicana, proceso de las estampillas y otro Museo de la Universidad de Río , Piedras, Puerto Rico e Insituto de Cultura Puertorriquena , San Juan, Puerto Rico, del nuevo y de durar, del Sensual y de otras cosas 
    • 1978: Casa de Teatro , Santo Domingo, República Dominicana, dibujos y arte gráfico 
    • 1967: Ateneo de San Pedro de Macorís , San Pedro de Macorís, República Dominicana, dibujos, pinturas, y esculturas 
  • Exposiciones Seleccionadas Del Grupo
    • 1990: Galería De Arte Del Descubrimiento , Ensenada De la Cañada, NY, Choque De la Cultura 
    • 1989:Castlegouia enarena el coto del punto , la isla larga, NY, multi foro del arte de los medios y el objeto expuesto Galeria de Fine Arte Moderno , Santo Domingo, República Dominicana, XIV bienal de artes finos Museo de artes finos, isla larga, NY, exposición larga del país de Nassau del artista de la isla 
    • 1988: Museo Del Arte Del Islip , Islip, NY, Competición Anual Del Arte 
    • 1984: Museo De Hecksher , Huntington, NY, Demostración Fina Anual De los Artes 
    • 1983: Insituto de Cultura Puertorriquena , San Juan, Puerto Rico, VI bienal de los artes gráficos americanos latinos 
    • 1981: Casa de Teatro , Santo Domingo, República Dominicana, carnaval dominicano 
    • el AÑO 80: Museo de artes hispánicos contemporáneos , York nueva, NY, primero artes gráficos americanos latinos bienales 

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Maria Ugarte

April 17, 2019 By dillon Leave a Comment

SEMBLANZA DE

MARÍA UGARTE

JEANNETTE MILLER

 

 

MARÍA UGARTE

PREMIO NACIONAL DE LITERATURA

 

 

Semblanza de María Ugarte, escrita y leída por Jeannette Miller durante la Premiación Nacional de Literatura en el Teatro Nacional de Santo Domingo, República Dominicana

María Ugarte

Por Jeannette Miller

 

Aunque parezca mentira,  me resulta difícil hablar de María Ugarte.

Quizás por esa proyección inconsciente de mí misma que pudiera ocurrir cuando lo hago. Y es que desde que la conocí, allá al inicio de la década de 1970, una especie de identificación súbita me abrió hacia ese ser humano que ante todo emanaba solidaridad.

La recuerdo en su despacho de El Caribe cuando el periódico estaba en el primer número de la calle El Conde. La brisa del río revoloteándome el pelo cuando entré por primera vez al edificio, y el ruido monótono de la imprenta marcando mis pasos en la escalera. Yo, apenas atreviéndome a empujar la puerta pesada y oscura, con esa inseguridad del que comienza a escribir y no sabe si lo que hace realmente vale la pena.

Entonces, una mujer dinámica y pequeña, de sonrisa espontánea se acercó a recibirme con una gracia natural que derribó mis inseguridades. De pronto, estaba sentada junto a María Ugarte diciéndome que conocía mis versos, interesándose por ellos y pautando la publicación de los que le había llevado para una fecha cercana…

Ella había sido madrina de la Generación del 48, conocía la poesía de Machado, y también a Lorca,  a Neruda,  a Hilde Domin,  a Moreno Jimenes…; sabía de teatro, de música, de historia…; pero ante todo, hablaba de este país como si fuera el suyo, llena de entusiasmo y agradecimiento.

A partir de ese día quedé ligada a ella por un lazo anudado por el respeto y la admiración.

Aun para mí, que venía del mundo vociferante y contestatario de las ideas revolucionarias, encontrar a una mujer que valía por sí sola y que no necesitaba de “coyuntas” para realizar y proyectar su trabajo, era algo impresionante, fuera de lugar.

Los remantes del trujillato mantenían una situación paternalista en que los logros  “contados” de las mujeres eran, “sí, reconocidos”, pero tomados como una “gracia”, como una “excepción”. Todavía no existía la conciencia que hoy tenemos de que la mujer, igual que el hombre, es capaz de participar en los medios productivos con éxito y tiene pleno derecho a ello.

Sin saberlo, María Ugarte se había convertido en una abanderada de este derecho y no porque se lo propusiera, sino porque los resultados de su trabajo, la ubicaban como una figura señera de la investigación, del periodismo, de la preservación monumental, de la promoción de las artes y de la literatura, y, sobre todo,  como una excelente escritora, poseedora de un estilo directo y conciso que se podía apreciar en sus trabajos periodísticos e históricos, y que  en otras ocasiones, echaba mano de las figuras del lenguaje para enriquecer las páginas de la crítica literaria y de artes visuales del periódico en que trabajaba.

Bastaba con haber leído  sus primeros escritos, aparecidos  en  La Nación, entre 1944 y 1945, verdaderas piezas literarias de las que resulta buen ejemplo   El agua en la poesía de Antonio Machado.

Veamos este fragmento:

“Antonio Machado es el poeta de Castilla. Sevillano de origen, apenas es la Andalucía alegre y multicolor la que le inspira, sino la sobria y parda Castilla, la meseta triste y seca, la de héroes y místicos, enjuta y humilde, recia y silenciosa. Castilla no canta: trabaja y sueña.

En sus peñascales, en sus tierras duras – grises en el fondo azul del cielo – crece el tomillo, se esconde el musgo, brota el agua fría. ¡El agua! He aquí el motivo predilecto del poeta: el agua mansa, cristalina y transparente; el agua que corre siempre igual, monótona y diáfana;  el agua hecha lluvia, que golpea los cristales del cuarto del poeta y fertiliza la tierra sedienta y ansiosa; el agua que en chorros, se vierte en la fuente, rítmica y soñolienta.”  

A finales de la década del 70 me tocó trabajar con ella.  Nunca olvido su primera advertencia:  -Óyeme bien, quien escribe para un periódico debe utilizar un estilo claro y directo; las especulaciones y citas bibliográficas se dejan para publicaciones especializadas. Lo importante es que el lector entienda lo que escribes.

Nunca tuvo que repetírmelo.

El trabajo nos fue acercando en afinidades y disidencias, pero ante todo me permitió ir conociendo a fondo las cualidades que todavía la definen: un carácter persistente; una increíble capacidad de trabajo; un esmerado método de organización; una sinceridad desnuda, que a veces puede golpear, pero que se equilibra en su  gran capacidad de solidaridad con los demás.

En ese hablar cotidiano que hemos mantenido desde entonces, y donde muchas veces, a nivel personal, recibí su palabra alentadora,  fui descubriendo detalles de su formación que ella nunca había dado a conocer: había sido alumna de Antonio Machado en su natal Segovia; luego,  de Ortega y Gassett en la universidad de Madrid; allí también fue condiscípula de Julián Marías; también, y producto de la Guerra Civil española, había vivido en la casa de Pío Baroja.

Mientras surgían esas anécdotas yo confirmaba su humildad, una humildad no adoptada ni aprendida, una humildad que era ella misma, María Ugarte, quien no se preciaba de haber conocido a los grandes de la española Generación del 98, ni de haber escrito esto o aquello, ni de haber recibido tal o cual reconocimiento, sino que  siempre hablaba de algo nuevo que tenía que hacer, de proyectos que iniciar, de trabajos que corregir, de libros que prestar… lo que convertía su vida en un constante sembrar y construir, que no le daban tiempo para detenerse en pequeñeces.

Sin embargo, en sociedades como la nuestra donde las verdades forman parte de una nebulosa que toma forma de acuerdo a  intereses inmediatos, cualquier recordatorio sirve para reafirmar ese registro que, contra viento y marea, permanece en la memoria cultural de los pueblos.

María Ugarte nació en Segovia el 22 de febrero de 1914. Estudió Filosofía y Letras en la Universidad Central de Madrid, especializándose en Ciencias Históricas. Allí permaneció como profesora ayudante de la cátedra de Historia Contemporánea de España, que dirigía Pío Zabala y Lera hasta que la sorprendió la Guerra Civil Española.   En 1939 logra salir de su país natal hacia Santo Domingo, donde llega en 1940, después de un peregrinaje a través de la península ibérica y Francia. Ya aquí, su trato con los escritores Vicente Llorens, Jesús de Galíndez, Eugenio Fernández Granell – este último pintor, escritor y músico –  y artistas e intelectuales como José Vela Zannetti, Antonio Prats-Ventós y Constancio Bernaldo de Quiroz, la convirtieron en testimonio vivo del exilio español que pasó por República Dominicana, hasta el punto que hoy se le considera una fuente de primer orden, y sus testimonios forman parte de textos y documentales de proyección internacional.

Paralelamente, Ugarte trabajó investigación histórica  durante la cual descubrió importantes documentos en los Archivos de Bayaguana. Fue miembro de la comisión técnica de publicaciones del Centenario de la República. Fue  Jefe de la división de Archivos, Bibliotecas y Mapoteca de la Secretaría de Estado de Relaciones Exteriores, y dirigió el Boletín de la Secretaría. En 1948 entró  al periódico El Caribe  donde, a excepción de un intermedio, se mantuvo hasta el  año 2000, cuando ella misma pidió su jubilación. En El Caribe llegó a ser Ayudante del Jefe de Redacción, Directora del Suplemento Cultural, y Directora de Suplementos. Desde allí inició, en 1967, una campaña de divulgación sobre el patrimonio cultural dominicano, su conservación, puesta en valor y restauración, que le mereció una cantidad de premios  y reconocimientos imposibles de mencionar ahora. Entre ellos destacan la  Orden del Mérito Civil en el grado de Comendador, otorgada  en 1986, por el Rey Juan Carlos de España   y   la  Orden del Mérito de Duarte, Sánchez y Mella en el grado de Gran Oficial, concedida en el   2002, por el Gobierno Dominicano.

En 1948,   motiva a un grupo de jóvenes escritores  a publicar sus poemas en la Página Escolar del periódico. Eran ellos: Lupo Hernández Rueda, Víctor Villegas, Máximo Avilés Blonda, Abelardo Vicioso, Ramón Cifré Navarro y otros,  quienes luego adoptarían el nombre de Generación del 48

Su papel como “madrina “ del grupo, la ubica definitivamente como una personalidad ligada a la crítica y al ensayo. Luego, sus presentaciones de libros y  sus comentarios estilísticos continúan dando seguimiento a las distintas promociones literarias dominicanas. Igualmente, publica  reportajes  donde su estilo directo e impactante recurre  a asociaciones y figuras para poder transmitir los contenidos en toda su capacidad enriquecedora.

Es sabido que en periodismo el reportaje puede alcanzar categoría literaria por el permiso que tiene el autor de proyectar sus puntos de vista y su particular percepción del tema que está tratando. De ahí que muchos escritores de fama universal como Ernest Hemingway, hayan salido de las filas del reportaje periodístico, y novelas locales de gran valor, se hayan iniciado como reportajes; ese es el caso de  Escalera para Electra deAída Cartagena Portalatín

Para apoyar este concepto oigamos parte de un reportaje de María Ugarte, sobre Anadel, la casa que fuera motivo de la novela de Julio Vega Batlle,

“ La casa, un tanto abandonada, despojada al presente de detalles amables y acogedores, atrae, sin embargo, por su excelente ubicación en medio de una vegetación exuberante y de un mar cambiante e imponente. Allá abajo, en la costa,  las palmeras se elevan verticales o se inclinan humildes, dejando que el sol se cuele entre sus troncos, jugando con la sombra de las hojas sobre la fina arena de la playa…

El muelle penetra en el agua de la ensenada, al igual que cuando el joven Trigarthon, el hombre primitivo, la criatura natural y buena, amarraba en sus palos el cayuco, cual si cumpliera un rito sagrado y ancestral.

La misma majestuosidad del paisaje, idéntica sensación de grandeza, igual lujuria de colores, de sonidos y de aromas.”

Y así podríamos seguir mostrando fragmentos de un estilo maestro que trata la cuentística de Juan Bosch, los errores de El Sacrificio del Chivo de Vargas Llosa, las influencias de Fernández de Oviedo y Méndez Nieto en la obra de Gabriel García Márquez, o la poesía  en el estilo narrativo de Manuel Rueda. 

Pero es en sus Estampas coloniales  (1988), narraciones que parten de los datos sobre la vida en Santo Domingo,  aportados por los  cronistas  Gonzalo Fernández de Oviedo y Bartolomé de las Casas,  y de los textos  de Juan Méndez Nieto y Luis Joseph Peguero,  donde la autora consigue un ejemplar manejo del realismo, que en ocasiones recuerda  los mejores niveles de la literatura picaresca. Como en este texto titulado Dieta para una dama apasionada:

“ Doña Isabel de las Varas, una viuda rica de 30 años, miembro de una de las mejores familias de Santo Domingo, era una mujer corpulenta y sanguínea, a quien la abstención sexual provocada por la muerte del esposo, la llevó a un estado de histeria que culminaba en paroxismos tan alarmantes como espectaculares.

Dentro del complejo tratamiento a que fue sometida  – sangrías, sahumerios, garrotazos, friegas internas, pócimas, unturas y jarabes – no podía faltar una estricta dieta capaz de debilitar aquel fuerte organismo que se resistía a sobrellevar la abstinencia sexual. Méndez nieto la ordenó, en tal sentido, que “menorase la comida y el regalo”, permitiéndole comer carne sólo una vez al día y que ésta fuera “ del monte, o de pollo, o ternera, o conejo, o perdiz”.

Excluyó en forma terminante puerco fresco, carnero, gallina y huevos.  Se le prohibieron “todos los mantenimientos que dan mucha sustancia y alimento al cuerpo”. Y para suplirlos se le permitió comer “ lechuga, calabaza, naranjas dulces “ y “ otras hortalizas y frutas ”.

Se le quitó el pan y el vino,  mandándole beber agua y comer cazabe o pan de toda harina,  para que así se le templara la furia y la crianza de la simiente,

“…Pero la parte peor del tratamiento impuesto a la apasionada viuda consistía en … realizar “notable ejercicio” en la huerta de su casa, haciendo el oficio de hortelano y trabajando “hasta que sudase notablemente”.

No era la dama persona acostumbrada a tanto sacrificio que, para ser más eficaz, debería prolongarse  “hasta que la edad la curase”, y le dijo al médico que “vivir con tanto tributo, regla y cuidado” era más “para monjas que para  quienes estaban acostumbrados a vivir, como ella, en tanto regalo”.

A lo que Méndez Nieto le recomendó, como único remedio: casarse de nuevo y volver “al juego del primer marido”.  Con esto, ya no tendría necesidad de más curas, ni más médicos.”

Si el valor de la literatura descansa en el manejo de la palabra, en la consecución de un estilo donde aparecen elementos estéticos, toda la obra de María Ugarte debe considerarse como  literaria.

Al igual que otras personas que tienen la capacidad de incursionar en distintos renglones de la cultura de manera exitosa, a María Ugarte unos la conocen por sus ensayos históricos; otros, como una especialista en arquitectura colonial; y  aunque ciertamente lo es, el nivel de sus  textos en esos renglones agrega a sus condiciones de historiadora e investigadora,  el innegable valor literario de todo lo que escribe

Presentaciones de libros, comentarios críticos, semblanzas y reportajes sobre publicaciones, tendencias y movimientos literarios, en su mayoría dominicanos,   confirman la importancia de una obra que ha trascendido y aportado a  múltiples campos de nuestra cultura, proponiendo la calidad de un estilo, a partir del cual se han formado muchas de las mejores corrientes de la prosa nacional.

Quienes conocemos a María Ugarte también sabemos de su sentido del humor y de su picardía, presentes en una conversación que te atrapa por horas y en la que ella misma te recuerda cuando debe finalizar. Otro de sus logros que inmediatamente impacta es su familia: brillante, ejemplar, en la que destaca como excelente periodista, su hija Carmenchu Brussiloff. Y cómo no mencionar a esos nietos-hijos que la visitan a diario, que se sienten bien con ella, que la tratan como a una amiga…

Porque María Ugarte es eso: una gran amiga, una gran intelectual, una gran mujer, una triunfadora…

Recientemente, la Secretaría de Estado de Cultura la declaró patrimonio viviente de la República Dominicana. Hoy, junto a la Fundación Corripio y nuestros más altos centros de estudio le entrega el Premio Nacional de Literatura, galardón esperado por la comunidad  intelectual dominicana desde hace tiempo.

Y a mí me ha tocado de nuevo el honor de estar aquí, tratando de proyectar su imagen con todo el peso que la distingue.

Por eso  no quiero terminar sin darle las gracias a María Ugarte y sé que muchos de los presentes lo hacen conmigo.

Gracias por su solidaridad, por su orientación, por su entusiasmo.

Gracias, porque con su ejemplo aprendí que ejercer la vocación es la mejor manera de servir a los demás.

Gracias por demostrarme que se puede ser, con éxito, profesional, escritora y madre.

Gracias por enseñarme a vivir en la alegría.

Gracias por ayudarme a ver cada día como un regalo de Dios.

Yo espero que este reconocimiento ayude a que su probidad como ser humano, su verticalidad como persona y escritora, su permanente entusiasmo  y su gran capacidad de entrega a los demás, se conviertan en modelo a seguir por las futuras generaciones de dominicanos.

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Maria Castillo

April 17, 2019 By dillon Leave a Comment

MARÍA CASTILLO

REÍR Y LLORAR, MÁS ALLÁ DEL TEATRO

YNMACULADA CRUZ HIERRO

 

 

Cuando en República Dominicana se piensa en un rostro de teatro uno de los primeros que llegan a la mente es el de María Castillo. Y es que esta verdadera diva criolla de las tablas no ha hecho más que dar todo su talento a este arte. Por lo menos en las últimas tres décadas un escenario ha sido su lugar de trabajo.


Desde temprana edad se visualizó en el teatro, carrera que tomó impulso tras tomar la decisión de irse a Rusia (en el 1977) a estudiar idiomas para luego ingresar al Instituto Estatal de Artes Teatrales Lunacharky. Allí se graduó con honores. Al retornar al país, en 1983, se dedicó por completo a desarrollar su pasión por esta rama artística.


Decenas de obras presentadas le sirven de satisfacción. Para completar un ciclo en su vida, el año pasado se dedicó a realizar una investigación sobre el teatro dominicano en los albores del siglo XXI. Para el presente año 2004 quiere volver al escenario y presentar obras como ‘‘La mano’’ y ‘‘La misiva de Pobosky’’.
Cuando se le toca el tema de la crisis en el teatro no lo encuentra extraño porque esta actividad ‘‘siempre ha funcionado en medio de dificultades’’. Según ella, el teatrista ‘‘es gente que está forjada en la batalla, y de alguna manera, acostumbrada a la situación’’.


Luego agrega: ‘‘No recuerdo que el teatro haya tenido un tiempo de tanta bonanza y de tantos patrocinios. Siempre hago trabajos donde lo principal son los actores, donde lo principal es elemento humano’’.

María Castillo 30 años de historia teatral

La actriz María Castillo tiene muchas historias que contar. Con una experiencia en las tablas de 30 años ha acumulado una vasta experiencia, tanto en la actuación como en la dirección teatral.
El año pasado se dedicó a realizar una investigación sobre el teatro dominicano en los albores del siglo XXI. Fue un trabajo muy agotador en medio de sus funciones como directora de la Escuela Nacional de Teatro. Por eso este 2004 quiere volver al escenario y presentar obras como ‘‘La mano’’ y ‘‘La misiva de Pobosky’’.


Nueva vez María Castillo recibe a reporteros de LISTÍN DIARIO en su casa, para rememorar su historia y su participación en el teatro dominicano. Es mucho lo que hay que contar. Por eso, la actriz aprovechó y fotocopió varias entrevistas con referencia a su trabajo (incluyendo una nuestra) y en medio de cientos de fotografías en blanco y negro, seleccionó unas cuantas para prestárnoslas.
‘‘He contado tanto la misma historia que me adelanté y te guardé esto’’, dice al mostrarnos documentos de su trayectoria. La actriz se ha encargado de recopilar escritos de su carrera y de los demás compañeros. Dice que muy pronto donará su hemeroteca para que otros se encarguen de continuarla ‘‘porque la verdad, ya me siento cansada’’.


Entre los papeles muestra una edición de la revista Eva de 1975, en donde aparece en la portada teniendo apenas 15 años de edad. La periodista Ana Luisa Arias, en ese entonces resaltó que Castillo fue nombrada como ‘‘el monstruo sagrado del teatro’’, luego de participar en la obra ‘‘Los clavos’’.
Al preguntársele sobre el particular expresó: ‘‘A una le da mucho miedo, pues mientras más exageran, más exigen; o sea, esto es a la vez positivo y negativo. Positivo, porque ayuda a superarse para no desfraudar a los que así califican a una, y negativo porque las personas exigen mucho más’’.

Desde adolescente ella estaba consciente del compromiso asumido en la sociedad. Y es que en el tercer año de estudio de teatro ya María había participado en siete obras y había sido dirigida por importantes directores de la época como Félix Lenderborg, René Muñoz, Luis José Germán, Salvador Pérez Martínez y Onix Báez.

A Rusia

En el 1977 dio un paso trascendental en su vida. En ese año se marchó a Rusia (1977) a estudiar idiomas para luego ingresar al Instituto Estatal de Artes Teatrales Lunacharky, en donde se graduó con honores. En 1983 regresó a su patria y se dedicó por completo a trabajar en bien del teatro dominicano.
Desde entonces, ella desarrolló una vida teatral digna y admirable que abarcó la actuación, la dirección, la producción, la enseñanza y, recientemente, la investigación teatral, no para montajes, sino para estudios más desarrollados. También fue de la fundadora del Colegio de Artistas del Teatro (Codearte).
Cuando celebró sus 25 años dijo que para una artista lo más importante era poder mantenerse en su carrera, de una manera permanente. Su discurso no ha variado y cinco años después usa las mismas palabras para hablar sobre sus logros a lo largo de tres décadas de trabajo.

Dos plazas importantes

La actriz contó con la suerte porque justamente con su incursión en las tablas se crearon en el país dos importantes plantas que serían fundamentales para el desarrollo del arte: el complejo de la Plaza de la Cultura, y en ella el Teatro Nacional, y Casa de Teatro.


Eran momentos en que existían muy pocos grupos, y el equipo de especialistas era muy reducido. Pero el teatro ha crecido y Castillo ha sido parte importante dentro del grupo de personas que han hecho camino al andar en este arte, en un país en donde el respaldo económico ha sido mínimo, además de la ausencia de una verdadera política cultural, lo que ha llevado que los teatristas se dediquen a otras actividades.


‘‘La gente de teatro es gente que está forjado en la batalla, y de alguna manera, acostumbrada a la situación. No recuerdo que el teatro haya tenido un tiempo de tanta bonanza y de tantos patrocinios. El teatro siempre ha vivido una realidad difícil; claro, estamos viviendo un tiempo más crítico que antes’’.
En lo últimos tres años el teatro ha abierto una abanico de exposiciones diferentes. Esto abarca el teatro comercial. Hay críticos que no ven bien que se usen figuras de la televisión o que se trabaje un tema que atraiga a un público popular. En torno al planteamiento, María expresó: “Eso lo que hace es hablar muy bien del teatro dominicano como actividad, quiere decir que el teatro ha tenido un desarrollo tal que muchas personas de otro ámbito, como la televisión, y también de la literatura, se han interesado. Eso quiere decir que el teatro ha adquirido como actividad artística de tal importancia que atrae a gente de otros ámbitos’’.
“Esto -añadió- ha permitido que el teatro se convierta en una actividad permanente, y tenemos nuevas salas. El hecho de que mucha gente de teatro viaje o teatristas extranjeros vengan aquí quiere decir que tiene muy buen mercado’’.

Su carrera

Es egresada de la Escuela de Arte Dramático de Bellas Artes, donde cursó estudios de actuación de 1973 a 1976. Durante este período realiza importantes trabajos como actriz en grupos profesionales del país, entre los que se destacan “Los Clavos”, de C. Acevedo (Premio de la Crítica a la Actriz Revelación); “Trevor”, de J. Bowen; “Las Manos de Dios”, de C. Solórzano; “Los Fusiles de la Madre Carrar”, de B. Brecht; “La Morsa”, de L. Pirandello; “Dónde está la señal de la cruz”, de E. O’Neil (con el Teatro de Bellas Artes); “La importancia de Llamarse Ernesto”, de O. Wilde y “Duarte”, de Franklin Domínguez, en el Teatro Nacional…
En el año 1977 viaja a Moscú y en 1983 se gradúa de licenciatura en Artes Teatrales y Maestría en Dirección Teatral. En Moscú se presenta en importantes salas teatrales. Durante este período ingresa a la productora fílmica Moscfilm como voz de sus doblajes al español y actúa en varias producciones cinematográficas de los graduandos del GUIK (Instituto Estatal de Cine de la URSS).


Regresa temporalmente al país en 1981 a realizar su proyecto de tesis dirigiendo el Teatro de Bellas Artes con “La Gaviota” de Chejov y actuando en “Interioridades” de I. García en el Teatro Nacional.
En 1983 vuelve definitivamente reintegrándose al grupo Nuevo Teatro, al cual pertenecía desde 1975, y desde allí inicia su labor docente en el área de la actuación y la dirección.


En 1990 Estados Unidos la invita a participar en el curso ‘‘Las Artes Escénicas en Estados Unidos’’. Desde el año 2000 es directora de la Compañía Nacional de Teatro de la Secretaria de Cultura. En el 2002 recibió el Premio Internazionable Lumiere 2002 de la Unión Nazionale Unitaria Professinale Autori Drammatici e Cinematografici de Italia. Ha ganado premios Casandra y fue fundadora y presidenta del Colegio Dominicano de Artistas del Teatro (CODEARTE). 

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