EL SUEÑO MULTIPLICADO DE
CÁNDIDO BIDÓ
FERNANDO UREÑA RIB
Juan, el limpiabotas, me mira con ojos ansiosos. ¿Sucede algo extraño? “Tengo que terminar rápidamente”, me dice, excusándose, “llegó el profesor de pintura”. El niño tiene mucho interés, porque los sábados en la mañana los limpiabotas de Bonao se reúnen en el parque, frente al Centro de Cultura Cándido Bidó, para aprender a pintar y dibujar.
Me acerco y los veo sentados bajo un árbol frondoso. Julio Cesar Martínez es quien dirige el Centro que Bidó creo para el aprendizaje de disciplinas artísticas diversas. “Para que no pierdan de ganar limpiando zapatos, nosotros les damos algo de dinero.” Me explica el joven profesor.
La dinámica es intensa. Veo la plaza y me doy cuenta que esta aventura heroica y quijotesca evidencia el altruismo de un hombre que cree en los demás. Ninguna otra ciudad dominicana tiene una plaza tan colorida. Ni tan sonora. Desde altoparlantes situados en el campanario de la iglesia contigua se escucha a Bach y los conciertos de Brandenburgo. Los niños, transportados al reino de la imaginación, intentan dar forma a su propia expresión. Palomas rojas y azules parecen desprenderse de la torre monumental que el artista erigiera en medio de la plaza. Adentro, en la escuela, veo centenares de niños, adolescentes y adultos muy ocupados. Unos tocan guitarra otros imprimen grabados y serigrafías.
¡Cuánto crimen y violencia nos ahorraríamos si en cada ciudad del país hubiera proyectos como este! Es una pena, pero los gobernantes parecen ignorar el poder transformador del arte. “Pronto tendremos una nave industrial, cerca de la autopista, para producir y vender artesanías” me explica Cándido Bidó durante el almuerzo. “Esperamos que los dominicanos apoyen económicamente ese proyecto, porque el Centro, apenas recibe cuarenta mil pesos mensuales y gasta alrededor de cien mil.”
No es de extrañar. Son muchos los profesores y muchas las disciplinas. La ambición de Cándido va mucho más lejos: “Bonao necesita un anfiteatro y ya está diseñado. Aquí no hay dónde presentar una orquesta, ni una obra de teatro, ni un espectáculo de danza. Nos faltan ocho millones de pesos para completar las instalaciones del Museo y del Anfiteatro. Pero lo vamos a lograr.”
El conjunto arquitectónico de la plaza es dominado por el Museo Cándido Bidó, una estructura aérea y espaciosa. Falta por terminar los pisos superiores, uno que será dedicado a la pintura dominicana (comenzando por el arte taíno) y otro, a obras de la autoría deBidó, seleccionadas por el artista para este propósito. En el piso inferior se presentarán exposiciones temporales.
En el país los museos regionales y provinciales son difíciles de hallar. Las escuelas de arte son pocas y las academias de música son una especie en vías de extensión o se limitan al trabajo de las casi extintas bandas municipales. Los coros, que en otras partes son el orgullo de cada comunidad, por minúscula que fuera, son en nuestro país un deleite olvidado. Por eso es admirable que en Bonao, y gracias a una iniciativa personal de Cándido Bidó, los jóvenes canalicen a través del arte su energía, su talento y sus sueños. Así, el sueño de Cándido Bidó se multiplica y crece.
FERNANDO UREÑA RIB
Mundo óptico y azulado de Candido Bidó
“La madre”, Cándido Bidó, 2007. (Imagen suministrada)Por: Jorge Rodríguez
EL VOCEROAusente de Puerto Rico desde su pasada exposición “Azul de Otoño”, en 2003, el maestro y pintor del Caribe, Cándido Bidó, retorna por sus fueros, en esta ocasión con la exposición titulada “El mundo azul de Bidó”, en la Galería Uri de Puerto Nuevo, donde el artista mostrará obras en su más reciente estilo pictórico más allá de todos sus azules, acuñado en los últimos años, y denominado como puntillismo.
Fascinado con las raíces y costumbres de su tierra dominicana, así como de su trópico y sus contenidos, éste exhibe 20 pinturas de distintos formatos con sus usuales naranjas y amarillos para calentar sus tonos, así como sus constantes rojos, cienas, negros y blancos para encapsular esa visual naïf que denota esta obra de carácter universal.
Contrario al puntillismo de Georges Seurat, con piezas de paisajes tan límpidos y calmados, ordenados e integrados, en Bidó este efecto óptico se da también a través del movimiento, la idiosincrasia de la identidad caribeña, con todos sus paisajes, sus mujeres, su gente, y objetos, y esa particularidad emblemática del uso de su luz continuamente sensual, lírica y brillante.
No obstante, lo más representativo de este pintor cuya obra ha recorrido por décadas museos y galerías selectos en tres continentes, es que posee en su narrativa plástica un discurso visual no referenciado a nada que no sea a su propia expresión visualística e iconográfica.
“Vengo con 20 obras de distintos formatos, en la Galería Uri de Raquel Espinosa, pero que ahora la he enriquecido con el puntillismo dentro de la misma temática y con un nuevo orden dentro de mis obras. Lo que pasa es que el artista tiene que estar buscando, enriqueciendo y cambiando su obra un poco, para presentar algo diferente a su público. Yo lo estoy utilizando desde hace dos a tres años, y veo el puntillismo como una nueva forma de interpretar mi estilo”, expresó Bidó a su llegada a Puerto Rico.
Con un itinerario deslumbrante, el maestro Bidó, natural de Bonao, acaba de regresar de Guatemala donde expuso “Cuando brote el azul. Este continúa en su lugar de origen con el monumental proyecto “La Plaza de la Cultura” donde se encuentra su museo y talleres en tres edificios. Desde allí celebran la Bienal Premio Paleta de Níquel, que coauspicia una multinacional canadiense. De 500 obras participantes se han escogido 150 para la inauguración colectiva del evento, este próximo 26 de octubre.
“Yo el color que más uso dentro de mis obras es el azul que ya domino. Llevo tantos años de uso —con el color ultramarino desde donde degrado todos los azules— y aunque es muy difícil de usar, lo domino a fondo en todas mis manifestaciones”, concluyó el maestro.
La Galería Uri está ubicada en la avenida Andalucía 500 de Puerto Nuevo. Para más información puede llamar al 787-749-8146.