LOS MONSTRUOS SOLITARIOS DE
AQUILES AZAR
Fernando Ureña Rib
Hay una benévola humanidad detrás de las figuras deformadas que nos presenta el excelente dibujante y pintor Aquiles Azar (1932-). Su trazo es ágil, nervioso, tenso. Tras la maraña de líneas y de gestos discurre una bondad amable que inspira ternura. Aquiles Azardibuja su propio asombro ante la vida y busca la belleza de la existencia aun en los objetos y personajes mas humildes y menos notables. Un loco, un mendigo, un niño que llora, un lagarto que juega, un búho solitario que nos observa con intensidad desde el corazón de la noche. El resalta, como ningún otro pintor, la dignidad de todo lo que es tenido a menos.
Fernando Ureña Rib
ARTE DOMINICANOAQUILES AZAR
El camino de la persistencia
Por Rafael García RomeroAquiles Azar es un artista plástico consumado, con un exquisito talento que fecunda y ensancha la persistencia. En el dibujo siempre. Y siempre fiel. En el dibujo ha resultado muy incisivo y perspicaz. Expresivo. Todo un gladiador de innúmeras batallas pictóricas. Expositor perpetuo y primer crítico de su arte. En importantes espacios de exposiciones temporales del país ha dejado su huella. Hizo historia conjunta con los profesores que modeló la primera hornada de artistas que salió de la Escuela de Bellas artes. Ahora es dueño y arquitecto de su propio destino, agudo, incisivo, revelador. En su mundo no hay retos, sino trabajo. Rey Midas de la tinta negra y la plumilla. Todo lo convierte en dibujo. Entiéndase: el dibujo es la piedra preciosa del arte. En cuanto a otras formas de la plástica, también es dueño de colores y propuestas propias que modela y delimita en formatos, acrílicos y óleos. En medio de sus avatares pictóricos hace tiempo para cuestionar sus orígenes, meditar sobre el presente y saber con certeza el camino que quiere para su arte.
De Aquiles Azar
La conexión con las artes plásticas de Aquiles Azar fue temprana. Era un niño y el carbón rústico fue el primer instrumento. Esa aventura temprana lo lleva a la academia, ya que estudió con George Hausdorf. Allí derivaría en el lápiz y la tinta. La actitud de aprender no la deja. Así que una vez abrió la Escuela Nacional de Bellas Artes entra y estudia (1946-50) por recomendación e iniciativa de su profesor Hausdorf. En medio de su trayectoria hace una reflexión. La escuela siempre fue de alta motivación para él: “Siempre me gustó aprender y estudiar y hoy con los años sigo estudiando y aprendiendo”.
Ahora. Muchos años después, el Museo de Arte Moderno monta su retrospectiva “La persistencia de Aquiles”. En realidad, la gran cantidad de cuadros, dibujos, óleos delimitó la exposición en una muestra antológica. Una frase de él, ante un cuadro de su autoría, resume el plan de su trabajo cotidiano: Dibujo y vivo. Aprendo a dibujar y continuaré dibujando.
En un momento de nuestra conversación entra en los territorios del recuerdo. Aquiles empezaba a definir su oficio de artista plástico y que a la vez compartía con su profesión de odontólogo. Entonces recuerda las palabras de ese gran sabio español, Gregorio Marañón: el que de medicina sólo sabe, nada sabe. “En mi época me sucedió algo así, ya que los odontólogos me veían como artista, y los artistas me veían como odontólogo”.
Ahora -dice- en esta época se diferencian las profesiones y como abogaba el doctor Mañón, se puede ser odontólogo y pintor.
La noche de la inauguración de su retrospectiva marcó hondamente a Aquiles Azar: “Yo tuve la satisfacción de encontrarme con una cantidad de amigos, y de compañeros, que tienen cuadros míos, que yo no sabía que existían… y que estuvieran vivos. Asombra la forma como los han cuidado. En la exposición nos juntamos cinco o seis generaciones, de cuando yo tenía quince años”.
En cuanto a su reencuentro con los cuadros de aquella época dice que no tiene precio ver de nuevo obras que hizo en 1960, 1962 y 1965. “Esa noche yo lloré dos veces, de manera muy privada, muy íntima. Esa satisfacción no tiene forma de explicarla. ¿Qué te digo? Eso es grande.
En cuanto a su trayectoria hay mucho que ver de Aquiles Azar. En los salones del Museo de Arte Moderno están sus cuadros. Una multitud de preguntas asalta a todo el que entra y ve los dibujos de Aquiles Azar. Marianne de Tolentino se pregunta: ¿Quiénes son en el teatro de Aquiles Azar esos personajes? ¿Simplemente se adueñan de un instante vital? ¿O sirven de pretexto, infinitamente gozado, para una escritura familiar? Ahora, otros van más allá. Experimentan con zonas que no definen los dibujos y sí una mirada que los recorre de manera inquisitiva. Sí, porque el dibujo.El dibujo que hace Aquiles, fruto de una disciplina que parece milenaria, obceca. Eso sucede con una línea. Eso sucede con el dibujo terminado y la idea que trasmite un cuadro, dos. O la atmósfera que hay en el conjunto de su bestiario personal.
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