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Horacio Quiroga

April 6, 2019 By dillon Leave a Comment

LA NARRATIVA DE

HORACIO QUIROGA

FERNANDO UREÑA RIB

 

Los sentimientos trágicos, y los de absurdo, de locura y de muerte que habitan las narraciones del gran escritor uruguayo Horacio Quiroga, van más allá de la escritura misma y alcanzan su propia vida, de la que él mismo se privara al ingerir cianuro luego de un pronóstico médico que revestía gravedad.

Si efectivamente existe un lado oscuro en el ser humano, Horacio Quiroga lo sondea con terrible e iluminada agudeza. A veces el relato se da en la niñez, o en las fábulas, con todas las socarronas maldades de una novatada pertinaz.

Incisiva y audaz, la escritura de Quiroga se adelanta a su tiempo  y retrata la grave condición social, la lucha permanente y fútil del hombre contra la fatalidad. Adversidad que uno ve venir y que se precipita sobre los personajes de manera súbita e inapelable.

Un lenguaje subyugante, una sensación de desamparo y de que sólo es posible el alivio al abrigo de la muerte, mantienen la tensión de sus relatos en el vórtice mismo de la acción, anticipándola y subvirtiéndola. Porque nada es jamás como lo suponemos. La escritura de Quiroga prevalece como una de las más agudas y atormentadas del hemisferio occidental.

 

FERNANDO UREÑA RIB

 


El paso del YabebiríUNA FÁBUA DE HORACIO QUIROGA

En el río Yabebirí, que está en Misiones, hay muchas rayas, porque «Yabebirí» quiere decir precisamente «Río-de-las-rayas». Hay tantas, que a veces es peligroso meter un solo pie en el agua. Yo conocí un hombre a quien lo picó una raya en el talón y que tuvo que caminar rengueando media legua para llegar a su casa: el hombre iba llorando y cayéndose de dolor. Es uno de los dolores más fuertes que se puede sentir.

Como en el Yabebirí hay también muchos otros peces, algunos hombres van a cazarlos con bombas de dinamita. Tiran una bomba al río, matando millones de peces. Todos los peces que están cerca mueren, aunque sean grandes como una casa. Y mueren también todos los chiquitos, que no sirven para nada.

Ahora bien: una vez un hombre fue a vivir allá, y no quiso que tiraran bombas de dinamita, porque tenía lastima de los pececitos. Él no se oponía a que pescaran en el río para comer; pero no quería que mataran inútilmente a millones de pececitos. Los hombres que tiraban bombas se enojaron al principio, pero como el hombre tenía un carácter serio, aunque era muy bueno, los otros se fueron a cazar a otra parte, y todos los peces quedaron muy contentos. Tan contentos y agradecidos estaban a su amigo que había salvado a los pececitos, que lo conocían apenas se acercaba a la orilla Y cuando él andaba por la costa fumando, las rayas lo seguían arrastrándose por el barro, muy contentas de acompañar a su amigo. Él no sabía nada, y vivía feliz en aquel lugar.

Y sucedió que una vez, una tarde, un zorro llegó corriendo hasta el Yabebirí, y metió las patas en el agua, gritando:

—¡Eh, rayas! ¡Ligero! Ahí viene el amigo de ustedes, herido.

Las rayas, que lo oyeron, corrieron ansiosas a la orilla. Y le preguntaron al zorro:

—¿Qué pasa? ¿Dónde está el hombre?

—¡Ahí viene! —gritó el zorro de nuevo—. ¡Ha peleado con un tigre! ¡El tigre viene corriendo! ¡Seguramente va a cruzar a la isla! ¡Denle paso, porque es un hombre bueno!

—¡Ya lo creo! ¡Ya lo creo que le vamos a dar paso! Contestaron las rayas—. ¡Pero lo que es el tigre, ése no va a pasar!

—¡Cuidado con él! —gritó aún el zorro— ¡No se olviden de que es el tigre!.

Y pegando un brinco, el zorro entró de nuevo en el monte.

Apenas acababa de hacer esto, cuando el hombre apartó las ramas y apareció todo ensangrentado y la camisa rota. La sangre le caía por la cara y el pecho hasta el pantalón, y desde las arrugas del pantalón, la sangre caía a la arena. Avanzó tambaleando hacia la orilla, porque estaba muy herido, y entró en el río. Pero apenas puso un pie en el agua, las rayas que estaban amontonadas se apartaron de su paso, y el hombre llegó con el agua al pecho hasta la isla, sin que una raya lo picara. Y conforme llegó, cayó desmayado en la misma arena, por la gran cantidad de sangre que había perdido.

Las rayas no habían aún tenido tiempo de compadecer del todo a su amigo moribundo, cuando un terrible rugido les hizo dar un brinco en el agua.

—¡El tigre! ¡El tigre! —gritaron todas, lanzándose como una flecha a la orilla.

En efecto, el tigre que había peleado con el hombre y que lo venía persiguiendo había llegado a la costa del Yabebirí. El animal estaba también muy herido, y la sangre le corría por todo el cuerpo. Vio al hombre caído como muerto en la isla, y lanzando un rugido de rabia, se echó al agua, para acabar de matarlo.

Pero apenas hubo metido una pata en el agua, sintió como si lo hubieran clavado ocho o diez terribles clavos en las patas, y dio un salto atrás: eran las rayas, que defendían el paso del río, y le habían clavado con toda su fuerza el aguijón de la cola.

El tigre quedó roncando de dolor, con la pata en el aire; y al ver toda el agua de la orilla turbia como si removieran el barro del fondo, comprendió que eran las rayas que no lo querían dejar pasar. Y entonces gritó enfurecido:

—¡Ah, ya sé lo que es! ¡Son ustedes, malditas rayas! ¡Salgan del camino!

—¡No salimos! —respondieron las rayas.

—¡Salgan!

—¡No salimos! ¡Él es un hombre bueno! ¡No hay derecho para matarlo!

—¡Él me ha herido a mí!

—¡Los dos se han herido! ¡Esos son asuntos de ustedes en el monte! ¡Aquí está bajo nuestra protección!… ¡No se pasa!

—¡Paso! —rugió por última vez el tigre.

—¡NI NUNCA! —respondieron las rayas.

(Ellas dijeron “ni nunca” porque así dicen los que hablan guaraní como en Misiones.)

—¡Vamos a ver! —rugió aún el tigre. Y retrocedió para tomar impulso y dar un enorme salto.

El tigre sabía que las rayas están casi siempre en la orilla; y pensaba que si lograba dar un salto muy grande acaso no hallara más rayas en el medio del río, y podría así comer al hombre moribundo.

Pero las rayas lo habían adivinado y corrieron todas al medio del río, pasándose la voz:

—¡Fuera de la orilla! —gritaban bajo el agua—. ¡Adentro! ¡A la canal! ¡A la canal!

Y en un segundo el ejército de rayas se precipitó río adentro, a defender el paso, a tiempo que el tigre daba su enorme salto y caía en medio del agua. Cayó loco de alegría, porque en el primer momento no sintió ninguna picadura, y creyó que las rayas habían quedado todas en la orilla, engañadas…

Pero apenas dio un paso, una verdadera lluvia de aguijonazos, como puñaladas de dolor, lo detuvieron en seco: eran otra vez las rayas, que le acribillaban las patas a picaduras.

El tigre quiso continuar, sin embargo; pero el dolor era tan atroz, que lanzó un alarido y retrocedió corriendo como loco a la orilla. Y se echó en la arena de costado, porque no podía más de sufrimiento; y la barriga subía y bajaba como si estuviera cansadísimo.

Lo que pasaba es que el tigre estaba envenenado con el veneno de las rayas.

Pero aunque habían vencido al tigre, las rayas no estaban tranquilas porque tenían miedo de que viniera la tigra y otros tigres, y otros muchos más… Y ellas no podrían defender más el paso.

En efecto, el monte bramó de nuevo, y apareció la tigra, que se puso loca de furor al ver al tigre tirado de costado en la arena. Ella vio también el agua turbia por el movimiento de las rayas, y se acercó al río. Y tocando casi el agua con la boca, gritó:

—¡Rayas! ¡Quiero paso!

—¡No hay paso! —respondieron las rayas.

—¡No va a quedar una sola raya con cola, si no dan paso! rugió la tigra.

—¡Aunque quedemos sin cola, no se pasa! —respondieron ellas.

—¡Por última vez, paso!

—¡NI NUNCA! —gritaron las rayas.

La tigra, enfurecida, había metido sin querer una pata en el agua, y una raya, acercándose despacio, acababa de clavarle todo el aguijón entre los dedos. Al rugido de dolor del animal, las rayas respondieron, sonriéndose:

—¡Parece que todavía tenemos cola! Pero la tigra había tenido una idea, y con esa idea entre las cejas, se alejaba de allí, costeando el río aguas arriba, y sin decir una palabra.

Mas las rayas comprendieron también esta vez cuál era el plan de su enemigo. El plan de su enemigo era éste: pasar el río por otra parte, donde las rayas no sabían que había que defender el paso. Y una inmensa ansiedad se apoderó entonces de las rayas.

—¡Va a pasar el río aguas más arriba! —gritaron—. ¡No queremos que mate al hombre! ¡Tenemos que defender a nuestro amigo!

Y se revolvían desesperadas entre el barro, hasta enturbiar el río.

—¡Pero qué hacemos! —decían—. Nosotras no sabemos nadar ligero… ¡La tigra va a pasar antes que las rayas de allá sepan que hay que defender el paso a toda costa!

Y no sabían qué hacer. Hasta que una rayita muy inteligente dijo de pronto:

—¡Ya está! ¡Qué vaya los dorados! ¡Los dorados son amigos nuestros! ¡Ellos nadan más ligero que nadie!

—¡Eso es! —gritaron todas—. ¡Que vayan los dorados!

Y en un instante la voz pasó y en otro instante se vieron ocho o diez filas de dorados, un verdadero ejército de dorados que nadaban a toda velocidad aguas arriba, y que iban dejando surcos en el agua, como los torpedos.

A pesar de todo, apenas tuvieron tiempo de dar la orden de cerrar el paso a los tigres; la tigra ya había nadado, y estaba ya por llegar a la isla.

Pero las rayas habían corrido ya a la orilla, y en cuanto la tigra hizo pie, las rayas se abalanzaron contra sus patas, deshaciéndoselas a aguijonazos. El animal, enfurecido y loco de dolor, rugía, saltaba en el agua, hacia volar nubes de agua a manotones. Pero las rayas continuaban precipitándose contra sus patas, cerrándole el paso de tal modo, que la tigra dio vuelta, nadó de nuevo y fue a echarse a su vez a la orilla, con las cuatro patas monstruosamente hinchadas; por allí tampoco sé podía ir a comer al hombre.

Mas las rayas estaban también muy cansadas. Y lo que es peor, el tigre y la tigra habían acabado por levantarse y entraban en el monte.

¿Qué iban a hacer? Esto tenía muy inquietas a las rayas, y tuvieron una larga conferencia. Al fin dijeron:

—¡Ya sabemos lo que es! Van a ir a buscar a los otros tigres y van a venir todos. ¡Van a venir todos los tigres y van a pasar!

—¡NI NUNCA! —gritaron las rayas más jóvenes y que no tenían tanta experiencia.

—¡Sí, pasarán, compañeritas! —respondieron tristemente las más viejas—. Si son muchos acabarán por pasar… Vamos a consultar a nuestro amigo.

Y fueron todas a ver al hombre, pues no habían tenido tiempo aún de hacerlo, por defender el paso del río.

El hombre estaba siempre tendido, porque había perdido mucha sangre, pero podía hablar y moverse un poquito. En un instante las rayas le contaron lo que había pasado, y cómo habían defendido el paso a los tigres que lo querían comer. El hombre herido se enterneció mucho con la amistad de las rayas que le habían salvado la vida y dio la mano con verdadero cariño a las rayas que estaban más cerca de él. Y dijo entonces:

—¡No hay remedio! Si los tigres son muchos, y quieren pasar, pasarán…

—¡No pasarán! —dijeron las rayas chicas—. ¡Usted es nuestro amigo y no van a pasar!

—¡Sí, pasarán, compañeritas! —dijo el hombre. Y añadió, hablando en voz baja—: El único modo sería mandar a alguien a casa a buscar el winchester con muchas balas… pero yo no tengo ningún amigo en el río, fuera de los peces… y ninguno de ustedes sabe andar por la tierra.

—¿Qué hacemos entonces? —dijeron las rayas ansiosas.

—A ver, a ver… —dijo entonces el hombre, pasándose la mano por la frente, como si recordara algo—. Yo tuve un amigo… un carpinchito que se crió en casa y que jugaba con mis hijos… Un día volvió otra vez al monte y creo que vivía aquí, en el Yabebirí… pero no sé dónde estará…

Las rayas dieron entonces un grito de alegría: —¡Ya sabemos! ¡Nosotras lo conocemos! ¡Tiene su guarida en la punta de la isla! ¡Él nos habló una vez de usted! ¡Lo vamos a mandar buscar en seguida! Y dicho y hecho: un dorado muy grande voló río abajo a buscar al carpinchito; mientras el hombre disolvía una gota de sangre seca en la palma de la mano, para hacer tinta, y con una espina de pescado, que era la pluma, escribió en una hoja seca, que era el papel. Y escribió esta carta: Mándenme con el carpinchito el winchester y una caja entera de veinticinco balas.

Apenas acabó el hombre de escribir, el monte entero tembló con un sordo rugido; eran todos los tigres que se acercaban a entablar la lucha. Las rayas llevaban la carta con la cabeza afuera del agua para que no se mojara, y se la dieron al carpinchito, el cual salió corriendo por entre el pajonal a llevarla a la casa del hombre.

Y ya era tiempo, porque los rugidos, aunque lejanos aún, se acercaban velozmente. Las rayas reunieron entonces a los dorados que estaban esperando órdenes, y les gritaron:

—¡Ligero, compañeros! ¡Recorran todo el río y den la voz de alarma! ¡Que todas las rayas estén prontas en todo el río! ¡Que se encuentren todas alrededor de la isla! ¡Veremos si van a pasar!

Y el ejército de dorados voló en seguida, río arriba y río abajo, haciendo rayas en el agua con la velocidad que llevaban.

No quedó raya en todo el Yabebirí que no recibiera orden de concentrarse en las orillas del río, alrededor de la isla. De todas partes, de entre las piedras, de entre el barro, de la boca de los arroyitos, de todo el Yabebirí entero, las rayas acudían a defender el paso contra los tigres. Y por delante de la isla, los dorados cruzaban y recruzaban a toda velocidad.

Ya era tiempo, otra vez; un inmenso rugido hizo temblar el agua misma de la orilla, y los tigres desembocaron en la costa.

Eran muchos; parecía que todos los tigres de Misiones estuvieran allí. Pero el Yabebirí entero hervía también de rayas, que se lanzaron a la orilla, dispuestas a defender a todo trance el paso.

—¡Paso a los tigres!

—¡No hay paso! —respondieron las rayas.

—¡Paso, de nuevo!

—¡No se pasa!

—¡No va a quedar raya, ni hijo de raya, ni nieto de raya. si no dan paso!

—¡Es posible! —respondieron las rayas—. ¡Pero ni los tigres, ni los hijos de tigres, ni los nietos de tigres, ni todos los tigres del mundo van a pasar por aquí!

Así respondieron las rayas. Entonces los tigres rugieron por última vez:

—¡Paso pedimos!

—¡NI NUNCA!

Y la batalla comenzó entonces. Con un enorme salto los tigres se lanzaron al agua. Y cayeron todos sobre un verdadero piso de rayas. Las rayas les acribillaron las patas a aguijonazos, y a cada herida los tigres lanzaban un rugido de dolor. Pero ellos se defendían a zarpazos manoteando como locos en el agua. Y las rayas volaban por el aire con el vientre abierto por las uñas de los tigres.

El Yabebirí parecía un río de sangre. Las rayas morían a centenares… pero los tigres recibían también terribles heridas, y se retiraban a tenderse y rugir en la playa, horriblemente hinchados. Las rayas, pisoteadas, deshechas por las patas de los tigres, no desistían; acudían sin cesar a defender el paso. Algunas volaban por el aire, volvían a caer al río, y se precipitaban de nuevo contra los tigres.

Media hora duró esta lucha terrible. AI cabo de esa media hora, todos los tigres estaban otra vez en la playa, sentados de fatiga y rugiendo de dolor; ni uno solo había pasado.

Pero las rayas estaban también deshechas de cansancio. Muchas, muchísimas habían muerto. Y las que quedaban vivas dijeron:

—No podremos resistir dos ataques como éste. ¡Que los dorados vayan a buscar refuerzos! ¡Que vengan en seguida todas las rayas que haya en el Yabebirí!

Y los dorados volaron otra vez río arriba y río abajo, e iban tan ligeros que dejaban surcos en el agua, como los torpedos.

Las rayas fueron entonces a ver al hombre.

—¡No podremos resistir más! —le dijeron tristemente las rayas.

Y aun algunas rayas lloraban, porque veían que no podrían salvar a su amigo.

—¡Váyanse, rayas! —respondió el hombre herido—. ¡Déjenme solo! ¡Ustedes han hecho ya demasiado por mí! ¡Dejen que los tigres pasen!

—¡NI NUNCA! —gritaron las rayas en un solo clamor—. ¡Mientras haya una sola raya viva en el Yabebirí, que es nuestro río, defenderemos al hombre bueno que nos defendió antes a nosotras!

El hombre herido exclamó entonces, contento:

—¡Rayas! ¡Yo estoy casi por morir, y apenas puedo hablar; pero yo les aseguro que en cuanto llegue el winchester, vamos a tener farra para largo rato; esto yo se lo aseguro a ustedes!

—¡Sí, ya lo sabemos! —contestaron las rayas entusiasmadas. Pero no pudieron concluir de hablar, porque la batalla recomenzaba. En efecto: los tigres, que ya habían descansado se pusieron bruscamente en pie, y agachándose como quien va saltar, rugieron:

—¡Por última vez, y de una vez por todas: paso!

—¡Ni NUNCA! —respondieron las rayas lanzándose a la orilla. Pero los tigres habían saltado a su vez al agua y recomenzó la terrible lucha. Todo el Yabebirí, ahora de orilla a orilla, estaba rojo de sangre, y la sangre hacía espuma en la arena de la playa. Las rayas volaban deshechas por el aire y los tigres rugían de dolor; pero nadie retrocedía un paso.

Y los tigres no sólo no retrocedían, sino que avanzaban. En balde el ejército de dorados pasaba a toda velocidad río arriba y río abajo, llamando a las rayas: las rayas se habían concluido; todas estaban luchando frente a la isla y la mitad había muerto ya. Y las que quedaban estaban todas heridas y sin fuerzas.

Comprendieron entonces que no podrían sostenerse un minuto más, y que los tigres pasarán; y las pobres rayas, que preferían morir antes que entregar a su amigo, se lanzaron por última vez contra los tigres. Pero ya todo era inútil. Cinco tigres nadaban ya hacia la costa de la isla. Las rayas, desesperadas, gritaron:

—¡A la isla! ¡Vamos todas a la otra orilla!

Pero también esto era tarde: dos tigres más se habían echado a nado, y en un instante todos los tigres estuvieron en medio del río, y no se veía más que sus cabezas.

Pero también en ese momento un animalito, un pobre animalito colorado y peludo cruzaba nadando a toda fuerza el Yabebirí: era el carpinchito, que llegaba a la isla llevando el winchester y las balas en la cabeza para que no se mojaran.

El hombre dio un gran grito de alegría, porque le quedaba tiempo para entrar en defensa de las rayas. Le pidió al carpinchito que lo empujara con la cabeza para colocarse de costado, porque él solo no podía; y ya en esta posición cargó el winchester con la rapidez del rayo.

Y en el preciso momento en que las rayas, desgarradas, aplastadas, ensangrentadas, veían con desesperación que habían perdido la batalla y que los tigres iban a devorar a su pobre amigo herido, en ese momento oyeron un estampido, y vieron que el tigre que iba delante y pisaba ya la arena, daba un gran salto y caía muerto, con la frente agujereada de un tiro.

—¡Bravo, bravo! —clamaron las rayas, locas de contento. ¡El hombre tiene el winchester! ¡Ya estamos salvadas!

Y enturbiaban toda el agua verdaderamente locas de alegría. Pero el hombre proseguía tranquilo tirando, y cada tiro era un nuevo tigre muerto. Y a cada tigre que caía muerto lanzando un rugido, las rayas respondían con grandes sacudidas de la cola.

Uno tras otro, como si el rayo cayera entre sus cabezas, los tigres fueron muriendo a tiros. Aquello duró solamente dos minutos. Uno tras otro se fueron al fondo del río, y allí las palometas los comieron. Algunos boyaron después, y entonces los dorados los acompañaron hasta el Paraná, comiéndolos, y haciendo saltar el agua de contento.

En poco tiempo las rayas, que tienen muchos hijos, volvieron a ser tan numerosas como antes. El hombre se curó, y quedó tan agradecido a las rayas que le habían salvado la vida, que se fue a vivir a la isla. Y allí, en las noches de verano le gustaba tender se en la playa y fumar a la luz de la luna, mientras las rayas, hablando despacito, se lo mostraban a los peces, que no le conocían, contándoles la gran batalla que, aliadas a ese hombre, habían tenido una vez contra los tigres.
HORACIO QUIROGA

 

FICHA DEL MUSEO

 

 

 

 


HORACIO QUIROGA

Horacio Quiroga nace el 31 de diciembre de 1878 en Salto, Uruguay.
En 1897 hace sus primeras colaboraciones en medios periodísticos. En 1900 viaja a París.

En 1902 mata accidentalmente, con una pistola, a su amigo Federico Ferrando. Se muda a Buenos Aires, Argentina.

En 1903 trabaja como profesor de castellano y acompaña, como fotógrafo, a Leopoldo Lugones en una expedición a la provincia de Misiones. En 1906 publica su relato Los perseguidos, un adelanto de lo que después se conocería como literatura psicológica.

En 1909 se casa con Ana María Cirés y se van a vivir a San Ignacio. En 1911 es nombrado juez de Paz. En 1915 se suicida su mujer. Regresa a Buenos Aires en 1916.

En 1917 publica Cuentos de amor de locura y de muerte y en 1919, Cuentos de la selva, libro escrito para sus hijos.

En 1927 se casa con María Bravo. En 1932 se traslada a Misiones. En 1936 su mujer lo deja y vuelve a Buenos Aires.

El 19 de febrero de 1937, aparece muerto por ingestión de cianuro poco después de enterarse que sufre de cáncer gástrico.

 

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Jaime Colson

April 6, 2019 By dillon Leave a Comment

JAIME COLSON

LA PASIÓN TRASHUMANTE

RICARDO RAMÓN JARNE

 

JAIME COLSON

La pasión trashumante

Ricardo Ramón Jarne

 

Colson dejó una huella imborrable en el arte dominicano, fue un pintor meticuloso de academia, pero por encima de esto, utilizó la enorme técnica que poseía para desarrollar con mayor facilidad su personalidad en la pintura. A pesar de ese dominio Colson tenía mucho respeto al lienzo en blanco, preparaba las telas y luego tardaba mucho en atacarlas, para no romper la virginidad del blanco muchas veces utilizaba trabajos fallidos de sus alumnos para pintar él sus cuadros encima.

EN ESPAÑA

Colson desarrolla su primera etapa entre Barcelona y Madrid durante seis años, fundamentales en su formación desde 1918 a 1924, año en el que se traslada a París donde seguirá su aprendizaje con el arte español del exilio, principalmente con Picasso y Gris. Coslon es el único de los tres que puede apreciar las diferencias entre el arte español de antes y después de la guerra Civil. La historia de la primera mitad del Siglo XX en España, esta fragmentada y dividida por la Guerra Civil, esta referencia es desgraciadamente inevitable. El antes y el después de este hecho son en todos los terrenos, incluidas las artes plásticas, antagónicos.

Colson en sus dos estancias en España vivirá las dos épocas, la primera de 1918 a 1924 y la segunda de 1939 a 1949. La primera como estudiante, la segunda como artista experimentando y con una importante trayectoria. En el 1918, cuando llegó Colson a Barcelona, todavía el “noucentisme” estaba considerado como el arte que definía la cultura cotidiana, superando los ambientes artísticos y literarios. El termino acuñado por Eugenio D’Ors reunía varias dimensiones, entre ellas una política -nacionalismo catalán- y otra estética basada en el clasicismo.
Clasicismo y mediterraneidad, con una visión épica y mítica de la cultura, del mar de las culturas, de la que Cataluña forma parte ineludible. Estos conceptos serán determinantes para el desarrolló de su posterior obra neohumanista.

En esta compleja relación entre lo clásico y la vanguardia se puede analizar la obra de Colson, que durante su trayectoria se debate entre la tradición y la innovación, con numerosos componentes de mediterraneidad que nunca abandonó.
Colson tiene oportunidad de conocer a una de las figuras fundamentales de la vanguardia española, el uruguayo Rafael Barradas que estaba desarrollando su particular ismo “el vibracionismo” con el que representa la proporción geométrica de los objetos buscando completarse o rectificarse con el espectador.

Barradas venía de Milán y París y traía consigo todas las experiencias y enseñanzas del futurismo, del cubismo y del simultanerismo creando las bases de la pintura de vanguardia española. En Madrid tiene Colson contacto también con Vicente Huidobro, poeta chileno, portador del “creacionismo”, ismo literario vinculado al cubismo. El conocimiento en España de estos acercamientos, más bien teóricos, al cubismo le servirán a Colson para integrarse de manera particular en esta tendencia artística aunque en primer momento se sintiera desconcertado por su apabullante, aunque tardía, presencia en el ambiente artístico de la Ciudad Luz.

En Madrid, su paso por la Escuela de Bellas Artes de San Fernando, sería decisivo en su formación. En esta escuela coincidiría, entre otros, con Dalí en los años 1921 y 1922, ya que en 1923 fue expulsado, con Maruja Mallo, Fernando Briones y el escultor Cruz Collado.
Entre sus profesores se encontraba Sorolla, quien enseñó pintura en la Academia de Bellas Artes de San Fernando hasta 1923, José Moreno Carbonero y José Garnelo.

Colson vive la Barcelona de Ramón Casas, de Eliseo Meifren, de Santiago Rusiñol, quién auspició su ingreso en el Real Círculo Artístico, de Nonell, conoce a Manolo Hugué, José Cañas, Palencia, Iturrino, Gines Parra, Joaquín Sunyer, Luisa Granero. También conoce la obra de otros artistas de otras regiones españolas, como Pérez Villamil, Regoyos, Joaquín Mir, Piñole.

SU ESTILO


De su época de formación se ven pocas influencias directas en cuanto a estilo de sus profesores. Según Fernando Ureña Rib “De Joaquín Sorolla, Colson aprende las técnicas de la pintura directa; la precisión, la intensidad, el sentido, pero no cae jamás en el sorollismo fácil en el que cayeron muchos de su generación.., Pero si en esa manera de utilizar el rastro de la aplicación pigmentaría como una forma expresiva en sí.”

La línea, el silueteado de las figuras de los planos, es fundamental y viene de su cubismo, pero no era un obseso de la misma y criticaba a Mondrían por eso. Colson cuenta una anécdota que demuestra el fanatismo lineal del artista del espacialismo, que le ocurrió en el propio estudio del pintor holandés. Este agarró literalmente la pierna de uno de los visitantes y la movió de lado porque estaba pisando una de las líneas de las baldosas del suelo. Colson usaba la línea, pero intenta evitar que esta congele la composición. Su linealidad era más oriental, más expresiva.

Es en los años 20 y 30, cuando consolida su lenguaje, su forma de pintar estará siempre dominada, aún en sus obras más realistas y en los retratos, tanto los de su época de Barcelona, como en los de su período negro, o en sus obras de Long Beach, por atmósferas metafísicas, surrealistas y simbolistas con un fondo clasicista y por otro lado con una estructuración de la composición con una base heredera del cubismo, en todas sus vertientes.

En Colson lo fundamental es la composición sujeta a una lógica “intrínseca” que rige todos y cada uno de los elementos constitutivos del cuadro, ordenados por la geometría y contenidos en el espacio, que también es luz y color, pero todos sujetos a la composición.
Para Colson los factores ineludibles que integran el cuadro son: en primer lugar, el geométrico, que es el preponderante en la temática pura; luego el espacial, que comprende también la luz y el color que, en definitiva, esta sujeto al factor principal determinante.

La paleta de Colson es, según lo reconoce el propio pintor, una paleta española que se ha esforzado en arrancar sus secretos a Velázquez. Para él contrariamente a lo que es un lugar común, los pintores tropicales no son coloristas. Es más, considera que el pintor tropical se crea un color que quizás es lo contrario de lo que vive. En entrevista a María Ugarte, le dijo: “En el trópico no hay gama de colores”, observa, “lo que hay es colorines” En su opinión los grandes coloristas no están en los países tropicales, sino en los nórdicos.

Colson afirmaba que su paso por los ismos fue muy beneficioso, razona que fueron una especie de importante y necesario “ejercicio espiritual”. En esto se compara con Picasso. Colson, no sólo conoció personalmente a Picasso, sino que expuso con el en la colectiva de 1949, lo admiraba profundamente y son muchos los elogios que le dedica siempre que tiene una oportunidad, desde el cubismo a la vuelta al clasicismo Colson se siente influenciado por el artista malagueño.

Colson partía de una fórmula que se “inventó”, en la que partiendo de la realidad había que llegar a la abstracción y luego, basándose en está como condición reguladora, retornar a la idea original. Ese proceso confiere a la obra una irrealidad inherente.

COLSON
ENTRE EL MEDITERRÁNEO Y EL CARIBE


Colson mitificó la belleza de los cuerpos y de los rostros, sobre todo masculinos, dio a los seres humanos la categoría de semidioses, sus retratos siempre eran imágenes que trascendían al retratado, los muchachos dominicanos se convertían en habitantes de un Olimpo caribeño imaginario, en héroes en reposo después de haber realizado grandes proezas.

Su adoración por el arte Pompeyano, se ve reflejado en los retratos que tienen siempre ese aire ausente de la pintura pompeyana o de los retratos de El Fayum.
Colson en toda su trayectoria cubista, surrealista, neohumanista, abstracta, realista, religiosa, siempre permaneció fiel a la estética, a los valores de la antigüedad mediterránea en la exaltación del hombre y de su cuerpo.

RICARDO RAMÓN JARNE

Jaime Colson, es uno de los pintores cuyo nombre ha llegado con mayor o menor frecuencia al oído del coleccionista cubano, por su estrecha vinculación con nuestro grande Mario Carreño. Solo apenas hace unos años, se subastó en una de las más prestigiosas casas de New York, una obra, en la cual ambos artistas habían intervenido, me refiero a la obra titulada: La Lavandera.

En el año 1938, Jaime Colson, visitó Cuba y se relacionó con el ambiente cultural cubano En materia de pintura contemporánea, la vanguardia aún se encontraba en un estado embrionario tratando de definir su ruptura con la academia y de introducir los elementos y valores que a modo de influencias fueran marcando, posteriormente, estas diferencias y definiéndose cada vez más el estilo definitivo que sus propuestas pictóricas habrían de conseguir.

Bajo estas circunstancias se realiza en el Lyceum de La Habana, la exposición del pintor dominicano Jaime Colson. Algunas conclusiones son posibles al revisar los artículos que a modo de noticias, fueron apareciendo en la revista Carteles. La que más llamo mi atención, se deriva de la observación de los tratamientos, temas etc., que en ella aparecen y su similitud, con la obra de ese mismo año del pintor Mariano Rodríguez; en ambos, el autorretrato y el retrato son temas de urgencia.

La figura humana adopta un papel protagónico y prepara todo un discurso teórico bien distinto de los propuestos por la academia; ya no solo la belleza carece de sentido ni el perfeccionismo meloso corrompe la actitud, ambos artistas, como es bien sabido, se inclinan por modelos más humanos.

Desde el punto de vista de sus imperfecciones, hombres o mujeres de pueblo, campesinos y obreros, son quienes ocupan el sitio de las agraciadas señoritas de sociedad. Pero bien, el análisis a que quiero invitar no se relaciona con este aspecto archiconocido; me interesa llamar la atención sobre las semejanzas en las obras de ambos artistas, expuesta una y realizada la otra ese mismo año en Cuba, de manera que cada cual, según su opinión personal, arribe a conclusiones propias.

Debo aclarar que no deseo negar la influencia del pintor mexicano, Lozano, en la obra del pintor cubano, ni negar las evidentes coincidencias entre ambos artistas latinoamericanos; y desde luego, de ambos con la obra de quien más ha influido en la pintura contemporánea: Pablo Picasso.

 

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Belkis Ramirez

April 6, 2019 By dillon Leave a Comment

LAS INSTALACIONES CONTEMPORÁNEAS

BELKIS RAMÍREZ

ELISABETH FERRER

 

BELKIS RAMÍREZ ocupa un lugar singular entre los jóvenes artistas dominicanos, como mujer que reta el rol femenino tradicional en el mundo de las artes visuales y en la sociedad en su conjunto. Solo un puñado de mujeres en la República Dominicana han alcanzado prestigio en el mundo artístico, y en su mayoría se trata de pintoras. De hecho, con pocos modelos que emular y con escaso apoyo diario por parte de colegas femeninas , han sido muchas las que que han abandonado su interés juvenil por el arte.


Por lo tanto la reciente preeminencia de Ramírez como artista de instalaciones es significativa. El que su trabajo sea tan directamente político convierte su logro en todavía más digno de notar.

En sus instalaciones Ramírez ha desarrollado un lenguaje pictórico característico a través de la fusión de gráficos de gran escala, los propios bloques de madera a partir de los que realiza sus grabados, elementos naturales, y objetos domésticos.

Ramírez es arquitecta , lo que se refleja en el sentido de fisicalidad de sus obras que atrae activamente al espectador. En De La Misma Madera 1994, obra con la cual ganó el primer premio de instalaciones en la XIX Bienal Nacional de Artes plásticas en Santo Domingo, Ramírez expone una multitud de bloques de madera, cada uno de los cuales contiene la imagen de la cara de una persona. Situado en el suelo en frente a este mar de caras hay un tirachinas (tirapiedras) colocado sobre un montón de piedras.


De la misma madera es un trabajo característico de la artista, que ha tratado previamente temas tales como la posición de la mujer en Latinoamérica, la situación de las prostitutas dominicanas en Europa, la libertad de expresión y los problemas ecológicos. Puede ser interpretada en varios niveles: como metáfora de aquellos que constituyen los agresores y las víctimas de la sociedad nos sugiere que la línea que separa estos roles es tenue.


Contiene además una referencia a la situación del medio ambiente en la República Dominicana, donde los bosques tropicales están siendo desvastados. Ramirez nos recuerda que dependemos de la naturaleza para nuestra supervivencia, y que al destruirla , nos destruimos a nosotros mismos en el proceso.

©Elizabeth Ferrer.
Curadora y Critica de Arte USA.

GRÁFICA DOMINICANA

BELKIS RAMÍREZ

Datos Biográficos

Estudios
1986 Arquitecta. Universidad Autónoma de Santo Domingo. RD.
1985 Fotolitografía. Universidad de San José. Costa Rica.
Taller internacional de Creación de Jóvenes Pintores y Arquitectos. Moscú, Rusia
1982 Diversos Talleres de Grabado en Santo Domingo y Altos de Chavón
1978 Diseño Gráfico. Universidad Autónoma de Santo Domingo. RD.
Exposiciones Individuales
2001 “de maR” en peor”, Centro Cultural de España, Santo Domingo , RD.
2000 “Belkis Ramírez, Caribbean Unexplored” A+Resources Art Gallery, Miami , USA
2000 “Belkis Ramírez,Caribe Inexplorado” Sala Naranja,Valencia, España.
1997 “Al Derecho y Al Revés” Centro Cultural de España, Santo Domingo , RD.
1995 “Miedo Ambiente” Museo de Arte Moderno. RD.
1994 “Instalaciones y Grabados” Altos de Chavón. RD.
1993 “Historias Ajenas” Museo de Arte Moderno. RD.
1991 “Dibujos y Grabados” Museo de Arte Moderno. RD.
1987 “La Tercera Edad” Centro de Arte Nouveau. RD.
Principales Exposiciones
2002 “ARCO ’02” Feria Internacional de Arte Contemporáneo, Madrid, España.
“Pequeños Formatos”, ELESPACIO Galeria de Arte, Santo Domingo RD.
2001 “Buenos Papeles” Colección Museo de Arte Moderno MAM, Santo Domingo RD.
“El ESPACIO en miniaturas” ELESPACIO Galeria de Arte, Santo Domingo RD.

2000 “Festival CálidoInvierno, La Fortaleza del Arte Contemporáneo” Puerto Plata, RD.

1999 “Colectivo-Colectiva”, LARRAMA Arte Contemporáneo, Santo Domingo R.D.
“Al Alba del Siglo 21 : Artes Plásticas de America Latina y el Caribe”. UNESCO, Paris, Francia
“Dies Caras” ELESPACIO Galeria de Arte , Santo DomingoR.D.
“Arquitect@s-Artistas” Sociedad de Arquitectos, Galeria de Arte Arawak, Santo Domingo R.D.

1998 “Caribe Insular, Exclusión, Fragmentación y Paraiso”, Museo Extremeño de Arte Contemporáneo. Badajoz, España.
XVII Concurso De Arte E. León Jimenes Santiago, Santo Domingo R.D.
“XII Bienal de San Juan del Grabado Latinoamericano” San Juan, PR.
“The Circle Comes Round, Recent Art from the Dominican Republic” IRADAC-Aaron Davis Hall, New York
“Arte Objeto” Fundación de Arte Contemporáneo Nouveau. RD.
“V Festival Nacional de Artes Visuales” Museo de Arte Moderno. RD.

1997 ” Inside ” Kassel. Alemania.
“VI Bienal de La Habana” La Habana, Cuba.
“Crossing borders:Contemporary Art By Latin American Women” Castle Gallery New York

1996 “XVI Concurso de Arte E. León Jiménez”. RD
“XX Bienal Nacional de Artes Visuales.Museo de Arte Moderno”.RD.
“Arte Moderno y Contemporáneo de la República Dominicana” Americas Society ,New York / Bass Museum Miami, Florida. USA.
“El Arte en plan de Instalación”, Centro de estudios Curatoriales Bard College, Annandale, New York.

1995 “Africus” I Bienal de Artes de Johannesburgo, Sudafrica.
“Ain’t I a Womam ?” Art Space, New Haven, CT. USA
“Karibik Art” Stadtsparkasse, Kassel, Alemania.
“Mujer y Arte Dominicano Hoy ” Casa de Bastidas, RD.
“Indigo 95”, Encuentro Caribeño de Artes Plásticas, Guadalupe.

1994 “XV Concurso de Arte de E. León Jiménez”. RD.
“II Bienal de Pintura del Caribe y Centro America”, Museo de Arte Moderno, RD.
“Exposición en torno a la XIX Bienal de Artes Visuales”, Museo de Arte Moderno, RD.
“Festival de la Cultura Puertoplateña”, Puerto Plata, RD.
“XIX Bienal de Artes Visuales”, Museo de Arte Moderno, RD.

1993 “X Bienal de San Juan del Grabado Latinoamericano”, San Juan , PR.
“La Verde Sonrisa”. Managua Nicaragua.
“TAlleres del Caribe I” Fort de France, Martinica.
“Salón de Verano”. Centro de Arte Nouveau, RD.

1992 “Paper Vision IV”. The Housatonic Museum of Art, Bridgeport,CT, USA.
“El Impacto de Dos Mundos” Art Space, New Haven, CT, USA.
“Exposición Homenaje a Julia de Burgos”,Ateneo Puerto Riqueño, San Juan, PR.
“Epidemic and Crisis” Art Works Gallery. Hartford, CT, USA.
“Homenaje a María Ugarte”. Instituto de Cultura Hispánica. RD.

1991 “Exposición Artistas Plásticos Dominicanos”. Festival de la Cultura Caribeña. Santiago de Cuba,
“II Salón Nacional de Dibujo”.Galeria Arawak, RD.

1990 “IX Trienal Internacional de Grabado (Intergrafik)”. Alemania.
“XVII Bienal Nacional de Artes visuales”. Museo de Arte Moderno, RD.

1989 “Primer Salón de Arte Jóven”.Museo de Arte Moderno. RD.
“II Festival Iberoamericano de Arte y Cultura”. Brasilia, Brasil.
“Expresión de la Mujer en el Arte y La Cultura”. Museo de Arte Moderno. RD.

1988 “Tres Artistas Contemporáneos de Santo Domingo”.Hostos Art Gallery. Bronx USA
“Ultimos Diez Años en la Plástica Dominicana”. Instituto Cultural Dominico-Americano RD.

1987 “Arte Dominicano Hoy”.Museo de Historia de San Juan, PR.
“Artistas Dominicanos”.Casa de la Cultura. New York, NY, USA.
“Grabados”. Galeria El Taller. Lima, Perú.
“La Joven Estampa”.Concurso de Grabado. La Habana, Cuba.

1986 “Panorama de la Plástica Dominicana de 1950 a 1986”. Asociación de Industrias de la Republica Dominicana.
“VII Bienal de San Juan del Grabado Latinoamericano”.San Juan, PR.
“Mini Print Internacional”. Cadaqués, Barcelona. España.
“25 Jóvenes Pintores Dominicanos para las Americas”. Casa de Bastidas. RD.
“Artistas Dominicanos en Homenaje al 150 Aniversario de Máximo Gómez”. Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos. La Habana, Cuba
“Bienal del Grabado”. Quito, Ecuador.

1985 “Taller de Jóvenes Creadores”. XII Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes. Moscú,Rusia.
“V Exposició Mini-Grabado Internacional”.Cadaqués, Barcelona. España.
“Litografía Artistica”.Universidad de Costa Rica. San José, CR.

1984 “Generación ’80: Un Paso más”.Instituto de Cultura Hispánica, RD.
“XVI Bienal de artes Plásticas”.Galeria de Arte Moderno. RD.
“VI Muestra de Grabado Panamericano”. Curitiba, Brasil.
“Muestra internacional Arte Correo por la Paz”. Universidad Autónoma de Santo Domingo. RD.

1983 “Generación ’80: Sus Inicios”. Casa de Bastidas, RD.
“VI Bienal de San Juan del Grabado Latinoamericano”. San Juan PR.

Premios y Distinciones

1996 Mención de Honor de Escultura. XVI Concurso de Arte E. León Jiménez. RD.

1994 1er Premio: Instalación. XIX Bienal Nacional de Artes Visuales. RD.

1992 1er Premio: Instalación. XVIII Bienal Nacional de Artes Visuales.RD.

1990 2do. Premio: Grabado.XVII Bienal Nacional de Artes Visuales. RD.

1987 Mención de Honor. Concurso de Grabado. FAO. RD.

1986 3er.Premio: Concurso de Grabado. FAO. RD.

1985 Beca. Organización de Estados Americanos(OEA). Univ. de San José. Costa Rica.

Publicaciones

2001 “A Cafecito Story”, libro de Julia Alvarez. Portada e ilustraciones USA
1998 Carpeta de Grabado “25 de Enero”.RD

1992 Carpeta Serigrafías “Julia de Burgos”. Poema de Chiqui Vicioso. PR.

1991 Libro de Arte: “Edades de Asombro”. Poema de Angela Hernández. RD.

1988 Libro de Arte: “Julia de Burgos la Nuestra”. Texto de Chiqui Vicioso. RD.

1986 Carpeta Colectiva “Ochenta”.RD.
Carpeta Colectiva ” Paz “. R.D.
Carpeta Colectiva ” Unidad “. RD.

1983 Carpeta Colectiva “Calendario”.RD.
Carpeta Colectiva “Matriz”.RD.

 

 

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Jose Ramirez Conde

April 6, 2019 By dillon Leave a Comment

LA VISIÓN ATORMENTADA DE

JOSÉ RAMÍREZ CONDE

FERNANDO UREÑA RIB

 

 

No era raro encontrarse con él vestido siempre de negro, caminando de manera lenta y sombría por los alrededores de la Calle del Conde, en la ciudad colonial de Santo Domingo. Su conversación era audaz, fatigada por el alcohol y un humor acre, irónico, que castigaba cualquier insensatez con una frase corta y mordaz. Pero su inteligencia no se manifestaba solo en una conversación culta, desenfadada y plena de reflexiones filosóficas sobre el arte y la vida.  También salía a relucir en sus pinturas que daban cuenta, a la manera de Nietszche, de la futilidad de la vida y de lo inútil que resultaba luchar contra un mundo mal hecho e injusto.

Ese lado oscuro de la vida también era digno de ser contemplado y José Ramírez Conde lo llevaba al lienzo o al mural con determinación y fuerza. Las líneas son duras, entrecortadas y su manejo de la anatomía nos recuerda, de algún modo, la de los muralistas mexicanos y la de ciertas épocas de Darío Suro y de Jaime Colson, quienes fueron, de alguna manera, sus maestros. Madres desoladas por la muerte de sus hijos, esclavos de la guerra, expatriados, el hombre degradado por los abusos del poder, son algunos de los temas que descansan en estos trabajos

 

FERNANDO UREÑA RIB

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Fabio Dominguez

April 6, 2019 By dillon Leave a Comment

FABIO DOMÍNGUEZ

EL TRÓPICO REDESCUBIERTO

FERNANDO UREÑA RIB

 

FABIO DOMÍNGUEZ

PAISAJES TRASPARENTES

Artista plástico

Usted tiene una cita con el asombro y el color. Cuando asome su cuello a las visiones turbadoras e inquietantes que nos ofrece Fabio Domínguez en la exposición de sus obras recientes “Paisajes transparentes”.

La luz se apodera de las escenas cuidadosamente, dispuestas dentro de una perspectiva que se deleita en la contradicción de muros cerrados y paisajes abiertos. El resultado libera toda una energía contenida, que encierra tanto la violencia de la luz, como el acogedor y maternal suspiro de los verdes. Verdes que se multiplican en sí mismos, y buscan otros verdes que se funden con el mar, y con el ultramarino de un océano que espera ansioso los horizontes de la eternidad.

Y entonces el regusto……. El sabor a posado y a silencio que destilan los arcos y los muros. El discreto recuerdo de arquitecturas olvidadas en Nigua, bajo el sol de Cambita, o en los desolados Torreones de Salinas, de San Cristóbal, del Sur ardiente.

Fabio Domínguez es un joven dominicano absorto y asombrado que posee su propia visión del mundo y de los trópicos. Visión alarmada de sol y de tormentas, de huracanes, de evocaciones musicales, de coloraturas, de ritmos que estremecen la piel y el alma. Fabio Domínguez era un niño cuando veía a su padre, Asdrúbal Domínguez, quemar ceras y azules de cobalto, hacer derretir sobre la mesa de trabajo, plásticos y aceites. Fabio no pronunciaba una palabra, recorría la escena con esos mismos ojos de asombro con que hoy contempla el paisaje. Su padre, atrapaba sillas y gatos en sus lienzos, atrapaba canciones de protesta, poemas olvidados y el sueño de una patria liberada.

Pero a Asdrúbal Domínguez la vida se lo llevó muy joven y de aquellas cenizas surge Fabio adolorido, aunque triunfante, abrazando los mismos sueños. Sólo que ahora el maestro es él. Es él quien exorciza el paisaje, quien lo canta, quien lo añora con todos sus verdes de esmeralda y sus rojos candentes clamando desde una playa aparentemente ingenua y delirante. Ahora presentimos a Salomé Ureña, a Pedro Mir y a Franklin Mieses Burgos en estos lienzos atesados por un pincel valiente y poderoso que reconstruye, en su justa medida, un trópico olvidado.

 

Fernando Ureña Rib

 

 

FICHA DEL MUSEO

SANTO DOMINGO.-

 

“Bosques Neuronales”, es la novena exposición individual del artista plástico Fabio Domínguez Fiallo, inaugurada en los salones del el Hotel Francés (Sofitel). Con un concurrido público amante de las artes plásticas, quedó formalmente abierta la exhibición de las obras siguientes: “Los lazos que nos unen”, “Bosques neuronales en Bahía de las Águilas”, “Bosques Neuronales en la cordillera”, “El árbol de la vida”, “Génesis”, “Gótico Taíno I”, “Gótico Taíno II”, “Ideario I”, “Ideario II”, “Las extensiones de tu cuerpo”, “Los amantes”, “Los lazos que nos unen” y “Metamorfosis”.
El crítico de arte Danilo de los Santos señala que este conjunto de obras, abrazadas al surrealismo caribeño, ofrecen “un retorno -del pintor- desde la levitación sideral al terreno isleño donde la arboleda, visualizada como conjunto arqueológico ofrece la dualidad del pasado y del presente.
Domínguez Fiallo explora de manera recurrente el surrealismo conceptual, haciendo de lo onírico un mundo propio. La temática de esta muestra es la desacralizacion de la lucha de la humanidad con su entorno, entrelazando todos los espacios vitales de la vida. Bosques Neuronales permaneció hasta el 23 de febrero en los salones del citado hotel.

Publicado por Manuela Lora/Editora en 2/26/2007

 

La frase del celebre escritor Ernest Hemingway, Por Quien Doblan las Campanas, es de mis favoritas, recuerdo ese día que la descubrí, un otoño del 75.
Desde entonces, nunca olvidaría ese tañer en la finitud del tiempo, por primera vez escuchado, ese momento escritural, donde la memoria del autor narraba con este sofisma gramático, sus experiencias en la guerra civil española, la Patria Jonda del ser sensitivo.

Por Fabio Domínguez Fiallo

Por primera vez atravesé la cortina de lo ilusorio, y me convertí en un acompañante más de la góndola de Caronte hacia el Hades.

Si pudiéramos captar el reflejo de esta sentencia, atravesando el vértigo de la carne, hasta hacerla finita.

Finitud que solo les toca, cada vez, a las que escuchan, solo una, y precisa vez, el tañer de estas campanas, de lo agorero.

Si tanto es cierto que terminar no es, necesariamente concluir una cosa, así el concepto ilusorio, del mal absoluto no existe, La vida absoluta tampoco.

Es por esto que la idea de finitud, en el sentido material, es difícil para el ego humano.

Asi la vida, aunque cada uno seamos poseedores de la suya propia, el termino vida es difícil de explicar.

La búsqueda del Poder para dominar el destino es vana. La vida nos apremia, y es en esa prisa, que el tiempo se subjetivisa, dependiendo siempre que tan importante esa sentencia nos relativiza, y nos hace seres consientes de nuestro real destino.

Tras los celos despóticos de los Egos, penden cientos de cortinas de justificaciones, que pueden hacer pensar que las acciones Hedonistas, serán eternas.

El tañer de esas campanas, que nos llaman al gran encuentro, siempre serán un recordatorio del destino único, y verdadero, de todo ser mortal, a reencontrarnos con nuestra esencia humana trascendental, y perecedera, pero eterna en nuestra dimensión universal, de la difícilmente explicada Vida.

Fabio Domínguez Fiallo

Artista del deshielo.

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