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Centro Leon

April 17, 2019 By dillon Leave a Comment

CENTRO LEÓN

PULSO DE LA CULTURA

EDITORIAL DEL LISTÍN DIARIO

Es una pena que existiendo tanto dinero para gastar en obras no prioritarias y personal super numerario, los principales centros de la cultura operados por el Estado presenten deficiencias y deterioros en sus estructuras físicas, y sean infrecuentes las actividades que promueven.

Este Centro León es una maquinaria imparable que se proyecta no sólo nacionalmente, sino en el extranjero, trayendo o llevando exposiciones y organizando eventos de la mayor importancia para la cultura caribeña.
El que todavía no se ha dado una vuelta por esta impresionante fuente de la cultura, que lo haya ya y no se arrepentirá.

 

Editorial del Listín Diario.

 

CENTRO LEÓN

PULSO DE LA CULTURA

Poco a poco el Centro León, que honra con su nombre a Eduardo Leon Jimenes, se ha convertido en la unica y mejor plataforma de la cultura que tiene el pais, sin restar méritos a otras instituciones que, bajo el control del Estado, han venido realizando su tarea según dispongan de recursos.Pese al corto tiempo que lleva operando, apenas dos años, el Centro León , de Santiago, es el punto en el que reverberan a diario todas las expresiones de nuestra cultura.
No hay un centro en el pais que se le iguale en su dinámica.
Cada día se ofrecen allí, en sus majestuosos y modernos salones, y casi de manera simultánea, actividades que privilegian el cine, la pintura, la literatura, la investigación científica o el puntual debate de los temas nacionales.
También se ofrecen conciertos, exposiciones, conferencias , tertulias, proyecciones de filmes y talleres educativos para cualquier rama del saber y del conocimiento.
Posee una mediateca en la que los estudiantes o los investigadores, no importa su rango ni especialidad, pueden encontrar información sobre arte, antropología y ciencias ambientales, tanto de forma virtual o presencial, con una red de computadoras para el acceso a distintos catálogos y bases de datos con informaciones gráficas, textuales, fotográficas, cartográficas, fílmicas y sonoras.
Cuenta con salas de exposiciones permanentes, con las obras ganadoras de sus famosos concursos de pintura y con temporales, sea de dibujo, fotografía, escultura y cualquier otra forma expresiva.
Se atesoran los llamados símbolos o signos de la identidad dominicana, aquellos elementos característicos de las distintas etapas de nuestra vida como Nación, tanto en objetos originales, que constituyen valiosas reliquias históricas, como en fotografías y diaporamas.
Una de esas exposiciones temporales es “Huella y memoria”, que recrea la historia de la familia León Jimenes, exitosa en su incursión en la producción y fabricación de tabacos y cigarrillos, bebidas cerveceras y sus invalorables aportes a la cultura, a la educación y a otras actividades humanas.
Poco a poco el Centro León, que honra con su nombre a Eduardo Leon Jimenes, se ha convertido en la única y mejor plataforma de la cultura que tiene el país, sin restar méritos a otras instituciones que, bajo el control del Estado, han venido realizando su tarea, según dispongan de recursos.

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Fabulas Urbanas

April 17, 2019 By dillon Leave a Comment

FÁBULAS URBANAS

PULPO A LA GALLEGA

FERNANDO UREÑA RIB

 

Una tarde de marzo, la mujer del pulpo, engalanada y feliz, se sentó afuera sobre una roca espléndida del fondo marino e ignorando sus maliciosos depredadores habituales se dedicó a atrapar anémonas y orandas, succionándolas en las ventosas de sus tentáculos y devorándolas con particular agrado.

Poco antes, el Señor Pulpo había salido a dar un paseo por las inmediaciones. Le dijo a su mujer que, de paso, iría a hacer algunas apuestas en el casino oceánico y que regresaría antes que las sombras. Pero ella sabía que lo que él en realidad deseaba era exhibir, muy orondo, aquel traje viscoso y gris que estrenan los pulpos al llegar la primavera.

Para ir al casino era preciso descender hasta unos pasadizos vigilados por las orcas asesinas y por tiburones voraces. No tenía miedo. Ella sabía que no era difícil para su marido, ni para sus amigas, las rayas, escabullirse entre las rocas o la arena, pasar desapercibido y luego disfrutar unas horas jugando perlas, que es lo que generalmente los pulpos apostaban en las ruletas de aquel casino.

Eso pensaba ella tranquilamente mientras gozaba de unas ovas de sábalo. Sin embargo, cuando la pulpa entró de nuevo a la casa notó con horror que su marido había olvidado sobre la mesa el atado con las perlas. ¿Qué haría? Solo había dos alternativas. O esperaba en casa a que su adorado marido regresara, derrotado, o iría ella misma a llevarle las dichosas perlas.

Una fría corriente atlántica atravesó el salón. Entonces pensó en una tercera alternativa: La púrpura. Algunas veces la pareja de esposos se había comunicado de esa manera. Pero con lo de la púrpura había que tener cuidado y hacer cálculos precisos a fin de aprovechar el vaivén de la marea y la buena dirección de las corrientes.

La púrpura era un molusco común en aquellas aguas y ella solo tenía que cortarle la áspera valva, succionar y derramar poco a poco en la corriente un hilo hecho con sus tintes, y esa señal bastaba para que nuestro querido cefalópodo se enterara de que había una emergencia y debía regresar a casa cuanto antes.

Pero la señal no funcionó. Al contrario. El hilo de púrpura subió y subió en vez de descender a las profundidades del casino oceánico y quienes divisaron la señal fueron unos avispados buzos gallegos que merodeaban en la superficie, solazándose en un bote pesquero y tomando vino de agujas. “El vino de agujas va muy bien con los pulpos” dijo el capitán “y según veo aquí abajo hay unos cuantos.” Dicho y hecho. El buzo se zambulló y el cocinero comenzó de inmediato a preparar el agua hirviente, el ajo, el pimentón, el azafrán y el aceite de oliva. Pesaba ocho kilos.

 

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Freddy Aguasvivas

April 17, 2019 By dillon Leave a Comment

FREDDY AGUASVIVAS

EL OLOR DEL OLVIDO

ORLANDO ISAAC SOTO

FREDDY AGUASVIVAS

EL OLOR DEL OLVIDO, ENTRE LO HISTÓRICO, EL EVANGELIO Y LO INVEROSÍMIL

POR ORLANDO ISAAC SOTO

A la memoria de don Héctor Colombino Perelló.

Mi pueblo tiene sus escritores: novelistas, poetas, y héroes; próceres que sabían escribir, como un Máximo Gómez, basta un botón, para engalanar ese jardín. Creo que no podría decirse que existe una tradición en mi pueblo de este oficio, sin caer en un craso error. Pero tuvimos a un Miguel Billini con su novela “Estela”, un Francisco Gregorio Billini con “Bani o Engracia y Antoñita”, un Héctor Incháustegui Cabral, cuya poesía cautiva como “El Vuelo”.

Muy recientemente ido, a un don Héctor Colombino Perelló con “La Jaula”, entre otras obras. De las últimas generaciones tenemos a Leonidas Peña (el polifacético), Joaquín Agramonte, Odalís Pérez, Ismael Melo, Hector Bienvenido Melo, entre otros; cuyas producciones se han perdido en baúles. en armarios victorianos, en cajas de cartón atiborradas de libros, de periódicos, almanaques de Bristol y montañas de Suplementos culturales, donde disfrutábamos leyendo a Domingo de los Santos, Norberto James, Mateo Morrison, Ledesma, Rodríguez Soriano, Freddy Gatón Arce, Tomas Modesto, René del Risco, Jovine Soto Bermúdez, Miguel Alfonseca, Molinaza, Luis Augusto Caminero, Juan José Ayuso, Pedro Peix, Andres L. Mateo, Franklin Mieses Burgos, Máximo Avilés Blonda, Aida Cartagena Portalatín, y una legión más de auténticos artistas de la prosa y el verso, que sería prolijo nombrar.

Es un inmenso placer, es saludable, es una catarsis, ser íntegro en lo que uno cree-al menos que los tiempos y la Historia, demuestren lo contrario–. Freddy Aguasvivas cree en lo que ha escrito, él hace historia de la Historia. “El Olor del Olvido” emerge como un loto dentro del fango de una noche larga y oscura. Es un historia de la humanidad, del hombre, del homo sapiens. Es una mezcla de novela, ensayo, poesía (sí, belleza, lírica), apuntes con mucho sabor periodístico. Es un balbuceo, apenas un destello dentro del oficio de escritor. Si Enriquillo de Manuel de Js. Galván es una novela histórica, según nuestra maestra Aida Cartagena Portalatín, “El Olor del Olvido” es una historia novelada o al menos tiene ese intento.

Las verdades históricas no son cuentos de caminos, ni de “paquitos”, ni de “fábulas de viejas”. La Historia no sólo esta basada en lo que se ha escrito, sino también en la transmisión oral, testimonial de sus participantes, de los héroes, de los testigos durante equis período de tiempo. No quiero hacer una apología a este sincero aporte de un escritor provinciano, y muy pulido en política desde sus años mozos –pero merece su atención–. Líder clubista, charlista sapiente, gran orador, maestro de ceremonia, presentador cultural, director y fundador del desaparecido periódico regional “La Verdad del Sur”.

En toda esta América hay muchos más “Olor del Olvido”(textos denunciantes) y quienes también alzan la voz, como un Herbert Marcusse, filósofo y profesor universitario dirigiendo protestas en los 60s y 70s; un Sebastian Salgao, fotógrafo que con fotografías y poesías denuncia la lucha por la que dio su vida el líder laboral brazileño Chico Duarte.

Cotubanamá, Caonabo, Enriquillo, Hatuey, Atahualpa, y Moctezuma no conocían nada de doctrina, ni de ideologías. Solo les movía su tierra, -¿y a quién no?-su gente. Las injusticias siempre encuentran a los feroces combatientes. De ahí los mitos, leyendas, historias y memorias. “Toda injusticia es pecado”, dice la Epístola de San Juan. Y en medio de estas ha venido caminando este país durante unos cinco siglos. Hay un ambiente enrarecido desde que unos blancos europeos inventaron eso de la colonización. Pedro Margarite, uno de esos marineros, bautizó esta isla con aquel grito de enojo y frustración: ¡Isla maldita! A lo cual el almirante en español arcaico le diría:¡Non fuyade, es la Española! Al final queda llamándose –entre otros mas–Santo Domingo de Guzmán, honrando así a un inquisidor español.

En esa vorágine de los tiempos, el pueblo tiene un gran registro de su historia -es la memoria colectiva-. No pienso que a este fenómeno se le pueda definir como un rencor. -Aquí me podría ayudar Dagoberto como científico social, y uno de los que más han estudiado la sociedad dominicana con su idiosincrasia, hurgando en cada rinconcito de ella. “El Olor del Olvido”, no es el producto de aquello que el tiempo grabó; es el compendio de una epopeya que canta y respira el dominicano. Aunque el autor–queriendo ser objetivo no deja de cometer algunos lapsos, por dejarse arrastrar por la subjetividad–, pecado que no se lo perdonarán algunos de los involucrados en esa cruenta parte de la Historia. Amén de los lectores, que sin estar en el meollo del asunto–muchos éramos
adolescentes en esa época–tienen una formación marxista. Otros, simplemente no creen en experiencias de ultratumba, ni en vodú, ni en ángeles, ni en Dios, ni en nada.

Todo comunista es materialista, pero no todo materialista es comunista. Partiendo de la primera premisa debemos recordar que sólo hay dos grandes y únicas divisiones del pensamiento filosófico que han dividido al ser humano desde los Antiguos griegos: el Idealismo y el Materialismo. ¿Porqué el autor–siendo materialista–recurre a darnos citas de la doctrina Zen, a describirnos fenómenos esotéricos: la luz que salía del cuerpo de Otto Morales siendo acribillado, y la médium, que en trance trajo de entre los muertos el espíritu de Amin A. Hasbún? Y, ¿Porqué frecuentemente inserta pasajes bíblicos—errando en ello con su aplicación al verdadero significado de lo que Jesús vino a enseñarnos?–A no ser por un marcado interés político-partidista, estamos hablando de un escritor enmarcado dentro de lo que se conoce en filosofía como Eclecticismo. Es un barco que se mueve en un vaivén naufrágico y que no puede llegar a ningún puerto seguro porque la vida le es una utopía. Se mira en el mismo espejo en el que descubren sus debilidades los mismos que el señala como “izquierdistas arrepentidos”. Son tránsfugas, renegados, pero sinceros como él mismo. Eso me consta.

Si estuviéramos en aquellos doce años, el doctor Balaguer juzgaría que “El Olor del Olvido” es una literatura “panfletaria”. Y a su autor, . . . “es uno de esos elementos facinerosos”.

Freddy Aguasvivas llega al final de la novelada historia como el periodista Ernesto Gómez, buscando sin llegar a ninguna conclusión en un punto: la muerte de El Moreno. Investigó tanto inútilmente, entre vivos, y terminó su jadeante afán buscando entre muertos.

Manolo Plata Díaz ahora es muy posible que se llame Peter Curtis o talvez Lion Prayer, ¡quién sabe!. Es otra forma de estar muerto. Ese es el olor de la muerte.

ORLANDO ISACC SOTO

P. O. Box 201864
Anchorage, AK. 99520
e-mail:isaccsoto@hotmail. com

 

OTROS NARRADORES DOMINICANOS

Emilio Cordero Michel, Bonaparte Gautreaux Piñeiro, Juan José Ayuso, José Antinoe Fiallo Billini, Guaroa Ubiñas Renville, Rafael Chaljub, Blas R. Jiménez, Orlando Objío, Juany Uribe de Báez, Cecilio Díaz, Lipe Collado, Celedonio Jiménez Santos, Jesús Tellería Castillo, Juan Francisco Martínez, Hugo Cedeño, Marisela Durán Pérez, Manuel Pozo, Miguel Reyes Santana, Ariosto Rojas, Jorge Santana Castillo, Francisco Guzmán Fernández, Julio César Vargas Ruiz, Bienvenido Silfa Cabrera, César D. Santana, Juan López, Angel Encarnación, Angela Carrasco, Freddy Aguasvivas, Víctor Víctor, María Aybar, Roberto Rodríguez Marchena, Manuel García Cartagena, Pedro Camilo, Rarfael García Romero, Pavel Núñez, Taty Hernández Durán, Radhamés Reyes Vásquez, Arturo Victoriano, Marino Beriguete, Jesús Sosa, Natacha Sánchez, Carmen Miranda, Pengsien Rafael Sang, Amauri Germán Uribe Miranda, Gilda Pérez de Franco, Elka Schéker Mendoza, Aleyda Núñez, Sergio Ramírez, Edgar Omar Ramírez Ruiz, José Bobadilla, Ramón Marte, José Aracena, Modesto Encarnación. Franklin Gutiérrez, Norberto James Rawlings, Néstor E. Rodríguez, José Acosta, Dagoberto López, Ruth Elisabeth Espínola, Carlos Sánchez, César Sánchez Beras, Juan Matos, Rafael Jacobo, José Figuereo, Pedro Cabiya, Pastor de la Rosa, Edgar Omar Ramírez, Emilio Paulino Valdez, Juan Stanley Rondón, Miguel de Mena, Zeneida Hernández. 

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Candido Bido

April 17, 2019 By dillon Leave a Comment

EL SUEÑO MULTIPLICADO DE

CÁNDIDO BIDÓ

FERNANDO UREÑA RIB

Juan, el limpiabotas, me mira con ojos ansiosos. ¿Sucede algo extraño? “Tengo que terminar rápidamente”, me dice, excusándose, “llegó el profesor de pintura”. El niño tiene mucho interés, porque los sábados en la mañana los limpiabotas de Bonao se reúnen en el parque, frente al Centro de Cultura Cándido Bidó, para aprender a pintar y dibujar.

Me acerco y los veo sentados bajo un árbol frondoso. Julio Cesar Martínez es quien dirige el Centro que Bidó creo para el aprendizaje de disciplinas artísticas diversas. “Para que no pierdan de ganar limpiando zapatos, nosotros les damos algo de dinero.” Me explica el joven profesor.

La dinámica es intensa. Veo la plaza y me doy cuenta que esta aventura heroica y quijotesca evidencia el altruismo de un hombre que cree en los demás. Ninguna otra ciudad dominicana tiene una plaza tan colorida. Ni tan sonora. Desde altoparlantes situados en el campanario de la iglesia contigua se escucha a Bach y los conciertos de Brandenburgo. Los niños, transportados al reino de la imaginación, intentan dar forma a su propia expresión. Palomas rojas y azules parecen desprenderse de la torre monumental que el artista erigiera en medio de la plaza. Adentro, en la escuela, veo centenares de niños, adolescentes y adultos muy ocupados. Unos tocan guitarra otros imprimen grabados y serigrafías.

¡Cuánto crimen y violencia nos ahorraríamos si en cada ciudad del país hubiera proyectos como este! Es una pena, pero los gobernantes parecen ignorar el poder transformador del arte. “Pronto tendremos una nave industrial, cerca de la autopista, para producir y vender artesanías” me explica Cándido Bidó durante el almuerzo. “Esperamos que los dominicanos apoyen económicamente ese proyecto, porque el Centro, apenas recibe cuarenta mil pesos mensuales y gasta alrededor de cien mil.”

No es de extrañar. Son muchos los profesores y muchas las disciplinas. La ambición de Cándido va mucho más lejos: “Bonao necesita un anfiteatro y ya está diseñado. Aquí no hay dónde presentar una orquesta, ni una obra de teatro, ni un espectáculo de danza. Nos faltan ocho millones de pesos para completar las instalaciones del Museo y del Anfiteatro. Pero lo vamos a lograr.”

El conjunto arquitectónico de la plaza es dominado por el Museo Cándido Bidó, una estructura aérea y espaciosa. Falta por terminar los pisos superiores, uno que será dedicado a la pintura dominicana (comenzando por el arte taíno) y otro, a obras de la autoría de Bidó, seleccionadas por el artista para este propósito. En el piso inferior se presentarán exposiciones temporales.

En el país los museos regionales y provinciales son difíciles de hallar. Las escuelas de arte son pocas y las academias de música son una especie en vías de extensión o se limitan al trabajo de las casi extintas bandas municipales. Los coros, que en otras partes son el orgullo de cada comunidad, por minúscula que fuera, son en nuestro país un deleite olvidado. Por eso es admirable que en Bonao, y gracias a una iniciativa personal de Cándido Bidó, los jóvenes canalicen a través del arte su energía, su talento y sus sueños. Así, el sueño de Cándido Bidó se multiplica y crece.

FERNANDO UREÑA RIB

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Pedro Mir

April 17, 2019 By dillon Leave a Comment

PEDRO MIR

HACIA UNA ESTÉTICA DEL SIGLO XXI

 FERNANDO UREÑA RIB

Si acaso en el espíritu de Pedro Mir no hubo algo de profeta, no hay duda que le habitó una visión diáfana sobre lo que habría de ser la estética del siglo XXI. La mente adelantada del poeta dedicó largos años a estudiar, prever y definir con infinito cuidado esa estética. Para comprenderla habríamos de partir de la premisa de que cada siglo construye su propio sentido de la estética. Es sabido que mientras el arte del siglo de oro va en pos de un ideal de belleza, la estética humanista del Renacimiento manifiesta ese afán del hombre por comprenderse a sí mismo. Las variables de los siglos románticos, (dieciochesco y decimonónico) presentaron el arte como una expresión de los sentimientos.

Por supuesto, si confundimos estética y estilo entramos en un juego peligroso. El estilo establece las normas (la ley de la proporción estricta de Nietzsche, por ejemplo) y Don Pedro nunca intentó hacer tal cosa. Al contrario, para él (liberal y avanzado) cada obra de arte posee su propia ley, su normativa. Las leyes que rigen una obra de arte solo aplican a ella. “Ninguna es igual a otra. Cada una posee un número infinito de cualidades propias, inalcanzables para las facultades de nuestros sentidos”. A diferencia del estilo, la estética es una ciencia que se ocupa en responder la vieja y aparentemente sencilla pregunta de “¿Qué es el arte y para qué sirve?”.

Indagando esos menesteres los filósofos descubrieron, asombrados, que el arte es una actividad exclusivamente humana (Martín Heidegger) y los más religiosos ( como Kirkegaard) añadieron que el arte es una actividad humana que nos acerca o nos asemeja a Dios, porque nos hace creadores. Sartre descubre la innegable relación entre arte y existencia, sin embargo la estética existencialista ocurre solo en los niveles del pensamiento. Le hacía falta carne, materia. Martín Heidegger vuelve a la carga y nos hace ver los nexos entre la esencia del arte y la búsqueda de la verdad y a su vez entre la búsqueda de la verdad y la de la libertad.

— La búsqueda de la verdad es esencial para la ciencia, no para el arte. — Me decía Pedro Miraferrado al mouse de su computadora. — Ellos no entendieron el problema. El arte no es la búsqueda de la belleza, ni es la expresión de los sentimientos, ni es la manifestación del profundo anhelo del hombre de hallar el bien. Aunque quizás incluya esos elementos accesorios.

No había fin a nuestras polémicas. Me recibía a las diez, en su casa de Gázcue o en su apartamento del reparto Evaristo Morales. Mientras Doña Carmina nos servía café en unas tazas minúsculas, don Pedro revisaba magistralmente la conspicua historia de las ideas sobre el arte. Nuestras discusiones sobre este asunto se extendieron por un período de siete años. Es imposible transcribir en la brevedad de ésta página la riqueza y profundidad y visión del pensamiento dePedro Mir. Tampoco es posible acercarnos aquí a su comprensión de la historia y de la filosofía. Sus libros de estética recogen una versión clara y resumida de ese pensamiento.

La del siglo XX podría denominarse la estética del concepto. Casi se nos convence de que cualquier cosa, cualquier objeto puede ser una obra de arte si hay un concepto o idea que la sustente. Es en esa línea de pensamiento que se mueve Marcel Duchamps al plantar aquellos orinales en el museo,hacia 1910. La vanguardia era eso: La muerte del arte (Hegel) o su inutilidad (Joseph Beuys.) Luego, parafraseando a León Tolstoy se llegó apresuradamente a la conclusión de que todo hombre, cualquier ser humano, es un artista.

A mí me resultaban más afines las ideas estéticas de los siglos anteriores. Las de Nietzsche, por ejemplo, modeladas sobre los principios de la tragedia griega y con aquella polaridad de un principio destructor o dionisíacos (Thánatos según Freud) y otro apolíneo (Eros) que moldea el caos dionisíaco. O las de Benedetto Croce, al iniciarse el siglo XX, que explicaron el arte como una actividad propia de los sentidos, de la intuición.

Los estructuralistas sustentaron en los años sesenta que el arte es el concepto, que el arte es lenguaje o que es parte del lenguaje. Pedro Mir se exaltaba. El no pensaba de esa manera. Distingue y disecciona minuciosamente el arte del lenguaje. Esas formas de la comunicación humana, junto al símbolo, poseen características que de manera original y nueva son diferenciadas por él. Antes de Pedro Mir la noción de arte, como una forma distinta de la comunicación humana no había sido plenamente entendida.

Nos quedó mucho por decir sobre temas tan fascinantes. Quizás nuestra discusión más ardua y más reciente tenga que ver con las relaciones y la distinción entre forma e imagen. El 3 de junio, poco antes de entrar en su lecho de muerte, don Pedro me escribió una carta de ocho páginas que tituló: “La imagen, esa desconocida.” Ese y muchos otros textos, notas y cartas inéditas de Pedro Mir conformarán una publicación que dejará constancia de nuestras tertulias y del pensamiento visionario de ese poeta dominicano y universal. Porque la estética de Pedro Mir rompe con las ideas predominantes en el siglo XX y se apodera del futuro. De un siglo que avanzará de manera insospechada en el campo de las comunicaciones. Sus ideas pertenecen al siglo XXI.

PEDRO MIR Y FERNANDO UREÑA RIB

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