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Artists

Paul Giudicelli

April 17, 2019 By dillon Leave a Comment

DEL PAROXISMO A LA MODERNIDAD

PAUL GIUDICELLI

FERNANDO UREÑA RIB

 

Como surgida de una honda angustia, la obra de Paul Giudicelli alcanza niveles insospechados de paroxismo, esa exaltación intensa de las pasiones y de los sentimientos.  Esa  maestría en la profundidad y en la habilidad de su expresión plástica, se demuestra a pesar de la parquedad cromática con la que Giudicelli realiza su obra, que se inicia a mediado de los años 50 en medio de los avatares y la intimidación que acompañaron los últimos días de la dictadura de Trujillo. 

El arte es para Paul Giudicelli una aventura obsesiva, pero dignificante. Una búsqueda insaciable e incesante y la que importa más la búsqueda en sí y no su destino, el hallazgo. Las estructuras básicas formales prevalecen en medio del aparente caos que implica, de hecho, la expresión pura.

De ahí la concatenación de elementos geométricos, rigurosamente formales y la impronta del azar que acaece sobre la obra de arte como acontece en la vida. Paul Giudicelli fue sin duda uno de los pintores más consistentes, conscientes e influyentes de la República Dominicana. 

FERNANDO UREÑA RIB

 

FICHA DEL MUSEO

Paul Giudicelli fue un prolífico pintor autodidacta dominicano, nacido el 13 de noviembre de 1921 en el Ingenio Porvenir. Empezó tarde, a los veintiocho años, sus estudios de arte. En 1953 realizó su primera muestra individual en la entonces llamada Galería Nacional de Bellas Artes, en la que exhibió setenta obras, entre óleos, gouaches, acuarelas, dibujos y ensayos para murales.

Nació el 13 de noviembre de 1919 en la República Dominicana, en el Ingenio Porvenir. Sus padres fueron Angel Giudicelli Grillasca y Paulina Palmieri de Giudicelli, oriundos de Córcega (Francia), quienes vinieron al país como colonos a instalarse en la ciudad de San Pedro de Macorís donde vivieron y tuvieron 7 hijos de los cuales Paúl fue el tercero.

Paúl Giudicelli Palmieri vivió en el Ingenio Porvenir de San Pedro de Macorís hasta los 5 años, después se trasladó a la colonia “La Francia” del Ingenio Boca Chica. En Boca Chica vivió hasta los 9 años. A esa edad viajó con toda su familia a Francia donde permaneció por 2 años, luego regresó de nuevo a República Dominicana cuando ya tenía 11 años, y fue internado en el Colegio Santa Ana de la ciudad de Santo Domingo donde permaneció hasta terminar sus estudios primarios a la edad de 15 años. Salió de allí para hacer el bachillerato siempre en la ciudad de Santo Domingo; el que abandonó para seguir estudios comerciales, e interrumpió estos últimos, cuando contrajo matrimonio antes de cumplir los 16 años de edad.

Se dice que el joven Giudicelli se casó con el deseo desesperado de viajar al exterior, y como sus padres no se lo permitían se escapó con su novia, una joven de mucho dinero, con la intención de llevar a cabo su proyecto. Permaneció oculto de sus familiares en la ciudad de La Romana y por la minoría de edad no le concedieron ni pasaporte ni licencia matrimonial.

Cuando su familia descubrió su escondite lo llevó de nuevo a San Pedro de Macorís donde por conveniencias de ambas familias se celebró la boda. Se fueron a vivir a Santo Domingo donde tuvieron dos hijos: Pablo y Angel. Pocos años después se divorciaron y Paul Giudicelli permaneció soltero hasta el día de su muerte.

Antes de consagrarse a la pintura pasó por diversas experiencias y tropiezos. Primero se dedicó al comercio, después, en la ciudad de Santiago de los Caballeros trabajó como comprador de oro ambulante, y en la parte noroeste del país fue traficante de frutos. Después del fracaso de todas esas experiencias ingresó a cursar estudios en la Facultad de Filosofía de la Universidad de Santo Domingo en el año 1948. Había pasado por un distanciamiento familiar, pero con el nacimiento de sus dos hijos se reconcilió de nuevo con sus padres y su vida económica se alivió. Paúl Giudicelli inició estudios de guitarra, los que abandonó para dedicarse por completo a la pintura. Por el año 1948 conoció a una joven puertorriqueña que se hospedaba en su casa, pianista y cantante, la cual se convirtió en su novia. Cuando vio las obras de Paúl lo alentó para que ingresara en la Escuela Nacional de Bellas Artes. Es por eso que a los 28 años (1948) inicia sus estudios de pintura.

Esta decisión no fue bien acogida por su padre que aspiraba a que el se dedicara al campo por lo que otra vez perdió su protección económica. Realizó los estudios de pintura y al terminar recibió una mención honorífica del Director General de Bellas Artes por considerar que las obras de Giudicelli fueron las mejores de ese año. Por esa época trabaja Giudicelli como administrador del Asilo de Ancianos de Santo Domingo.

En 1953 realizó su primera exposición individual en la Galería Nacional de Bellas Artes exhibiendo 70 obras en total entre óleos, gouaches, acuarelas, dibujos y ensayos para murales. En el 1957, luego de haber concurrido a varias exposiciones colectivas en el interior y el exterior del país, realizó su segunda exposición individual en el Palacio Nacional de Bellas Artes con un total de 69 obras, entre óleos, guaches, acuarelas y dibujos. El 23 de enero de 1959, realizó su tercera exposición individual planeada para diciembre de 1958, pero que tuvo que posponer. Esta exposición se hizo también en el Palacio Nacional de Bellas Artes y allí exhibió 94 obras entre Oleos, guaches, dibujos y estudios para cerámicas. También en 1959 presentó su cuarta exposición individual en el Ayuntamiento de Ia ciudad de San Cristóbal mostrando Un total de 50 obras, y en 1962, presentó su quinta y última exposición individual en la Facultad de Arquitectura e Ingeniería de la Universidad Autónoma de Santo Domingo exhibiendo un total de 75 obras entre óleos, temple-plásticos, guaches, dibujos y una gran cantidad de cerámicas.

Paul Giudicelli solicitó en varias ocasiones al Gobierno una beca para cursar estudios de arte en el exterior pero nunca pudo lograrlo. Sin embargo, en 1959 el Gobierno francés le concedió una beca para realizar estudios de mural en ese país, pero no pudo aceptarla por un problema político que tuvo su hijo Pablo con el Gobierno Dominicano. En 1960 fue nombrado Profesor de Pintura de Ia Escuela Nacional de Bellas Artes y Profesor Interino de Acuarela de la Universidad Autónoma de Santo Domingo; luego, fue nombrado subdirector de la Escuela Nacional de Bellas Artes, pero estos cargos le fueron suprimidos a raíz del incidente político que tuvo su hijo Pablo asignado a la Misión Diplomática en Costa Rica.

Después del ajusticiamiento de Trujillo (1961) fue reintegrado como Profesor de la Escuela Nacional de Bellas Artes. En la bienal de 1963 Paúl Giudicelli obtuvo el Primer Premio de Pintura con su cuadro “Meditación sobre la Armadura de un Soldado”. Fue un pionero no sólo del modernismo, el cual introdujo en la pintura dominicana de lleno, sino del trabajo de cerámica y mosaico dentro de Ia actividad plástica dominicana.

Giudicelli realizó entre los años 1959 y 1961 varios murales en mosaico cerámico, entre otros, para los palacios municipales o ayuntamientos de: Luperón, Oviedo, Nagua, Sabana Grande de Boyá (Tríptico), Sabana de Ia Mar, Higuey; además, otro mural para la gallera de San Juan de la Maguana. Todo esto nos deja dicho que Giudicelli fue un obrero incansable de la pintura, no tuvo reparos en aceptar trabajos enojosos, nunca hubo contradicción entre su obra y su vida, mantuvo su criterio sobre la vida y la sociedad a través de un trabajo testimonial que trato de captar la esencia de lo social-étnico-psicológico de su país. Hijo de extranjeros fue el más dominicano de los pintores, y su vida y su obra lo han testimoniado.

Su trabajo empecinado, dramático y hasta podría decirse que autodestructivo, deja, sin embargo, a la posteridad, las estructuras definidas de un arte dominicano en toda la amplitud de la palabra, por lo ajustado de sus temas y del tratamiento con que los realizaba. Su muerte sólo se llevó su presencia física, la figura del hombre polémico y trabajador, moderno y antiquísimo al mismo tiempo en sus gustos, que ocupo un lugar preferente en el mundo plástico dominicano durante mas de 15 años.

Hoy, Giudicelli es un nombre y una leyenda, un ejemplo de voluntad y de talento, un puntal en la herencia cultural de nuestro pueblo, aunque todavía no ha recibido el reconocimiento que merece.

Últimos Años

A partir de 1962 hasta la hora de su muerte (1965) Giudicelli continuó cosechando exitos. Obtiene el Primer Premio de Pintura en la Bienal de 1963, con su cuadro
“Meditación sobre la Armadura de un Soldado”, y sus trabajos llegan a tener demanda. Podriamos decir que Giudicelli muere en su mejor época, cuando la vida y el exito comienzan a solidificarse ante sus ojos. El pintor no ignoraba que se moría…

Paul Giudicelli murió pintando, y creemos que dentro de lo doloroso de su proceso de extinción, del que tenía plena conciencia, el artista aprovechó hasta el más mínimo soplo de su existencia para realizarse como verdadero hombre-artista. A los cuarenta y cinco años de vida y con diecisiete de actividad pictórica, Giudicelli llenó y recorrió un vasto tiempo evolutivo, se consumió en el fuego de la creatividad, de su propia creatividad, como esas mariposas de verano que no llegan al otoño, y que sin embargo permanecen en la sensibilidad de quienes las han visto.

Por su proceso de integración podemos advertir precisamente que Giudicelli no era de los que pintan como estetas, sino de los que sentían la pintura históricamente, en el dramático resultado de su desarrollo. Siempre fue así, desde que comenzó a pintar; pero últimamente, liberado, descargó en Ia obra toda su fuerza interior en función biológica. De ahí que en su obra última, incluyendo la serie a la que corresponde “Meditación sobre la Armadura de un Soldado” -Primer Premio de Pintura en la Bienal de 1963-concebida con grandiosidad y con grandiosidad realizada, relativice entre lo de ayer y lo de hoy.

Giudicelli liberó así su personalidad, pero no renunció a su problema -el problema de todo artista- que es el de la responsabilidad histórica como testimonio. Por eso su único y verdadero tema es el hombre en su concreción individual, tomándolo bajo su propia y personal responsabilidad.

Por eso dijimos al principio, que Giudicelli vivió quemandose constantemente en esa vida sin reposo que fue la suya, consumiendo su materia para convertirla en algo viviente y permanente para los demas, pues seguirá iluminándonos a nosotros y a los que nos seguirán, con su obra de artista.

La obra de Paul Giudicelli sigue un camino de búsqueda y experimentos, de diversidades y similitudes que nos ayudan a comprender sus obsesiones expresivas: el hombre y por qué existe, esquematismo formal, materiales correspondientes a la intención del cuadro, y todas estas constantes describen un trabajo ascendente que lo llevó a impactantes depuraciones formales que realmente pueden formar parte de la mejor pintura contemporánea de América.

Alumnos y Seguidores

A continuación relacionamos un grupo de importantes artistas dominicanos, quienes fueron alumnos de Paul Giudicelli, o admiten que recibieron una fuerte influencia Giudicelliana: Asdrúbal Domínguez, Félix Gontier, Orlando Menicucci, Ramírez Conde, Carlos Hidalgo, Said Musa, Guillo Pérez y Thimo Pimentel, entre otros.

Mi Arte

“Antes de comenzar a hablar de mi pintura, quiero significar que lo más importante para un artista es liberar su personalidad. Claro está, que esto requiere, como es natural, un largo y laborioso proceso de depuración, que puede significar años y años de constante estudio y de intenso trabajo. De no ser así, se incurriría en “saltos”, que no conllevan más que a un des virtualismo de la personalidad, para caer en un estado imitativo-transitorio, que a veces se hace perenne y que es la antítesis del camino a seguir. Mi pintura es formalmente abstracta y viaja por los linderos metafísicos del subconsciente, bifurcándose para convertirse en síntesis anímico-material. Trato de reproducir los objetos como si fueran sujetos inmóviles a las diversidades sustanciales que de estos se desprenden, en sus sucesiones diversas y que en formas aparenciales se nos van presentando a nuestra experiencia. Es un estudio inmersivo para desentrañar la vida interna de los objetos que trato de expresar, sin rodeos, con formas y colores de mi propia experiencia, para personalizar y lograr así una realidad ontológica-universal que nace de lo étnico-social-psicológico de nuestro pueblo y raza.

“Aparentemente informe e ininteligible, claro está para los que no están habituados a la lectura de las formas modernas. A estos les causa extrañeza por no ver las formas familiares; formas estas a que corresponden los períodos clásico-renacentistas, y a propósito de esto, es sabido que estos se realizan después de haber asimilado un cúmulo de vivencias empírico-analíticas de años y años de investigaciones, para surgir periódicamente como monstruos apacibles, no ya como homúnculos extraños (períodos transitivos) sino con el revestimiento de esas formas familiares que le permiten ocultar bajo el ropaje, como ladrón huidizo, el botín arrancado a las experiencias precedentes. Así, su apreciación está clara, aparentemente.”

“En mi pintura no hay secretos. Lo que hay es que hacer las cosas de manera que otros no puedan hacerla igual. En mi caso uso los pigmentos comunes en polvo con arena, arcilla, barnices especiales, cera, agua, formando lo que yo llamo el óleo-temple-plástico. Estas experiencias las comencé en el año 1955, y han sido perfeccionadas cada día hasta lograr más o menos la textura y la contextura que ha caracterizado mi obra y que ha servido de ejemplo a varios discípulos e inclusive a varios pintores dominicanos, que luego han empleado más o menos métodos y tratamientos similares en el uso de los materiales. No me gusta el aceite y trato de eliminarlo o de reducirlo a un mínimo de coeficientes, pues es bien sabido que el exceso de este vehículo causa muchos dolores de cabeza, especialmente a los coloristas. Como todos los materiales que se expenden, son fabricados para fines comerciales, la mayoría son inadecuados. Lo mismo sucede con los fondos comunes y prefiero preparármelos yo mismo. Están exentos de aceite y hacen ver a la pintura con cierta apariencia de fresco. Entiendo que todo artista crea sus propios medios y materiales adecuados a su peculiar forma de trabajo, para así poder acondicionar mejor los instintos atávicos que biológicamente son innatos en él. En arte es difícil someterse a las leyes extrañas, y es el propio artista quien debe creárselas, como parte integral para la buena ejecución de su obra.”

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Zoe Saldana

April 17, 2019 By dillon Leave a Comment

ZOE SALDAÑA,

JAMES CAMERON

AVATAR, LA MAGIA Y EL ASOMBRO

EN LA MALDICIÓN DEL PADRE CARDONA

ZOE SALDAÑA, JAMES CAMERON

AVATAR, LA MAGIA Y EL ASOMBRO

Con Avatar y James Cameron, la magia y el asombro retornan a las salas de cine. Hasta hace poco nos parecía que el cine se había reducido a un pasadizo estrecho como un cable que conducía, inexorablemente, a la pantalla chica. Valía la pena esperar en casa, cómodamente, a que uno de esos grandes consorcios televisivos de distribución nos bombardeara las empobrecidas adaptaciones que se hacen del cine. En esa espera no nos perdíamos de gran cosa. Más o menos las mismas historias con sus dosis cuidadosamente estudiadas de sexo y de violencia.

Avatar, es una película para ver en el cine. Son casi tres horas sin desperdicio. Durante todo el film Cameron mantiene el suspenso, y sobre todo, el asombro. Lo laborioso, lo monumental y grandioso de la escenografía; lo creíble y lo increible se fusionan en esas imágenes limpias, resplandecientes, coloridas y muy bien logradas con gráficos del ordenador. Aquí el frío ordenador alcanza el arte y la poesía, lo sublime. Todo con una dinámica vertiginosa, con actuaciones memorables, caracteres sorprendentes y sobrecogedora imponencia.

No deja de sorprendernos con sus nuevos animales mitológicos, con sus formidables estudios de la anatomía y del movimiento, con su desbordada imaginación creadora.

Cameron crea aquí su propia teogonía, su liturgia, sus ritos ceremoniales, sus cánticos y danzas. Su teosofía, al igual que en las leyendas órficas, enfatiza el poder y las inteconexiones que existen en la naturaleza. Los héroes, los villanos y los conflictos de Avatar son muy bien llevados e implican un mensaje ecológico profundo y significativo: La avaricia humana es destructiva e inútil porque va contra su propia naturaleza.

Cabe destacar las actuaciones de Sam Worthington, Zoe Saldaña y Michelle Rodríguez. Actuar como lo hacen los dos primeros, con esas máscaras hechas de piel sintética, no deja de ser un difícil reto y un gran logro. Continúa asombrándonos, porque no sabemos realmente cómo alcanzan tanto realismo dentro de aquella fantasía impensable y alucinante.

Una grata y casi ingenua sensualidad permea la cinta. Sensualidad no solo de los cuerpos, si no de las anémonas, de los animales y de las plantas que irradian inimaginables fosforesencias. Se trata de una película hecha no solo para el pleno disfrute de los sentidos, ni para el puro deleite de la inteligencia. Esta es una gran obra que nos conduce también al recogimiento y a la meditación.

Fernando Ureña Rib

 

Zoé Saldaña soñaba con actuar en una película dominicana 7:26 PM

POR JORGE RAMOS

La actriz dominicana Zoé Saldaña no pudo ocultar la emoción de trabajar en una película de su país, a pesar de haber compartido en el cine con estrellas de Hollywood como el actor Tom Hanks y el director Steven Spielberg. Dirigida por Félix Germán, la hermosa mulata hará el papel de Flor, una muchacha de la comunidad de Constanza que se ve envuelta en un extraño romance con un joven sacerdote (el padre Jerónimo), encarnado por el actor dominico-mexicano Anthony Álvarez.

“Estoy en esta cinta y me he involucrado tanto en el proyecto que me atrevo a venderla en Nueva York de bodega en bodega. Estaba en Los Ángeles cuando recibí el guión y me encantó la historia, mi papel y sobre todo trabajar en mi país”, expresó Saldaña.

Reveló que todas las cosas le favorecieron para que su participación en el filme criollo fuera una realidad, pues tenía un rodaje en Los Ángeles para el mes de noviembre, pero el mismo se suspendió y por eso está en su República Dominicana.

Zoé dejó el país a los siete años para radicarse en los Estados Unidos, donde estudió actuación y teatro. Su primer papel importante en el cine fue en la película “Center Stage”, así como su participación en “Crossroads”, junto a la cantante pop Britney Spears, y en “Piratas del Caribe”, donde compartió con Johnny Deep.

Recientemente actuó en “The terminal”, junto a Tom Hanks y Catherine Z-Jones, dirigida por Steven Spielberg.

ANTHONY ÁLVAREZ


El actor Anthony Álvarez, quien está preparando su lanzamiento como cantante en México, reveló que desde el principio le ofreció todo su apoyo a Germán, como una forma de contribuir a proyectar el cine dominicano en otros países.

“A mi país vengo a hacer lo que sea, porque lo que ha pasado con las películas de Ángel Muñiz, Pasaje de Ida, Cárcel de La Victoria y todas las que faltan, nos van a encaminar a tener un mercado de cine dominicano que se pueda ver internacionalmente, no importa lo que nos paguen”, expresó.

Sobre Zoé Saldaña dijo sonriente que cuando ella gane el Oscar en Hollywood como Mejor Actriz, vamos a recibirla en Santo Domingo con una caravana como la que le hicieron a Félix Sánchez.

EL GUION


Es una comedia romance que se desarrolla en el período de Semana Santa, cuando un sacerdote llega al pueblo de Constanza para tratar de resolver una serie de extraños e inexplicables sucesos atribuidos a una presencia del más allá.

La película “La maldición del Padre Cardona”, cuyo rodaje se inicia mañana en Constanza, cuenta con un elenco de destacadas figuras dominicanas de la televisión, la música y el teatro, como Milagros Germán, Freddy Beras Goico, Richard Douglas, Carlotta Carretero, Raymond Pozo, Flor de Bethania Abreu, Lidia Ariza y Fefita La Grande, entre otros.

El equipo de producción está conformado por Carlos Germán, como gerente de producción; Peyi Guzmán, director fotográfico; Rynaldo Bisonó, gerente de la unidad de producción, y la música está a cargo de Manuel Tejada, Jandy Féliz, Nipo y Luis Días.

Zoe Saldaña feliz de filmar en RD
La acrtiz criolla comienza mañana el rodaje de la película “La maldición del padre Cardona”
Por Samir Saba / El Caribe
Jueves 28 de octubre del 2004 actualizado a las 2:26 AM

Zoé Saldaña, comenzará a rodar mañana su participación protagónica en la cinta “La maldición del padre Cardona”.

El guión que escribió y dirigirá el cineasta Félix Germán es una comedia romántica que se desarrolla en el período de Semana Santa cuando un sacerdote llega a Constanza para desenmascarar una serie de extraños e inexplicables eventos atribuidos a una presencia del más allá.

Zoé esta muy entusiasmada con el proyecto y, según reveló, está enamorada de la historia. Esta es la primera vez que ella se involucra en una producción criolla. “El libreto jugó un papel determinante para tomar la decisión de venir a trabajar aquí. Pero también influyó mucho lo fenomenal que me sentí cuando Félix (Germán) me llamó por teléfono.

La impresión que tuve de él fue la de una persona de pocas palabras y mucha pasión, que sabe que el libreto que tiene en manos es muy bueno.Cuando leí el libreto hablé con mi papá y le dije que quería hacer todo lo posible para venir, independientemente de que hubiera o no hubiera dinero. Y es que uno sabe que cuando se empieza las cosas no se hacen por situaciones monetarias”.

Zoé hará el papel de una joven llamada Flor que tiene una relación sentimental con el personaje Jerónimo, el cual será interpretado por el actor dominicano radicado en México Anthony Álvarez.

“Lo que más me gusta de este proyecto es que se mantiene digno con relación a la comunidad dominicana y eso es bien importante para mí. Quiero que este libreto no sólo se quede con nosotros, sino que radique en el mundo. Que nos conozcan aquellos que no saben mucho sobre nosotros. Somos una comunidad tan bonita, diversa y justa que vale la pena proyectarlo, y todo eso queda plasmado en la historia”.

Según dice, la imagen de los dominicanos en el extranjero es muy diversa. “Yo vivo en Nueva York y esa es una zona tan rica culturalmente hablando por la cantidad de gente inmigrante que vive allí que es muy difícil describir la imagen que tienen los gringos de nosotros como pueblo”.

La intérprete, quien visita el país cada tres o cuatro meses, promete hacer todo lo posible para que “La maldición del padre Cardona” cuente con una amplia proyección internacional.

Considera que en este trabajo Dios ha sido su cómplice.

“Los malabares para hacer un hueco en la agenda de trabajo no los hice yo, los hizo Dios. Había un compromiso por contrato antes que éste que si hubiera pasado para estos días, lamentablemente no hubiera sido posible que me uniera a La maldición del padre Cardona. Creo que mis oraciones fueron tan grandes y mis deseos tan efervescentes que por eso se dio la posibilidad de venir al país”.

Rica experiencia. Al comentar su experiencia al lado de Tom Hanks señala: “Haber trabajado con Tom fue una lección que no olvidaré. Fue un orgullo. Lo que siempre pensé cuando viví la experiencia y aún hoy es que parece mentira que mi vida a veces se ponía muy difícil para realizar todos los sueños que tenía, pero de un momento a otro todo cambió en un pestañar de ojos. Es como si todo el trabajo y el esfuerzo hubiera pasado tan rápido. Ahora lo único que hago es lo que me da placer”.

Con varios proyectos en carpeta

Saldaña, quien tuvo una aparición importante en la película The Terminal que protagonizaron Tom Hanks y Catherine Zeta Jones, está laborando en otra producción al lado de Bernie Mac y Ashton Kutcher.

“Mi próximo proyecto es terminar una comedia con Ashton y Bernie que se llama ‘Guess who’ y que no es más que una sátira de ‘Guess who is coming to dinner’.

No vamos a tratar de imitar a sus intérpretes originales, porque sería imposible, pero nosotros le daremos un giro a la historia. Ahora se trata de una familia negra de la que yo soy miembro y yo lo llevo a un hombre blanco que en este caso es Ashton”, refiere la actriz que reside en la ciudad de Nueva York.

Le queda un largo camino por recorrer

La actriz comenta que, a pesar de todo el éxito que ha conseguido, le quedan muchas cosas por hacer en la industria del cine.

Una de esas cosas es escribir. La actriz aspira a llevar al cine sus propias propuestas. Eso es lo que según ella le hace falta a su carrera en este momento.

“Lo que yo más quiero hacer ahora es escribir. Pienso que siendo una persona que pidió tanto a la vida y que sobre todo es originaria de un país como este donde tenemos tantas culturas en nuestra sangre, puedo hacer algo interesante. Los dominicanos tenemos historias que nos salen hasta por los codos”, comentó con entusiasmo Zoé.

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Manuel Salvador Gautier

April 17, 2019 By dillon Leave a Comment

EL ATREVIMIENTO

MANUEL SALVADOR GAUTIER

DRAMATURGO Y NOVELISTA DOMINICANO

EL ATREVIMIENTO

PRIMERA NOVELA DE LA TETRALOGÍA
TIEMPO PARA HÉROES

    

40

El Generalísimo Trujillo llegó a las seis en punto. Su séquito militar, muy reducido, quedó afuera en el jardín delantero. Publio y Servando lo escoltaron hasta donde estaban las damas. Hubo un saludo general formal, y se sentaron. El Generalísimo habló de las impresiones que había recogido en el viaje a Mao esta tarde. Era un gran conversador, y a todos y a cada uno les tenía una complacencia, una anécdota. Había una fascinación indiscutible en aquel hombre maduro, encanecido, elegante, adusto, soberbio, dueño de la vida y propiedades de todos los dominicanos, Jefe Militar Supremo, que, de repente, se presentaba allí sociable y parlanchín, amable y risueño.

Su atención poco a poco se fue concentrado en Marisela.

Ya habían cenado, y Publio invitó a pasar a la sala, a tomar el plus café. Habían bebido vino blanco y tinto, en cantidad. El brandy español apareció en la mesa. Las señoras empezaban a sentir un mareíto, que trataban de dominar. Tan pronto se levantaron de la mesa, el perico ripiao comenzó a tocar el merengue favorito de Trujillo.

—¡Música para bailar! —exclamó Servando.
Trujillo rió.
—¡Veamos si las damas desean hacerlo! —exclamó, y se dirigió a Marisela.

Era el momento combinado por las mujeres para que Marisela le pidiera a Trujillo la audiencia con Tutín Tejera. Se enrareció el ambiente para los que sabían. Trujillo le extendió una mano a Marisela y la miró con una sonrisa abierta, esperando que la muchacha lo siguiera a la sala y al baile.

—¡Ah, sí, Excelencia! ¡Pero a cambio de un premio! —dijo ella. (Sus ojos hermosos brillaron, húmedos y acariciadores. Tomó la mano de Trujillo, y lo repitió)—: ¡Bailamos por un premio, Excelencia!

Trujillo rió de nuevo, y respondió galante:
—¡Premio por premio!
Marisela lo miró sorprendida.
—¿Qué premio puedo yo darle a usted, Excelencia? —preguntó con esa ingenuidad innata en ella que había cautivado a todos.
—¡Que no me llames Excelencia! —respondió el hombre, con coquetería.
—¡Aceptado! —respondió Marisela.
Todos respiraron. Pero ahora venía el turno de Marisela.
—¿Cuál es el premio tuyo?
Trujillo seguía el juego.
—Que recibamos aquí unos amigos nuestros, que tienen muchos deseos de saludarte.
Trujillo no se inmutó. Estaba acostumbrado a que sus mujeres le pidieran cosas extraordinarias. La mayoría de esos caprichos los podía conceder sin ningún problema.
—¡Aceptado! ¿De quiénes se trata?
—Del señor Eladio Tejera y su señora.
—¡Concedido!

Trujillo no titubeó. ¡Tejera! El hombre de las presas. ¡Mira por donde había salido! Era hábil, y tenía agallas. ¿Qué podía venir a decirle? La decisión estaba tomada. Había que dar el ejemplo, e impedir que todos esos grupos de interés, ajenos a los suyos, se les desmandaran. Era un golpe ideal, destruir a un representante de la oligarquía santiaguera. No levantarían cabeza por mucho tiempo. Y los norteamericanos aprenderían a ser más cautos… ¡Pero qué cojones tenía el hombre! Utilizar la bella muchacha para que lo oyeran era realmente genial. ¿Y cómo lo hizo? La casa de un militar era un coto cerrado, donde los civiles no entraban. Escrutó las caras de sus coroneles, que lo miraban a su vez esperando su reacción.

—¡A bailar, muchachos, que yo me lo gané! —ordenó como si fuera un colegial.

41

Tutín y República veían pasar el tiempo con desazón. Entonces el teléfono sonó, y dieron un brinco. República contestó. Tontón habló con apremio.

—¡Vengan en seguida! ¡El jefe los recibirá! (En la casa de los Santamaría, el ayudante personal de Trujillo los escoltó hasta el umbral de la sala, y los dejó allí. Entraron a un ambiente festivo donde todos bailaban con la música del perico ripiao. Esperaron un momento, hasta que Tontón los notó y fue con Publio donde ellos a recibirlos). ¡Llegaron a buen tiempo para bailar! —le dijo Tontón a República, mientras se abrazaban y besaban, dando a entender que eso era lo que había que hacer por el momento. Las dos parejas se dirigieron al área de baile. Servando y Norma, en el medio de una vuelta, saludaron a Tutín y a República con la cabeza. Pero Trujillo se detuvo cuando los vio.

—¡Señor Tejera! (Habló con afabilidad, un poco corto de respiración por el ejercicio del baile). ¡Tengo entendido que usted quiere hablar conmigo! ¡Lo haremos! ¡Lo haremos enseguida! (Saludó con mucha cortesía a República). ¡Tan pronto esta hermosa muchacha me dé un chancecito! (Señaló a Marisela, que sonrió y saludó a los recién llegados).

—¿Cómo está, señor Tejera, doña República? ¿Cómo está Guarionex?

Trujillo miró a Marisela, sorprendido de que ella preguntara por alguien, estando con él. Pero eran saludos de rutina. Marisela se volvió hacia su pareja, esperando que la arrastrara de nuevo al baile. Y así fue. El “chancecito” llegó al poco rato.

—¡Dígame, señor Tejera! —exigió Trujillo, tan pronto se acomodaron en sus asientos y pudo respirar más o menos bajo control‑. Oí su discurso ayer. Conozco su posición.

Trujillo deseaba que Tutín acortara el asunto, para volver al ambiente anterior, que disfrutaba enormemente.

Tutín explicó la posición de los empresarios de Santiago, y las razones por las que convenía descartar el proyecto de la planta atómica y dar prioridad a un proyecto local, que no sólo beneficiara la población con energía eléctrica, sino también con agua para la agricultura. Trujillo lo oía, pero miraba a Marisela. Ella parecía fascinada. Las palabras de don Tutín la habían impresionado, como Guarionex la previno… Trujillo se decidió. Era obvio. La muchacha se sentiría enormemente halagada si él aprobaba la petición que este hombre hacía. Compartir su poder en los momentos convenientes era el arma más efectiva para conquistar una mujer. Él lo sabía bien.

Tutín continuó explicándole a Trujillo la actitud de los norteamericanos, y le dio la seguridad de que éstos financiarían un proyecto de presas y canales.

—¡Muy bien! —dijo Trujillo, finalmente, clavando sus ojos en Marisela, para que no tuviera ninguna duda de que lo hacía por ella—. ¡Acepto! Su plan me parece muy bueno. Descartaremos el proyecto de una planta atómica, e iniciaremos el proyecto de las presas. Para ello lo nombro ahora mismo presidente de la Comisión de Fomento, con rango de secretario de Estado. Puede ir mañana donde el Presidente, a tomar posesión del puesto enseguida. A través de la Comisión, se pondrá en contacto con los americanos, y me traerá las bases del acuerdo de financiamiento, tan pronto las tenga.

Le extendió la mano. Lo despedía. Tutín y República se pusieron de pie. Todos los otros, menos Trujillo, se levantaron. El desenlace de la entrevista había pasado como un relámpago.

—Excelencia —dijo Tutín asfixiado por la emoción—. ¡No esperaba tanto!

—¡Bueno! ¡Para que usted vea que escucho los buenos consejos! —dijo Trujillo, volviendo a la jovialidad de antes, y mirando fijamente a Marisela, con fascinación de boa.

El perico ripiao inició otra tanda de música, pero no bailaron. Los Tejera se habían ido, y no se volvió a hablar del asunto. Todos lucían excitados. La manifestación del poder los había embriagado. Siguieron conversando y tomando tragos. Trujillo no parecía tener intenciones de retirarse.

Poco después de medianoche, Servando fue a buscar al ayudante personal de Trujillo. Bamboleaba un poco por los efectos del jumo, y hacía un esfuerzo enorme por mantener su dignidad militar frente al otro.

—¡El Generalísimo Trujillo lo necesita!

El ayudante siguió al coronel Santos Mar hasta la sala. En la mesa del centro había un reguero de botellas vacías del brandy español. El coronel Publio Santamaría, en su sillón, ladeaba la cabeza de un lado para el otro. Las señoras estaban con los ojos brillosos, mirándose. La muchacha no. Sonreía, sentada en el sofá, al lado del Generalísimo, que dormía, la cabeza recostada en su hombro. El perico ripiao seguía tocando desaforadamente. Era el final de una bacanal, donde todos se habían pegado una borrachera que no tenía madre. El ayudante actuó sin precipitación. Metódicamente. Levantó la cabeza de Trujillo, que entreabrió los ojos y los volvió a cerrar. Tomó su cuerpo por los hombros, y lo alzó en vilo. Servando trató de auxiliarlo, pero más bien entorpecía la operación.

—¡Coronel Santos, señor! —pidió el ayudante—. Llame a los otros dos oficiales de la escolta. ¡Por favor, señor!

Servando fue a buscar a los oficiales indicados, y respiró fuertemente cuando vio a Trujillo dentro del carro. Entró a la casa, despejado. Miró el cuadro que hacían Publio y las mujeres. Olió el perfume de las rosas y claveles de Tontón, regadas por toda la sala. Oyó la insistente música del perico ripiao. Sintió la solidez del piso. Rió. ¡La noche había sido un éxito! ¡Su hija no corría peligro, por ahora!

—¡Coronel Santos, señor! —La voz lo llamaba de nuevo a la amistad. Era el ayudante personal de Trujillo.

—¡Diga, coronel!

—Por orden superior, la señorita Santos está invitada a acompañar al Generalísimo Trujillo a su residencia, en San Cristóbal! ¡Señor!

—¡Pero el Generalísimo Trujillo duerme! —reclamó Servando, viendo que su mundo se hacía añicos, que su plan caía destruido.

—Es una orden que dio antes de venir a la fiesta, señor.

El ayudante se dirigió hacia donde estaba Marisela, que lo oyó todo y vio el horror pintado en el rostro de su papá. En ese momento supremo de comprensión, perdió la inocencia.

—¡Coronel, con gusto acompañaré al Generalísimo donde él disponga! —dijo, mientras suplicaba con los ojos a su padre que no interfiriera. Un desliz en aquel momento podía resultar fatal—. Permítame despedirme.

El ayudante juntó los zapatos, y taconeó, mientras hacía una especie de reverencia a Marisela. Norma le devolvió el abrazo, pero no efectivamente. Tontón respondió con un manoteo cariñoso. Publio seguía ladeando la cabeza de un lado a otro. Marisela pasó por delante de su padre. No quiso abrazarlo, porque uno de los dos podía flaquear. Pero lo miró con mucho cariño.

—¡Vuelvo pronto, papá! ¡No te preocupes!

Viéndola ir, Servando concentró su odio en el ayudante. ¡El que creía que ese cabrón era amigo suyo! ¡Debió dejar que lo jodieran! Pero él sabía que el ayudante personal no era el responsable. Dirigió su inconformidad a otra parte. ¡En el Ejército no había amigos, coño! ¡Sólo disciplina, órdenes, rango! Pero el culpable tampoco era el Ejército. Miró a Publio, y se entristeció. Su plan había fracasado, y se habían expuesto para nada. El plan de Trujillo era el que había funcionado… Por adelantado.

 MANUEL SALVADOR GAUTIER

MANUEL SALVADOR GAUTIER (1930-)

    Durante muchos años, su nombre figuraba en un lugar de primer orden entre los arquitectos urbanistas y diseñadores de nuestro país, pero a partir de 1986 comenzó a escribir ficción hasta conquistar una posición importante en nuestro medio literario. Nacido en Santo Domingo, el 1ro. de agosto de 1930, ha dedicado gran parte de su vida a la cátedra y al urbanismo. Narrador y ensayista, pertenece al Movimiento Interiorista del Ateneo Insular, grupo que le ha estimulado en su carrera de escritor.

    En 1993 publicó su extensa tetralogía sobre las luchas del pueblo dominicano por conquistar su libertad, desde Trujillo hasta nuestros días. Esa obra le valió el Premio Anual de Novela, siendo, hasta el presente, la más extensa formulación narrativa sobre la Era de Trujillo y los años posteriores a su caída que se ha publicado en el país. Más que la historia contemporánea del pueblo dominicano y las vicisitudes para ganar un espacio digno en el conjunto de naciones hispanoamericanas, le interesa el drama humano de una generación frustrada que no ha dejado de batallar contra el envilecimiento y la opresión.

Obras publicadas:

    Tiempo para héroes (1. El atrevimiento, 2. Pormenores del exilio, 3. La convergencia, 4. Monte adentro) (1993), Premio Anual de Novela, Toda la vida (1995), Premio Anual de Novela, Serenata (1998).

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Pedro Mir

April 17, 2019 By dillon Leave a Comment

ENRIQUILLO SÁNCHEZ SOBRE

PEDRO MIR

 

Enriquillo Sánchez: Pedro Mir es, sin la menor duda, uno de los mayores poetas dominicanos de todos los tiempos.

Somos una literatura razonablemente joven, con apenas 125 años de actividad literaria nacional, y Pedro Mir dentro de ella tiene un lugar preponderante, un lugar cimero sin la menor duda. Es un poeta de carácter social, aunque él no se inició como poeta social. Fue Juan Bosch quien, en el año 36 ó 37, lo anunció como el posible poeta social esperado en República Dominicana; pero antes de salir al exilio Mir no era aún conocido como poeta social en general, sino por otros poemas más líricos. Su gran poema social “Hay un país en el mundo”por ser un poema antitrujillista no llegó al país sino hasta 1962, luego de la muerte de Trujillo.

Se podría decir que, en un sentido, Pedro Mir divide la poesía dominicana en un antes y un después. Él pertenecía a lo que se conoce como los llamados “poetas independientes del 40”; son cuatro: él, Héctor Incháustegui Cabral, Tomás Hernández Franco y Manuel del Cabral. Todos tienen de alguna manera inclinación por lo social, a diferencia de los poetas de la Poesía Sorprendida, en los que la presencia de lo social es mucho menor. Pero Pedro Mir es, sin lugar a dudas, el mayor poeta social de la República Dominicana.

F. G: ¿ Se podría decir que la palabra de Pedro Mir llegó realmente a la mayoría del pueblo dominicano, o solamente a un reducido círculo de lectores y críticos?

E.S: Con toda seguridad, Félix, llegó más allá de los críticos y lectores usuales de poesía. Su obra llegó a un grupo de lectores que no eran habituales lectores de poesía.

En el caso de Pedro Mir se puede señalar como significativo que, precisamente, logró romper ese estrecho círculo de lectores y llegó a considerables muchedumbres. Incluso uno de sus libros, publicado como una especie de antología en México, se llama “ Viaje a la muchedumbre” y si algo hizo Pedro Mir fue un viaje a la muchedumbre, pues su poesía fue mucho más allá del reducido círculo de las capillas literarias convencionales. Él encontró un eco particularísimo entre los dominicanos de varias generaciones, del 62 en adelante, y su poema fue convertido en una especie de emblema nacional. Por eso, fue designado por la Cámara de Diputados como Poeta Nacional, título que nadie osa regatear y todo el mundo reconoce como justo. Su obra poética produjo un impacto que la poesía dominicana no había conocido anteriormente.

F.G: ¿Calificaría la poesía de Mir como vanguardista?

E.S: Fue vanguardista en su momento histórico; estamos hablando de 1949, fecha en que aparece el primer gran poema de Pedro Mir, que es “Hay un país en el mundo”, y luego en 1954, su segundo gran poema, “ Contracanto a Walt Whitman”. En esos dos grandes poemas, que son los de mayor importancia que él escribió, sin la menor duda actuó como un poeta de vanguardia, dentro de los cánones de las letras dominicanas y, si se quiere, de las letras hispanoamericanas.

Hay que recordar que el gran poeta dominante en ese periodo histórico era Pablo Neruda, y Pedro Mir se adscribe a esa línea de poetas como Neruda, Guillén en Cuba…, y pertenece a ese grupo de grandes poetas latinoamericanos en el que hay que incluir también a un poeta como Manuel del Cabral, César Vallejo…

Estuvo muy influido inicialmente ( eso se lo he oído confesar y además es evidente en la lectura de su poesía ) por el Modernismo hispanoamericano que encabezó Rubén Darío, de Nicaragua, y era muy adicto a la poesía del uruguayo Julio Herrera y Reissig. Cultivaba con mucho esmero la forma poética, incluso ha sido catalogado como un preciosista. Él intentó una poesía de corte social sin romper con esas ataduras preciosistas y se propuso metas vanguardistas en su obra.

Lo que hay que entender, es que transcurridos ya más de 50 años de la escritura de “Hay un país en el mundo”, su poesía hoy día no es ya vanguardista. Ha habido otras líneas de trabajo a lo largo de todos estos años, y la obra de Pedro Mir está situada en la historia de la literatura para siempre.

F.G: ¿ Considera Usted que la poesía de Mir ha marcado a los poetas más jóvenes?

E.S: Marcó, sobre todo, a los poetas de los años 60. Había entonces mucha poesía redentora, mucha poesía de liberación, situada en lo político y en lo social, que se escribió al calor de los años 60 con la Revolución Cubana, la guerra de Abril de Santo Domingo, hasta que esa poesía fue diluyéndose, y poetas como, por ejemplo, René del Risco, que inicialmente escribió poesía social, empezaron a escribir una poesía urbana que comenzó a desplazar los valores propiamente políticos del poema.

Hoy día ya nadie escribiría poesía como la escribió Pedro Mir, por lo tanto, no se puede decir que él influye a los jóvenes: los influyó en su momento, años 60, en los que muchos jóvenes poetas escribieron dentro de esa tradición.

F.G: Señor Sánchez, ¿ cree Usted que la muerte de Pedro Mir deja, entonces, un vacío en la poesía social dominicana?

E.S: Deja un vacío, pero sobre todo deja el gran espacio que él creó. El vacío no es tan sensible si partimos de la respuesta a la pregunta anterior, en el sentido de que otras poéticas han ocupado su lugar; estamos más ligados a corrientes universales que desbordan los límites de la lírica castellana por la influencia de poetas ingleses o franceses de este siglo.

De modo que ningún gran autor, por grande que sea su jerarquía, deja en realidad un vacío. Deja su obra que es un espacio lleno de sugerencias y significaciones.

Pedro Mir fue un poeta amado, y amada fue también su poesía; fue furiosamente defendido por la juventud que enarbolaba su poesía como arma de combate. Ya la poesía no es un arma de combate. Tiene una filiación más intelectual, trabaja con otras herramientas conceptuales. El sentido del poema como ”un arma cargada de futuro”, para usar las expresiones de la época, ha desaparecido con los tiempos.

No obstante, la poesía de Mir es una referencia obligada y eminentemente erudita. Estudiarla es una gran experiencia para cualquier joven poeta.

F.G: Si tuviera que recomendar una lectura a alguien que se inicia en el estudio de la obra de Mir, ¿ cuál o cuáles obras recomendaría Ud.?

E.S: En verso, yo recomendaría el “Contracanto a Walt Whitman”, porque es su poema más ambicioso. Es donde él intenta una poesía de tesis, no sólo de carácter poético, sino incluso de carácter político, social, histórico.

Aunque yo no comparta su tesis, y no la comparto porque entiendo que el “Yo” de Whitman abarca toda la amplitud que luego Pedro Mir proponía en el Contacanto, entiendo que este poema es una obra maestra en cuanto a lo que se refiere a desarrollar poéticamente una tesis, y desde el punto de vista de la orfebrería poética, es admirable su construcción.

Desde luego, para los dominicanos “ Hay un país en el mundo” es el poema nacional por excelencia, el que nos expresó en un momento a todos, pero la obra de mayor alcance conceptual y poético de Mir es el Contracanto.

En el terreno del ensayo, yo pienso que su libro inicial “Tres leyendas de colores” es una joya en el ensayo histórico, porque a pesar de que estaba adscrito a las tesis marxistas propias de los tiempos, es una obra escrita con donosura, libertad, riqueza imaginativa, que contrasta de manera increíble con el lenguaje hasta cierto punto adocenado que era propio de esa escuela de análisis histórico. Entonces yo pienso que “Tres leyendas de colores” en el área del ensayo, sus investigaciones sobre estética, que tienen una importancia considerable dentro de lo que es el acervo cultural dominicano, son de gran importancia en nuestra cultura que es muy introvertida si se quiere, donde sólo lo dominicano preocupa a los dominicanos. Pedro Mir se preocupó por asuntos que estaban más allá de nuestras fronteras, y aunque en poemas como “Hay un país en el mundo” es radicalmente nacional, ya en otros como “Contracanto a Walt Whitman” trata de situar su poesía en el contexto latinoamericano; y en sus ensayos nos vincula a todo el gran orbe del pensamiento universal. De modo que Pedro Mir iba siempre en camino de lo nacional a lo universal con pasos muy firmes. Y es por ello que logró la significación que tiene para las letras hispanoamericanas.

F.G: A nombre de la redacción de la revista Hispaniola online queremos

agradecerle por el valioso tiempo que nos ha concedido, así como por los interesantes puntos de vista expresados sobre el tema. Muchas gracias.

* Enriquillo Sánchez Mulet, nacido en 1947, profesor universitario, periodista y escritor. Ha publicado entre otros, “ Pájaro dentro de la lluvia” ( Premio Nacional de Poesía Salomé Ureña; “ Para uso oficial solamente”, su más reciente libro que reúne una gran cantidad de artículos y ensayos breves escritos entre 1989 y 1991. Actualmente está trabajando en algunos proyectos de narrativa, además de su labor periodística.

TOMADO DE LA REVISTA HISPANIOLA ON LINE

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Diogenes Valdez

April 17, 2019 By dillon Leave a Comment

DIÓGENES VALDÉZ

CUENTOS SOBRESALIENTES DEL SIGLO XX

 

Los cuentos dominicanos más
sobresalientes del siglo XX

DIÓGENES CÉSPEDES

A la verdad que la seductora teoría de Bosch encaja perfectamente a un tipo de cuento que estuvo en boga en América Latina hasta la irrupción de los modos de vida urbanos más descalabradores de la paz bucólica de la llamada novela de la tierra, de la cual el cuento fue subsidiario antes de independizarse, como la novela misma, de las jerarquías sociales campesinas teñidas de prácticas políticas e ideológicas autoritarias.

Aunque existen excelentes precedentes de cuentistas clásicos, medievales, neoclásicos, modernos -y sobre todo en nuestro idioma a partir de El conde Lucanor, de don Juan Manuel, los escritores nacidos en la isla de Santo Domingo, así como sus sucesores hasta el siglo XVIII prefirieron, junto con los lectores de aquellas centurias, consumir lo europeo antes que producir lo propio.

No es hasta finales del siglo XIX cuando encontramos atisbos del cultivo del género cuento que podríamos llamar inicios, protocuentos, con las narraciones de César Nicolás Penson incluidas en Cosas añejas y en el libro Cuentos puertoplateños, de José Ramón López.

Incluso los autores recogidos por Sócrates Nolasco en la antología El cuento en Santo Domingo (1957) y los censados por Emilio Rodríguez Demorizi en la antología Cuentos de política criolla (2da, de 1963), con prólogo de Juan Bosch, no son en su opinión, propiamente tales, sino estampas, cuadros de costumbres, anécdotas, apólogos o sátiras políticas.

Si uno se remite a las exigencias del propio Bosch en su ensayo «Apuntes sobre el arte de escribir cuentos», cuya primera versión vio la luz en La Habana en los años 40 y el texto ya más acabado del suplemento Papel Literario del diario El Nacional de Caracas en 1958, ninguno de los textos que llamamos cuentos publicados con anterioridad a Camino real (1933), del propio Bosch, califica en el canon boschista del relato de un hecho-tema único y de la «fluencia constante».

A la verdad que la seductora teoría de Bosch encaja perfectamente a un tipo de cuento que estuvo en boga en América Latina hasta la irrupción de los modos de vida urbanos más descalabradores de la paz bucólica de la llamada novela de la tierra, de la cual el cuento fue subsidiario antes de independizarse, como la novela misma, de las jerarquías sociales campesinas teñidas de prácticas políticas e ideológicas autoritarias. Tales prácticas condujeron a muchos escritores del período a subordinar su literatura a los hechos de la historia. Esto produjo como resultado una escritura de un plural parsimonioso -como le llamaba Roland Barthes-, cuando no unos textos francamente dualistas o binarios con un clara ideología de lucha entre el bien y el mal a la cual eran arrastrados los personajes de la ficción, con su consecuente tributo al historicismo y al realismo.

Sin embargo, las grandes transformaciones urbanas y la ruptura de la linealidad historicista experimentadas por algunos países como Argentina, México, Brasil -con las urbes modélicas de Buenos Aires, Ciudad de México y Río- lanzaron al mundo, a partir de los años 50 y 60, una nueva literatura que de Borges a Cortázar, de Onetti a Bioy Casares, de Lezama a García Márquez, produjeron nuevas imágenes con las cuales ya no era posible semantizar la vida y sus contradicciones. El hecho tema único reacio a digresiones, suspensiones o desvíos -recuérdese la imagen boschiana de la flecha disparada por un arco en tensión- se irá por la borda con la herencia literaria del cubismo, del surrealismo y con el principio de la descronología introducida en los años 50 por la teoría y la práctica de la nueva novela francesa.

Los mejores cuentos. Así como la métrica y la rima -al decir de Octavio Paz- no pueden ya decir en imágenes o figuras los sentidos de la vida moderna, de la misma manera el hecho tema único y la ley de la fluencia constante no pueden dar cuenta de la simultaneidad de miles de acontecimientos que ocurren en el cerebro del escritor al momento de escribir su texto, sea cuento, novela o poema.

No es que poetizar o dar cuenta de las contradicciones de la vida de una gran ciudad o del problema urbano sea un «progreso» con respecto a un «atraso» vinculado a la vida campesina. El ritmo, definido como la orientación política del sentido en un texto, es lo que decide del valor de la escritura. Entonces lo que procede es transformar las viejas imágenes de la vida campesina.

Fue esto lo que hizo Juan Bosch, nuestro cuentista de mayor importancia, cuando escribió Camino real (1933), libro que inaugura el género cuento en el país y elimina el dominio que tuvo hasta entonces la estampa, la anécdota, la sátira política o el cuadro de costumbres.

De esa época son también «La Nochebuena de Encarnación Mendoza», «El indio Manuel Sicuri», «El hombre que lloró», los cuales rivalizan con los de la primera etapa: «Los amos», «La mujer». Y no es un azar que el mejor cuento de Bosch, «La mancha indeleble», haya sido escrito en Caracas en 1960, una gran urbe en comparación con Santo Domingo. Pero no solamente eso, sino que este texto -junto a otros estrictamente de temática urbana- dicen adiós para siempre a las figuras de la cuentística campesina. Es obvio que comparado con algunos cuentos borgianos o cortazarianos, «La mancha indeleble» simboliza el auge y caída del Bosch cuentista en beneficio del Bosch político. La influencia de su escuela literaria campesina comenzaría a su llegada al país en 1961, pero también «La mancha indeleble» prepara a los cuentistas del futuro que adoptaron lo urbano como una urgencia del decir.

Virgilio Díaz Grullón, con sus cuentos «La enemiga» y «El espejo» es nuestro segundo mejor cuentista.

La enumeración que sigue no tiene una prelacía en orden de importancia, sino que responde a un principio cronológico. Y esta selección, extraída de los libros publicados por los autores o de revistas, no implica que no tengan valor solamente los textos que ofrecemos como ejemplo. Cada autor posee otros que se leen con interés y pasión y su ritmo no decae, pero diría que son secundarios con respecto a los que aquí ofrezco.

Para mí, el mejor cuento de Hilma Contreras es «La espera» porque en este género planteó en los años 50 el problema de la homesexualidad femenina en el espacio de lo público.

Marcio Veloz Maggiolo posee cuentos de mucha calidad, pero a mi juicio el que lo singulariza es «La fértil agonía del amor», título homónimo de su libro publicado en 1987.

Nadie mejor que Pedro Vergés en «Intuición femenina» para captar los intríngulis de los personajes de la pequeña burguesía y su relación con el sexo, así como sus pruritos y desenfados en el orden del escalamiento social.

J. M. Sanz Lajara, cuentista que debido a su carrrera diplomática vivió siempre en el extranjero, escribió un texto cosmopolita que revela el aburrimiento de esa vida llena de convenciones. El playboy latino en una urbe que pudiera ser Río por el carácter casi mecánico que adopta allí el amor y la actividad sexual, es simbolizado por la anonimia de los personajes de «Curiosidad», texto que se encuentra en su libro El candado.

Un cuentista por lo general relegado ha sido Sócrates Nolasco. Considero que de su libro Cuentos cimarrones leer, como recreación del mundo maravilloso, los textos «De lo que vino a encontrar el que buscaba lo que no se le había perdido», «De cómo Ezequiel se le disfrazó a la muerte» y en El diablo ronda en los guayacanes, el cuento homónimo del título del libro y «Gente de la aldea» y, finalmente, «Diálogo en la sombra».

Pienso que Ramón Marrero Aristy ocupa un lugar cimero en la narrativa que pugna por salir del campo, pero que no llega a la ciudad sino como periferia, como el lugar del mal. Eso lo logra primero en «El libertador», incluido en la antología de Max Henríquez Ureña, escrita en 1938, pero jamás publicada, y esto por razones políticas obvias. Ha venido a serlo en 1996. El otro texto de Marrero que ronda, como transición, lo rural hacia lo urbano, es «Balsié” , libro de narraciones, estampas y cuentos publicado en 1938.

El tema de la mujer como perfección de la belleza platónica es, en Fabio Fiallo, semejante en sus poemas y en sus cuentos. Tanto Américo Lugo como Federico García Godoy, Jacinto López y Ana María Garasino, que comentaron su obra en prosa y en verso, atinan a señalar la abstracción del topos de la obra de Fiallo. Sólo en un cuento que ha dejado la marca del lugar de su escena- el Club Unión- puede catalogarse de texto relacionado con la cultura dominicana. Estimo que un cuento como «Antojo femenino», de Renato de Soto, es una joyita que cohabita al lado de los textos del eterno femenino de Fiallo.

La tópica de los cuentos y poemas de Fiallo es el cosmopolitismo, enredado en el exotismo, el romanticismo y briznas del modernismo. De ese modo hay que tomar su escritura y decir que «Ernesto de Anquises», publicado en la Revista Ilustrada en 1899, es uno de los mejores cuentos de Fiallo. Y a su lado coloco estos dos: «Subasta de amor» y «Esquiva», incluidos en Cuentos frágiles (1ra, edic. de 1934), aunque algunos de estos textos hayan sido publicados a finales del siglo XIX, el hecho mismo de que el autor los corrigiera muy avanzado el siglo XX, les dan una perspectiva temporal propia de la última centuria.

Delia Weber nos ha dejado bajo el título de «Dora», su mejor cuento, incluido en el libro Dora y otros cuentos (1952). Es un circunloquio del amor místico. O mejor dicho, el símbolo de la perfección amorosa como algo inalcanzable. No hay topos en el texto de Weber, al igual que no lo hay en Fiallo. Lo cual muestra que era una ideología de época, venida del platonismo. Y Weber logra, con el desdoblamiento del personaje Dora en su hermana y viceversa, envolver, a quienes lean el texto, en la vaga atmósfera de frustración que termina con el suicidio del personaje en la sima del mar, otro símbolo de lo eterno, del abismo y del misterio y de lo inalcanzable.

La vieja generación de cuentistas se
secó y aún no nace una nueva generación

Con su cuento «Chito», José Rijo tiene derecho a figurar en esta selección.

Cuando leo los poemas escritos por un Hernández Franco o un Incháustegui Cabral -«Yelidá» o «Canto triste a la patria bienamada» o «Invitación a los de arriba» y, los demás poemas incluidas en Poemas de una sola angustia (libro de 1940), los cuales son una crítica del poder y de lo social hecha en el interior mismo del régimen dictatorial de Trujillo, me pregunté si en el cuento también ocurrió lo mismo. Mi búsqueda, que todavía no ha terminado, encontró tres cuentos que respondieron, como una débil y velada crítica al régimen, a mi interrogación. Se trata de «Aquel hospital», de Virgilio Díaz Ordóñez; «Mi traje nuevo», de Miguel Angel Jiménez; y, «Un hombre de la calle», de Néstor Caro. Si en mi buceo literario me encontrara con otros textos que los desplazaran, con igual punzón que los de Incháustegui Cabral o Hernández Franco, los incorporaría a este juicio valorativo.

Ahora sigue una lista de cuentistas surgidos a la luz pública después de la caída de la dictadura, fundamentalmente a partir de 1966, una vez terminada la guerra civil y patriótica.

Los textos de estos narradores, si los consideramos en su conjunto, tienen deficiencias en la forma-sentido (problemas de sintaxis, de puntuación, de conjugaciones verbales, de léxico sobre todo, pues las faltas a la ortografía sólo son detectables en los manuscritos, jamás en un libro publicado, pues no se sabría a quién atribuírselas, incluso si el autor ha corregido el original). Casi todos vadearon el tránsito de la literatura de la tierra y pasaron directamente a la temática urbana, hijos como eran de la pequeña burguesía de la ciudad.

La prosa revela más que el poema, la falta de dominio del idioma. Casi todos los poetas de las generaciones pos-dictadura, esconden tal deficiencia en versos cortos y libros de menos de cien páginas. Y cuando cometen una falta visible a la sintaxis, pueden justificarla con el eufemismo vergonzante de que están descalabrando a propósito la estructura del lenguaje o subvirtiendo la lengua.

En la prosa artística o informativo-ideológico no hay excusa que valga. Sólo el crítico avezado sabe -y tiene que justificarlo muy bien- cuándo un escritor viola las reglas sintácticas para proponer una nueva forma de escritura o para burlarse de la de otros escritores o para hacer befa de una oralidad asnal.

Para comparar un modelo de cuento que se ha tenido como paradigmático y a fin de ilustrar cuanto acabo de decir, invito a quienquiera estudiar las variantes que presenta el cuento «Ahora que vuelvo, Ton», de René del Risco, en su edición de 16 cuentos latinoamericanos (Coedición Latinoamericana, 1992) y la que aparece en las antologías dominicanas anteriores a 1996.

Y con este cuento, que incluyo entre los mejores del período pos-dictadura tengo, al igual que con los demás, las reservas expresadas más arriba. Sin orden de prelacía: Efraim Castillo, «El oidor»; José Alcántara Almánzar,«Ruidos»; Miguel Alfonseca, «Delicatessen»; Armando Almánzar Rodríguez, «Infancia feliz»; Ramón Lacay Polanco, «El hijo»; Pedro Peix, «Pormenores de una servidumbre»; Diógenes Valdez, «Antipólux»; Ramón Francisco, «No hay vacante»; y, Angela Hernández, «El amor de Ana”.

Conclusión. Ha transcurrido un tiempo enorme desde Camino real hasta hoy. Y de la llegada en 1961 de Bosch y su teoría sobre el arte de escribir cuentos. La línea que tomó la escritura del cuento fue la urbana. Pero el autor de «La mancha indeleble» siempre tuvo sus reparos con los cuentistas que emergieron apadrinados por él en el acto de la Librería Dominicana en 1966. A causa de la flojera en el dominio del idioma y el manejo del hecho-tema único.

Hay que darle un poco de razón, pero hay que decir que los cuentistas de aquellas generaciones se secaron. Pocos han seguido escribiendo. Como si los hechos-temas únicos se hubiesen al parecer, agotado o como si los hechos hubiesen dejado de tener interés humano. Pero digamos que esa fue una etapa que ya se cumplió.

Para los que se propongan izar la bandera del nuevo cuento dominicano que todavía no ha nacido, hay que decirles que el hecho-tema único no es una limitación. Es su cronología de reloj suizo la que no puede seguirse hoy a la letra. Incluso si hay que resquebrajar la ley de la «fluencia constante» en favor de la ruptura de la linealidad del relato, habrá que hacerlo a fin de destruir la ilusión de realidad que envuelve al lector al atarlo a las peripecias de una aventura que no tiene otro lugar que el papel. Hay que hacer de los lectores sujetos inteligentes e independientes que busquen primero las leyes con que está hecha una escritura y no las intrigas que narra. Hay que volver a la aventura del relato y cambiar radicalmente la escritura tradicional que uno identifica con el relato de una aventura. Todos los temas caben en esta nueva escritura, como cabían en la anterior. Pero para esta última ya no hay figuras e imágenes que la digan. A la era de los temas ciberespaciales, de la astrofísica, de la internet y de la informática hay que buscarle una nueva forma-sentido. Hay que poetizar los nuevos horrores, abyecciones y excrecencias sociales. Fundar el género policial en nuestra cultura, pero no como ha existido hasta ahora, sino ligado a las nuevas tecnologías. Si Rimbaud y Baudelaire se la buscaron a la ciudad moderna que surgía con la era industrial y el barón Haussmann, ¿por qué no puede usted hacer lo mismo?

La prosa revela más que el poema, la falta de dominio del idioma. Casi todos los poetas de las generaciones pos-dictadura, esconden tal deficiencia en versos cortos y libros de menos de cien páginas.

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