Marcio Veloz es un escritor, arqueólogo y antropólogo dominicano. Autor prolífico, tanto de temas académicos como literarios, ha sido traducido al alemán, inglés, italiano y francés.
Artists
Sandy Gabriel
SANDY GABRIEL
LA DESCARGA DEL SAXOFÓN DEL JAZZ
FERNANDO UREÑA RIB
SANDY GABRIEL
LA PORTENTOSA DESCARGA DEL JAZZ
Sandy Gabriel, ganador del Premio Nacional de Música en Jazz
Puerto Plata
Sandy Gabriel no puede ocultar lo feliz que se siente por haber sido ganador del Premio Nacional de Música de Casa de Teatro en el renglón Jazz. No solo por haber ganado ni porque fue el único ganador en este género, sino, sobre todo, por el jurado seleccionador de su obra: Juan Luis Guerra, Gonzalo Rubalcaba, Carlos Piantini y Víctor Víctor encontraron condiciones excepcionales en “Circle”, la pieza de jazz fusión de punk, latin jazz y armonía de blues compuesta por Sandy Gabriel.
“Me siento comprometido a componer con más altura”, afirmó con una gran carga de convencimiento durante nuestro encuentro-entrevista.
¿QUIEN ES SANDY GABRIEL?
Sandy Gabriel es el hijo de Sócrates Gabriel, quien fuera director de una famosa agrupación musical que había en Nagua: El Combo Candela. Como su padre, saxofonista. Nació en esa ciudad y a los 9 años se fue a vivir a Puerto Plata. En donde se inició junto las agrupaciones que tocaban en los hoteles. Por supuesto, ya había recibido como alimento principal la armonía musical y la experiencia transmitida por su padre en las actividades que tocaba y en las clases que él mismo se encargaría de dar a su hijo.
Luego se iría perfeccionando a través de diferentes cursos, seminarios y prácticas que han impartido importantes maestros internacionales tanto en nuestro país como en Puerto Rico. Han pasado muchos eventos importantes en su vida, sobre todo porque ha tenido una excelente oportunidad de desarrollo a través de los festivales de jazz Puerto Plata y Heineken, en los que ha tenido la oportunidad de tocar junto a Nestor Torres, Tito Puente, Sergio Méndes, Spyro Gira y Paquito de Rivera, entre otros.
Sumado a esto, su participación en los grupos más representativos del jazz nacional. Ser elegido para grabar en las producciones de artistas de la talla de Juan Luis Guerra, Emmanuel, Olga Tañón, Chichí Peralta, Jandy Félix, Felix D´Oleo, Xiomara Fortuna y largo etcétera.
¿CÓMO LO HACE?
Si es tocar, como el ángel de la anunciación al que homologa en su apellido: Gabriel. Si es hablar, confiesa que “yo no hablo mucho. Lo que voy a decir lo digo con el instrumento”.
THE PUERTO PLATA EMSEMBLE JAZZ. Fue fundado por Sandy Gabriel junto a Jairo Milanés (teclados), Hisdras Alvarez (batería), Joel Guzmán (percusión), Daniel Alvarez (bajo) .
Con esta agrupación es que participa en las actividades artísticas relacionadas con esta música, en la zona turística y en los festivales a lo que hay que agregar sus exitosas presentaciones en Casa de Teatro.
Entre los proyectos de este año, enumera como el principal poner en el mercado y en las manos de sus seguidores la primera producción musical.
Ya las piezas están elegidas y conceptualizadas. Son en su mayoría de su autoría y de Jairo Milanés, el tecladista, pero aclara que las mismas fueron trabajadas por el grupo completo y que cada quien aportó algo.
No quiere dar más detalles del mismo a la espera de que todos los cabos estén amarrados. Lo que sí sabe es que este disco contendrá de 9 a 10 piezas y que, por supuesto, contendrá la laureada “Circle”. A son de jazz Puerto Plata ¡vibrante!
MANUEL GILBERT
Puerto Plata.
La actuación de Sandy Gabriel y su grupo Puerto Plata Jazz Ensemble sobresalió con la interpretación de los temas “Arcoiris”, “Fusión en Fa”, “Ten Town”, “Mareas”, “Jameo”, “Cicle” y “Latin Jazz Group”.
Un terremoto musical de calidad superior constituyó la actuación del dominicano Sandy Gabriel y el puertorriqueño José -Furito- Ríos en la apertura del V Dominican Republic Jazz Festival anteanoche en el hotel Sosúa Bay.
Para hoy viernes se anuncia la presencia de Chichí Peralta y Guarionex Aquino, en Playa Dorada. En la noche inaugural, Sandy Gabriel, José -Furito- Ríos y sus grupos se encargaron de sacudir el ánimo de los amantes del jazz que colmaron el anfiteatro Casanova, desde cuyo lado sur se disfruta de la hermosa bahía del paraíso turístico de Sosúa, cobijada por un cielo cuajado de estrellas.
Antes de la actuación de estos tremendos músicos, como parte de la oferta cultural del Dominican Republic Jazz Festival fue abierta en el hotel Victorian House la in teresante exposición “Un Canto a Sosúa” en la que del afamado pintor criollo Guillo Pérez exhibe 24 de sus maravillosos cuadros.
Después de los invitados admirar los cuadros y compartir con su creador y los anfitriones Ian Schembri y Armando Casciati, propietarios del hotel Sosúa Bay se trasladaron al anfiteatro Casanova, fastuoso escenario de primera jornada del Festival de Jazz de Puerto Plata. A las 9:35 de la noche el presentador del evento, Frank Rodríguez, introdujo al subsecretario de Turismo, Andrés Lora, quien habló en representación del titular de la cartera, Rafael Suberví Bonilla; luego se dirigió al público la gobernadora Ginnette Bournigal.
Diez minutos después salieron a escena Sandy Gabriel, ataviado con camisa blanca a cuadros rojos, pantalones y zapatos negros y lentes, su grupo Puerto Plata Jazz Ensemble, integrado por Jairo Milanés (piano), Hisdras Álvarez (batería), Joel Guzmán (Percusión), José Luís Armengot (trompeta), Patricio Bonilla (trombón) y Peter Nova (bajo).
Los criollos
La actuación de Sandy Gabriel y Puerto Plata Jazz Ensemble incluyó los temas “Arcoiris” y “Fusión en Fa” de Jairo Milanés; “Ten Town” de Jacob Pastorius; “Mareas”, “Jameo” y “Cicle” de Sandy Gabriel y cerraron su prodigiosa actuación con “Latin Jazz Group”, también de la autoría de Jairo Milanés.
El público que se dio cita al anfiteatro del hotel Sosúa Bay quedó fascinado con la actuación del grupo Puerto Plata, la cual premió generosamente con repetidos aplausos, muchos bravo, bravo y sílbidos.
El jazz de este grupo está basado en una fusión de ritmos y armonías que amalgama el latin jazz, jazz contemporáneo y free jazz, variables que instrumentan con verdadera maestría los componentes de Puerto Plata Ensemble.
Tras esta bestial descarga de buen jazz de Sandy Gabriel y su grupo, la cual se extendió durante una hora y veinticinco minutos, se realizó una pausa musical que fue llenada con fuegos artificiales que iluminaron radiantemente el cielo de la bahía de Sosúa con luces multicolores.
Ernesto Sabato
LA INTENSA DINÁMICA NARRATIVA DE
ERNESTO SÁBATO
FERNANDO UREÑA RIB
LA NARRATIVA INTENSA Y DINÁMICA DE
ERNESTO SÁBATO
La narrativa de Ernesto Sábato recorre siempre un trecho temporal, físico y emocional que subvierte de inmediato al lector, haciéndole arrinconarse o expandirse, empujándole cuesta abajo o cuesta arriba y haciéndole, en suma participar y ser protagonista casi de la historia narrada.
Sábato conjuga toda una urdimbre, a veces escalofriante, de la que no es posible huir. Atrapado en la vorágine narrativa y en la presencia gráfica y visual del personaje, nos sentimos alertas e impotentes ante el augurio de un destino brutal. El narrador se apodera de todos los sentidos del lector y se deleita en infundirle estremecimientos, extremas discordias interiores, y rebeldías contra una sociedad que a la vez le es hostil.
La estética de Sábato es pues, la del hombre angustiado e indefenso del siglo XX, quien lucha por una liberación que sólo es posible con el precioso regalo de la muerte.
Fernando Ureña Rib
Ernesto Sábato nació en Rojas, provincia de Buenos Aires, en 1911. Hizo su doctorado en física y cursos de filosofía en la Universidad de La Plata. Trabajó luego en el Laboratorio Curie, en París, y abandonó definitivamente la ciencia en 1945 para dedicarse exclusivamente a la literatura. Ha escrito varios libros de ensayos sobre el hombre en la crisis de nuestro tiempo y sobre el sentido de la actividad literaria –El escritor y sus fantasmas (1963), Apologías y rechazos (1979)-, y tres novelas: El túnel (1948), Sobre héroes y tumbas (1961), y Abbadón el exterminador (1974).
Dice Sábato: “Puede parecer un acto de horrible esnobismo que tres crisis fundamentales de mi vida se sucedieran en París, pero efectivamente así fue. La primera se produjo en el invierno de 1935, cuando yo era un muchacho de 24 años. Desee 1930 milité en la Juventud Comunista, cuando la dictadura del general Uriburu. Abandoné estudios, familia y mis comodidades burguesas. Viví con nombre supuesto en La Plata, en cuyos suburbios estaban los dos frigoríficos más grandes del país, donde se explotaba despiadadamente a toda clase de inmigrantes, que vivían amontonados en tugurios de zinc, rodeados de pantanos de aguas podridas. Repartíamos manifiestos, participábamos de la organización de huelgas. Hacia 1933 fue ya secretario de la Juventud Comunista, cuando habían empezado mis dudas sobre el estalinismo, y entonces resolvieron mandarme a las Escuelas Leninistas de Moscú, a purificarme. Si hubiese ido, no habría vuelto jamás vivo. Tenía que pasar previamente por Bruselas, por un congreso contra el fascismo y allí supe con horrendos detalles de los “procesos” de Moscú. Me escapé a París, viví un invierno muy duro en la piecita de un compañero disidente, mientras el partido me buscaba. Logré volver a la Plata, donde proseguí mi carrera en física-metemática. Cuando terminé mi dieron unabourse para trabajar en el laboratorio Curie, donde trabajé durante casi un año y, allí en París, asistí a la ruptura del átomo de uranio, que se disputaban tres laboratorios: ganó la “carrera” un alemán. Pensé que era el comienzo del Apocalipsis. Viví en una confusión horrible, mientras escribía mi primera novela y cometí la infamia de dejar que Matilde se volviera a la Argentina con nuestro primer hijo, de pocos meses, mientras yo tenía una amante rusa. La tercera crisis fue consecuencia de todo esto, y de mi vínculo con los surrealistas: Domínguez, Matta, Wifredo Lam y otros. En otro día de invierno fuimos con Domínguez, a la tarde, al Marché aux Puces y volvimos después en el Metro hasta Montparnasse, donde tenía su estudio Domínguez. En la calle, ya era de noche, en un especie de nevisca, Domínguez se detuvo y me dijo:”¿Qué te parece si esta noche nos suicidamos juntos ?” No era una broma, era muy propenso, como lo probó años después. Yo me negué, aunque también me atraía el suicidio: me salvó mi instinto, y aquí estoy, junto a la Matilde de todos los tiempos, una de esas “mujeres fuertes de la Biblia”, que está muriendo, en medio del dolor más profundo de mi vida, en el final de una existencia muy compleja.” (Ernesto Sábato, 24 de enero de 1995)
Merengue
HISTORIA, PRESENCIA Y DESTINO DEL
MERENGUE
FRANCISCO COMARAZAMI
Aparentemente, por decirlo de alguna manera, el merengue se presenta hoy como un apátrida, aunque habría nacido en los albores de nuestra nacionalidad o tal vez antes, de acuerdo con explicaciones de músicos, compositores y escritores especializados en ese bello arte del sonido que Franz Liszt decía que era la expresión del corazón y que por él habla del amor, que sin ella no hay bien posible y que con el todo es hermoso.
Sin embargo, cada vez que aparece un libro sobre el tema, surgen dudas sobre dónde realmente está su química o si está mezclado con otros ritmos caribeños, inclusive de nuestros vecinos los haitianos.
El merengue de los presentes días no es igual, por más que se diga, al de antes. Se le ha transformado groseramente en su ritmo primitivo, que es lo que vale en su justa valorización dominicanista.
Ya ni se baila ni se canta como nació, en nuestros montes debajo de enramadas de techo de yagua. Y aún más, en su deformación, se ha adicionado al acordeón, la guira y la tambora o balsié, instrumentos que originalmente no se empleaban en su interpretación. Lo que significa, en pocas palabras, que el merengue de hoy es diferente al merengue original de sabor campesino y de gentes sencillas, inocentes, desprovistas de oropeles, de procacidades y de exigencias económicas.
Si ahora se le tocara un merengue a una persona de costumbres sociales y domésticas de antes, de seguro que no lo comprendería desde el punto de vista de su origen. Así como también si lo bailan. Pero como las costumbres de los pueblos no son estacionarias sino de movimientos continuos, no hay otra alternativa que aceptar las distintas formas de la convivencia humana.
El origen y la presencia del merengue han sido enfocados con la propiedad que caracterizan sus conocimientos y sentisibilidad humana y artística por Catana Pérez de Cuello y Rafael Solano en un grueso volumen adecuadamente iluminado con ejemplos gráficos de la evolución de ese sonido tan caro a nuestra música autóctona y cuya lectura me ha hecho coincidir, guardando desde luego la distancia entre el que sabe y el que tiene sed de aprender, en el sentido de que real y efectivamente el merengue en el actual momento, si se mira con realismo, su futuro es incierto, impredecible.
El libro está dividido en dos partes: una de Catana Pérez y la otra de Rafael Solano y éstas son, más o menos, sus conclusiones en torno a ‘‘Génesis del Merengue. Raíces y Trayectoria y difusión en el siglo XIX’’ (por Catana) y ‘‘Entre dos siglos: música y músicos del merengue’’ (por Solano), con un título genérico de ‘‘El Merengue. Música y Baile de la República Dominicana’’, que sintetiza, sin lugar a duda, el contenido del volumen.
Se trata de una obra de criterio crítico e histórico abordado en torno al Merengue, ‘‘nacido al compás de la incertidumbre desde su aparición, sin una historia definida ni orígenes claros, al vaivén constante de cuantos se han investido a sí mismos con el poder de alterar, adicionar o suprimir los elementos que lo componen’’.
En el contexto, la trabazón de la historia, se consigna que desde antes de 1930 y hasta después de los sesenta, el merengue se mantuvo en un estado de innegable estabilidad en su estructura, y que ‘‘no volverá a escucharse el viejo merengue porque así lo dicta la ley que rige la naturaleza y la vida’’.El mecenazgo de la compañía Codetel ha hecho posible la realidad de este libro, producto de un esfuerzo intelectual extraordinario, una dedicación íntegra, un propósito de nobleza literaria que recuerda aquel pensamiento arrancado de ‘‘Las mil y una noche’’: Un armario de libros es el más hermoso de los jardines. ¡Y un paseo por sus estantes es el más dulce y el más encantador de los paseos!
El autor es periodista
FRANCISCO COMARAZAMIEl autor es periodista.
Listín Diario. Santo Domingo, República Dominicana.
Jorge Luis Borges
JORGE LUÍS BORGES
LA LITERATURA TOTAL
FERNANDO UREÑA RIB
ASPECTOS LÚDICOS EN LA OBRA DE
JORGE LUÍS BORGES
La escritura de Jorge Luís Borges implica no solo erudición, sino juego. Juego que descansa sobre toda un espíritu lúdico y que transcurre (a veces simultáneamente) en los órdenes del pensamiento, de la imaginación, de la memoria. El ardid que utiliza Borges como señuelo suele ser un imprevisto, aparentemente simple, coincidencias, errores, un epígrafe esbozado someramente o una frase atrapada al pasar.
Esa es tan solo la clave, porque en su narrativa, Borges nos va internando en reflexiones, dudas y pensamientos filosófico, sobre la eternidad, sobre la futilidad de la vida, sobre lo inexorable del tiempo, sobre la arbitrariedad de la historia, o de Dios o del espacio.
Al construir su historia, Borges sutilmente nos obliga a transitar senderos inusitados en la literatura universal, en los que el pasado está presente siempre, de manera fatídica y se renueva una y otra vez para volver al punto de partida, donde ha de cumplirse, indefectiblemente un destino previamente trazado e ineludible.
Así la literatura de Borges recorre un buen trecho de la literatura misma y de la historia, pero al hacerlo no se convierte en un ser didáctico que afane y ufane en su comprensión del pensamiento humano. No. Borges continúa siendo lúdico, sin ser banal ni perverso, sin parquedad pero sin grandilocuencia. El nos propone la literatura como una infinita partida de ajedrez y por tanto no sólo el autor ha de hacer las movidas. Ahora, le toca a usted.
FERNANDO UREÑA RIB
La Biblioteca Total
El capricho o imaginación o utopía de la Biblioteca Total incluye ciertos rasgos, que no es difícil confundir con virtudes. Maravilla, en primer lugar, el mucho tiempo que tardaron los hombres en pensar esa idea. Ciertos ejemplos que Aristóteles atribuye a Demócrito y a Leucipo la prefiguran con claridad, pero su tardío inventor es Gustav Theodor Fechner y su primer expositor es Kurd Lasswitz. (Entre Demócrito de Abdera y Fechner de Leipzig fluyen -cargadamente- casi venticuatro siglos de Europa.) Sus conexiones son ilustres y múltiples: está relacionada con el atomismo y con el análisis combinatorio, con la tipografía y con el azar.
En la obra El certamen con la tortuga (Berlín, 1929), el doctor Theodore Wolff juzga que que es una derivación, o parodia, de la máquina mental de Raimundo Lulio; yo agregaría que es un avatar tipográfico de esa doctrina del Eterno Regreso que prohijada por los estoicos o por Blanqui, por los pitagóricos o por Nietzsche, regresa eternamente.
El más antiguo de los textos que la vislumbran está en el primer libro de la Metafísica de Aristóteles. Hablo de aquel pasaje que expone la cosmogonía de Leucipo: la formación del mundo por la fortuita conjunción de los átomos. El escritor observa que lo átomos que esa conjetura requiere son homogéneos y que sus diferencias proceden de la posición, del orden o de la forma. Para ilustrar esas distinciones añade: “A difiere de N por la forma, AN de NA por el orden, Z de N por la posición.” En el tratado De la generación y corrupción, quiere acordar la variedad de las cosas visibles con la simplicidad de los átomos y razona que una tragedia consta de iguales elementos que una comedia -es decir, de las veinticuatro letras del alfabeto.
Pasan trescientos años y Marco Tulio Cicerón compone un indeciso diálogo escéptico y lo titula irónicamente De la naturaleza de los dioses.
En el segundo libro, uno de los interlocutores arguye:”No me admiro que haya alguien que se persuada de que ciertos cuerpos sólidos e individuales son arrastrados por la fuerza de la gravedad, resultando del concurso fortuito de estos cuerpos el mundo hermosísimo que vemos. El que juzga posible esto, también podrá creer que si arrojan a bulto innumerables caracteres de oro, con las veintiuna letras del alfabeto, pueden resultar estampados los Anales de Ennio. Ignoro si la casualidad podrá hacer que se lea un solo verso.”1
La imagen tipográfica de Cicerón logra una larga vida. A mediados del siglo XVII, figura en un discurso académico de Pascal; Swift, a principios del siglo XVIII, la destaca en el preámbulo de su indignado Ensayo trivial sobre las facultades del alma, que es un museo de lugares comunes -como el futuro Dictionnaire des idées reçues, de Flaubert.
Siglo y medio más tarde, tres hombres justifican a Demócrito y refutan a Cicerón. En tan desaforado espacio de tiempo, el vocabulario y las metáforas de la polémica son distintos. Huxley (que es uno de esos hombres) no dice que los “caracteres de oro” acabarán por componer un verso latino, si los arrojan un número suficiente de veces; dice que media docena de monos, provistos de máquinas de escribir, producirán en unas cuantas eternidades todos los libros que contiene el British Museum.2
Lewis Carroll (que es otro de los refutadores) observa en la segunda parte de la extraordinaria novela onírica Sylvie and Bruno -año 1893- que siendo limitado el número de palabras que comprende un idioma, lo es asimismo el de sus combinaciones posibles o sea el de sus libros. “Muy pronto -dice- los literatos no se preguntarán, ‘¿qué libro escribiré?’, sino ‘¿cuál libro?’ “Lasswitz, animado por Fechner, imagina la Biblioteca Total. Publica su invención en el tomo de relatos fantásticos Traumkristalle.
La idea básica de Lasswitz es la de Carroll, pero los elementos de su juego son los universales símbolos ortográficos, no las palabras de un idioma. El número de tales elementos -letras, espacios, llaves, puntos suspensivos, guarismos- es reducido y puede reducirse algo más. El alfabeto puede renunciar a la cu (que es del todo superflua), a la equis (que es una abreviatura) y a todas las letras mayúsculas. Pueden eliminarse los algoritmos del sistema decimal de numeración o reducirse a dos, como en la notación binaria de Leibniz.
Puede limitarse la puntuación a la coma y al punto. Puede no haber acentos, como en latín. A fuerza de simplificaciones análogas, llega Kurd Lasswitz a veinticinco símbolos suficientes (veintidós letras, el espacio, el punto, la coma) cuyas variaciones con repetición abarcan todo lo que es dable expresar: en todas las lenguas. El conjunto de tales variaciones integraría una Biblioteca Total, de tamaño astronómico. Lasswitz insta a los hombres a producir mecánicamente esa Biblioteca inhumana, que organizaría el azar y que eliminaría a la inteligencia. (El certamen con la tortuga de Theodore Wolff expone la ejecución y las dimensiones de esa obra imposible.)
Todo estará en sus ciegos volúmenes. Todo: la historia minuciosa del porvenir, Los egipcios de Esquilo, el número preciso de veces que las aguas de Ganges han reflejado el vuelo de un halcón, el secreto y verdadero nombre de Roma, la enciclopedia que hubiera edificado Novalis, mis sueños y entresueños en el alba del catorce de agosto de 1934, la demostración del teorema de Pierre Fermat, los no escritos capítulos de Edwin Drood, esos mismos capítulos traducidos al idioma que hablaron los garamantas, las paradojas que ideó Berkeley acerca del Tiempo y que no publicó, los libros de hierro de Urizen, las prematuras epifanías de Stephen Dedalus que antes de un ciclo de mil años nada querrán decir, el evangelio gnóstico de Basílides, el cantar que cantaron las sirenas, el catálogo fiel de la Biblioteca, la demostración de la falacia de ese catálogo.
Todo, pero por una línea razonable o una justa noticia habrá millones de insensatas cacofonías, de fárragos verbales y de incoherencias. Todo, pero las generaciones de los hombres pueden pasar sin que los anaqueles vertiginosos -los anaqueles que obliteran el día y en los que habita el caos- les hayan otorgado una página tolerable.
Uno de los hábitos de la mente es la invención de imaginaciones horribles. Ha inventado el Infierno, ha inventado la predestinación al Infierno, ha imaginado las ideas platónicas, la quimera, la esfinge, los anormales números transfinitos (donde la parte no es menos copiosa que el todo), las máscaras, los espejos, las óperas, la teratológica Trinidad: el Padre, el Hijo y el Espectro insoluble, articulados en un solo organismo… Yo he procurado rescatar del olvido un horror subalterno: la vasta Biblioteca contradictoria, cuyos desiertos verticales de libros corren el incesante albur de cambiarse en otros y que todo lo afirman, lo niegan y lo confunden como una divinidad que delira.
1 No teniendo a la vista el original, copio la versión española de Menéndez y Pelayo (Obras completas de Marco Tulio Cicerón, tomo tercero, p.88). Deussen y Mauthner hablan de una bolsa de letras y no dicen que éstas son de oro; no es imposible que el “ilustre bibliófago” haya donado el oro y haya retirado la bolsa.JORGE LUIS BORGES
El 24 de agosto de 1899, a los ocho meses de gestación, nace en Buenos Aires Jorge Luis Borges en casa de Isidoro Acevedo, su abuelo paterno. Es bilingüe desde su infancia y aprenderá a leer en inglés antes que en castellano por influencia de su abuela materna de origen inglés.
Georgie, como es llamado en casa, tenía apenas seis años cuando dijo a su padre que quería ser escritor. A los siete años escribe en inglés un resumen de la mitología griega; a los ocho, La visera fatal, inspirado en un episodio del Quijote; a los nueve traduce del inglés “El príncipe feliz” de Oscar Wilde.
En 1914, y debido a su ceguera casi total, el padre se jubila y decide pasar una temporada con la familia en Europa. Debido a la guerra, se instalan en Ginebra donde Gerorgie escribirá algunos poemas en francés mientras estudia el bachillerato (1914-1918). Su primera publicación registrada es una reseña de tres libros españoles escrita en francés para ser publicada en un periódico ginebrino. Pronto empezará a publicar poemas y manifiestos en la prensa literaria de España, donde reside desde 1919 hasta 1921, año en que los Borges regresan a Buenos Aires. El joven poeta redescubre su ciudad natal, sobre todo los suburbios del Sur, poblados de compadritos. Empieza a escribir poemas sobre este descubrimiento(1), publicando su primer libro de poemas, Fervor de Buenos Aires (1923). Instalado definitivamente en su ciudad natal a partir de 1924, publicará algunas revistas literarias y con dos libros más, Luna de enfrente e Inquisiciones, establecerá ya en 1925 su reputación de jefe de la más joven vanguardia.
En los treinta años siguientes, Georgie se transforma en Borges; es decir: en uno de los más brillantes y más polémicos escritores de nuestra América. Cansado del ultraísmo (escuela experimental de poesía que se desarrolló a partir del cubismo y futurismo) que él mismo había traído de España, intenta fundar un nuevo tipo de regionalismo, enraizado en una perspectiva metafísica de la realidad. Escribe cuentos y poemas sobre el suburbio porteño, sobre el tango, sobre fatales peleas de cuchillo (“Hombre de la esquina rosada” (2),”El Puñal”(3)). Pronto se cansará también de este ismo y empezará a especular por escrito sobre la narrativa fantástica o mágica, hasta punto de producir durante dos décadas, 1930-1950, algunas de las más extraordinarias ficciones de este siglo (4) (Historia universal de la infamia,1935; Ficciones, 1935-1944; El Aleph, 1949; entre otros).
En 1961 comparte con Samuel Beckett el Premio Formentor otorgado por el Congreso Internacional de Editores, y que será el comienzo de su reputación en todo el mundo occidental. Recibirá luego el título de Commendatore por el gobierno italiano, el de Comandante de la Orden de las Letras y Artes por el gobierno francés, la Insignia de Caballero de la Orden del Imperio Británico y el Premio Cervantes, entre otros numerosísimos premios y títulos.
Una encuesta mundial publicada en 1970 por el Corriere della Sera revela que Borges obtiene allí más votos como candidato al Premio Nobel que Solzhenitsyn, a quien la Academia Sueca distinguirá ese año.
El 27 de Marzo de 1983 publica en el diario La Nación de Buenos Aires el relato “Agosto 25, 1983”, en que profetiza su suicidio para esa fecha exacta. Preguntado tiempo más tarde sobre por qué no se había suicidado en la fecha anunciada, contesta lisamente: “Por cobardía”. Ese mismo año la Academia sueca otorga el Premio Nobel a William Golding; uno de los académicos denuncia la mediocridad de la elección. Todos siguen preguntándose por qué Borges es sistemáticamente soslayado. El premio a Golding parece dar la razón a los que dudan de que los académicos suecos sepan realmente leer.
Jorge Luis Borges murió en Ginebra el 14 de junio de 1986.
(adaptado del libro “Ficcionario” de Emir Rodríguez Monega)