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dillon

Yoryi Morel

April 16, 2019 By dillon Leave a Comment

el expresionismo tropical de

Yoryi Morel

fernando ureña rib

YORYI MOREL  (1906-1979)  

La obra pictórica de Yoryi Morel se destaca por la limpidez y precisión de sus pinceladas, que atrapan al vuelo un instante de la realidad, inmortalizándolo en el paisaje del Cibao que aparece en sus lienzos impregnado de las luces y los olores propios del campo. La técnica es comparable a la de ciertos pintores impresionistas europeos, pero los temas son otros y no hay duda de que los impresionistas franceses hubieran envidiado la luz desbordada y las sombras iluminadas de la campiña nuestra, que cobra vida y se hace trascendente en los mejores lienzos de Morel.

Aunque algunos afirman que fue autodidacta, el dominicano Yoryi Morel comenzó a estudiar pintura a los once años con el pintor santiaguero Juan Bautista Gómez, quien reconoció la habilidad natural del niño. Morel realizó su primera exposición individual en Santo Domingo en 1932.

Fue el fundador de la Escuela de Bellas Artes de su ciudad natal. Se dedicó por largos años a la labor pedagógica en Santiago y en Santo Domingo. Participó en la Primera Bienal celebrada en el país en 1942. Sus obras han concurrido a exposiciones celebradas en importantes ciudades de América y de Europa.

Obtuvo en 1952 el Primer Premio de Pintura en la VI Bienal. Es el artista dominicano que, en su tiempo, mejor plasma la luz y el paisaje en rítmicos y admirables colores, razón por la que ha sido el maestro por excelencia de varias generaciones de pintores. Sus pinturas, dibujos tienen el sello característico de un estilo pictórico con libertad y disciplina.

También trató la figura humana: retratos, desnudos y otras composiciones, dentro de un amplio diseño y monumento de síntesis pictórica. Sus cuadros se distinguen par los profusos caseríos y montanas envueltos por un aire claro y sutil. Lo panorámico en su paisaje se convierte en metáfora, en infinidad de interpretaciones, por el enfoque plástico y el ambiente costumbrista en que los envolvió. EI color en su pintura esta relacionado a las emociones de artista, a su contorno y a su contacto con la naturaleza. En algunos cuadros como “Nocturno”, tiende hacia una visión del sentido artístico y a fortalecer los caracteres de la vida del hombre del campo.

Según expresa Danilo de los Santos: “Su entusiasmo revitalizador por la circunstancia nacional, que no busca como los pintores de ‘tendencias románticas’ la idealización o el recuerdo, sino una objetivación franca de lo autóctono; la inspiración tomada de la visión directa para exaltar, como en el impresionismo, la luz y el color. EI tropicalismo expuesto en el panorama cielo-mar-montaña, montañas-valles, vegetación-pueblo, hombre-paisaje. Su insistencia en el tipicismo que toma como modelo lo mismo al campesino que a la marchante, al buhonero, a la mujer del río, al limosnero, al pescador o al muchacho de la calle, y nos da un retrato donde desnuda hasta la tristeza resignada, condición psicológica del hombre dominicano”.

FERNANDO UREÑA RIB

 

Ficha de Museo:

Ficha del Museo

YORYI MOREL (1906-1979)

A pesar de ser un autodidacta , el titulo de “Creador de una pintura auténticamente dominicana” se ajusta perfectamente al nombre de Yoryi Morel . Aunque a los inicios de su carrera recibió algunas orientaciones del Maestro Juan Bautista Gomez, después , a la manera de un Van Gogh tropical , decide no sujetarse a ningún academicismo, eligiendo libremente el sendero pictórico que más se ajusta a su temperamento, libre de ataduras y de prejuicios sociales.
Como ser humano y como artista Yoryi fue un hombre que se adelantó a su época, ejerciendo la más absoluta libertad en ambas facetas de su existencia. No obstante a su carácter bohemio fue un incansable trabajador del arte y muchas de sus obras marcan un hito dentro de una vertiente de la pintura nacional, que es la que podria calificarse de Dominicanista , y cuyo máximo exponente, como dijimos antes, fue el propio Yoryi Morel.

A pesar de los exuberantes paisajes coronados por floridos flamboyanes que encendían de color y de luz la visión de los que se sumergían en el éxtasis de la contemplación de sus cuadros, a pesar de las escenas campesinas , con sus fiestas pletóricas de alegría , en las que músicos y danzantes armonizan sus expresiones en una simbiosis que entre otras cosas , sirve para demostrar el dominio de Yoryi Morel, en cuanto al uso del color y las formas. A pesar de lo anteriormente expresado , este Maestro Santiagués, fue un magnifico retratista , como lo atestigua el magistral lienzo al óleo que pintó, con el rostro del gran humanista Pedro Henriquez Ureña.

En 1952 , Yoryi Morel obtuvo, en la VI Bienal de Arte de Santo Domingo, el Primer Premio de Pintura.

Lo panorámico en sus paisajes se convierte en una sutil metáfora poética en donde el aire es transparente, los cielos son azules y las aguas de los rios fluyen; todo envuelto en una atmósfera bucólica que tiende a llevar paz interior al contemplador de sus obras.

Nadie en todo el espectro de la plástica Dominicana ha tenido un dominio tan perfecto del uso de la luz en los trabajos pictóricos . En fin todos los elementos confluyen técnicamente y en forma intuitiva en los cuadros de Yoryi Morel , para hacer de cada uno de sus trabajos , una obra maestra.

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Carlos Pintini

April 16, 2019 By dillon Leave a Comment

MAESTRO CARLOS PINTINI

DIRECTOR EMÉRITO DE LA ORQUESTA SINFÓNICA NACIONAL

 

Carlos Piantini inició a los 10 años su actividad musical, cuando hizo su debut profesional como violinista. Antes de Convertirse en Director de la Orquesta Nacional se desempeñó durante 15 años, como violinista de la Filarmónica de Nueva York  bajo la dirección de Leonard Berntein. Su decisión de convertirse en director lo llevo a Viena, donde estudio con el doctor Hans Swarowsky.
Piantini es Director de la Orquesta Sinfónica Nacional de la Republica Dominicana, fue director del Teatro Nacional y Profesor de estudios orquestales en la Universidad Inter-nacional de la Florida. También ha dirigido las Orquestas Sinfónicas de: Maracaibo, Venezuela, Nueva York, Viena, Washinton, Jerusalén y la Orquesta Internacional de Italia

 

ENTREVISTA A CARLOS PIANTINI60 años de música sinfónica en DominicanaPor  Antonio Gómez SotolongoPregunta ¿Cuáles fueron para Ud. los momentos más importantes durante su paso por la Orquesta Sinfónica Nacional de la República Dominicana?Respuesta Yo he tenido una relación muy especial con la Sinfónica, yo siento que la Sinfónica es mía, yo pienso que es mi orquesta… por supuesto que yo creo que a de Windt no le moleste que yo diga eso porque en realidad en esa orquesta yo fui de los fundadores… desgraciadamente no me ven en la fotografía esa que tenemos allá porque yo estaba ese día de refunfuñón y no me dio la gana de retratarme y no me retraté lo cual me ha pesado enormemente … vaina de muchachos … así que yo llegué a ser, con catorce años, cabecera de los violines segundos cuando fundaron la Sinfónica Nacional.

La Sinfónica para mí fue una gran experiencia en aquella época porque empecé a tener la práctica de orquesta. Entonces había allí dos músicos, de quienes siempre venero sus memorias, que fueron dos grandes amigos: Min Pichardo y Ernesto Leroux. Estos dos buenos violinistas… que lamentablemente en nuestro país, todavía, el músico tiene que buscársela y picotear, todavía, a estas alturas desgraciadamente, todavía, el problema de la Sinfónica es muy serio porque no hay gente que se dedique a estudiar porque aquí no vale la pena con los sueldos de hambre que están pagando. Siempre he dicho que si el gobierno cogiera los sueldos que le están dando a todos esos secretarios que no hacen nada, eso es lo que debiera estar ganando un músico que sí trabaja… pero desgraciadamente hasta hoy ningún gobierno ha demostrado interés por la cultura. ¡Ninguno! Aquí el único que hizo algo por la Cultura fue Trujillo que creó la Sinfónica, el Conservatorio, todas las instituciones culturales, la Dirección General de Bellas Artes, todo lo hizo Trujillo porque aquí no había nada… Para empezar hasta el Himno Nacional lo oficializó Trujillo, después ningún gobernante ha tenido ningún interés en el desarrollo. Se mantienen las cosas para decir que hay. Hay Sinfónica, hay esto pero … (¡^^”+ª!) El colmo está en que la Sinfónica no tiene un local donde ensayar. Hasta ahí llega la gravedad de la situación… ¡Bueno!… ¿Por dónde andaba yo que me fui un poco de la pregunta tuya?

P Andábamos por la relación suya con la Sinfónica y usted iba a comenzar a hablar de dos buenos amigos suyos que tocaron en la orquesta.

R ¡Ah sí!… te hablaba de Min y de Leroux. Ellos picoteaban en un programa en la HIZ, allí en la Avenida Mella, con el conjunto típico de Tito Martínez; allí interpretaban danzones, danzas, merengues, de todo. Entonces, yo iba siempre después de comida, arrancaba para allá y tocaba en lo que ellos estaban jorungando y hablando, o dándose sus tragos de algo que fabricaban. Y ahí aprendí yo a tocar pizzicato con dos dedos como en la guitarra porque me lo enseñó Min Pichardo, lo cual me vino divinamente bien para tocar el pizzicatode Chaikovski. Esa fue una de las cosas muy importantes que yo siempre digo que me beneficiaron en mi carrera, la cantidad de música popular que yo he hecho en la vida. La música popular te crea un sentido del ritmo muy estricto, no puedes variar porque te atraviesas. Yo siempre he dicho que hay dos clases de música: la buena y la mala. Hay música popular muy buena. No sé si tú sabes que yo le puse frac al merengue tocándolo en la Sinfónica, porque creo en eso. A mí me atacaron mucho, como siempre. Es muy bueno atacar a Carlos Piantini porque sales en la prensa porque atacaste a Carlos Piantini, pero yo he actuado siempre con la conciencia de que lo que he buscado siempre es lo mejor que yo puedo dar y he pedido a quienes han trabajado conmigo lo mismo. Siempre pido lo mejor. Yo hago una obra y siempre sale con lo mejor que yo puedo. No digo que eso esté bien y tampoco que está mal, pero eso es lo mejor que yo lo hago. Así hago mis decisiones. No me baso en familia, en amistad, nunca he creído en eso ni mucho menos en nacionalismos. Ese es el punto de vista más estúpido para el desarrollo de un país.

Así que aquella fue mi primera etapa en la Sinfónica. Ahora también recuerdo una anécdota de aquellos primeros tiempos. Una noche, cuando se estrenó la Rapsodia para piano de Luis Rivera, que entonces se llamaba Generalísimo Trujillo, si mal no recuerdo eso fue en un club militar que existía frente a la Fortaleza Ozama, y Trujillo, que era un gran amante del merengue, quedó encantado con la obra y al terminar de tocarla hizo que brindaran champagne para toda la orquesta. Con aquella euforia, después de todos los brindis, un grupo de amigos me enrolaron para ir a dar serenatas, tenía yo entonces como quince años. Y entre el relajito de la serenata he llegado a mi casa casi amaneciendo y ya papá estaba trabajando porque papá y mamá vendían leche y se levantaban como a las cuatro de la mañana. Cuando yo llego, que me doy cuenta del disparate que he hecho. No sé, pero tocamos como cuarenta serenatas. Llego a mi casa, papá me mira y me dice “vete a acostar que debes estar cansado” y yo dije “ah, pero me salvé, está bien”. Me voy a acostar y al otro día había un gran baile con la orquesta de Luis Alberti que venía de Santiago, que para nosotros en aquella época hablar de la orquesta de Luis Alberti era como decir “viene Papá Dios para acá a tocar”. Yo estaba cenando en mi casa, ya con mi esmoquin tropical, muy que sé yo qué y veo a papá que mete un pan entero dentro del chocolate. Me acuerdo porque nunca lo había visto haciendo eso. El pan entero, lo cogió empapado en chocolate, se paró y me lo tiró en el pecho y allá fue entonces el regaño: “Mire muchacho, cómo se atreve usted a pensar que va a salir, usted tiene un mes entero que no va a salir de aquí. Un hombre decente no permite que el sol le agarre en la calle”. Bueno, se me fracasó mi baile y estuve “trancado” un mes.

Después de esa época vino algo muy importante para mí. Apareció primero la posibilidad de una beca para ir a estudiar violín en Chile, pero eso no pudo ser; entonces, papá me dijo: “No te apures, yo te llevo”. Y teníamos una casita y esa casita papá la vendió para llevarme a estudiar violín a México. Así que tú te imaginas los que significa para mí mi padre. Teníamos una casita en la Casimiro de Moya y esa se vendió para nosotros ir a vivir a México. Eso fue en 1954 y fue una etapa de desarrollo. Ya en México, donde pasé casi cuatro años, tuve un desarrollo mucho más serio y al regresar aquí Trujillo me nombró Concertino de la Orquesta Sinfónica Nacional. Entonces el Titular era Caggiano. El pobre, recuerdo que una vez se dio una caída aquí y fue fatal porque quedó cojo para el resto de su vida, entonces yo le decía “el cojo director”. Yo lo quería mucho a él, mucho, mucho y fuimos grandes amigos.

Aquí también tuve el placer de trabajar en esa época con Montelly quien fue miembro del Cuarteto de Roma, en Italia… ¡Ah! Y otra cosa que se me olvidaba… tan importante… Mi debut como solista con la Orquesta Sinfónica Nacional había sido un tiempo atrás, cuando yo tenía como quince años de edad

Y fue interpretando el concierto de Mendelssohn bajo la dirección de Casal Chapí. De ese día guardo un recuerdo muy gracioso. Termino la cadencia del primero movimiento y entra la orquesta y yo muy feliz porque la cadencia me había quedado muy bien y cuando el violín tiene que entrar otra vez yo sigo muy tranquilo y oigo a Casal Chapí que me tararea la parte del violín, pero yo estaba tan encantado que no me daba cuenta de que tenía que entrar. Y no fue hasta que escuché el pie que da la orquesta, un poco más adelante, que me di cuenta que debía seguir tocando. Ese fue un accidente que me pasó y otro fue tocando en la Universidad Autónoma de Santo Domingo. Tenía yo el sol en la cara, era en el Aula Magna donde entra el sol por unos ventanales grandes que allí hay y estaba tocando la Chacona de Bach y de pronto, mientras estoy tocando me digo: “Bueno, si esto ya lo toqué” y así comencé a repetir como en un círculo vicioso y no sabía como acabar aquello. No me acuerdo cómo fue que salí, pero salí y, gracias a Dios, aquí estoy si no allí estuviera tocando todavía el mismo fragmento de la Chacona.

Después de esta época como Concertino de la Sinfónica me fui a Nueva York y fue el período más largo que estuve fuera, desde el 54 que me fui hasta el 62 que volví al país que me invitó Simó a tocar el concierto de Beethoven. Toqué mi concierto y Simó me dijo: “¿Y por qué tú no diriges?”

Tú sabes que Manuel Simó era un hombre muy especial. Él sabía que era compositor y estaba buscando siempre quien dirigiera en la Sinfónica, él nunca tuvo problemas con eso, él invitaba muchos directores para que trabajaran con la Sinfónica. Manuel Simó hizo una labor muy importante en la vida de esta Orquesta. Desgraciadamente, no se le dio nunca el verdadero valor, porque como ya te dije nuestros gobiernos nunca han tenido conciencia de lo que es la vida nuestra, de lo que significa para un país el nivel cultural. Hay una cosa muy importante, un país muestra su calidad según la calidad de su orquesta sinfónica, ese es el termómetro para medir la calidad de un país. La calidad humana, la calidad de cultura se puede medir según su orquesta sinfónica. Un buen país, sólido de cultura no permite que tengamos una orquesta como la que tenemos nosotros donde nos faltan músicos, que no tiene esto que no tiene lo otro, que no tiene local. Eso te indica a ti la pobreza de mentalidad de las áreas gubernamentales. Pero en todos los gobiernos, Balaguer, este señor que está ahora gobernando, todos los gobiernos han sido igual, ninguno ha tenido ni la noción más ligera de lo que es cultura para un país. Nunca le ha interesado, eso no gana votos. Eso gasta dinero y no gana votos.

Así que entonces yo estaba hablando de Simó … Bueno, vengo al año siguiente y dirijo mi primer concierto con la Sinfónica. Me acuerdo como si fuera ahora que estaba el Maestro Fello Ignacio en el primer ensayo. Hice la overtura El Carnaval romano. Entonces me dice el Maestro: “Carlitos, pero tú debieras dedicarte a la dirección porque tú eres un director muy natural”. Entonces preparo mi concierto…

P ¿Con quién estudió Ud. para ese concierto?

R Con nadie, yo solo. No te olvides que ya yo estaba en la Filarmónica de Nueva York y allá yo tenía la mejor escuela de mi vida, que fueron esos quince años dentro de esa orquesta con los más grandes músicos del mundo. Tocando con ellos, haciendo música con ellos. Aprendí mucho… Tú te fijas como es mi técnica de ensayo. Aprovecho el tiempo. Yo soy una persona que trabajo basado en disciplina. Tengo un sistema de trabajo que aprendí siendo músico en la Filarmónica. Aprendí que es lo que no se puede hacer. Por ejemplo, estamos tocando un pasaje y tu llegas y me tocas un si bemol en lugar de un si natural, yo no te digo nada porque yo me imagino que tú te diste cuenta igual que yo de que tocaste una nota mala. Yo vuelvo y lo repito y vuelves y me haces el mismo error. Entonces yo digo: “Maestro, corrija eso porque no debe ser un si bemol, debe ser un si natural”. Y el músico dice: “!Ay! perdón Maestro, es que no me di cuenta”. Porque yo siempre creo que el músico debe tener un sentido de que está haciendo música de cámara, debe escuchar a los demás.

Bueno, aquella vez terminé mi primer concierto como director y le dije a Manuel Simó: “Maestro, me gustó, me gusta la cosa”. Al año siguiente volví e hice tres conciertos.

Por aquellos años se creó en los Estados Unidos la Liga de Orquestas Sinfónicas y todos los años se preparaban unos cursos de verano en los que se daban Master Clases para Directores. Aunque yo no era un Director formado conseguí mediante algunas conexiones en la Filarmónica de Nueva York que me aceptaran en esos Master Class. Ahí vino Hans Swarovsky y en una de las clases me dijo: “Yo no sé que hace usted tocando el violín, porque usted es un director natural”. Con eso me envenenó. Eso fue en el 1969. Me envenenó la mente.

Hice mi debut con la Filarmónica de Nueva York dirigiendo el Réquiem de Verdi y ya en 1971 no aguanté más y pedí un permiso, una licencia sin sueldo por un año para irme a estudiar a Viena con Hans Swarovsky y allá me sucedió algo muy gracioso.

En Viena recibí una carta de la Filarmónica cuando faltaban seis meses para que se cumpliera el permiso que ellos me habían dado. Me decían que necesitaban saber si yo iba a regresar o no para poder contar con la plaza que yo tenía allá como violinista. Si yo no iba a regresar ellos tenían que poner a concurso aquella plaza. Tenían que poner a funcionar la maquinaria para poner mi puesto a oposición como siempre se hace allí.

¡Tremenda decisión! Un hombre con cuatro hijos, una mujer, sin entradas, sin seguros, sin nada. Decidir si iba a dejar una cosa tan sólida como la Filarmónica de Nueva York donde yo tenía seguro de vida… ¡Bueno, todo!… Porque ya al llegar a una orquesta de esa categoría tu tienes el resto de tu vida garantizado. Una pensión muy sólida y todo eso… y yo me senté entonces y le dije a mi esposa de aquella época y a los hijos míos que estaban allí, todo lo que estaba sucediendo y todos me respondieron, especialmente mi esposa, que aquella era una decisión que ellos no podían tomar por mí, pero que cualquier determinación mía, fuera cual fuera, ellos la iban a respaldar. Después de eso me acuerdo que esa noche me quedé sentado a oscuras en la sala mía en Viena y me quedé dormido y en el sueño… Yo nunca me acuerdo de los sueños, el 97% de las veces que yo sueño no me acuerdo pero de ese sí me acordé … Lo vi clarito como si estuviera pasando en realidad. En el sueño regresé a la Filarmónica y la cara de burla de los músicos y el choteo porque yo había fracasado me despertó. Entonces le dije a mi mujer: “!Renuncio!”

Hice mi carta, me acuerdo como si fuera ahora, y cuando la eché en el buzón sentí como el exorcista. Respiré y sentí que era libre y hasta el sol de hoy nunca me ha faltado trabajo. Por suerte.

Estando en Viena, Peter Morales me ayudó mucho para que Balaguer me nombrara embajador cultural ante las Naciones Unidas porque nosotros no teníamos sede diplomática en Austria. Ese fue entonces mi único sustento, no era mucho dinero pero algo servía. Estábamos todos allá, menos una hija que se quedó en Estados Unidos porque tenía amores con su actual esposo y no quiso irse a Europa.

En 1973, cuando terminé mis estudios en Viena, Balaguer me nombró Director del Teatro Nacional, fue entonces cuando regresé al país nuevamente.

Como Director del Teatro Nacional traté muchas veces de que la Orquesta Sinfónica Nacional se mudara para el Teatro. Pero Simó nunca quiso. Si entonces se hubiera hecho eso nunca nadie le hubiera podido quitar esa casa a la Orquesta. No sé, parece que en eso Simó no confió en mí. Quizás pensó que yo me iba a quedar con su trabajo o lo que fuera y no pasó así y ya tú ves como estamos más de veintiséis años después, ni siquiera tienen donde ensayar.

En mis años de Director del Teatro, además de las temporadas que Simó hacía, yo tenía una temporada con la Sinfónica en el Teatro Nacional que yo patrocinaba, donde yo dirigía la mayoría de los conciertos. Traía directores invitados, solistas; una cuestión pequeña de tres o cuatro semanas.

Yo tuve en esa época una asociación muy directa con la Orquesta. Dirigí la primera ópera, fue La Traviata, y pedí un poco más de dinero para los músicos porque yo les estaba poniendo un poco más de trabajo y los sueldos en esa época realmente eran vergonzosos, como lo son hoy. Menos mal que hoy está la Fundación que da una ayuda. Es increíble que a estas alturas del juego estemos así.

Aquí hay más Subsecretarios de Estado que en China, un país que tiene doscientos y pico de millones de habitantes, esto es una cosa que es un chiste, un chiste de mal gusto diría yo.

Conseguimos entonces en aquella época algún dinero para hacer aquella primera Traviata en el Teatro Nacional y me vanaglorio de que durante los años en que yo fui Director del Teatro Nacional tuve una relación muy fuerte con la Sinfónica. Presenté veintiocho funciones de ópera en siete años. Hice en un año una temporada de ópera e hice cuatro óperas consecutivas. Con aquello se perdió hasta la camisa pero lo hicimos.

Después vinieron más de veinte años en los que no se pusieron óperas hasta que en el período de Natacha volvieron a la escena. Ella, Natacha, yo considero que ha sido una gran Directora del Teatro. Ha sido una mujer con una cultura muy sólida. Ella me llamó para que le preparara las puestas de esas óperas que se pusieron en estos últimos tres años.

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Manuel Del Cabral

April 16, 2019 By dillon Leave a Comment

MANUEL DEL CABRAL

EN LA POESÍA DOMINICANA

FERNANDO UREÑA RIB

 MANUEL DEL CABRAL EN LA POESÍA DEOMINICANA

 

La poesía sonora y luminosa de Manuel del Cabral entraña aspectos físicos, sensuales junto a otros metafísicos y que alcanzan lo social y político. Esta ligazón con  lo terreno, lo espiritual, lo carnal, lo humano (doloroso o placentero) es  lo que hace que su poesía trascienda y ascienda hasta niveles muy altos de desarrollo espiritual. Su poderosa capacidad descriptiva pende de un lenguaje profundo, rico y de una observación alerta a la realidad circundante.

 

Fernando Ureña Rib

 

 

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TRÓPICO PICAPEDRERO.
“Trópico Negro”, (1942)

Hombres negros pican sobre piedras blancas,
tienen en sus picos enredado el sol.
Y como si a ratos se exprimieran algo…
lloran sus espaldas gotas de charol.

Hombres de voz blanca, su piel negra lavan,
la lavan con perlas de terco sudor.
Rompen la alcancía salvaje del monte,
y cavan la tierra, pero al hombre no.

De las piedras salta, cuando pica el pico,
picadillo fatuo de menudo sol,
que se apaga y vuelve cuando vuelve el pico
como si en las piedras reventara Dios.

Dentro de una gota de sudor se mete
la mañana enorme -pero grande no-.
Saltan de los cráneos de las piedras chispas
que los pensamientos de las piedras son.

Y los hombres negros cantan cuando pican
como si ablandara las piedras su voz.
Mas los hombres cavan, y no acaban nunca…
cavan la cantera: la de su dolor.

Contra la inocencia de las piedras blancas
los haitianos pican, bajo un sol de ron.
Los negros que erizan de chispas las piedras
son noches que rompen pedazos de sol.

Hoy buscando el oro de la tierra encuentran
el oro más alto, porque su filón
es aquel del día que pone en los picos
astillas de estrellas, como si estuvieran
sobre la montaña picoteando a Dios.

 

 

FECHA DEL SEXO.
“Sexo y alma”, (1948-1956)

Dios terrestre, plural como el verano,
trampa por donde llegan el espacio y el tiempo,
catedral de secretos sorprendidos,
tu, solo y todo, sexo.

Lo demás…
un montón de cuchillos en los ojos,
unas viudas por tí resucitadas,
un enfermo que ruega
que no laven las ‘sabanas del lecho
sucio de primavera violentada,
y el sesentón sentado en sus horarios
para que en sus arrugas caigan besos
sonoros y redondos como monedas tristes
y el narcisista
que una novia tiene en cada curva
de su cuerpo que es todo, todo sexo,
y se besa y se cuida
como un número terriblemente solo.

Ahora está lloviendo pueblo adentro,
y es materia no simple
la de la costurera que cantando parece
que va cosiendo por sus huesos nombres,
y va llenando el aire de cosas masculinas:
amuletos de Juan, bueyes de Pedro;
pero, de las nieblas llegando,
sólo es Guaco,
el campanero que le llena el cuerpo
de la boda imposible de los pájaros,
porque es Guaco:
animal dulce como un fruto a tiempo.

(…)

Es que también sabemos
que cuando de tu trampa inevitable sale el tiempo,
el aire crece como un hombre;
sin embargo sólo toma altura…
sólo cuando se pone del tamaño de un grito.
Pero callemos,
que la madera grita en primavera.

 

 

TIERRA.
“De este lado del mar”, (1948)

Tu que estás en mi sangre como un ave que nunca
se termina de ahogar. No siempre
tú cabes en la pobre presencia de las cosas.
Nadador de mis venas, relojero sin tiempo
que en mi pecho golpeas.
Hace ya muchso años,
vendedores de agua sobre burros dormidos
madrugaban contigo por la calle entre sueños,
despertabas errante cantando
como cuando trasnochas
en la guitarra inútil como el cielo.

Y hace hoy mucho tiempo, yo decía:
Los hombres no comprenden
que por ser malos…
no comprenden…
Son los mismos que u día se me quedaron claros
porque yo los lavaba con preguntas de niño.

Y sin embargo, oh, mano,
por ti spoy ya como los otros hombres.
Siento como me empujas
sobre la larga herida de la calle.
Es pequeña tu vida mano humana que tienes
una peseta frente a las estrellas…

Ahora comprendes que te pesan los tiempos,
América te espera como carne de boda.
Pero, ya ves, aquello me crece ya hacia dentro.

Déjame que te ponga mi frente entre tus dedos.
Tú que eres siempre, mano: tierra suelta del hombre.
Déjame con tu herida,
que la sangre que sufre siempre es ala.

 

 

Selección de textos: María Belén Luaces.

 

MANUEL DEL CABRAL (1907 – 2000)



Manuel del Cabral, nacido en 1907, es considerado como uno de los más ilustres y feraces escritores dominicanos del siglo XX, poeta pasional que canta al nativismo y ensalza la figura del negro y, en general, del mundo antillano, donde lo profundo y lo misterioso habita entre los brazos de una naturaleza palpitante. En 1957 se publicó Antología clave, que reúne la producción del poeta desde 1930 hasta esa fecha de edición. En la Antología se incluyen 12 poemas negros, escrita en 1935,Pilón (1936), 8 gritos (1937), Biografía de un silencio (1940),Trópico negro (1941), Compadre Mon (1943), Chinchiná busca el tiempo (1945), Sangre mayor (1945), De este lado del mar(1948), Carta a Rubén (1951) y Segunda antología tierra(1951). En 1958 publica su cósmica Pedrada planetaria (1958). A partir de los años sesenta, Cabral comienza a intercalar en su obra americanista (La isla ofendida, de 1965, contra la política intervencionista de Estados Unidos) otras de carácter más espeso, como 14 mudos de amor(1962). Siempre en conexión con las nuevas formas de expresión, publica en 1970 Sexo no solitario (1970) y Égloga del 2000 y otros poemas (1970). Como novelista, Cabral destacó en El escupido (1970) y El presidente negro (1973).

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Guillo Perez

April 16, 2019 By dillon Leave a Comment

GUILLO PÉREZ

UNA VISIÓN POÉTICA DEL PAISAJE

FERNANDO UREÑA RIB

 

GUILLO PÉREZ  escudriña el paisaje y lo reconstruye a partir de una serie de símbolos que propios de su cultura y de su pueblo. La palma, la caña, la choza campesina y sobre todo el gallo de pelea, son tomados como elementos compositivos que cimientan sus estudios cromáticos.  Sin el más leve asomo de temor, los azules de cobalto se arrojan irreverentes sobre amarillos de cadmio, sobre rojos alizarinos, sobre verdes que parecen sacados directamente de la mar turquesa.

Cada obra es, pues, un planteamiento de posibilidades infinitas.  El contraste luminoso de las formas no es secundario a la elección de su temática, casi siempre bucólica, cálida, tropical y etérea.  Más que el paisaje, Guillo Pérez pinta las reverberaciones del paisaje, las ondas de calor en las que el paisaje vibra, se estremece y canta.

Se trata, por tanto, de una cierta “poética” del paisaje. El pintor ha abandonado los gruesos empastes de sus pinturas de postguerra y en la madurez optó por una materia más trasparente en la cual el énfasis es puesto en los aspectos gestuales de la imagen. Ahora no es el gallo el que canta, el que canta es él.

Fernando Ureña Rib

 

 

GUILLO PEREZ

 

Cursó estudios de pintura y se graduó en la Escuela de Artes de Santiago de los Caballeros en el año 1950. Prefiere el óleo sobre tela, usando espátula para lograr fuertes empastes. Su estilo es expresionista-abstracto.

Actualmente trabaja en un estilo más estructurado, ordenando en la tela símbolos reconocibles. Temas tratados: monumentos coloniales, (monumentos de Jerusalén), marinas, figuras, paisajes, flores, hojas de plátanos y gallos. Ha realizado treinta exposiciones individuales en la República Dominicana y en el extranjero, y a la vez ha participado en exposiciones colectivas internacionales. Sus temas de los ingenios (carretas, bueyes y caseríos) permiten una visualidad contemplativa y poética de impresionante luminosidad del ambiente.

 

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Josep Gausachs

April 16, 2019 By dillon Leave a Comment

JOSEP GAUSACHS

UN CAMINO ENTRE LO BELLO Y LO ESENCIAL

FERNANDO UREÑA RIB

 

Veintitrés años después de su muerte José Gausachs deja sentir su influencia en las artes plásticas dominicanas, sin dejar de ser para muchos un “gran desconocido”.. JoséGausachs nació en Barcelona en 1889, viviendo por tanto el inquieto mundo del café Els Quatre Gats donde se dijeron y ocurrieron tantos asuntos importantes para el arte del Siglo XX.

Gausachs fue alumno de Felix Mestres y en cierto sentido de Nonell, formándose académicamente en la Escuela de Baixas y en la de La Lonja, adonde también acudía el uruguayo Joaquín Torres García.

Era el tiempo de los debates entre los fauvistas y cubistas y Gausachs pudo hacer algunos viajes a Paris. Luego de recibir una herencia familiar pudo dedicarse exclusivamente a realizar el arte creativo y puro que tenía un mercado limitado y aún no abierto por ser precisamente un arte nuevo. Sus exposiciones de aquel tiempo tuvieron escaso éxito.

Después de iniciada la Guerra Civil Española en 1936, encontramos a un Gausachsdeslumbrado por la diafanidad tropical de Santo Domingo. Aquí trabajó durante años dejando una obra cálida, vibrante y trascendente que hoy se encuentra esparcida por diversas colecciones y países. La Galería de Arte Moderno presentó, el 27 julio de 1977 unas ochenta piezas de este genial artista, al cumplirse 23 años de su muerte.

Sobre la obra de Gausach realizada en Santo Domingo el conocido crítico español Juan Perucho ha dicho:

“El gran artista que fue José Gausachs se pone inmediatamente de relieve y toda la gracia incisiva y perfumada de su arabesco estremece las bancas superficies del papel. En muchos casos se trata de verdaderas obras maestras concebidas como obras de intención totalizadoras. Hay nervio, fuga, pasión arrebatada en el contorno de las cosas y un instinto fabulosamente seguro. La riqueza cromática es sorprendente, instigada tal vez por el mundo palpitante y cálido que Gausachs tenía y contemplaba diariamente.”

Con esa misma chispa vibrante Gausachs tocó casi todo tema pictórico y utilizó casi todo medio plástico. Como maestro, Gausachs “enseñó a ver” a artistas de la talla de Gilberto Hernández Ortega y Clara Ledesma, e incluso a la más joven Ada Balcácer y les hizo conscientes del mundo fascinante, lleno de magia y misticismo de la negritud antillana. Esa idea esencial del arte dominicano, esa poseía secreta que se respira en el Hernández Ortega primero y único y que trasciende de igual modo en la obra de Iván Tovar.  Esto es, en suma, un aporte fundamental que hace Gausachs a la plástica dominicana.

Su estilización de la mujer negra está cargada de ritmo interior, sin ser jamás “folklórico” De hecho, una afirmación suya hecha hacia 1952 revela ese sentido: “Muchas veces ni siquiera mirola modelo, solo su presencia me basta y me es necesaria.”! Así Gausachs llega la vibración humana que le produce la presencia del modelo y siente y reproduce otra verdad vital, más profunda y esencial y por tanto más permanente y bella.

La exposición Conmemorativa de Josep Gausachs es un homenaje necesario que nos permite ver reunidas una importante parte de su obra y juzgar la hondura y preciosidad de su vivencia antillana. Las generaciones de artistas jóvenes que se acercan al panorama del arte dominicano actual no podrán dejar de analizar a este maestro formidable del arte universal. 

Publicado en el suplemento de artes y letras del Listín Diario el sábado 23 de julio de 1977

 

 

 

FICHA DEL MUSEO

 

Nació en Barcelona en 1889 y murió en Santo Domingo en 1959.
Estudió en la Escuela de Baixas y en la Escuela de Bellas Artes de Llotja de Cataluña. Terminado sus estudios Gausachs marchó a París. En Montparnasse, donde bulle la revolución de los “ismos”, se instala Gausachs en estrecha convivencia con los más conocidos artistas de entonces: Modigliani, Gagallo, Utrillo, Juan Gris, de Chirico, Foujita, Picasso, Marquet, Braque, Marc Chagall. En este ambiente vivificante y estimulante, Gausachs se nutre de la savia renovadora latente y un espíritu inquieto y curioso. Participa en todos los movimientos artísticos que se producen. Así del impresionismo pasa al cubismo, al dadaísmo, al surrealismo, al expresionismo, al neo-expresionismo.
Cuando el General Franco ganó la guerra, Gausachs decidió nuevamente abandonar España, llegando a la Republica Dominicana en 1940 tras haber pasado por la experiencia de estar prisionero junto a sus hijos en un campo de concentración en Francia.
Fue nombrado profesor de la Escuela Nacional de Bellas Artes desde su fundación, y en 1946 fue designado Sub-Director de la Academia Estatal Dominicana.
Según expresa Jeannette Miller en su libro “Arte Dominicano, Artistas Españoles y Modernidad: “José Gausachs Armengol, fue, entre todos los artistas españoles exiliados , la figura más importante para la plástica dominicana. Su integración al país fue total y su enseñanza, determinante en las generaciones artísticas que lo siguieron”. “A lo largo de los casi 20 años que vivió en Santo Domingo, José Gausachs se convierte en el gran maestro del arte dominicano. Su integración se llevó a cabo a través de la absorción de los elementos étnicos, geográficos y culturales que definen el país. La negritud, como factor del arte moderno de principios de siglo , fue una condición que Gausachs trabajó en sus pinturas y dibujos; igualmente la luz tropical que excedía la mera captación de la realidad y se convertía en símbolo, iluminando sus paisajes donde la naturaleza casi selvática y el mar omnipresente juegan un papel determinante”.

Notas tomadas del  MUSEO BELLPART

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