• Skip to primary navigation
  • Skip to main content
  • Skip to primary sidebar

Latin Art Museum

  • Artists
  • Art Of Auto
  • Art of Beauty
  • Art Of Health
  • Art of Marketing
  • News

dillon

Ramon Oviedo

April 16, 2019 By dillon Leave a Comment

RAMÓN OVIEDO

Y LAS HUELLAS DEL FUTURO

ARMANDO ÁLVAREZ BRAVO
Crítico de Arte/El Nuevo Herald

 

En 1982, el crítico de arte y museólogo cubano José Gómez Sicre, una de las figuras claves para el reconocimiento internacional y el actual protagonismo del arte latinoamericano, afirmó que el pintor dominicano Ramón Oviedo era uno de los grandes maestros de ese arte.

Dos décadas y dos años después de su formulación, el juicio de Gómez Sicre mantiene su plena vigencia. Nadie puede discutir ese protagonismo al creador incesante cuya producción fue reconocida por el maestro Rufino Tamayo. El rango que ostenta Oviedo en nuestra plástica es producto de varios factores, constante de su quehacer.

Esos valores son su imaginación, su oficio, su profundo apego a la aventura humana en todas sus dimensiones y su increíble capacidad de renovación. Su capacidad de prodigar imágenes renovadas y renovadoras que desarrolla y plasma con la soltura y seguridad de los artífices más consumados.

La prueba más convincente de esa insólita y excelente movilidad la tendremos si comparamos la regia exposición Persistencia evolutiva de la forma en la materia, que presentó en 1998, en Virginia Miller Galleries, de Coral Gables, y su nueva muestra en la misma galería, Huellas del futuro.

Caracterizaba la primera exposición el latido de la representación arquetípica de la conciencia social del pintor; su capacidad para, manejando formas no objetivas, poder aludir muy directamente a la realidad inmediata; y, finalmente, la imaginación. Todo lo que determinaba la fusión de misterio y evidencia.

En Huellas del futuro persisten, por supuesto, las magias con las que Oviedo funde misterio y evidencia. Pero esa magias pasan por la enorme naturalidad de cambio de la imagen que singulariza aOviedo. Métodos, técnicas y lenguaje se hacen otros desde su raíz para declarar algo nuevo, algo más que es esencial trasmitir al creador.

Entre las transformaciones de estos lienzos espectaculares, vemos que Oviedo tiende más a aplicar la pintura que a ir fijando capas de color que luego raspará en función de una transparencia en la que siempre hay una vibración erótica.

De esta suerte, los cuadros del pintor se convierten en verdaderas sinfonías cromáticas en que las formas se materializan con insólita fuerza. Pero siempre, siempre, subordinadas a un color aplicado con suprema sabiduría y dominio de los matices. Es decir, el dominio que sólo alcanzan los maestros. Un dominio que da a la pintura de Oviedo esa profundidad singular en que todo parece proyectarse o hundirse infinitamente.

En sus piezas, que proclaman el gusto final por la pintura, laten como fuerzas determinantes varias preocupaciones y convicciones de un artista muy abierto y volcado al mundo. La más esencial, desde la propia humanidad del creador: la inquietud por conocer la verdad.

“La preocupación por saber quiénes somos”, dice el pintor, “la razón de estar acá y todo el misterio que nadie ha podido descifrar, ni en cuanto a la partida, ni la llegada, ni en cuanto a la estadía, es una preocupación desde mis inicios en el arte de la plástica como profesional”.

“No soy un hombre de fe religiosa, sino un hombre que enfoca la vida desde el punto de vista científico y lógico, y lo que creo es que hay una energía que lo mueve todo y desde ahí surge la vida”, agregaOviedo. “Se nace y se muere, y ahí es donde entra el misterio, en la llegada y la partida. Por eso no sabemos de dónde venimos ni a dónde vamos, sólo creemos saber que estamos, y esto de manera individual. Esto está planteado en mi obra”.

En ese afán de conocimiento hallamos la disponibilidad al cambio que es privativa del artista. Así, dando cuenta del avance de su propia andadura y perfilando la identidad de Huellas del futuro, Oviedoafirma: “Hay mucha coherencia entre la producción anterior y ésta, lo que ha variado es el diseño de la obra. Ya no incluye una forma única gráficamente, ahora hay una serie de elementos en la superficie del cuadro, pero siempre en la misma dirección”.

Siempre ha tenido un protagonismo de primer rango el color en la producción de Oviedo. Lo maneja regiamente, pero en esta colección ese color tiene nuevas resonancias. Estas van desde su aplicación, un cambio que ya hemos apuntado, hasta el significado que le otorga el artista.

De esta suerte, el color es lo que es y es otra cosa que cada cual puede interpretar a su manera y queOviedo usa desde la suya para comunicarse. Dice el artista: “Nosotros le llamamos al color azul, azul, pero eso es una forma convencional de ponerle un nombre a esa tonalidad. Yo profundizo mucho más. No estoy lejos de decir cosas que son ciertas, que sean lógicas, que no caigan en el disparate”.

Si misterio y evidencia emanan de estas soberbias piezas, no podemos dejar de admirar en ellas esa fijeza en movimiento que sabe captar Oviedo. Es quizás la combinación de esos cuatro factores lo que otorga a estos cuadros ese más que los caracteriza. Un más en que la preocupación social del artista ha ido decantándose para llegar a estas cimas de limpidez de imagen.

En estas Huellas del futuro el creador no idealiza ese futuro, como se evidencia en Forma voraz, pieza de gran formato dominada por los rojos. La intensidad de los blancos, su voracidad, justifican una preocupación por ese mañana que avanza incontenible. Pero, si bien voraces, esas formas se cumplen en la belleza de la obra. Quizás, con la misma libertad que Oviedo la ha realizado, podemos imaginar que en ese futuro existe la posibilidad de poner fin a esas formas. Y es la belleza de que ya dan fe estos cuadros.

`Huellas del futuro’, de Ramón Oviedo, puede visitarse hasta el 31 de marzo, en Virginia Miller Galleries, 169 Madeira Avenue, Coral Gables. Horario: lunes a viernes, de 11 a.m. a 6 p.m. El 3 de marzo, de 7 a 10 p.m., se efectuará una segunda recepción de apertura.

 

CARRUAJE MISTERIOSO DE RAMÓN OVIEDO

LA OBRA DE UREÑA RIB

Filed Under: Artists

Rita Indiana Hernandez

April 16, 2019 By dillon Leave a Comment

RITA INDIANA HERNÀNDEZ

Y LA ESTRATEGIA DE CHOCHUECA

FERNANDO UREÑA RIB/ANTONIO VICTORIANO/NESTOR E.RODRÍGUEZ

 

 

 

Conocí a Rita Indiana Hernández días después de haber devorado sus poemas en una de las pocas revistas de literatura que aquí se publican. La revista, llamada Vetas, apenas circula en los alrededores de la calle El Conde y sin embargo no deja de causar ronchas por sus políticas editoriales y por su apoyo a poetas y escritores jóvenes que no tienen otro medio de ser alcanzados por la luz pública.

Una noche, en un bar no lejano del Conde, vi entrar la silueta de Rita, alta y silenciosa. Era una de esas noches de aturdimiento. El café se llamaba Ocho Puertas, en la calle José Reyes y por una de ellas la vi llegar. Pregunté a quién pertenecía aquella figura luminosa y alguien mencionó su nombre. Tenía el aire de láudano de las modelos de una antigua revista de modas francesa, La Chic Parisienne.

Otra noche, en casa de Guy Frómeta, ella me extendió una mano que descendía de unos brazos muy largos, desgarbada y feliz. Sus poemas me gustan, le dije. Admiro su manera de entrelazar las imágenes y el sentido urbano y casi vertiginoso de sus poemas. Intuí algo de tragedia quemándose y resplandeciendo en el fondo oscuro de sus versos. O quizás era una ira contenida, un resabio, una amargura desenfadada en las que dejaba caer latigazos de desdén, de humor y de ironía. En sus escritos subsiguientes advertí el mismo dolor embalsamado. Me parecía escuchar una voz nueva, una voz que nos alcanza desde lejos, desde siglos arriba, desde un cruce de fuegos entre ángeles y demonios, desde la Eternidad.

Ahora acabo de leer su última entrega: La estrategia de Chochueca. Mientras unos la califican de novela corta otros aluden que se trata de un cuento largo. Pero lo importante de este texto es la riqueza de su estudio sociológico y lo testimonial de su carácter. ¡Qué locura maravillosa y desenfrenada! ¡Qué espíritu de juventud y de caos! Lo terrible y dionisíaco, corresponde sin embargo a una decadencia minuciosamente relatada y elaborada. Los verdaderos protagonistas son el lenguaje y el ambiente sórdido y a veces cruel de una generación de dominicanos que es para muchos desconocida, extraña. A través de un lenguaje ágil, crudo y soez Rita Hernández bordea esos submundos, y nos hace merodear o nos adentra en las noches de cierta juventud dominicana.

Mientras algunos encuentran en esta historia, rastros del camino trazado por Borroughs y por Kerouac y otros representantes norteamericanos de la Beat Generation, yo encuentro en la escritura de Hernández innovaciones refrescantes. El uso del lenguaje coloquial en la literatura que ella propone manifiesta su percepción alerta y su sabiduría.

En la novela se dilata, se expande y se contrae el flujo de la consciencia de Silvia, la relatora, quien es una adolescente que busca desesperadamente maneras de liberarse del tedio que le produce una sociedad restrictiva, puritana y falsa, encubridora y ciega. En el tránsito acelerado de esa búsqueda se enamora de un malandrín, de un “tecato” que la arrastra en sus aventuras y quien la hace chocar de frente contra otro mundo, también falaz del que no hay redención posible, el mundo de las drogas y los estupefacientes. Sin perder jamás el hilo, el relato de Rita Indiana Hernández se mueve como un remolino intenso en cuya periferia gravitan el humor, la rabia, el sexo, el miedo, la desolación y la muerte. Ella se vale de una serie de anécdotas breves, aparentemente inconexas, para atrapar en sus páginas la vorágine de ese mundo alucinado.

FERNANDO UREÑA RIB

Arturo Victoriano*

Envueltos en las festividades caprinas hemos pasado por alto la puesta en circulación del última narración de Rita Indiana Hernández: “La estrategia de Chochueca”.

Rita nos coloca frente a una realidad que ha permanecido oculta para la narrativa dominicana: una parte de la juventud de los 90. Por fin ha aparecido una voz, que como pedía Miguel D. Mena, se aparta del tema Trujillo. Estamos frente a la narración urbana, frente a una narración acorde con nuestros días y sobre todo con nuestras noches.

Adentrémonos en el mundo de la Estrategia. Trataremos de ver lo que creemos que Rita quiere que veamos.

Lo primero que surge es el enfrentamiento, en la mente de la narradora, entre lo real y lo virtual, típico enfrentamiento de nuestro mundo postmoderno.

“El cuerpo deformado del muerto y sus mil versiones se me aprecia en medio de la conversación mas despreocupada, el real que quedo detrás del circulo que los vecinos y peatones hicieron alrededor de él (…) Una u otra me parecían la misma “ pág. 10. Este enfrentamiento se va a dar, a veces no tan explícito, a lo largo de la narración, como en el caso del personaje Tony T., pegado a su computadora, pelado a caco, que consigue la información “chateando con la pana”. Esto nos va a empezar a sumergir en el mundo que comparten la narración y sus amgos/as. Ese mundo donde lo virtual tiene tanta o mas importancia que lo real, pero sin excluirse uno a otra.

La Estrategia es una narración escrita en dominicano de los 90, en un socio lector determinado, pero de fácil acceso. Este uso es un uso no afectado, se nota en la naturalidad del manejo del lenguaje por parte de la autora: traqueteaban, ropita nítida, eto tipo tanfundio, ect. Este tipo de lenguaje ha sido utilizado como elemento ornamental en otras narraciones dominicanas, es aquí parte esencial de la misma, constituye, junto con el aburrimiento de la generación aquí retratada, el hilo conductor a través del cual Rita Indiana nos guía por ese submundo donde esta la narradora.

También hace acto de presencia un lenguaje muy personal que se pude notar en ciertas expresiones como: papimamirichardclayderman, catacumbescas, tecleando con un ritmo de undotré mariposita e, etc. Asi como la presencia onomatopéyica típica del lenguaje dominicano “..sigue martillando pum pum pum sobre Verdi y toda su infame Traviata..” “La camioneta da saltos tuc tuc cada metro y medio..” Este onomatopeya mete al lector en la narración, lo obliga a trabajar con todos los sentidos y a ser cómplice del absurdo.

El aburrimiento generacional viene retratado en diferentes escenarios de la obra: “Era tarde y no tenia mas de veinte pesos, pero tenia diecisiete años y me aburría insoportablemente” (Pág. 14) A ello se suma el aplastamiento que opera la ciudad de Santo Domingo sobre los personajes, esa ciudad, que, al inicio del capitulo cuatro, la narradora se sueña en llamas, envuelta en fuego purificador, aunque ella se despierte antes de que se joda definitivamente la cosa.

Aparecen también los falsos héroes, los papas que hoy pasan factura por lo de ayer”.., y tiene en la mirada esa cosas rara de los que fueron torturados en los doce años y ahora trabajan junto los torturadores.” (Pág. 69)No hay en la narración ningún dejo ideológico. “Me daba cuenta de que todo da igual, al final todo es mentira, todos queremos un carrito japonés y una piscina (Pág. 70). Es una desilusión y un aburrimiento visceral, vivido desde el interior y aguzado por un medio inhóspito que niega a ese segmento de la juventud, de la cual la narradora es parte, alguna posibilidad de redención. Por eso los pequeños o grandes delitos que intentan dar color a una existencia gris y chata (“el tumbe” de las bocinas, las drogas, la falsificación de cheques, el uso fraudulento de tarjetas de crédito..

Esos padres que han dejado los hijos, “esta gelatina absurda.. después de tanto we want the world and we Wnt It, tanta carcajada histórica, tanto Marx y compañero para esto, esta brincadera de pequeñas bestias sin idea, este mac universo en el que o te tumbas a contemplar las burbujas en el screensaver o te tumbas…

En la “Estrategia de Chochueca” asoman los múltiples talentos de esta escritora, que aunque muy joven, ya ocupa un espacio entre las autoras a tener en la mira en los próximos años.

ARTURO VICTORIANO
——————————————————————————–

Arturo Victoriano es ensayista y abogado. Reside en alguna parte del Canada.
CORTESÍA DE CIELO NARANJA

 

 

Rita Indiana Hernández y la novísima narrativa dominicana

Néstor E. Rodríguez

University of Toronto

Aunque parezca un flagrante anacronismo, la narrativa de la nación que dominó el contexto inmediatamente posterior al surgimiento de la República Dominicana en 1844 ha permanecido prácticamente inalterada como matriz retórica fundamental hasta el presente, si bien en diversos momentos históricos su manifestación exhibe matices particulares. Me refiero a la idea de lo nacional elaborada por la intelectualidad decimonónica, preocupada sobre todo por teorizar la nación desde una perspectiva hispanocéntrica que obvia otros elementos importantes de la cultura dominicana. Se puede argüir que la violencia simbólica inherente a esa matriz discursiva ha provocado una especie de colonización interna en el imaginario social, lo cual hace del contexto dominicano un espacio idóneo para el análisis de orientación poscolonial. Por ser en la época de la dictadura de Trujillo (1930-1961) que este saber adquirió su formulación más acabada, en adelante me referiré al mismo como la “ciudad trujillista”.

Frente a semejante estado de cosas, la literatura dominicana de los años ochenta hasta el presente, especialmente la narrativa, evidencia un asedio frontal a los vestigios de ese saber uniformador. La estrategia de Chochueca (2000), de Rita Indiana Hernández, forma parte de esta corriente que ha procurado complicar las variables epistémicas que sostienen la ciudad trujillista en la actualidad. En la poética literaria de Hernández, al igual que en la de sus pares en Puerto Rico (Pedro Cabiya, Juan Carlos Quiñones), Cuba (Antonio José Ponte, Jorge Ángel Pérez) y República Dominicana (Aurora Arias, Rey Andújar), es posible identificar una semiosis específicamente urbana.En efecto, al tematizar el espacio urbano y las complicadas redes socioculturales que lo caracterizan, la narrativa de Hernández aprovecha la metáfora de la ciudad como laboratorio en el cual se juega con la posibilidad de una utopía política, una utopía representada en la ciudad como espacio englobador de posiciones de sujeto diversas. En este sentido, la narrativa de Hernández parecería proponer una contundente redefinición del sujeto dominicano que apunta por igual a la conformación de un nuevo texto histórico para el Santo Domingo de hoy.

Hernández pertenece al grupo de narradores que empieza a publicar en la década del 90. Sin embargo, en la República Dominicana su obra no ha disfrutado de la atención de la crítica especializada académica ni periodística. No resulta difícil relacionar el silencio de la crítica insular sobre la producción de Hernández al hecho de que su obra ejemplifica, acaso más puntualmente que otros textos de la literatura dominicana reciente, el impulso hacia una cartografía subversiva de la identidad dominicana.

En La estrategia de Chochueca, la ciudad de Santo Domingo se convierte en protagonista de lo narrado: la ciudad funciona simultáneamente como referente y eje vertebrador para los sujetos que la habitan y que se articulan como tal en esa íntima relación de interdependencia con el espacio urbano del Santo Domingo de fin de milenio.

El personaje de Silvia domina la narración de principio a fin. El acto aparentemente trivial de la entrega de unas bocinas robadas de un concierto pone en evidencia la existencia de un Santo Domingo subterráneo y marginal habitado por identidades subalternas. Estos sujetos de la diferencia–la juventud dominicana de los años noventa de diversos estratos sociales–pugnan por afincar en el imaginario urbano a la vez que escapan con narcóticos, orgías, alcohol, música y misantropía de esa cotidianidad social que no los apercibe:

[…] siempre acababan echándonos de todos lados, no es que fuéramos tan necios, era algo en la forma de sonreír, como si con nosotros y nuestro entrar en los baños de tres en tres, nuestro besarnos en la boca hombres y mujeres, nuestro reír con la boca llena, salpicáramos a los que nos miraban con una sustancia insoportable […]. (16)

A pesar de la aparente liviandad de sus impresiones, la narradora demuestra un obsesivo afán sociológico. Cada una de sus andanzas por la ciudad capital viene aparejada por algún tipo de reflexión sobre la realidad urbana circundante y los sujetos que la integran. En ocasiones este gesto implica una postura de cinismo frente a lo histórico, mediante la cual se convoca el pasado no para reconstruirlo a través de un proceso exegético, sino para parodiar y a la vez degradar el peso de ese discurso matriz de la nación que lo sustenta como monumento. La siguiente cita es ilustrativa de esta tendencia en el proyecto estético de Hernández:

El local empezaba a llenarse de gente como a la una, chamaquitos hermosos, todavía sin barba, bailoteando en esta gelatina absurda que nos han dejado nuestros padres, después de tanto que queremos, tanto we want the world and we want it, tanta carcajada histórica, tanto Marx y compañero para esto, esta brincadera de pequeñas bestias sin idea, este mac universo en el que o te tumbas a contemplar burbujas en el screensaver o te tumbas […]. (73)

La narradora pasa juicio a la generación precedente, que en su opinión debía haber propiciado el cambio democrático y así evitar la “gelatina absurda” del presente histórico. Ahora bien, este gesto de nostalgia hacia las utopías políticas que no llegaron a cuajar en la realidad dominicana de la postdictadura viene acompañado en la imaginación de la narradora de una actitud celebratoria de la pérdida de la historicidad en el imaginario de la juventud dominicana. Este curioso contrapunteo entre la añoranza típicamente moderna de la memoria histórica y el carácter lábil, escurridizo, de la historia como archivo en la estética posmoderna se convierte en el rasgo predominante de La estrategia. Incluso se podría interpretar el alcance de esa estética en la factura de la novela como una tentativa de plasmación de la posmodernidad en la literatura, tomando como marco la realidad socio-cultural urbana del Santo Domingo de actual. Esta hipótesis de trabajo obliga a vincular la novela de Hernández a la más reciente narrativa española e hispanoamericana. Me refiero a textos como Mala onda (1991) de Alberto Fuguet, Esperanto (1999) de Rodrigo Fresán, y Tokio ya no nos quiere (1998) de Ray Loriga, en los cuales la historia se ve tamizada por sistemas simbólicos de carácter aleatorio que la emplean a su antojo como un elemento más dentro de un continuo de posibilidades estéticas.

En La estrategia la historia dista mucho de ser el elemento aglutinante fundamental en la configuración del ideal patrio que está supuesto a ser asimilado por los individuos como un principio irrefutable. Por el contrario, el pasado monumental constituye, junto a la jerga de la subcultura de la juventud dominicana y los productos de la cultura massmediática, uno de los elementos que participan en el proceso cognitivo de la narradora por la geografía urbana.

Tanto Silvia como las demás figuras que pueblan el texto constituyen subjetividades nómadas que acentúan la prevalencia de lo híbrido y lo fragmentario en sus esquemas vitales. Puede que en ese modo de representar los personajes radique el mayor acierto crítico de La estrategia. Ciertamente, la preeminencia de la discursividad social, el lenguaje callejero y la parodia de los íconos culturales en esta novela evidencian la presencia de nuevas figuraciones de los sujetos surgidos en el proceso histórico dominicano actual. Se trata, ante todo, de una literatura abiertamente subversiva que se resiste a la nulidad al conferir presencia a subjetividades históricas ignoradas por el imaginario social. Un revelador ejemplo en este sentido surge en el momento en que la narradora describe el encuentro fortuito de un grupo de turistas y un vendedor de artesanías haitiano en Santo Domingo:

Luego el haitiano en la calle que viene a ofrecerles una estatuica de madera, que mejor comprársela que aguantar esa mirada de niño que odia y que le llena a uno como de miedos el pecho, no porque un vecino me dijera que los haitianos se comían a los niños, pues eso lo superé después de que los vi construir la mitad de la ciudad con sus brazos. (17)

Silvia, en tanto paseante urbana que rastrea los signos del entorno físico que la engloba, no parece comprender en su aparentemente liviano deambular las implicaciones de irreverenciade sus desplazamientos por la ciudad: “La sola acción de andar ofrece posibilidades inevitables; se camina sin pensar que se camina, más bien tintineamos las caderas acompasando las piernas a la cadencia autómata” (10). Lo cierto es que ese acto casi reflejo del caminar por la ciudad “transforma,” como señala Michel de Certeau, “en otra cosa cada significante espacial” (110). La precisión de de Certeau, surgida de su certeza en la textura “discursiva” de los desplazamientos individuales por la ciudad, viene a cuento con la lectura de La estrategia como contranarrativa de la nación dominicana.

Para de Certeau el “andar” implica, ante todo, un “espacio de enunciación” (110). El paseante articula un texto propio y siempre cambiante sobre la superficie física de la ciudad; por medio de ese desplazamiento que no cesa, el sujeto que atraviesa la topografía urbana afinca involuntariamente su persona discursiva. El personaje de Silvia, al igual que los demás personajes de la novela de Hernández, activa este proceso por medio del cual el paseante inscribe las señas de su identidad en el texto abierto de la urbe, en este caso una ciudad atravesada por los ecos autoritarios del pasado y el nuevo orden llamado a superarlo. Esta coyuntura histórica se representa en La estrategia de diversas maneras. Una de ellas es la descripción de la ciudad de Santo Domingo como un “laberinto de pelusas” (18), en donde las connotaciones de exceso y suciedad apuntan claramente a un proceso de purgación inconcluso. Otro modo en que se dramatiza la tensión simbólica entre estas ciudades antagónicas que conforman la realidad dominicana de fin de milenio es la representación de Santo Domingo como un organismo cuya perfección es cotidianamente deshecha por los desplazamientos individuales:

Se sigue caminando hasta que todo vuelve a partirse en pedacitos inconexos, como siempre, es lo normal… la ciudad debería quemarse pero no lo hace, bullendo, silbando con una cosa de gato, de horno medieval, mantiene su sábana de locos y orangutanes, de corbatas mal amarradas y travestis que se comen un mango agarrándose las tetas, la ciudad quemándose ciega, partiéndose en pedacitos, deshaciendo su perfección intolerable. (53)

La agencia histórica conferida en la novela al personaje de Silvia como paseante urbana que mina con su paso la forzada firmeza de la ciudad pone de relieve lo que Fredric Jameson denomina en su análisis del momento posmoderno la “estética de la cartografía cognitiva” (69). Con esto se refiere, entre otras cuestiones, al modo en que el sujeto se representa su situación en el espacio tanto físico como simbólico de la ciudad. En este sentido, un “mapa cognitivo” dentro de la cotidianidad urbana sería uno en “que el sujeto individual, sometido a esa totalidad mayor e irrepresentable que es el conjunto de las estructuras sociales como un todo, pueda representarse su situación” (Jameson 70). Los personajes de La estrategia simbolizan esa forma de resistencia reservada al individuo en la esfera de lo micropolítico. En sus andares por la topografía de la capital dominicana es posible identificar un claro desfase entre el paradigma de identidad cultural surgido de la ciudad trujillista –ese que sigue vigente como santo y seña de la cultura política dominicana–, y una ciudad distinta, marcada por el entrecruzamiento de conductas, discursos y niveles de comunicación heterogéneos. Ciertamente, en la práctica de escritura de Hernández, como en buena parte de la imaginación literaria insular y diaspórica, la correspondencia tensa entre esas dos ideas de ciudad trae aparejado el cuestionamiento de los mores y la ética institucional de esa cultura unificadora que ha definido históricamente el ethos nacional dominicano.

Obras citadas:

De Certeau, Michel. La invención de lo cotidiano I: artes de hacer. Trad. Alejandro Pescador. México: Universidad Iberoamericana, 1996.

Hernández, Rita Indiana. La estrategia de Chochueca. Santo Domingo, Rep. Dominicana: Riann, 2000.

Jameson, Fredric. Teoría de la postmodernidad. Trad. César Montolío y Ramón del Castillo. Barcelona: Trotta, 1996.

CORTESÍA DE CIELONARANJA.COM

Filed Under: Artists

Andres L Mateo

April 16, 2019 By dillon Leave a Comment

ANDRÉS L. MATEO

PREMIO NACIONAL DE LITERATURA

MAIKEL RONZINO

El presidente de la Fundación Corripio, Pepín Corripio, y el secretario de Cultura, Tony Raful, felicitan al nuevo Premio Nacional de Literatura (al centro).

El Premio Nacional de Literatura 2004 ya tiene un ganador: Andrés L. Mateo. Después de hora y media de deliberaciones a puertas cerradas, las puertas fueron abiertas para dar el veredicto, que otorgaba al novelista, ensayista y articulista el más importante premio literario del país.


Aunque de carácter privado, al ser otorgado por la Fundación Corripio, el premio ha adquirido carácter oficial, ya que la Secretaría de Cultura otorga un diploma al ganador, aunque el monto en metálico es potestad de la Fundación, que este año decidió que el monto fuese de RD$ 500,000 pesos, 100 mil pesos más que el año anterior.


Entregados desde 1990, cuando se le otorgó a la vez a Juan Bosch y Joaquín Balaguer, el Premio Nacional de Literatura es una especie de ‘Premio Nobel’ local, al ser el único que no se centra en texto específico sino en la trayectoria de toda una vida.


Aunque la mayor parte de los ganadores desde la creación del galardón han accionado en el marco de la creación artística –poesía, novela, teatro, etc.-, el director de la Fundación Corripio, Jacinto Gimbernard, leyó un extracto de las bases del premio a partir del próximo año, en el cual se explica que, según definiciones de la Real Academia de la Lengua Española, asumen como literatura no sólo los géneros de ficción, sino también la oratoria, la historia y la didáctica, entre otros géneros de no ficción. En el futuro, un escritor de didáctica o un historiador podrán formar parte de las consideraciones del premio literario.


El jurado con derecho a voto estuvo compuesto por Tony Raful, por la Secretaría de Cultura; Francisco Polanco, representante de Monseñor Agripino Núñez Collado, de la Pontifica Universidad Católica Madre y Maestra; Jacinto Gimbernard, director de la Fundación Corripio; Miguel Phipps, vicerrector de la Universidad Central del Este; Diana Contreras, vicerrectora de extensión de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, en representación del rector de la institución pública; y el Padre Ramón Alonso, rector de la Universidad Católica de Santo Domingo.


El anuncio del ganador del Premio Nacional de Literatura 2004 fue hecho por Tony Raful. Poco minutos después Pepín Corripio, Presidente de la Fundación, se ponía en contacto vía telefónica con el ganador, para darles las buenas nuevas. Al confirmarse que se encontraba en Santo Domingo, se le convidó a pasar por la sede de la Fundación. Unos 15 minutos era el tiempo estimado en que llegaría, para ser felicitado personalmente por el jurado.

Al llegar, habló poco, reconociendo que es un hombre de mucho hablar, pero que se encontraba muy emocionado en ese momento. En los minutos transcurridos en la espera de la llegada de Andrés L. Mateo, los miembros del jurado y los periodistas conversaban de manera coloquial, y entre los comentarios que generaron algunas sonrisas estuvo uno del educador Jorge Tena Reyes, a la pregunta de un periodista de si alguien, con el pasar del tiempo, pudiese ganar por segunda vez este premio, a lo cual la respuesta fue que “en el Premio Nacional los visos de reeleccionismo están prohibidos”.

Los criterios del jurado


“Como en años anteriores el jurado ha decidido por su propia deliberación, íntima convicción y absolutamente a conciencia, evaluando los diferentes candidatos presentados, como ha señalado el señor secretario de Cultura, Tony Raful”, indicaba Pepín Corripio.


El secretario de Cultura afirmó que se analizaron varios aspectos para otorgar el premio a Andrés L. Mateo, “pero fundamentalmente, en este caso, el diestro manejo del lenguaje, la producción creadora del galardonado, y se tomó en cuenta también la profundidad de su pensamiento literario, entre otras cualidades”.


Raful indicó que el trabajo de elegir quien era el ganador “fue un trabajo muy difícil. Como una hora y media duramos para ponernos de acuerdo, hasta que finalmente nos pusimos todos de acuerdo. La decisión final no tiene reservas ni tiene disidencias. La decisión final fue unánime”.

Palabras del vencedor


“Mi vida es la literatura”, fue una de las pocas palabras esbozadas por Andrés L. Mateo, subsecretario de la Secretaría de Cultura, en la presentación a la prensa como ganador del premio. El escritor dijo: “una persona como yo no concibe la vida de otra forma que no sea escribiendo. Concibo la vida sólo alrededor de los libros, sólo alrededor de la palabra como instrumento de comunicación edificante”. El Premio Nacional de Literatura es “un bello estímulo y significa simplemente que hay que seguir trabajando”.


Sobre las peticiones de docenas de artistas, escritores e intelectuales que propugnaban públicamente por la entrega del premio a María Ugarte, Andrés L. Mateo declaró que espera que esas personas respeten la decisión de otorgarle el premio “en virtud de lo que el jurado significa. Hay que entender que es un jurado absolutamente incondicional, libre, que viene de las universidades, y yo no tengo la menor idea ni siquiera del mecanismo de elección.

Cuando el debate se dio yo fui el primer sorprendido, porque era la primera vez que se esgrimía la posibilidad de un Premio Nacional de Literatura ventilándose en los periódicos, y yo sencillamente me sentía anonadado, sin dejar de reconocer la calidad y el trabajo de estímulo a la obra de creación en República Dominicana que Doña María Ugarte significa. Yo pienso que esa es una decisión de un jurado y que el jurado ha tenido sus argumentos”.

María Ugarte, a esperar

“Pienso que Andrés L. Mateo ha escrito buenas cosas, aunque no está en la cumbre literaria de su carrera” -observó el novelista y cuentista Pedro Antonio Valdez- “pero otros, como María Ugarte, si ya completaron su obra, y es una buena obra. Es una lástima que el buen nombre literario de Andrés L. Mateo se presta a una situación que pueda dejar en cuestionamiento su trayectoria”. La artista plástica Elsa Núñez indicó: “Fue sorpresivo para mí” el galardón a Andrés L. Mateo, “porque estaba segura era para María Ugarte, por todo lo que ha dado al país. No es que se le quite mérito a Andrés L. Mateo, pero se lo merecía por su trayectoria María Ugarte”. Ella tendrá que esperar. Este año ya hay otro vencedor.

Maickel Ronzino

Periódico El Caribe

ANDRES L. MATEO

BIOGRAFÍA

Nació en Santo Domingo el 30 de noviembre de 1946. Poeta, novelista, crítico y educador. Licenciado en Letras por la Universidad Autónoma de Santo Domingo y Doctor en Ciencias Filológicas por la Universidad de La Habana. Miembro fundador del grupo La Isla, aparecido a raíz de la Guerra de Abril de 1965. Fue codirector del suplemento literario Coloquio, del periódico El Siglo y director de la editora de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, centro académico don-de también es catedrático de literatura. Desde 1992 mantiene la columna En el tiempo presente, en el periódico El Siglo. En 1981 obtuvo el Premio Nacional de Novela otorgado por la Secretaría de Estado de Educación, Bellas Artes y Cultos con La otra Penélope, en 1991, el Premio de Novela de la Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña con La Balada de Alfonsina Bairán y en 1994, el Premio Nacional de Ensayo con Mito y cultura en la era de Trujillo. También recibió, en 1999, el Premio a la Excelencia Periodística Dominicana por su columna “Sobre el tiempo presente”, publicada en el periódico Listín Diario.

BIBLIOGRAFÍA ACTIVA

POESÍA. Poesía I. Santo Domingo: Editora Universidad Autónoma de Santo domingo, 1969. (En colaboración con Rafael Abreu Mejía y Mateo Morrison. NOVELA. Pisar los dedos de Dios. Santo Domingo: Editora Taller, 1979. La otra Penélope. Santo Domingo: Editora Taller, 1982. La balada de Alfonsina Bairán. Santo Domingo: Editora Taller, 1992
ANTOLOGÍA. Poetas de Post-guerra/Joven poesía dominicana. Santo Domingo: Editora Alfa y Omega, 1981.
ENSAYO. Manifiestos literarios de la República Dominicana. Santo Domingo: Editora Taller, 1984. Mito y Cultura en la era de Trujillo. Santo Domingo: Editora de Colores, 1993. Al filo de la dominicanidad. Santo Domingo: Editora de Colores, 1997. Las palabras perdidas. Santo Domingo: Editora Colé, 2000.

TOMADO DE ESCRITORES DOMINICANOS

Filed Under: Artists

Amaya Salazar

April 16, 2019 By dillon Leave a Comment

LAS FIGURAS ANHELANTES DE

AMAYA SALAZAR

FERNANDO UREÑA RIB

 

 

Al contemplar las pinturas de Amaya Salazar sentimos que se nos induce a un mundo de serenos ensueños, disueltos en una atmósfera intimista, emotiva y dulce, plena de paz, pero también de anhelos. Vapores cromáticos parecen surgir de estas escenas familiares en las que reina una atmósfera de discreción.

Amaya Salazar es, además de pintora, una excelente escultora. Aunque menos frecuente al ojo público, las esculturas en bronce y las terracotas de Amaya Salazar  transpiran el mismo espíritu benévolo que busca y encuentra en ellas, feliz, el paraíso. En ambos géneros apenas se vislumbran los rostros que quedan velados por una bruma elusiva. 

 

FERNANDO UREÑA RIB

 

 

 

 

AMAYA SALAZAR CREA UN ESPACIO PARA LAS ARTES 

 

ROSA FRANCIA ESQUEA

Es natural que un pintor o una pintora aspire a que su obra trascienda, pero si él o ella se convierte en constructor para que ocurra lo mismo con la de sus compañeros de profesión podrá afirmarse que ha pasado a una nueva dimensión y logrado entonces su realización plena como persona y como artista.

Es lo ocurre con Amaya Salazar, una prominente artista dominicana que en los próximos días inaugurará una galería museo, para exponer sus trabajos y que sea el punto de encuentro con la cultura y las artes, especialmente las plásticas.

Amaya no ha escatimado recursos, esfuerzo ni tiempo para que una vieja casona, ubicada en la Zona Colonial, sea magistralmente transformada para ofrecer a los visitantes una muestra permanente de la calidad de nuestros pintores.

Desde ahí también se proyectará el arte dominicano en el exterior, porque le preocupa que el mismo todavía no haya logrado introducirse a nivel internacional de manera permanente: “Y nuestro arte tiene calidad como para ser exhibido en otros proyectos culturales con otros artistas” –sostiene–.

Ella quiere, además, que las diferentes salas que posee el local sean el espacio para las obras de artistas del exterior, de modo que puedan ser apreciadas por los dominicanos. Además, allí se llevarán a cabo tertulias, conciertos, circulaciones de libros, se brindarán servicios de consultoría en arte, y en el futuro será instalado un centro de documentación en la rama.

La inauguración de este lugar, bautizado con el nombre de “Arte Berri”, que en vasco quiere decir arte nuevo, se llevará a cabo el 10 de noviembre a las ocho y media de la noche, con sendas exposiciones, una individual de Amaya que llevará por nombre “Fusión Cromática” y una colectiva, denominada “Entre Generaciones”, con obras de los artistas Antonio Prats Ventós, Fernando Peña Defilló, Thimo Pimentel,Teté Marella, Lucía Méndez, Sasha Tebó, Ángel García, Clara Martínez, Thedy Martínez y Clara Ledesma.

Las obras suyas serán en grandes y medianos formatos, e incluyen lienzos, dibujos y esculturas, ejecutadas en óleo, bronce, tinta china y carbón, respectivamente.

En la colectiva, además de pinturas realizadas en técnica mixta, habrá piezas en cerámica y fotografías que estarán a la vista del público durante un mes.

Posteriormente, se abrirá una muestra permanente que incluirá obras de Prats Ventós, Thimo Pimentel, Yoryi Morel, Guillo Pérez y la propia Amaya; además de los artistas internacionales: Julio Larraz, cubano; Adam Straus, norteamericano; César Menéndez, hondureño y el vasco Alfredo Bikondoa.

Como Amaya no desea hacer pausas en su producción artística, al frente de la galería estará su sobrina Bingene Armenteros, egresada de la Universidad de Pensilvania, quien es graduada en Administración de Empresas, y tiene una maestría en Historia y Mercadeo de Arte, cursada en Education Christie´s, división educativa de la afamada casa de subasta de Estados Unidos.

La joven está muy feliz con esta nueva experiencia en la que podrá cristalizar su deseo de mercadear las obras de los artistas nacionales e internacionales y hacer posible que las primeras trasciendan nuestras fronteras tal y como es la aspiración de su tía.

PERFIL

De ascendencia vasca, Amaya nació en Santo Domingo en 1951; en esta ciudad inició sus estudios de arte que concluyó en España y Estados Unidos.

Ha realizado numerosas muestras individuales en la República Dominicana y en países como Estados Unidos, España, Panamá, Puerto Rico y Canadá. Asimismo ha participado en exposiciones colectivas realizadas en Francia, Estados Unidos, Israel, Italia y Canadá, además de las realizadas aquí.

El hotel Hilton, de reciente apertura en la avenida George Washington, exhibe un hermoso y alegórico mural de Amaya, quien también hace unos años pintó el obelisco en homenaje a las hermanas Mirabal. Las esculturas “Cristo Resucitado” y “Resurrección”, ejecutadas en bronce ornamentan, respectivamente, las iglesias Santo Toribio, del sector Los Ríos y San Mauricio, de La Yuca.

Obras suyas reposan en las colecciones del Museo de Arte Moderno, y Voluntariado de las Casas Reales, en el Distrito Nacional; Museo Hermanas Mirabal, de Salcedo; Admiral Club de American Air Lines, Caja de Ahorros de Vitoria, y Bilbao Bizkaia, Kutxa, de España. También en las empresas Verizon, Banco Popular Dominicano y varias instituciones de Estados Unidos.

Una extensa bibliografía, puede ser consultada para conocer la obra de esta artista, incluyendo dos libros dedicados especialmente a ella: Por los ámbitos de la luz, escrito por Myrna Guerrero y Amaya, por Marianne de Tolentino.

Por la calidad de su obra y sus aportes, Amaya Salazar ha recibido numerosas distinciones nacionales e internacionales, entre ellas cuatro otorgadas en Miami, Florida, y por el consulado dominicano en esa ciudad de Estados Unidos.

DETALLES DE LA CASA

El local de la galería Arte Berri está ubicado en la calle Hostos 105, entre Arzobispo Nouel y Padre Billini, de la Zona Colonial. Se trata de una edificación de 320 m2, que data de la primera etapa del siglo XVI.

Cuando Amaya adquirió esta vivienda se encontraba en un total estado de abandono.

El trabajo de restauración fue arduo y por etapas. Primeramente le correspondió a la arquitecta Iris Modesert hacer el diagnóstico con las consecuentes sugerencias; la más urgente era la de consolidar aquellos elementos cuyo deterioro estaba más avanzado y amenazaban disgregarse, como era el caso de las tapias de las ventanas.

Entre las recomendaciones generales estaban la de enfrentar el problema de humedad así como restablecer la condición portante y recubrir nuevamente los muros. También aplicar tratamiento antiinsectos en las áreas donde fuere necesario.

La parte operativa estuvo en manos de los arquitectos Juan Pérez Morales y María Isabel Lebrón, quienes no solamente interpretaron y acogieron las propuestas de Iris Mondesert, sino que transformaron el inmueble en una verdadera obra de arte, restaurando donde fue necesario y dejando aquellos elementos antiguos y originales que patentizan su valor histórico, como las vigas, algunas piezas de mármol donde descansan las ventanas y se dejó intacto un piso de cerámica que data de principio del siglo XIX, mientras que en las restantes áreas fueran colocadas lozas de cerámica blanca.

La casa conserva una parte del piso original, protegido por cristales, que puede ser apreciado por los visitantes; ofrece, además, un hermoso y armonioso conjunto compuesto por cinco salas, un patio, cocina, áreas de depósito y oficina, espacios donde se destacan las paredes blancas, en las que sobresalen los muros pintados de negro, los ladrillos en su color natural, así como puertas y ventanas bellamente restauradas, entre otros elementos.

 

Filed Under: Artists

Enriquillo Sanchez

April 16, 2019 By dillon Leave a Comment

TRANSICIÓN DEL POETA

ENRIQUILLO SÁNCHEZ

FERNANDO UREÑA RIB

 

Pero estaré herido

Herido de tu partida donde nacían tus ojos

y herido de tu regreso desde la lejanía

Enriquillo Sánchez

 

Ha muerto  Enriquillo Sánchez. Sobre la muerte, como un pesaroso viaje sin retornos, el poeta había escrito:

 

Es sencillo morir.

Lo solemne es morirse.

La muerte es irse muriendo.

 

En la poesía de Enriquillo Sánchez nos asalta siempre la perenne innovación de las formas poéticas. Formas que abrigan tanto sapiencia como inminencia, una vertiginosa hondura; el profundo conocimiento de la cultura desde la que parten airosas sus más intrincadas y luminosas imágenes poéticas.

 

Se trata de una urgencia visceral.  Todo es entrañable.  Nada (el deseo, la pubertad, el amor, el desafuero, la anarquía o la muerte) puede esperar instante alguno.

 

Enriquillo Sánchez escribe sin sonrojos. La acción está siempre a punto de ocurrir.

 

Se agolpa en el pecho del poeta un sentimiento que todo lo domina y luego sale a galopar y, se apropia del espacio circundante y se abalanza llevando consigo y a toda velocidad su canto lúdico, órfico o metafórico  por sinuosos y escarpados caminos donde acechan el horror mismo de la vida y su inquietante fascinación.

 

Una zoología particular, un bestiario poético salta en sus versos que de pronto son pájaro dentro de la lluvia o sapo o potro, o cocuyo o marsupial,  no importa.

Tampoco tuviste tiempo

ibas y venías por la noche de ceniza y humo

como un animal de lluvia herido por la espadaá

 

Ahí está con un relámpago en el pecho la lúcida pantera. Y es el hombre, el tíguere acicalado y descalzo que se tongonea y extiende su mano para alcanzar el pezón o la cadera de una hembra que pasa furtivamente por la Ovando cimbreándose, cimbreándose.

 

Y esa sensualidad, instintiva, animal, sudorosa, también es urgente, sin pudor, sin ropajes:

Hora de tu pájaro inmóvil en el viento.

O bienUn signo de sensualidad que se abraza al espanto, a la locura, a veces a la muerte. “Me voy/ no dejo amigos…. Así potro de frío/”

 

O bien una sexualidad álgida que se regodea en el juego de palabras, sin excluir  sentencias en las que el mundo representa una negación de la felicidad.  La subversión es permanente.

 

Hay que asaltar el Estado

y despedirlo sin piedad en la vía pública..

 

Hay que asaltar el orden público

y disfrazarlo de payaso a las cinco de la tarde.

 

El amor es entonces el único antídoto contra los males de la sociedad, del mundo.

 

Me hundí en su palabra y su cadera

porque en su palabra y su cadera

se hundía el mundo ciego.

 

Y ese amor ( por la isla, por la naturaleza, por la mujer) está presente en toda su obra que se distancia o se aproxima, que se hace viento o tempestad, que se hace lengua o pájaro o fósforo o fuego y va inundando (con audaz y sacra irreverencia) todo el campo poético de Enriquillo Sánchez.

 

 

 

Fernando Ureña Rib

 

 

REMEMORANDO AL POETA ENRIQUILLO SÁNCHEZ

José Saldaña

 

Un grupo de poetas e intelectuales solíamos reunirnos en un enorme salón de la Facultad de Odontología de la UASD.  Corría el año de 1969.  Entre los contertulios, recuerdo especialmente al poeta Enriquillo Sánchez.  Junto a él, los bardos Enrique Eusebio, Norberto James, Andrés L. Mateo, Tony Raful, Mateo Morrison, Alexis Gómez y Jimmy Sierras.  Eran los días en que se gestó el Movimiento Cultural Universitario (MCU) y comenzaba a despuntar con fuerza la literatura de la posguerra.  Cada poeta traía su fajo de poemas bajo el brazo y los leía con cierta unción, como si asistiéramos a un verdadero ritual del arte y la poesía.

Enriquillo, en esa época, estaba dirigiendo la sección de Historia del MCU y yo hacía las veces de su secretario.  Trabajar junto a él me sirvió de mucho, porque se trataba de un escritor maduro, muy preocupado por los problemas sociales del país.  Así fue como conocí a un ser sencillo y amable, pronto para sonreír y estimular a los que se le acercaban.

Su comprensión de la literatura y de la historia no se alejaba de su comprensión de la sociedad, sino que se emparentaba.  En su discurso, y en sus ensayos,  la realidad social y la filosofía eran uña y carne.  Enriquillo dominaba ciertamente el arte y el oficio del escritor.  Su prosa es fluida, ágil, plena de imágenes y de una poesía envolvente que nos seduce como canto de sirenas.  Los denominadores comunes a sus escritos eran siempre la sinceridad, la claridad y la precisión.  Sus columnas eran esperadas con gran interés por toda la intelectualidad dominicana.  Todos corríamos a devorar la exquisitez y los nutrientes de aquellos jugosos bocados para el intelecto.  Enriquillo escribía con deleite, con una pluma apasionada  y certera.

Consciente de los discursos de la globalización y de los de nuestra  propia insularidad, Enriquillo Sánchez  mostró siempre una estrecha solidaridad con el hombre dominicano y con la necesidad de preservar su cultura e identidad.  Su lucha, desde aquellos días lejanos del MCU, era por la dignidad.  Su intención era que todos alcanzáramos una vida digna.  Y fiel a ese propósito, a esa motivación, la vida de Enriquillo Sánchez fue la de un intelectual íntegro.  Sin otras pretensiones que las de hacer comprender a sus conciudadanos el papel que debía asumir el Estado en los temas de la justicia, la educación, la cultura y el desarrollo integral de los dominicanos.

Tanto en la poesía, como en el ensayo,  Enriquillo Sánchez se nos revela como un gran innovador del lenguaje y del giro poético. Su pluma no se amedrentaba frente a ninguna fuerza opresiva.  Ese arrojo y valentía son poco frecuentes en la poesía contemporánea.  Su partida hacia el infinito nos deja un gran dolor a todos quienes lo conocimos y lo tratamos. Pierde la literatura dominicana a un escritor que estaba en pleno ejercicio y en el apogeo de sus facultades intelectuales. Pero subsiste un legado importante de textos aún no publicados, que deben ser editados y publicados por la Editora Nacional o por alguna de las casas editoriales que han sentado su pie en estas tierras.

 

Falleció hoy (13 de Julio del 2004) el poeta, ensayista y narrador dominicano, Enriquillo Sánchez, luego de permanecer varios días recluido en una clínica de la capital, tras sufrir un ataque cardíaco.  Egresado de la escuela de Letras de la facultad de Humanidades de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, nació el 25 de agosto de 1947.

 

Aunque fue principalmente poeta, como lo prueban sus escritos, se ha distinguido como articulista provocador que, con gran sentido de la tradición ensayística contemporánea, aborda los temas de nuestra cotidianidad con humor y desenfado, pero siempre en busca de la esencia de esa dominicanidad compleja, contradictoria y cambiante, que es una de sus obsesiones mayores.  Desde muy joven se inició en al arte de la escritura, en la que fue galardonado en varias ocasiones. En 1966 ganó el Concurso – Dominicano de Cuentos y posteriormente el Premio Latinoamericano de Poesía.

Entre sus obras figuran “Pájaro dentro de la lluvia”, “Para uso oficial solamente”, “Una vida para la libertad” , “Musiquito, anales de un déspota y un bolerista”, “Antología Mayor de la Literatura Dominicana (XIX-XX)”.

Además fue un destacado articulista en diferentes periódicos dominicanos, en los que trataba con una excelente prosa temas de la cotidianidad dominicana y la universal. Santo Domingo, República Dominicana (13 julio 2004).- El escritor dominicano Enriquillo Sánchez, Premio Latinoamericano de Poesía Rubén Darío, murió hoy a los 47 años a causa de un paro cardiaco, mientras recibía atenciones médicas, informaron escritores y medios locales.
El escritor, descendiente del prócer dominicano Francisco del Rosario Sánchez, escribió en 1983 Pájaro dentro de la lluvia, que le valió un Premio Anual de Poesía.

En 1985 publicó Sherif On Ice Cream Soda, obra con la que obtuvo el Premio Latinoamericano de Poesía Rubén Darío, que se otorga en Nicaragua.
También es autor de las obras Convicto y confeso, Musiquito, Anales de un déspota y un bolerista, Escritorio marino y letras de cambio, Antología mayor de la Literatura Dominicana (XIX-XX), Germán E. Ornes: una vida para la libertad, entre otras.

Poeta, ensayista, narrador, nació en Santo Domingo, el 25 de agosto de 1947. Graduado de Licenciado en Letras en la Universidad Autónoma de Santo Domingo, fue un escritor precoz que comenzó a obtener reconocimientos y galardones en la adolescencia, cuando se inició el Concurso Dominicano de Cuentos en 1966. A En su columna periodística en las páginas de El Siglo, Hoy, El Caribe y otros diarios trató, durante muchos años, una variedad de asuntos extraordinaria, con una prosa de buena ley en la que se dan la mano reflexión sobre el lenguaje, parodia, experiencia lúdica y sondeo de la realidad sociocultural de su país. Lo más importante en sus escritos destinados a la prensa no son las respuestas que ofrece, sino las preguntas que formula, a veces con picardía de muchacho travieso y otras con solemnidad de pensador, pero siempre para desacralizar las ideologías establecidas.

Filed Under: Artists

  • « Go to Previous Page
  • Go to page 1
  • Interim pages omitted …
  • Go to page 35
  • Go to page 36
  • Go to page 37
  • Go to page 38
  • Go to page 39
  • Interim pages omitted …
  • Go to page 60
  • Go to Next Page »

Primary Sidebar

Latin Art Museum
Cold Brew Addict. Artist.
Lover Of All Things Cars. Digital Nomad.
Aspiring Photographer, Coder and Health Nut.
FacebookGoogleInstagramTwitter

Email Newsletter

Sign up to receive email updates and hear what's going on with our company!

Recent Posts

  • The Secret Costs Of Keeping Your Junk Car Denver
  • The Art of Concrete Construction – Techniques & Process
  • 10 Reasons to Bring Art into Your Home
  • 5 Amazing Features Of Virtual Reality (VR) And Augmented Reality (AR) In The Arts
  • The Art of Displaying and Caring for Your Artwork

Copyright of LatinArtMuseum.com © 2025