HISTORIA, PRESENCIA Y DESTINO DEL
MERENGUE
FRANCISCO COMARAZAMI
Aparentemente, por decirlo de alguna manera, el merengue se presenta hoy como un apátrida, aunque habría nacido en los albores de nuestra nacionalidad o tal vez antes, de acuerdo con explicaciones de músicos, compositores y escritores especializados en ese bello arte del sonido que Franz Liszt decía que era la expresión del corazón y que por él habla del amor, que sin ella no hay bien posible y que con el todo es hermoso.
Sin embargo, cada vez que aparece un libro sobre el tema, surgen dudas sobre dónde realmente está su química o si está mezclado con otros ritmos caribeños, inclusive de nuestros vecinos los haitianos.
El merengue de los presentes días no es igual, por más que se diga, al de antes. Se le ha transformado groseramente en su ritmo primitivo, que es lo que vale en su justa valorización dominicanista.
Ya ni se baila ni se canta como nació, en nuestros montes debajo de enramadas de techo de yagua. Y aún más, en su deformación, se ha adicionado al acordeón, la guira y la tambora o balsié, instrumentos que originalmente no se empleaban en su interpretación. Lo que significa, en pocas palabras, que el merengue de hoy es diferente al merengue original de sabor campesino y de gentes sencillas, inocentes, desprovistas de oropeles, de procacidades y de exigencias económicas.
Si ahora se le tocara un merengue a una persona de costumbres sociales y domésticas de antes, de seguro que no lo comprendería desde el punto de vista de su origen. Así como también si lo bailan. Pero como las costumbres de los pueblos no son estacionarias sino de movimientos continuos, no hay otra alternativa que aceptar las distintas formas de la convivencia humana.
El origen y la presencia del merengue han sido enfocados con la propiedad que caracterizan sus conocimientos y sentisibilidad humana y artística por Catana Pérez de Cuello y Rafael Solano en un grueso volumen adecuadamente iluminado con ejemplos gráficos de la evolución de ese sonido tan caro a nuestra música autóctona y cuya lectura me ha hecho coincidir, guardando desde luego la distancia entre el que sabe y el que tiene sed de aprender, en el sentido de que real y efectivamente el merengue en el actual momento, si se mira con realismo, su futuro es incierto, impredecible.
El libro está dividido en dos partes: una de Catana Pérez y la otra de Rafael Solano y éstas son, más o menos, sus conclusiones en torno a ‘‘Génesis del Merengue. Raíces y Trayectoria y difusión en el siglo XIX’’ (por Catana) y ‘‘Entre dos siglos: música y músicos del merengue’’ (por Solano), con un título genérico de ‘‘El Merengue. Música y Baile de la República Dominicana’’, que sintetiza, sin lugar a duda, el contenido del volumen.
Se trata de una obra de criterio crítico e histórico abordado en torno al Merengue, ‘‘nacido al compás de la incertidumbre desde su aparición, sin una historia definida ni orígenes claros, al vaivén constante de cuantos se han investido a sí mismos con el poder de alterar, adicionar o suprimir los elementos que lo componen’’.
En el contexto, la trabazón de la historia, se consigna que desde antes de 1930 y hasta después de los sesenta, el merengue se mantuvo en un estado de innegable estabilidad en su estructura, y que ‘‘no volverá a escucharse el viejo merengue porque así lo dicta la ley que rige la naturaleza y la vida’’.El mecenazgo de la compañía Codetel ha hecho posible la realidad de este libro, producto de un esfuerzo intelectual extraordinario, una dedicación íntegra, un propósito de nobleza literaria que recuerda aquel pensamiento arrancado de ‘‘Las mil y una noche’’: Un armario de libros es el más hermoso de los jardines. ¡Y un paseo por sus estantes es el más dulce y el más encantador de los paseos!
El autor es periodista
FRANCISCO COMARAZAMIEl autor es periodista.
Listín Diario. Santo Domingo, República Dominicana.
Leave a Reply