LA ESCULTURA DE
MANOLO PASCUAL
PEDRO RENÉ CONTIN AYBAR:
UN POCO DE ESCULTURA Y UN MUCHO DE MANOLO PASCUAL
calidad, supone, un artista seguro de arte y enamorado de su arte.
Como todavía es muy joven, sus condiciones, necesariamente
Manolo Pascual, el escultor español, premio de Roma, se encuentra entre nosotros. Es el mismo al cual celebró la critica francesa (Jean Cassou, Jean Camps) y quien inventó la escultura en estaño, directa, por medio de soldador.
Vino con sus ambiciones de arte, con su ansiedad de trabajo. Pocas palabras y mucho deseo de producir. De su labor anterior fecunda e intensa, no pudo traer consigo sino unas pocas fotografías, y la fuerza del arte tentándole las manos, bulléndole los ojos.
Un escultor trabaja con las materias nobles de donde el dios hizo los hombres, con las que los hombres se acercan a los dioses: Adán y Galatea. De lo inanimado saca un mundo nuevo, con fluencias semejantes a las de la propia vida. Talla la madera, esculpe la piedra, modela el barro. Sus manos fungen de viadoras y a través de ellas baja hasta lo inerte el que Prometeo robó a los inmortales.
Toda la multiforme expresión de asombros humanos ante lo creado mitologías, ensueños, intuiciones -, nos posee el espíritu frente a la obra de los escultores. Algo taumatúrgico, bíblico, misterioso, sacude el ánima y la exalta al contemplar el ritmo de los mundos inmateriales fluyendo del mármol, de la tierra, de los aserrados árboles. Y parece verdad el mito. Y la religión se transforma en conciencia. Y el alma deviene materia palpable.
Manolo Pascual tiene un mundo creado a golpes de cincel, a presión de ágiles dedos iluminados. Sus demuestran cómo él puede infiltrar su espíritu artista a lo aparentemente inmóvil muerto. Se piensa que las estatuas miran lo infinito. Pero a la infinitud que ha cambiado. Los procesos científicos evolucionaron. Una aspiración moderna destruye la tradición y fija la vivencia del átomo, electrón, insufla a la piedra actividades, bucea en las entrañas de la nada y pone a palpitar el universo, desde el ígneo resplandor de una catástrofe cósmica hasta su realización planetaria, hasta la superación de su evolucionante materia.
El espíritu reina. No viene a conquistar, invadiéndolos, reinos desconocidos, porque surge del seno de ellos, donde estuvo ignorado, esperante conservador. La fábula de Pygmalión adquiere novedad. O si se prefiere, se convierte en absurda: La invocación a lo divino no es ya necesaria, por que el artista mismo puede infiltrar movimiento a la relativa inanidad de lo inanimado. La continuidad de lo vital hace clímax. Y las estatuas andan, piensan, sufren, giran arrastradas por el ritmo universal. No se interdice el movimiento en sus moléculas. No hay negaciones de verdad en sus líneas. Y su cuenca en reposo no está más vuelta contra una eternidad silenciosa. Voces y armonías agitan el seno insondable. Los hombres al fijar sus emociones, no rompen con la continuidad creadora.
¡ Que emoción nuestro pensamiento, y como aflora la piel donde la sangre bate aceleradamente! ¡Que hondo terror sagrado! De repente ante la potencia del fuego, comparacemos, desnudos y miserables, esperanzados e ignorantes, sorprendidos y creadores. Un pensamiento voraz, casi tan viejo como el mundo, descontrasta con lo que el ojo ve, con lo que la inteligencia nuda presiente.
Esto, después de haberlo visto trabajar, nace en uno junto a la obra de Manolo Pascual. La llama de su espíritu se trasmuta a lo inamovible y lo inerte sacude su molicie y cobra excelencias y sonoridades de lo consciente.
Las características de su arte son fuerza y movimiento. Sus esculturas a pesar de lo modernas que son, tiene esa majestad y belleza de la gran escultura antigua, pudiendo asegurarse que junto a la expresión propia del artista, español y joven, conllevan el ritmo y la gracia de lo neoclásico. Hay una relación directa entre su creacionismo y la seguridad de la estatuapiración. Hasta en él retrato de él mismo artista, él mismo creador. No hace concesiones y respeta la gran belleza que es forma de perfección.
Hace talla directa en madera y en piedra, y modela maravillosamente, el barro. Asegura, que el barro cocido le apasiona. Su labor, ahora dispersa, España, Italia , Argentina, Francia, quizás, perdida en parte, por lo numerosa y por la
e están en aumento, lo cual permite esperar una superación de su obra, digna ya de todo elogio. A nosotros puede correspondernos esa gloria.
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR
KIRBY ROGERE
UN NUEVO LIBRO PARA LA HISTORIA DEL ARTE
VIDA Y OBRA DEL ESCULTOR MANOLO PASCUAL
Fernando Ureña Rib
Acaba de ser publicado en Estados Unidos el libro “Un escultor en el exilio, vida y obra de Manolo Pascual.” La publicación en inglés es una recopilación de textos críticos, anécdotas y fotografías sobre el fundador de nuestra Escuela Nacional de Bellas Artes. Durante la guerra civil española un grupo de artistas e intelectuales tuvo que huír de su país y trabajar expatriados en diversas naciones de América. Su hija Ariadna Pascual Wright (1933-) y quien escribe estas líneas, ofrecen un relato de primera mano sobre la obra creativa y las vicisitudes del gran escultor exiliado.
Los sucesos en la vida de Manolo Pascual bien podrían servir para una novela o un film. Antes de la guerra fue un artista exitoso y ganador de reconocimientos de importancia, tal como el Premio de Roma. En aquella antigua ciudad llegó a establecer amistad con el renombrado escritor español don Ramón de Valle Inclán. A su regreso a España (1936) se enrola en el ejercito de los republicanos, hasta que en 1939 se ve obligado a salir de incógnito hacia Francia y luego al exilio en República Dominicana.
Una vez en la isla, el dictador Rafael Leonidas Trujillo recibe del intelectual y visionario Dr. Rafael Díaz Niese, las buenas luces de invitar a Manolo Pascual a formar la Escuela Nacional de Bellas Artes. Esto ocurre en 1942 y bajo la guía de ese maestro se forman algunas de las personalidades más relevantes del arte dominicano del siglo XX. Domingo Liz, Gaspar Mario Cruz, Gilberto Hernández Ortega, Ada Balcácer, Fernando Peña Defilló, Clara Ledesma, Oscar de la Renta y Luís Martínez Richiez, entre otros, beben de las fuentes creativas del maestro.
En el ínterin, su hija Ariadna había sido enviada a un exilio mucho menos cálido. Como la madre de Ariadne había muerto en París en 1940 ella, junto a miles de niños españoles dados por huérfanos, es llevada a Rusia, donde transcurren sus años formativos. En Ciudad Trujillo, el inquieto escultor busca la manera de recuperar a su hija y finalmente lo consigue en 1947.
Gracias a las admirables fotografías conservadas por Ariadne, este libro está impregnado del ambiente de la época. Contiene sesudos e inspirados artículos sobre la obra del escultor, escritos por figuras de la talla de Fraiz Grijalba, Eugenio Fernández Granell, Manuel Valldeperez, Robert Myron y Pedro René Contín Aybar, entre otros. El prólogo pertenece a la firma de Miguel D. Mena.
El libro, que es una importante fuente de referencias, se puede conseguir a través de la Internet, en Amazon por el número de ISBN 978-0-615-50761-6 o bajo el título A Spanish sculptor in exile. The art and life of Manolo Pascual, edited by Ariadne Pascual Wright and Fernando Ureña Rib.
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