LA IMAGEN SACUDIDA DE
JESÚS DESANGLES
FERNANDO UREÑA RIB
Miles de pinceladas moldean la forma. Ondas expansivas de color dejan una huella que se quebranta para dar paso a una nueva oleada de apretadas y sinuosas pinceladas, hasta que una compleja urdimbre se teje en los lienzos de Jesús Desangles. Este pintor dominicano explora las posibilidades expresivas de la imagen desde una perspectiva que es simultáneamente óptica y gestual. La figura (y nosotros mismos) se sacude de alborozo o de miedo, se estremece y clama en vigorosos espasmos sucesivos.
Su presencia es fuerte, dominante. No hay lugar para la duda en la mano de este pintor que enaltece el pasado taíno o que desborda los límites de la figura o del paisaje, siempre con una pujante, virtuosa y exultante ironía.
FERNANDO UREÑA RIB
ASPECTOS MITOLÓGICOS Y CEREMONIALES
EN LA PINTURA DE JESUS DESANGLES
Por José Saldaña
La base estructural sobre la cual descansa la pintura de Jesús Desangles es compleja solo en apariencia. Porque Desangles compone sus figuras sobre un dinamismo cromático que no requiere de otra cosa sino del trazo gestual. Esa dinámica conduce al espectador a reflexionar sobre las múltiples posibilidades expresivas de una sola imagen.Pero la vendimia ocurre cuando Jesús Desangles desintegra y desarrolla códigos antiguos (tomados quizás de símbolos taínos y de otros elementos ancestrales) que repuntan en un lenguaje pictórico de vibraciones ópticas, capaces de recomponer en la retina las imágenes visuales propuestas.
En el mensaje plástico de Jesús Desangles, aflora la magia de los ancestros a través de códigos que nos refieren a un mundo religioso en los que el espectador recrea la visión de esas antiguas culturas. Se percibe en sus lienzos una continuación del camino que trillara Paul Giudicelli en sus investigaciones indigenistas. Ahora, Desangles retoma con expresividad, fuerza y profundidad los planteamientos del maestro.
Estas formas y esos ritmos constituyen el alma de su creación y los trazos, vigorosos siempre, quedan como huellas y legados, como el sedimento de toda una imaginería creativa que sigue conectada a nuestro tiempo a través de la riqueza expresiva de este artista. Porque el arte tiene la virtud de mirar con reverencia al pasado sin perder de vista la innovación a que nos obliga el porvenir.
Las composiciones están sabiamente estructuradas y los elementos formales manifiestan una búsqueda incesante de nuevas opciones plásticas. La realidad se funde con la leyenda y lo alegórico con lo conceptual. Los emblemas asoman como estandartes, como señales que indican refugios y baluartes, como bastiones de la lucha por la supervivencia de una raza sorprendida por un terror cuya proveniencia imaginaban divina.
De ahí la urgencia y la grave humanidad de estas pinturas, que nos hacen pensar en los crueles errores y desaciertos de la historia, entendida siempre como una percepción del hombre acosado y perseguido, acorralado e impotente frente a una violencia superior e incomprensible. Las pinturas de Desangles revelan esa angustia, esa confusión y ese tormento.
Los aspectos técnicos que utiliza convienen a esa expresión de desolación y devastación. El ha asimilado y perfeccionado su quehacer artístico para que la imagen se identifique plenamente con la intención del mensaje. Los méritos de este pintor han sido atestiguados por importantes y merecidos premios, otorgados en bienales y concursos nacionales e internacionales.
Desangles parece haber descubierto que la forma es elocuente por sí misma. La vía es pues la síntesis, el despojo de todo lo que sea accesorio banal y su búsqueda de lo esencial nos lleva a figuras casi humanas que recuerdan las invocaciones sacerdotales hechas a aquellos cemíes ceremoniales de los caribes, de los taínos y de los ciguayos.
Así, la pintura fluida y dinámica de Jesús Desangles, queda marcada para siempre, no solo por su energía expresiva, sino por ser él capaz de crear un universo propio partiendo de una temática que le refleja en el entorno nativo de la cultura a la que pertenece.
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