JAIME COLSON
LA PASIÓN TRASHUMANTE
RICARDO RAMÓN JARNE
JAIME COLSON
La pasión trashumante
Ricardo Ramón Jarne
Colson dejó una huella imborrable en el arte dominicano, fue un pintor meticuloso de academia, pero por encima de esto, utilizó la enorme técnica que poseía para desarrollar con mayor facilidad su personalidad en la pintura. A pesar de ese dominio Colson tenía mucho respeto al lienzo en blanco, preparaba las telas y luego tardaba mucho en atacarlas, para no romper la virginidad del blanco muchas veces utilizaba trabajos fallidos de sus alumnos para pintar él sus cuadros encima.
EN ESPAÑA
Colson desarrolla su primera etapa entre Barcelona y Madrid durante seis años, fundamentales en su formación desde 1918 a 1924, año en el que se traslada a París donde seguirá su aprendizaje con el arte español del exilio, principalmente con Picasso y Gris. Coslon es el único de los tres que puede apreciar las diferencias entre el arte español de antes y después de la guerra Civil. La historia de la primera mitad del Siglo XX en España, esta fragmentada y dividida por la Guerra Civil, esta referencia es desgraciadamente inevitable. El antes y el después de este hecho son en todos los terrenos, incluidas las artes plásticas, antagónicos.
Colson en sus dos estancias en España vivirá las dos épocas, la primera de 1918 a 1924 y la segunda de 1939 a 1949. La primera como estudiante, la segunda como artista experimentando y con una importante trayectoria. En el 1918, cuando llegó Colson a Barcelona, todavía el “noucentisme” estaba considerado como el arte que definía la cultura cotidiana, superando los ambientes artísticos y literarios. El termino acuñado por Eugenio D’Ors reunía varias dimensiones, entre ellas una política -nacionalismo catalán- y otra estética basada en el clasicismo.
Clasicismo y mediterraneidad, con una visión épica y mítica de la cultura, del mar de las culturas, de la que Cataluña forma parte ineludible. Estos conceptos serán determinantes para el desarrolló de su posterior obra neohumanista.En esta compleja relación entre lo clásico y la vanguardia se puede analizar la obra de Colson, que durante su trayectoria se debate entre la tradición y la innovación, con numerosos componentes de mediterraneidad que nunca abandonó.
Colson tiene oportunidad de conocer a una de las figuras fundamentales de la vanguardia española, el uruguayo Rafael Barradas que estaba desarrollando su particular ismo “el vibracionismo” con el que representa la proporción geométrica de los objetos buscando completarse o rectificarse con el espectador.Barradas venía de Milán y París y traía consigo todas las experiencias y enseñanzas del futurismo, del cubismo y del simultanerismo creando las bases de la pintura de vanguardia española. En Madrid tiene Colson contacto también con Vicente Huidobro, poeta chileno, portador del “creacionismo”, ismo literario vinculado al cubismo. El conocimiento en España de estos acercamientos, más bien teóricos, al cubismo le servirán a Colson para integrarse de manera particular en esta tendencia artística aunque en primer momento se sintiera desconcertado por su apabullante, aunque tardía, presencia en el ambiente artístico de la Ciudad Luz.
En Madrid, su paso por la Escuela de Bellas Artes de San Fernando, sería decisivo en su formación. En esta escuela coincidiría, entre otros, con Dalí en los años 1921 y 1922, ya que en 1923 fue expulsado, con Maruja Mallo, Fernando Briones y el escultor Cruz Collado.
Entre sus profesores se encontraba Sorolla, quien enseñó pintura en la Academia de Bellas Artes de San Fernando hasta 1923, José Moreno Carbonero y José Garnelo.Colson vive la Barcelona de Ramón Casas, de Eliseo Meifren, de Santiago Rusiñol, quién auspició su ingreso en el Real Círculo Artístico, de Nonell, conoce a Manolo Hugué, José Cañas, Palencia, Iturrino, Gines Parra, Joaquín Sunyer, Luisa Granero. También conoce la obra de otros artistas de otras regiones españolas, como Pérez Villamil, Regoyos, Joaquín Mir, Piñole.
SU ESTILO
De su época de formación se ven pocas influencias directas en cuanto a estilo de sus profesores. Según Fernando Ureña Rib “De Joaquín Sorolla, Colson aprende las técnicas de la pintura directa; la precisión, la intensidad, el sentido, pero no cae jamás en el sorollismo fácil en el que cayeron muchos de su generación.., Pero si en esa manera de utilizar el rastro de la aplicación pigmentaría como una forma expresiva en sí.”La línea, el silueteado de las figuras de los planos, es fundamental y viene de su cubismo, pero no era un obseso de la misma y criticaba a Mondrían por eso. Colson cuenta una anécdota que demuestra el fanatismo lineal del artista del espacialismo, que le ocurrió en el propio estudio del pintor holandés. Este agarró literalmente la pierna de uno de los visitantes y la movió de lado porque estaba pisando una de las líneas de las baldosas del suelo. Colson usaba la línea, pero intenta evitar que esta congele la composición. Su linealidad era más oriental, más expresiva.
Es en los años 20 y 30, cuando consolida su lenguaje, su forma de pintar estará siempre dominada, aún en sus obras más realistas y en los retratos, tanto los de su época de Barcelona, como en los de su período negro, o en sus obras de Long Beach, por atmósferas metafísicas, surrealistas y simbolistas con un fondo clasicista y por otro lado con una estructuración de la composición con una base heredera del cubismo, en todas sus vertientes.
En Colson lo fundamental es la composición sujeta a una lógica “intrínseca” que rige todos y cada uno de los elementos constitutivos del cuadro, ordenados por la geometría y contenidos en el espacio, que también es luz y color, pero todos sujetos a la composición.
Para Colson los factores ineludibles que integran el cuadro son: en primer lugar, el geométrico, que es el preponderante en la temática pura; luego el espacial, que comprende también la luz y el color que, en definitiva, esta sujeto al factor principal determinante.La paleta de Colson es, según lo reconoce el propio pintor, una paleta española que se ha esforzado en arrancar sus secretos a Velázquez. Para él contrariamente a lo que es un lugar común, los pintores tropicales no son coloristas. Es más, considera que el pintor tropical se crea un color que quizás es lo contrario de lo que vive. En entrevista a María Ugarte, le dijo: “En el trópico no hay gama de colores”, observa, “lo que hay es colorines” En su opinión los grandes coloristas no están en los países tropicales, sino en los nórdicos.
Colson afirmaba que su paso por los ismos fue muy beneficioso, razona que fueron una especie de importante y necesario “ejercicio espiritual”. En esto se compara con Picasso. Colson, no sólo conoció personalmente a Picasso, sino que expuso con el en la colectiva de 1949, lo admiraba profundamente y son muchos los elogios que le dedica siempre que tiene una oportunidad, desde el cubismo a la vuelta al clasicismo Colson se siente influenciado por el artista malagueño.
Colson partía de una fórmula que se “inventó”, en la que partiendo de la realidad había que llegar a la abstracción y luego, basándose en está como condición reguladora, retornar a la idea original. Ese proceso confiere a la obra una irrealidad inherente.
COLSON
ENTRE EL MEDITERRÁNEO Y EL CARIBE
Colson mitificó la belleza de los cuerpos y de los rostros, sobre todo masculinos, dio a los seres humanos la categoría de semidioses, sus retratos siempre eran imágenes que trascendían al retratado, los muchachos dominicanos se convertían en habitantes de un Olimpo caribeño imaginario, en héroes en reposo después de haber realizado grandes proezas.Su adoración por el arte Pompeyano, se ve reflejado en los retratos que tienen siempre ese aire ausente de la pintura pompeyana o de los retratos de El Fayum.
Colson en toda su trayectoria cubista, surrealista, neohumanista, abstracta, realista, religiosa, siempre permaneció fiel a la estética, a los valores de la antigüedad mediterránea en la exaltación del hombre y de su cuerpo.RICARDO RAMÓN JARNE
Jaime Colson, es uno de los pintores cuyo nombre ha llegado con mayor o menor frecuencia al oído del coleccionista cubano, por su estrecha vinculación con nuestro grande Mario Carreño. Solo apenas hace unos años, se subastó en una de las más prestigiosas casas de New York, una obra, en la cual ambos artistas habían intervenido, me refiero a la obra titulada: La Lavandera.
En el año 1938, Jaime Colson, visitó Cuba y se relacionó con el ambiente cultural cubano En materia de pintura contemporánea, la vanguardia aún se encontraba en un estado embrionario tratando de definir su ruptura con la academia y de introducir los elementos y valores que a modo de influencias fueran marcando, posteriormente, estas diferencias y definiéndose cada vez más el estilo definitivo que sus propuestas pictóricas habrían de conseguir.
Bajo estas circunstancias se realiza en el Lyceum de La Habana, la exposición del pintor dominicano Jaime Colson. Algunas conclusiones son posibles al revisar los artículos que a modo de noticias, fueron apareciendo en la revista Carteles. La que más llamo mi atención, se deriva de la observación de los tratamientos, temas etc., que en ella aparecen y su similitud, con la obra de ese mismo año del pintor Mariano Rodríguez; en ambos, el autorretrato y el retrato son temas de urgencia.
La figura humana adopta un papel protagónico y prepara todo un discurso teórico bien distinto de los propuestos por la academia; ya no solo la belleza carece de sentido ni el perfeccionismo meloso corrompe la actitud, ambos artistas, como es bien sabido, se inclinan por modelos más humanos.
Desde el punto de vista de sus imperfecciones, hombres o mujeres de pueblo, campesinos y obreros, son quienes ocupan el sitio de las agraciadas señoritas de sociedad. Pero bien, el análisis a que quiero invitar no se relaciona con este aspecto archiconocido; me interesa llamar la atención sobre las semejanzas en las obras de ambos artistas, expuesta una y realizada la otra ese mismo año en Cuba, de manera que cada cual, según su opinión personal, arribe a conclusiones propias.
Debo aclarar que no deseo negar la influencia del pintor mexicano, Lozano, en la obra del pintor cubano, ni negar las evidentes coincidencias entre ambos artistas latinoamericanos; y desde luego, de ambos con la obra de quien más ha influido en la pintura contemporánea: Pablo Picasso.
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