¿FOTOGRAFÍA VS. ARTES PLÁSTICAS?
FERNANDO UREÑA RIB
Creo necesaria una evaluación del Concurso de Arte de E. León Jimenes, porque este es muy importante y pienso debe crecer y continuar haciéndose siempre. Estas notas tienen la intención contribuir a ese proceso de análisis que se inicia ahora, luego de las premiaciones.
Quisiera aclarar que no me opongo a la existencia ni a la validez, como forma de expresión humana, de esos otros renglones del arte llamados fotografía, video, cine etc. Arte. La palabra es tan amplia y abarcadora que ciertamente nos refiere a casi cualquier cosa manipulada hábilmente. Ya hablaban los chinos (en el siglo XV) del Arte de la Guerra, por ejemplo.
He visto impresionantes manipulaciones digitales de la imagen y del video, que poseen, un afinado sentido estético y un importante mensaje a comunicar. A lo que me opongo es a que se viertan en el mismo envase el agua y el aceite, a riesgo de que todo chisporrotee cuando se eche al fuego. Y eso es lo que está pasando.
Quizás los curadores y organizadores de concursos de arte (hablo en sentido general) piensan que están plenamente justificados a introducir allí a cualquier innovadora manifestación humana. Y es preciso que se establezcan las diferencias. No se puede poner a concursar la fotografía con la pintura o el dibujo. No compiten, simplemente porque las dos no pertenecen al mismo grupo, conocido desde siempre, como el grupo de las Artes Plásticas. Ni el video, ni la fotografía, ni el videojuego, ni el arte digital, ni el cine pertenecen a ese renglón. El arte cibernético, el cine y la fotografía están mucho más cerca entre sí (como sistema de tratamiento de imágenes) que lo que pueden estar del dibujo o de la escultura, por ejemplo. Eso es todo.
Lo que se está haciendo es similar a poner a un violinista o a un pianista a competir con un bailarín. Además, una cosa es la música programada por ordenador y otra la ejecutada de manera acústica. Pienso que los que hacen música digital, con esos sofisticados equipos que mezclan sonidos y hacen réplica de casi cualquier instrumento, deben ser juzgados en otro orden de la actividad musical. La danza y el teatro son artes escénicas y sin embargo no compiten entre sí.
El crítico Félix Ángel hizo unas declaraciones en El Nacional del sábado pasado sobre la crisis en las artes plásticas dominicanas. La crisis en el arte, ni es puramente local ni difiere de la que existe hoy en la sociedad. Es más bien su reflejo. Asistimos al triunfo de la mediocridad. Fíjate quién va a ganar las elecciones en Estados Unidos, por ejemplo, a pesar de los pésimos logros económicos, morales y militares del incumbente. Los jóvenes pintores, escultores, grabadores y dibujantes manifiestan esa desazón, ese pesar, esa impotencia. Muchos piensan que el título del concurso debería ser cambiado de modo que se incluya la expresión Concurso de Arte Contemporáneo o Concurso de Imágenes visuales para dar mayor amplitud a la recepción de obras de todo tipo. Pero todo es imagen visual: El escaparate de una tienda, el reloj que llevamos en la muñeca, el sombrero de fieltro de aquel señor, el haitiano y su triciclo de frutas. Y si nos llevamos de eso, entonces tendríamos un bazar y no una celebración de la creatividad en las artes plásticas.
Algunos pintores piensan que se deben abstener de todo concurso que intente mezclar, como en una probeta química, indistintamente, todos los valores ylas categorías artísticas como si se tratara de la misma cosa. Las reacciones podrían ser explosivas. La única manera de estimular ciertamente las artes plásticas es juzgándola por sus leyes y normas intrínsecas.
En España existe el Premio Velásquez, exclusivamente de pintura. Existen otros premios y eventos específicos, según categorías. La Bienal del Grabado de San Juan ( aunque El premio Goya se da al teatro y al cine, paradójicamente, y no al grabado).
Claro, resultaría engorroso para los organizadores y para los participantes, eliminar la fotografía y el video de un concurso de artes plásticas, porque sería como rebajar esos renglones del estatus superior que habrían alcanzado al asistir a los Salones y Bienales de Arte en el mundo. Muchos lo verían como un atraso, una vuelta atrás y se opondrán ferozmente. Pero la idea misma de que el arte va en una constante progresión y avanza, hacia adelante, es una falacia. Ya Nietszche decía que en realidad “progreso es movimiento”. Lo importante es que las cosas se muevan. ¿Hacia atrás, hacia adelante? ¿Quién lo determina? ¿Recordamos a Benedetti y a Torres García con aquello de si el Norte está arriba o el Sur abajo? ¿Es más moderna la Venus de Ajanta que la de Milo o que las Demoiselles d’ Avignon? En el arte no hay vanguardias. El arte es atemporal. ¿Eran “mejores” los poemas de Neruda en su vejez o en su adolescencia? Existe la calidad de la ejecución, la originalidad, lo auténtico de la imágen, su poder de comunicación.
Por otra parte, creo que la fotografía y el video son lo suficientemente fuertes y han alcanzado tanta preponderancia como para que E. León Jimenes establezca un concurso de artes visuales, de forma independiente, sin estar recostadas de las artes plásticas, con la insidiosa tarea de presentarlas como vencidas en una competencia disímil y absurda. Ahí podría tener cabida todo lo que es manipulación mecánica o digital de las imágenes. De hecho, voy más lejos. Deberían premiarse cortos cinemátográficos, el diseño publicitario, y aquellos “objet trouve” que iniciara Marcel Duchamps a principios del siglo XX..
Yo creo en el futuro de las artes plásticas. Las hechas directamente, con las propias manos del artista y con sus utensilios. Eso nunca terminará. Como no terminará la música acústica, ni el teatro o el cine con actores reales y no con hologramas. Pero me parece obvio que se quiere sacar las artes plásticas de los museos y de las bienales. Ahora toman posesión, en su lugar, la fotografía y el video. Creo que es, además de absurdo, muy injusto.
Hay un problema fundamental, en el carácter mismo de los concursos de arte, que debe ser analizado por patrocinadores, artistas, críticos y curadores. Ese problema es filosófico y estético y tiene que ver con la representación a través del arte (en el tiempo, en el espacio, en la materia) de las formas abstractas o conceptuales propias de la razón y del lenguaje que habitan la mente humana.
Schopenhauer afirmaba que “aunque los conceptos difieren totalmente de las representaciones intuitivas, estos tienen con ellas una relación necesaria, sin la cual no existirían”. Sin embargo, a diferencia de la ciencia, el arte permanece siempre bajo el dominio de la intuición y no en los terrenos de la razón, de la lógica, de la mecánica, de la palabra o del lenguaje. La obra arte es la comunicación física y material de imágenes mentales. El arte conceptual pretende negar esa realidad y sustituir con simplísimos conceptos, es decir, con frases acuñadas, lo grandioso de la expresión plástica.
Como el “arte conceptual” no puede prescindir ni del lenguaje ni de la materia, utiliza el resultado de tecnologías, como manifestación válida del espíritu humano de hoy. Así la obra de arte se convierte en producto. La moda, la publicidad, el video y la fotografía son productos. Tal como lo son los demás productos de la industria y del comercio. Por supuesto el conocimiento y la experiencia artística del diseñador, del publicista y del fotógrafo contribuyen a mejorar visualmente la estética del producto final.
Pero el artista verdadero no “produce” una obra de arte, sino la crea con sus propias manos. Porque el arte no pertenece a la ciencia, a la tecnología ni a los predios de la mecánica, ni de la razón. Pertenece a la experiencia, al imperio de los sentidos. El artista utiliza una técnica (no necesariamente una tecnología) para transformar la materia en obra de arte y la intención es siempre tocar las emociones del espectador, moviéndole, conmoviéndole, llevándole a tomar (luego de la contemplación de la imagen) su propia opinión sobre el tema o asunto plasmado. Ni la fotografía, ni el video, ni la publicidad, ni la moda, alcanzan los altos niveles de goce estético que derivamos de las artes plásticas.
La diferencia es (volvemos a Schopenhauer), que “la obra de arte es única e irrepetible”. Ahí radica su esencia y particularidad. Se puede copiar, pero no repetir. No hay nada más repetible ni más “exactamente repetible” que la tecnología digital. La fotografía y el video no pertenecen a las artes plásticas, aunque ciertamente se incluyan en ellos elementos estéticos tomados de la plástica (la composición, el claroscuro, brillo, contraste, perspectiva, etc.,). No me opongo a esas expresiones. Las considero válidas y necesarias. Pero como pertenecen a otra categoría (artes visuales) deben ser juzgadas y ponderados en otro contexto, de forma separada, de acuerdo a otras reglas, a otros cánones.
La ciencia y la tecnología contribuyen, indudablemente, a la difusión del arte. Podemos escuchar con deleite una reproducción digital de Las cuatro estaciones de Vivaldi, pero nada es comparable a estar ahí, en el teatro, cuando la orquesta la ejecuta. Esa experiencia es única y no volverá a ocurrir nunca más, aunque volvamos mil veces al teatro a escuchar la misma pieza y a la misma orquesta.
Ningún jurado (de selección, de premiación) podrá jamás suprimir ni amordazar la expresión de los artistas plásticos. Porque mirar el arte es mirarnos a nosotros mismos. Mientras más y mejor lo conocemos, mejor comprendemos nuestra esencia y circunstancia. Las artes plásticas permiten desempeñarnos con una mayor creatividad y libertad, en cualquier área. La escultura, el mural, el arte público. Por eso debemos abrirnos a las múltiples expresiones de las artes plásticas, ya que ayudan a consolidar nuestra identidad, a conocernos como individuos y como seres sociales, con aspectos compartidos dentro de un núcleo o contexto económico, social, cultural, político.
Tratar de eliminar el arte de la pintura, de la escultura, del dibujo es comparable a tratar de eliminar la música o la poesía. Las artes plásticas siguen renovándose de manera viva y pujante en República Dominicana y en todo el mundo. El arte de la pintura en particular y las artes plásticas en general tienden a ser negadas, eliminadas, o sustituidas, por curadores de museos, de bienales y de concursos. En su lugar se coloca la fotografía, el video, y el arte manipulado digitalmente con ordenadores. Esa tendencia fue favorecida nueva vez por los jurados del XX Concurso de E. León Jimenes, y es una lástima, porque el concurso se ha convertido, en los últimos años, no en un concurso de arte, sino en concurso de fotografía.
FERNANDO UREÑA RIB
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