ARTE ARGENTINO
FERNANDO FADER
PILAR DE LA PINTURA ARGENTINA
Fernando Fader (1882-1935). fue el pintor argentino que ejerció una influencia determinante en el proceso de renovación que puso fin al imperio de las corrientes realistas o naturistas y académicas -originadas en la pintura italiana.
Nacido en Mendoza -hay quienes afirman que en Burdeos-, de madre francesa y de padre alemán, partió a Europa en 1900 y, en el Real Instituto de Artes y Ciencias, de Munich, siguió los cursos del maestro Heinrich von Zugel, cuya pintura de aire libre es una especie de versión germana, muy particular, del impresionismo.
Definen el arte de este maestro la preocupación de la luz, la fusión en ella de las formas y la pesadez de los empastes y, en su concepción general del cuadro, gravitan de modo muy evidente fuertes elementos naturalistas. La influencia de su mentor muniqués se hizo sentir poderosamente en la obra de Fader a lo largo de toda su vida.
De vuelta en la Argentina se presenta por primera vez en el Salón Costa de la calle Florida, en 1905, y luego, durante varios años, se expone en Muller. Su éxito es fulminante. Se lo acoge con interés y es, desde el primer momento, de los pocos artistas argentinos que tienen compradores. Espíritu emprendedor, intenta la construcción, en el río Mendoza, de un embalse que le permita instalar una usina destinada a proveer energía eléctrica a la capital de la provincia.
Pero un inusitada creciente del río arrasa el dique y se lleva, con él, toda su fortuna. Fader abandona los negocios, se consagra de nuevo a la pintura y reconstruye, con ella, su bienestar. Pero, enfermo de los pulmones, se ve obligado a recluirse en las sierras de Córdoba y allí termina sus días, en el pueblito de Ischilín, trabajando con intensidad hasta su último instante.
Su pintura -inspirada en temas, por lo general, de nuestras serranías cordobesas- incorporó, en la Argentina , una visión nueva ,completamente distinta, de esos motivos. Sus características son, en términos generales, las mismas de su maestro Zugel : empastes pesados, preocupación de la luz, fusión en la retina de los tonos divididos en la tela, composición impuesta por la reproducción de motivo más que por un propósito deliberado de equilibrio y, dominándolo todo, una concepción naturalista. Desde el punto de vista del color no siempre Fader es afortunado. Con frecuencia su cromatismo adolece de cierta actitud y no son raros, en sus cuadros, los grises carentes de limpieza. Logra, a veces, hermosas transparencias atmosféricas. Su obra -con la de Malharro, principalmente- señala el fin de la etapa naturalista y academinizante de la pintura argentina y el advenimiento de la renovación impresionista.
Tomado de: Cordova Iturburu 80 años de pintura argentina.
Ediciones Librería de la Ciudad Pag. 25
Fernando Fader
Hijo de padre alemán y madre francesa, Fernando Fader vivió una breve parte de su niñez en la provincia argentina de Mendoza, donde su familia tenía empresas, e hizo sus cursos escolares en Francia y Alemania (1888-98), adonde volvió en 1900, para estudiar pintura. De nuevo en la Argentina, realiza su primera muestra en Buenos Aires, en 1905. Desde entonces, un éxito inusual de crítica y de ventas acompañará a Fader durante un cuarto de siglo. Célebre fue por eso su actitud al conferírsele el Premio Adquisición del IV Salón Nacional, en 1914, por su tela Los mantones de Manila: como el monto de laureo (3.000 pesos) no se ajustaba a su tasación (6.000), rechazó el premio y conservó la obra (será comprada más tarde para el MNBA). Resentida su salud, Fader se instala en la mediterránea provincia de Córdoba, en 1916; queda imposibilitado de pintar, en 1931, y ha de morir pocos años después. La honda revolución pictórica del Impresionismo llega a la Argentina al despuntar el siglo, cuando no ha logrado aún el reconocimiento debido en Francia, su lugar de origen. Tampoco es aceptado fácilmente entre nosotros, excepto el caso de Fernando Fader, según se ha dicho más arriba. Por cierto, el impresionista faderiano, como el de los otros pintores asociados a esta poética, es propio de él, denotado en su caso por una manera densa, grave, a veces ruda, derivada quizá de su formación en Alemania. Fader, junto a Pío Collivadino y Carlos Ripamonte, entre otros, fundó el grupo Nexus (1907-08) con el objeto de dar cuenta del país y de sus gentes desde una perspectiva localista pero abierta al universalismo pictórico. Fader pudo explayarse como nunca en esta vía, con sus paisajes y escenas humanas de Córdoba, uno de los cuales es este Fin de invierno, donde los empastes se dulcifican por la luz.
Aunque nació en Burdeos, Francia, el 11 de abril de 1882, a los 3 años de edad, Fernando, hijo de un ingeniero alemán (Carlos Fader) y una vizcondesa de Francia, se vino con su familia a vivir a Mendoza, donde residió durante unos años para luego recibir su educación primaria y secundaria en Alemania.
De regreso a Argentina en 1898, realiza sus primeras pinturas y es con estos trabajos donde decide su vocación y viaja nuevamente a Alemania a estudiar pintura.
Recorre toda Europa tomando conocimientos en distintos países y a fines de 1904, vuelve a Mendoza para realizar su primera exposición donde presentó 70 obras propias.
Durante su vida se dedicó a la pintura, abandonando el arte en 1909 y volviéndolo a retomar en 1914, y exponiendo en importantes eventos, tanto en Argentina, como en Uruguay y España.
Hacia fines de la década del 20 la salud de Fader, comienza a decaer, a tal punto que en 1932, su estado le impide presenciar el homenaje a sus 50 años en la Galería Muller.
Deja de existir tres años más tarde, el 28 de febrero de 1835 a los 52 años de edad en Loza Corral.
A pesar de tener procedencia francesa, el mismo argumentaba ser mendocino, con lo que no se puede negar su espíritu tan argentino como las obras que el realizó.
Fernando Fader (1882-1935). fue el pintor argentino que ejerció una influencia determinante en el proceso de renovación que puso fin al imperio de las corrientes realistas o naturistas y académicas -originadas en la pintura italiana.
Nacido en Mendoza -hay quienes afirman que en Burdeos-, de madre francesa y de padre alemán, partió a Europa en 1900 y, en el Real Instituto de Artes y Ciencias, de Munich, siguió los cursos del maestro Heinrich von Zugel, cuya pintura de aire libre es una especie de versión germana, muy particular, del impresionismo.
Definen el arte de este maestro la preocupación de la luz, la fusión en ella de las formas y la pesadez de los empastes y, en su concepción general del cuadro, gravitan de modo muy evidente fuertes elementos naturalistas. La influencia de su mentor muniqués se hizo sentir poderosamente en la obra de Fader a lo largo de toda su vida.
De vuelta en la Argentina se presenta por primera vez en el Salón Costa de la calle Florida, en 1905, y luego, durante varios años, se expone en Muller. Su éxito es fulminante. Se lo acoge con interés y es, desde el primer momento, de los pocos artistas argentinos que tienen compradores. Espíritu emprendedor, intenta la construcción, en el río Mendoza, de un embalse que le permita instalar una usina destinada a proveer energía eléctrica a la capital de la provincia.
Pero un inusitada creciente del río arrasa el dique y se lleva, con él, toda su fortuna. Fader abandona los negocios, se consagra de nuevo a la pintura y reconstruye, con ella, su bienestar. Pero, enfermo de los pulmones, se ve obligado a recluirse en las sierras de Córdoba y allí termina sus días, en el pueblito de Ischilín, trabajando con intensidad hasta su último instante.
Su pintura -inspirada en temas, por lo general, de nuestras serranías cordobesas- incorporó, en la Argentina , una visión nueva ,completamente distinta, de esos motivos. Sus características son, en términos generales, las mismas de su maestro Zugel : empastes pesados, preocupación de la luz, fusión en la retina de los tonos divididos en la tela, composición impuesta por la reproducción de motivo más que por un propósito deliberado de equilibrio y, dominándolo todo, una concepción naturalista. Desde el punto de vista del color no siempre Fader es afortunado. Con frecuencia su cromatismo adolece de cierta actitud y no son raros, en sus cuadros, los grises carentes de limpieza. Logra, a veces, hermosas transparencias atmosféricas. Su obra -con la de Malharro, principalmente- señala el fin de la etapa naturalista y academinizante de la pintura argentina y el advenimiento de la renovación impresionista.
Tomado de: Cordova Iturburu 80 años de pintura argentina.
Ediciones Librería de la Ciudad Pag. 25
Fernando Fader
Hijo de padre alemán y madre francesa, Fernando Fader vivió una breve parte de su niñez en la provincia argentina de Mendoza, donde su familia tenía empresas, e hizo sus cursos escolares en Francia y Alemania (1888-98), adonde volvió en 1900, para estudiar pintura. De nuevo en la Argentina, realiza su primera muestra en Buenos Aires, en 1905. Desde entonces, un éxito inusual de crítica y de ventas acompañará a Fader durante un cuarto de siglo. Célebre fue por eso su actitud al conferírsele el Premio Adquisición del IV Salón Nacional, en 1914, por su tela Los mantones de Manila: como el monto de laureo (3.000 pesos) no se ajustaba a su tasación (6.000), rechazó el premio y conservó la obra (será comprada más tarde para el MNBA). Resentida su salud, Fader se instala en la mediterránea provincia de Córdoba, en 1916; queda imposibilitado de pintar, en 1931, y ha de morir pocos años después. La honda revolución pictórica del Impresionismo llega a la Argentina al despuntar el siglo, cuando no ha logrado aún el reconocimiento debido en Francia, su lugar de origen. Tampoco es aceptado fácilmente entre nosotros, excepto el caso de Fernando Fader, según se ha dicho más arriba. Por cierto, el impresionista faderiano, como el de los otros pintores asociados a esta poética, es propio de él, denotado en su caso por una manera densa, grave, a veces ruda, derivada quizá de su formación en Alemania. Fader, junto a Pío Collivadino y Carlos Ripamonte, entre otros, fundó el grupo Nexus (1907-08) con el objeto de dar cuenta del país y de sus gentes desde una perspectiva localista pero abierta al universalismo pictórico. Fader pudo explayarse como nunca en esta vía, con sus paisajes y escenas humanas de Córdoba, uno de los cuales es este Fin de invierno, donde los empastes se dulcifican por la luz.
Aunque nació en Burdeos, Francia, el 11 de abril de 1882, a los 3 años de edad, Fernando, hijo de un ingeniero alemán (Carlos Fader) y una vizcondesa de Francia, se vino con su familia a vivir a Mendoza, donde residió durante unos años para luego recibir su educación primaria y secundaria en Alemania.
De regreso a Argentina en 1898, realiza sus primeras pinturas y es con estos trabajos donde decide su vocación y viaja nuevamente a Alemania a estudiar pintura.
Recorre toda Europa tomando conocimientos en distintos países y a fines de 1904, vuelve a Mendoza para realizar su primera exposición donde presentó 70 obras propias.
Durante su vida se dedicó a la pintura, abandonando el arte en 1909 y volviéndolo a retomar en 1914, y exponiendo en importantes eventos, tanto en Argentina, como en Uruguay y España.
Hacia fines de la década del 20 la salud de Fader, comienza a decaer, a tal punto que en 1932, su estado le impide presenciar el homenaje a sus 50 años en la Galería Muller.
Deja de existir tres años más tarde, el 28 de febrero de 1835 a los 52 años de edad en Loza Corral.
A pesar de tener procedencia francesa, el mismo argumentaba ser mendocino, con lo que no se puede negar su espíritu tan argentino como las obras que el realizó.
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