LA NOSTALGIA EN EL UNIVERSO INTIMISTA DE
ELSA NÚÑEZ
FERNANDO UREÑA RIB
Elsa Nuñez pinta la Nostalgia. Es decir, la personifica y hace de ella su protagonista primordial. Hay un aire decimonónico en sus óleos, de figuras femeninas ataviadas a la usanza de antaño, que nos traen la añoranza de un mundo misterioso y de una época serena en la que todavía eran posibles la poesía y el romance incondicional y fiel. “Y eran una, y eran una sola sombra larga…” habría dicho de estas pinturas el poeta colombiano Asunción Silva. Porque ese espíritu poético de alguna manera yace en el trasfondo de estas imágenes. Los drapeados, el organdí, la seda y un pañuelo sediento de lágrimas se esconde en esas manos alargadas. A veces un collar o un rosario enfatizan la longitud del cuello, o enaltecen la nobleza de la mirada.
Una esencia, un perfume grato brota de estos lienzos y de pronto, usted cree escuchar los sones de una canción olvidada. Entrevemos las sales y la recámara que es plausible en el sepia de algunos vetustos retratos de familia. Ese discurrir en el pasado se hace presente y vivo en las pinturas de Elsa Núñez y es ella misma quien está allí bajo el ala discreta el sombrero, detrás del velo y la mantilla, y es ella quien sostiene con donaire el abanico que la refresca del calor de los trópicos.
Esto en cuanto al tema, porque Elsa Nuñez logra soluciones plásticas propias para presentarlo en el marco de las abstracciones del paisaje o de visiones fugaces y evanescentes que enfatizan la presencia de un mundo emotivo interior intenso y dramático. Pañuelos, abanicos y tocados completan la escena en la que casi es posible adivinar el perfume que emanara de aquellas damas de donaire y atractiva presencia. Fina estampa.
Pero Elsa Nuñez no se detiene innecesariamente en el adorno ni en el detalle. Es la intensidad de la mirada y el remoto silencio que ella encierra lo que nos transporta a su mundo interior, rico en alusiones, reminiscencias y matices.
FERNANDO UREÑA RIB
Elsa NúñezSanto Domingo, República Dominicana, 1943)Estudia filosofía en la Universidad Autónoma y arte en la Escuela nacional de Artes Plásticas de su tierra natal, y en España, en la Academia de San Fernando. Expone en el Instituto de Cultura Hispánica de Madrid y en el Museo de las Casas Reales y el de Arte Moderno de Santo Domingo. En 1979 obtiene el premio Independencia de Cultura otorgado por la Embajada y la Casa de España; y posteriormente el Gran Anacaona de Oro por su labor en la plástica dominicana.
Combina la abstracción con lo figurativo, pone especial énfasis en imágenes de corte expresionista. Una de sus características más recurrentes es la acentuación del negro en sus trazos con el fin de dramatizar la forma humana, especialmente la femenina. Mujeres abandonadas, envueltas en atmósferas nostálgicas y desvalidas, son el pretexto para poner en evidencia una situación femenina que debe ser modificada. El soporte de este trabajo pictórico es el dibujo y la textura del color.Elsa Núñez nos invita a ser testigos de escenas cargadas de una intencionalidad no solo artística sino también social.
Elsa Núñez contempla el mundo en diferentes aspectos, quiere situarlo en sus interioridades, conferirle un significado poético. Esa visión se siente a través de la presencia de los seres humanos.Pero, aparte del tratamiento estilístico tan diversificado, la pintura contemporánea evoca la figura según distintos contextos: la realidad, cotidiana que forzosamente aborda en un momento la temática social y ambiental concreta, incluyendo avances y problemas de la tecnología, vivencias puramente internas e imaginarias que “surrealizan” la atmosfera y trastocan sus elementos, actitudes y personajes prácticamente perennes, quienes se entregan a tareas fundamentales, fuera de un tiempo preciso, o, en su expresión corporal alegórica, transmiten la perennidad del símbolo. Esas últimas propuestas responden a los planteamientos de Elsa Núñez cuando plasma la figura humana.
Marianne de Tolentino. En el tríptico de la exposición Elsa y su universo, Madrid, España, 1970.
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