CARLOS MÉRIDA
LAS DANZAS DEL TIEMPO
Diversos son los ejemplos de creadores plásticos vinculados con otras disciplinas, en las cuales han encontrado campos propicios para desarrollar otras formas de expresión. En este sentido son muchos los artistas que se han relacionado con la danza como José Chávez Morado, Julio Castellanos, Gabriel Fernández Ledesma, Antonio Ruiz, José Clemente Orozco, Diego Rivera, Carlos Orozco Romero, Roberto Montenegro, Juan Soriano, Julio Prieto, Leopoldo Méndez, Rufino Tamayo, Miguel Covarrubias, Arnold Belkin, José Reyes Meza, Santos Balmori, Carlos Mérida y, esporádicamente, los escultores Federico Canessi y Germán Cueto.
Las aportaciones de Carlos Mérida a la danza pueden resumirse en dos, principalmente, que afirman su interés por las manifestaciones populares. La primera de ellas la efectuó como director de la Escuela de Danza de la Secretaría de Educación Pública (1932-1935). Durante su gestión uno de sus objetivos fundamentales consistía en crear un ballet mexicano inspirado en los bailes indígenas. En 1933 presentó un proyecto de investigación coreográfica con base en las más destacadas danzas regionales de nuestro país, relevante sobre todo por el vínculo que representa con su obra pictórica y gráfica.
Su segunda aportación la constituyen sus diseños de escenografía y vestuario. En éstos se percibe su inspiración en el juguete popular, en los trajes y disfraces de animales, principalmente los hechos con cartón, empleados por diversos grupos indígenas, y en las referencias geométricas de su obra de caballete y mural. Existe el registro de su participación en 22 obras —tres de las cuales no llegaron a estrenarse— puestas en escena desde 1940 hasta 1979.
Su relación con esta disciplina no es casual, como podemos comprobarlo en la definición que tenía de ella y que amplía, en gran medida, su imagen de un artista con capacidad y conocimiento integradores.
La danza es una concreción de todas las artes. Vive en el tiempo y en el espacio. Está ligada con el tiempo por la música. Está ligada con el espacio por sus cualidades plásticas… Tiene esencia particular, absoluta autonomía, existe por sí sola. Porque la danza debe decir lo que la música y la pintura y la poesía no pudieron decir.
A Carlos Mérida le tocó participar en una época de esplendor de la danza mexicana y llegó a ser uno de sus impulsores. Trabajó con los libretistas Nelly Campobello, Martín Luis Guzmán, Miguel Bueno y Celestino Gorostiza; los músicos Silvestre Revueltas, Blas Galindo, Luis Sandi, Carlos Chávez y Eduardo Hernández Moncada; las coreógrafas Gloria y Nelly Campobello, Graciela Arriaga, Anna Sokolow, Waldeen, Gloria Contreras, Evelia Beristáin, Rosa Reyna y su propia hija Ana Mérida.
Carlos Mérida, “La danza y el teatro”, ca. 1932, en Cristina Mendoza, Escritos de Carlos Mérida sobre el arte: la danza, México,
INBA/CENIDIAP
(Serie Investigación y Documentación de las Artes), 1990, p. 129.
FICHA DEL MUSEO
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