MANOLO PASCUAL
Y LOS ORDENADORES
Fernando Ureña Rib
UN NUEVO LIBRO PARA LA HISTORIA DEL ARTE
VIDA Y OBRA DEL ESCULTOR MANOLO PASCUAL
Fernando Ureña Rib
Acaba de ser publicado en Estados Unidos el libro “Un escultor en el exilio, vida y obra de Manolo Pascual.” La publicación en inglés es una recopilación de textos críticos, anécdotas y fotografías sobre el fundador de nuestra Escuela Nacional de Bellas Artes. Durante la guerra civil española un grupo de artistas e intelectuales tuvo que huir de su país y trabajar expatriados en diversas naciones de América. Su hija Ariadna Pascual Wright (1933-) y quien escribe estas líneas, ofrecen un relato de primera mano sobre la obra creativa y las vicisitudes del gran escultor exiliado.
Los sucesos en la vida de Manolo Pascual bien podrían servir para una novela o un film. Antes de la guerra fue un artista exitoso y ganador de reconocimientos de importancia, tal como el Premio de Roma. En aquella antigua ciudad llegó a establecer amistad con el renombrado escritor español don Ramón de Valle Inclán. A su regreso a España (1936) se enrola en el ejercito de los republicanos, hasta que en 1939 se ve obligado a salir de incógnito hacia Francia y luego al exilio en República Dominicana.
Una vez en la isla, el dictador Rafael Leonidas Trujillo recibe del intelectual y visionario Dr. Rafael Díaz Niese, las buenas luces de invitar a Manolo Pascual a formar la Escuela Nacional de Bellas Artes. Esto ocurre en 1942 y bajo la guía de ese maestro se forman algunas de las personalidades más relevantes del arte dominicano del siglo XX. Domingo Liz, Gaspar Mario Cruz, Gilberto Hernández Ortega, Ada Balcácer, Fernando Peña Defilló, Clara Ledesma, Oscar de la Renta y Luís Martínez Richiez, entre otros, beben de las fuentes creativas del maestro.
En el ínterin, su hija Ariadna había sido enviada a un exilio mucho menos cálido. Como la madre de Ariadne había muerto en París en 1940 ella, junto a miles de niños españoles dados por huérfanos, es llevada a Rusia, donde transcurren sus años formativos. En Ciudad Trujillo, el inquieto escultor busca la manera de recuperar a su hija y finalmente lo consigue en 1947.
Gracias a las admirables fotografías conservadas por Ariadne, este libro está impregnado del ambiente de la época. Contiene sesudos e inspirados artículos sobre la obra del escultor, escritos por figuras de la talla de Fraiz Grijalba, Eugenio Fernández Granell, Manuel Valldeperez, Robert Myron y Pedro René Contín Aybar, entre otros. El prólogo pertenece a la firma de Miguel D. Mena.
El libro, que es una importante fuente de referencias, se puede conseguir a través de la Internet, en Amazon por el número de ISBN 978-0-615-50761-6 o bajo el título A Spanish sculptor in exile. The art and life of Manolo Pascual, edited by Ariadne Pascual Wright and Fernando Ureña Rib.http://www.amazon.com/Spanish-Sculptor-Exile-Manolo-Pascual/dp/0615507611
Una experiencia reciente, relacionada con Manolo Pascual y la red cibernética, ha sido tan remuneradora y misteriosa, que merece ser compartida con todos aquellos que se interesan por el arte y las cosas que ocurren en ese otro mundo, paralelo y virtual, del Internet, con su insondable maraña de laberintos. La historia es verídica.
Mis lectores no ignoran quién fue Manolo Pascual. Lo recuerdan como uno de aquellos artistas que escapó de las atrocidades del Generalísimo Francisco Franco. Saben que algunas de sus esculturas y bocetos se muestran aquí en el Museo Bellapart y en el Museo de Arte Moderno. Y que fue él uno de los fundadores de la Escuela Nacional de Bellas Artes en los albores de la década de los cuarenta. Así que muchos no han olvidado cómo él llegó a Santo Domingo, junto a un grupo de notables músicos e intelectuales y en medio del estupor de la guerra civil e ideológica que desgarró a España de 1936 a 1939.
Pero lo que quizás ignoren o hayan olvidado es que nuestro escultor tenía una hija. Que la hija, fue el producto de su breve matrimonio con una joven judía a quien había él había conocido mucho antes, en París, a principios de los años treinta. Aquella niña fue separada de sus padres a la tierna edad de cinco años y fue a parar a Rusia como parte de un grupo de niños españoles refugiados de la guerra. Durante nueve años vivió la niña en Rusia, alejada de los suyos. La madre murió sola en París, en 1940, como consecuencia del holocausto y del exterminio Nazi ejecutado contra los judíos.
Por más de cinco décadas, el angustioso dolor de aquella madre continuó palpitando en el pecho de su única hermana sobreviviente, llamada Else Englen, quien luego se radicó en Suecia y dedicó gran parte de su vida a buscar a aquella niña abandonada en los campos de refugiados en Rusia. ¿Pero cómo encontrarla? ¿Dónde? ¿Bajo qué nombre? A no ser por una serie de coincidencias y las virtudes del Internet aquel dolor habría podido bajar con ella a la tumba.
Usted no tiene que ser detective para intuir que el único indicio válido para encontrar la sobrina perdida era la referencia del padre escultor. Así que la tía Else se empeñó en seguir su rastro. Escribió cartas a la Academia de Roma, donde nuestro escultor había ganado premios de escultura en el 1936, indagó en ciertas municipalidades de París, hurgó en los archivos de distintos gobiernos y nada. Con el correr de los años aparece el Internet y el correo electrónico y la tía Else pone manos a la obra y utiliza sus recursos de búsqueda con profusión.
Sin embargo, para el tiempo en que el Internet alcanza un gran desarrollo, el escultor Manolo Pascual había muerto. Él había vivido sus últimos años en Nueva York, adonde había huido a finales de los años cincuenta. Manolo había sido víctima de las presiones que le había impuesto el mismo Trujillo. Resulta que Ariadne (que así se llama la hija de Pascual) vino al país a los trece años y empezó a estudiar en el Colegio Santo Domingo. La presencia de una niña “rusa” hija de un escultor español republicano causa revuelo y a él se le acusa de comunista. Así que se trasladan. Al llegar a la Gran Manzana, Manolo empieza a enseñar escultura en la New School for Social Research y entre sus alumnos está la hoy famosa escultora Josephine Hurst, quien le menciona como su maestro en las páginas del Internet.
Un día, mientras hago en el Internet un estudio sobre la obra de Manolo Pascual, caigo en las páginas de Josephine Hurst y le escribo. Ella me dice que había alguien desde Suecia haciendo indagaciones sobre la hija del fenecido maestro y me comunica con ella por correo electrónico. Era la tía Else. Ella barajaba una serie de nombres errados. Imposible encontrarla de esa manera. Gracias al crítico e historiador José Saldaña y a una entrevista publicada por doña María Ugarte pudimos dar con la clave. Utilizando un buscador hallé el nombre y la dirección exactas de la hija de Manolo Pascual. La llamo. Le digo que su tía Else, cuya existencia ella ignoraba, la estaba buscando minuciosamente desde hacía años.
El feliz encuentro familiar no tardó en producirse. Ariadne Palmer Wright, sus siete hijos y sus ocho nietos se reunieron con Else en Austin, Texas poco antes de la Navidad. En la sinagoga, el Rabí dijo un Kaddish por la madre ausente y por las víctimas de Auschwitz. Gracias a esta proeza de los ordenadores se aligeró un gran peso de los hombros de Else y compartimos hoy su felicidad y su alivio con la hija de Manolo Pascual, ese gran escultor nuestro.
FERNANDO UREÑA RIB