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Archives for April 2019

Leopoldo Maler

April 15, 2019 By dillon Leave a Comment

PROVOCADORA Y PUNZANTE IRONÍA EN LA OBRA

LEOPOLDO MALER

FERNANDO UREÑA RIB

LA obra de Leopoldo Maler se distingue por su poderosa capacidad provocadora. El objeto creado por este artista dominicano y universal (de origen argentino), es el pretexto para disuadir, informar y llamar la atención sobre realidades aparentemente inocuas, pero altamente peligrosas en la sociedad contemporánea.

Maler utiliza el arte como un arma subversiva, o al menos, como un Ágora, como un espacio crítico, abierto, de participación y discusión. La intención  es que el espectador responda, que tome una posición, que reflexione sobre el asunto propuesto. Y logra su objetivo.

Recuerdo la primera vez que me enfrenté a la poderosa obra de Maler en el entonces recién inaugurado Hotel Jaragua. La dimensión enorme, la estridencia cromática y la dureza de la imagen contrastaban con la apacible quietud y la magnificencia de los corredores del hotel. Podríamos haber llamado cualquier cosa, menos decorativa, a aquellas piezas monumentales de gallos emplumados, decapitados y salpicados de roja resina acrílica. No era posible pasar frente a esos cuadros sin volver la cabeza, sin detenerse y tratar de explicarse la verdad subyacente en las imágenes de Maler.

En un mundo constantemente bombardeado por la información, la obra de Maler muestra un perfil irónico, aturdidor a veces, que da frecuentes latigazos a lo convencional y a la mediocridad y que traslada al espectador la responsabilidad del acto creativo. Para Maler contemplar no tiene sentido si no induce a la acción o, por lo menos, a un cambio de actitud.

Después de recorrer un itinerario alrededor de ciertos conceptos los derrumba, regresa al tema del ambiente ecológico y realiza extensos montajes que apuntan a un sistema simbólico, siempre  en una escala monumental.

Fernando Ureña Rib

METROBOLISMO

La ciudad de San Juan fue el escenario de un espectacular evento o “Performance” creado por el artista argentino Leopoldo Maler – uno de los creadores latinoamericanos más reconocidos en el mundo entero. Prosiguiendo con su serie de Metáforas Visuales, Maler concentró 120 automóviles de tres colores – blanco, rojo y amarillo – en tres puntos separados de la ciudad, guiando sus itinerarios a través de una estación de radio, desde un helicóptero que sobrevoló la zona.

Se tomaron fotografías cada 30 segundos para documentar la interacción de los colores como muestra de la asimilación e integración en las grandes ciudades.

El evento se tituló METROBOLISMO y tuvo lugar el domingo 25 de abril en el marco del Simposio Internacional de Escultura auspiciado por la Universidad de Puerto Rico. Maler requirió de la colaboración de 30 propietarios de carros blancos, otro tanto de carros rojos y amarillos.

Cada participante fue obsequiado al final de la performance con una obra gráfica del artista valorada en $1,000.
Para contactar a Leopoldo Maler: [email protected]

 

LA VACA SAGRADA DE LEOPOLDO MALER

Un curioso episodio otorgó a la noche inaugural el marco adecuado para comprender en su totalidad los verdaderos alcances de la muestra. Decididos a realizar una performance durante la noche de la inauguración -entre otras que estaban programadas- Marta Minujin y Leopoldo Maler se acercaron al museo vestidos con esmoquin blanco y una careta de vaca, escoltando a una pareja que bailaba tango, a una persona con un grabador que introducía la música para los bailarines y a una simpática vaca Holando-Argentina. El desfile fue interrumpido rápidamente por un guardia de seguridad que los obligó a retirarse con violentas amenazas de llamar a la policía.

Lo que resulta curioso es la forma en que la historia parece repetirse, aun a pesar de las retrospectivas que intentan una aproximación crítica a los fenómenos.

Out of Actions incluye documentación de una performance de Felipe Ehrenherg, A Date with Fate at the Tate, en la que se ve a Ehrenberg en la puerta de la Tate Gallery de Londres con motivo del Simposio sobre destrucción en el arte de 1966, tratando de explicar a los guardias que él es una obra de arte, hasta que es expulsado del lugar.

El hecho permite reflexionar hasta qué punto una performance sigue siendo hoy en día un evento sospechoso y temible cuando no ha sido prevista en un programa o no está domesticada colgando de las paredes de un museo. Tal vez esta “travesura” de Minujin y Maler no hace sino poner en evidencia el costado más nefasto de la muscificación y el más revelador de la performance. Sólo nos resta preguntar ¿Formará parte esta performance de Out of Actions-Part II?

TOMADO DE LA REVISTA LA MAGA

LEPOLDO MALER

Nació en la Argentina en 1937, donde obtuvo un título en derecho.  En 1961, se fue a Londres en donde vivió por más de 17 años.  Allí, pone en práctica sus ideas de combinación de medios diversos, integrando las películas en la escultura y en sus montajes.

Trabajó en proyectos para la BBC y dentro de este marco, él obtendrá en 1964, con el Festival Cinematográfico de Londres, un premio por una película corta considerada como la película más sobresaliente del año.

Maler  ha expuesto sus obras alrededor del mundo:  En el Centro George Pompidou,  de París, y representó a la Argentina en XlV Bienal internacional de artes del Sao Paulo donde obtuvo el Gran Premio.  En 1977, Maler recibió una beca de la Fundación Guggenheim y permaneció en Nueva York hasta 1983, año en que llegó a ser el primer rector de la escuela de los Artes Parson (división América Latina, Santo Domingo).Allí instaló una residencia para artistas, por la que pasaron numerosos plásticos argentinos, como Perez Celis y Pablo Ovelar, y de otros países latinoamericanos. Ha incursionado en pintura, diseño, video, cine y otras expresiones.

Desde finales de la década del 60, la obra de Leopoldo Maler se desliza entre el teatro, la danza y las artes plásticas. La muestra exhibe documentación de Crane Ballet (1971), obra en la que tres hombres “danzan” en las alturas conducidos por sendas grúas que determinan sus movimientos aéreos de acuerdo con una estricta coreografía diseñada por el autor, Maler ya había inducido la colaboración entre bailarines y maquinarias en una obra anterior, X-lT(l969). En 1971, y previo aun a Crane Ballet, Maler había presentado Silence, una proto-videoinstalación en la que una enfermera (real) cuidaba una cama sobre la que se proyectaba un filme con la imagen de una anciana enferma.

Leopoldo Maler es  uno de los fundadores (en 1988) de la Fundación de Arte contemporáneo de Napa, una organización que desarrolla nuevas ideas en artes y la educación en sociedad con las universidades de Berkeley, de San Francisco y de Sonoma.
Su obra está representada en los museos más grandes y en colecciones privadas importantes, entre los cuales el museo de Tamayo de México, el Museo de Hess en California, etc.  Se invitó a Maler que creara un monumento para los juegos olímpicos de Seul, y construyó más recientemente un ambiente para la ciudad de Madrid, elegida como el capital cultural de Europa.

En esta ocasión, Maler recibió la orden artística del mérito dada por el alcalde de Madrid.  Actualmente, prepara una serie de los nuevos proyectos incluyendo un espectáculo en Trieste, que consiste en la acopio en los varios océanos latinos de América para crear una pieza que sea al mismo tiempo artística y ecológica.

En este momento, Leopoldo Males tiene su estudio principal en el Este de la República Dominicana, en una aislada aldea de pescadores. Viaja con frecuencia entre Miami,  San Francisco y  Buenos Aires.

 

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Elsa Nunez

April 15, 2019 By dillon Leave a Comment

LA NOSTALGIA EN EL UNIVERSO INTIMISTA DE

ELSA NÚÑEZ

FERNANDO UREÑA RIB

Elsa Nuñez pinta la Nostalgia. Es decir, la personifica y hace de ella su protagonista primordial. Hay un aire decimonónico en sus óleos, de figuras femeninas ataviadas a la usanza de antaño, que nos traen la añoranza de un mundo misterioso y de una época serena en la que todavía eran posibles la poesía y el romance incondicional y fiel.  “Y eran una, y eran una sola sombra larga…” habría dicho de estas pinturas el poeta colombiano Asunción Silva. Porque ese espíritu poético de alguna manera yace en el trasfondo de estas imágenes. Los drapeados, el organdí, la seda y un pañuelo sediento de lágrimas se esconde en esas manos alargadas. A veces un collar o un rosario enfatizan la longitud del cuello, o enaltecen la nobleza de la mirada.

Una esencia, un perfume grato brota de estos lienzos y de pronto, usted cree escuchar los sones de una canción olvidada. Entrevemos las sales y la recámara que es plausible en el sepia de algunos vetustos retratos de familia. Ese discurrir en el pasado se hace presente y vivo en las pinturas de Elsa Núñez y es ella misma quien está allí bajo el ala discreta el sombrero, detrás del velo y la mantilla, y es ella quien sostiene con donaire el abanico que la refresca del calor de los trópicos.

Esto en cuanto al tema, porque Elsa Nuñez logra soluciones plásticas propias para presentarlo en el marco de las abstracciones del paisaje o de visiones fugaces y evanescentes que enfatizan la presencia de un mundo emotivo interior intenso y dramático. Pañuelos, abanicos y tocados completan la escena en la que casi es posible adivinar el perfume que emanara de aquellas damas de donaire y atractiva presencia. Fina estampa. 

Pero Elsa Nuñez no se detiene innecesariamente en el adorno ni en el detalle. Es la intensidad de la mirada y el remoto silencio que ella encierra lo que nos transporta a su mundo  interior, rico en alusiones, reminiscencias y matices.

FERNANDO UREÑA RIB


 


Elsa NúñezSanto Domingo, República Dominicana, 1943)

Estudia filosofía en la Universidad Autónoma y arte en la Escuela nacional de Artes Plásticas de su tierra natal, y en España, en la Academia de San Fernando. Expone en el Instituto de Cultura Hispánica de Madrid y en el Museo de las Casas Reales y el de Arte Moderno de Santo Domingo. En 1979 obtiene el premio Independencia de Cultura otorgado por la Embajada y la Casa de España; y posteriormente el Gran Anacaona de Oro por su labor en la plástica dominicana.
Combina la abstracción con lo figurativo, pone especial énfasis en imágenes de corte expresionista. Una de sus características más recurrentes es la acentuación del negro en sus trazos con el fin de dramatizar la forma humana, especialmente la femenina. Mujeres abandonadas, envueltas en atmósferas nostálgicas y desvalidas, son el pretexto para poner en evidencia una situación femenina que debe ser modificada. El soporte de este trabajo pictórico es el dibujo y la textura del color.

Elsa Núñez nos invita a ser testigos de escenas cargadas de una intencionalidad no solo artística sino también social.
Elsa Núñez contempla el mundo en diferentes aspectos, quiere situarlo en sus interioridades, conferirle un significado poético. Esa visión se siente a través de la presencia de los seres humanos.

Pero, aparte del tratamiento estilístico tan diversificado, la pintura contemporánea evoca la figura según distintos contextos: la realidad, cotidiana que forzosamente aborda en un momento la temática social y ambiental concreta, incluyendo avances y problemas de la tecnología, vivencias puramente internas e imaginarias que “surrealizan” la atmosfera y trastocan sus elementos, actitudes y personajes prácticamente perennes, quienes se entregan a tareas fundamentales, fuera de un tiempo preciso, o, en su expresión corporal alegórica, transmiten la perennidad del símbolo. Esas últimas propuestas responden a los planteamientos de Elsa Núñez cuando plasma la figura humana.

Marianne de Tolentino. En el tríptico de la exposición Elsa y su universo, Madrid, España, 1970.

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Raquel Paiewonsky

April 15, 2019 By dillon Leave a Comment

ARTE CONTEMPORÁNEO DEL CARIBE

RAQUEL PAIEWONSKY

FERNANDO UREÑA RIB

   


El Caribe plantea su propia estética, su manera particular y única de ver la vida y el entorno. Las obras de Raquel Paiewonsky reflejan esa inquietud e inducen a la espectador a reflexionar sobre su propia condición humana. En este orden, Raquel pone entre dicho nuestra concepción tradicional de las cosas, incluyendo la propia anatomía humana. Se trata de una obra bien estructurada, visualmente innovadora y técnicamente impecable.

Sus recursos plásticos no se limitan a un sólo tipo de materia, sino que ella expande su universo creativo indagando las posibilidades expresivas de una gran diversidad de materiales y medios: El vidrio, el plástico, la goma, las placas radiográficas, el agua tintada y otros muchos elementos se integran a su obra con singular fuerza expresiva.

La comunicación de estos objetos es poderosa y el mensaje puede ser percibido con facilidad y sin interferencias conceptuales, debido a que yace en la composición misma del objeto, en la transformación que sufre bajo la mano de la artista y en la incuestionable precisión de sus elementos simbólicos.

FERNANDO UREÑA RIB


‘‘Levitando: a un sólo pie’’. Cera y nylon.


‘‘Los pies son una parte de nuestro cuerpo extremadamente compleja. Este proyecto surgió hace un par de años y a su ritmo se ha ido desarrollando… Estos pies de cera atrapados por el nylon y suspendidos en el espacio quieren llegar abajo, quieren tocar la tierra pero aún no llegan, cuando lo hagan habitarán otro universo; mientras tanto, se regocijan en su levitación’’. Raquel Paiewonsky


RAQUEL PAIEWONKSY

Nace en Puerto Plata, República Dominicana. Vive y trabaja en Santo Domingo, República Dominicana

EXPOSICIONES

2003 V Bienal del caribe Museo de arte moderno, Santo Domingo

2003 VIII Bienal De La Habana La Habana Cuba

2003 XXII Bienal Nacional de Artes Visuales –Museo de arte moderno , Santo Domingo, República Dominicana. (Premio por instalación.)

2003 Muestra 2 Feria de arte contemporáneo – Galería Lyle O. Reitzel Arte Contemporáneo. Ciudad México, México

2003 Orden del día Museo de arte Moderno-Santo Domingo, República Dominicana

2003 Currents, Art Miami 2003, Galería Lyle O. Reitzel Arte Contemporáneo. Miami Beach Convention Center, Miami, FL

2002 El cuerpo del delito Museo de arte Moderno – Santo Domingo, República Dominicana

2002 Esplanade, visual art fair – Singapur

2002 Gota a gota , exposición sexto aniversario, Lyle O. Reitzel, Arte Contemporaneo. – Santo Domingo, República Dominicana

2002 Feria Iberoamericana de Arte FIA, Salón CANTV Jóvenes con FIA 2002, Caracas, Venezuela

2002 Nada que Ver , Centro Cultural Hispánico – Santo Domingo, República Dominicana

2002 ARCO 2002, Cutting edge – Galería Lyle O. Reitzel Arte Contemporáneo

2002 El Ojo del Amo , fotografía contemporánea dominicana, Centro Cultural del ICAIC – Habana, Cuba

2001 Vestial , Capilla de los remedios (IV Bienal del Caribe) – Santo Domingo, República Dominicana (solo)

1999 Sub-cutánea, Lyle O. Reitzel, Arte Contemporaneo. – Santo Domingo, República Dominicana (solo)

1997 La Resurrección de los Párpados, Lyle O. Reitzel, Arte Contemporaneo. – Santo Domingo, República Dominicana (solo)

1997 Kelly Glass Studio & Gallery, Nueva York (solo)

1996 A Conversation, Hunter College, Nueva York (solo)

1995 Museo de Arte Moderno – Obras recientes: Santo Domingo, República Dominicana (solo)

1992 Galería de Arte Nouveau, Santo Domingo, República Dominicana (solo)

PREMIOS

Premio por instalación XXII Bienal Nacional de Artes Visuales, 2003

Premio por instalación XX Bienal Nacional de Artes Visuales. Parsons School of Design, 1990, 1991 – 1993

Bluhdorn Award 1991 – 1993

Permanent Collection

Museo de Arte Dominicano, Puerto Plata, República Dominicana

Fragments of Illusions – Peter Madero Gallery, Nueva York

Soul in C Minor, Bienal de soho – 450 Broadway, SoHo, Nueva York

Imaginary Beings – Performance Grupal, Exit Art, Nueva York

Dominican Women in Arts and Literature, Barnard College, Nueva York

Currents” an exposition, Bienal de soho – The Eight Floor, Nueva York

Mujer y Arte Dominicano Hoy, Casa de Bastidas, Santo Domingo, República Dominicana

Salón de Arte y Arquitectura, Zona Colonial, Santo Domingo, República Dominicana

The Ancient and Unexpected, Altos de Chavón, República Dominicana

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Camila Henriquez Urena

April 15, 2019 By dillon Leave a Comment

CAMILA HENRÍQUEZ UREÑA

MAESTRA DE LA CULTURA LATINOAMERICANA

MERCEDES SANTOS MORAY

ANA MARÍA PORTUGAL

La figura señera de Camila Henríquez Ureña vuelve a ser recordada en Santo Domingo con la publicación de sus obras completas, gracias a un auspicio del Banco de Reservas de la República Dominicana. Ofrecemos a nuestros lectores estos textos de la Revista Mujeres Cubanas, escritos por Mercedes Santos Moray y Ana María Portugal sobre la vida y obra de Camila.

Fernando Ureña Rib


Al día siguiente del asalto al Palacio de la Moneda, en Santiago de Chile, hace también tres décadas, fallecía en la ciudad de Santo Domingo, capital de la República Dominicana la última de los Henríquez Ureña, Camila, quien había nacido en aquella tierra hermosa, en 1894, y que al retornar, de visita, tras una operación de sus ojos, dejaba de existir, aunque en verdad ella jamás nos ha abandonado.

Como su padre, don Francisco, quien fuera presidente de aquella hermana república, y sus hermanos, los eminentes filólogos latinoamericanos Pedro y Max Henríquez Ureña, llegó para instalarse en la más caribeña de las ciudades cubanas, Santiago de Cuba, donde emergió como adolescente y joven, y a la que siempre solía retornar, en sus vacaciones, cuando cesaban las labores académicas de la Universidad de La Habana, donde la conocí, como mi maestra y mentora a fines de los años sesenta.

Camila había regresado a Cuba, precisamente, en esa década, luego del triunfo de la Revolución que le abrió el sendero de la docencia universitaria, la cual no había transitado en nuestro país antes, aunque sí la ejerciera en los Estados Unidos, de donde llegaba, en la madurez de una ancianidad colmada de lucidez, para sumar su genio e ingenio a la obra de transformar la sociedad cubana para que, también, las mujeres pudiesen arribar a la cultura.

Ella misma, en una de sus conferencias, ofrecidas en la Sociedad Lyceum, como propaganda del Congreso Nacional Femenino, del que fue una de sus más activas promotoras, había afirmado que “Antes que la mujer cubana pisara con frecuencia habitual las aulas universitarias, subiera a las cátedras y desempeñara los más altos ministerios en todos los órdenes profesionales, Cuba produjo varias extraordinarias capacidades femeninas, como –por no citar más de dos- Gertrudis Gómez de Avellaneda en el campo de las letras y María Luisa Dolz en el campo del magisterio.”

Camila era un ejemplo de esas mujeres de vanguardia que desmentían la incapacidad de las mujeres, y validaban su talento e inteligencia con decoro.

Sin embargo, y muy bien lo sabía ella –como lo expuso en sus charlas ofrecidas en 1939- que la cultura, como la sociedad, eran espacios limitados para la mujer, reducida todavía al mundo privado del hogar, o sometida a la manipulación del placer del valor por la vía de la prostitución.

Las notables individualidades que aparecieron en la cultura cubana, desde el siglo XIX, y también en las primeras décadas del XX, -Camila Henríquez Ureña era una muestra palpable de tal manifestación- se reducían a acciones que, por su número, no podían representar a todas las cubanas que no podían, como solía afirmarlo nuestra querida maestra, “desarrollar su propia personalidad”.

El dramático ejemplo de la mexicana Sor Juana Inés de la Cruz latía, como un llamado, en medio de aquel movimiento feminista cubano que compartiría, con los hombres, en un sentido de equidad, la batalla por transformar la sociedad, en pos de la justicia y de la democracia, desde los años treinta de la pasada centuria.

“El verdadero movimiento cultural femenino empieza cuando las excepciones dejan de serlo.” Sus palabras hoy pueden parecer proféticas. Y es que Camila Henríquez Ureña, cuando tomó la decisión de abandonar su favorecida situación económica en el Vassar Collage, e incorporarse al proceso revolucionario, en la gestación de una nueva pedagogía, su obra sería precisamente la de forjar, en las aulas universitarias, a esa pléyade que hoy se expande por todos los registros y horizontes de la cultura en Cuba, y que fueron sus alumnas.

“El ser humano femenino empieza a existir ahora”, decía en 1939, en vísperas de aquel congreso de mujeres intrépidas, mal entendidas y valientes, y ese ser, el suyo que también es el nuestro, se valida en diversos campos con la energía de las mujeres, en el trabajo profesional, como obreras calificadas, técnicas e intelectuales, forjadas al calor de su ejemplo.

Cuando se organizaron aquellos primeros trabajos sociales, que desbordaban cualquier idea de extensión universitaria, y que permitieron a los jóvenes y a las muchachas, en compañía de sus maestros y maestras, recorrer la Isla, vimos a Camila presta a ofrecer sus charlas de arte, de literatura, de cultura en general, armada de la nobleza de su corazón, incorporada sobre la noble estructura de sus años.

Porque Camila tuvo una rara virtud, y lo puedo atestiguar, cuando falleció ya contaba con 77 años de edad, y era, sin embargo, más joven y osada que muchos de nosotros y de nosotras.

Ella era el primer estímulo y acicate para nuestras mentes, el impulso vital para la creación, la maestra que trascendía la erudición académica y el aula para traducirse en tutora de nuestras obras, en esa especie de “madre espiritual” que todos reclamamos muchas veces, con verdadera acritud, a nuestras progenitoras.

Camila, que no había tenido hijos de su sangre, sin embargo conocía del placer del amor maternal al verse colmada del afecto de la juventud que reconocía, en aquella mujer alta, espigada, de nobles y finas maneras, carácter decidido y firme, voz melodiosa y risa contagiosa, a una persona cuyas palabras se podían escuchar sin rubor, porque nacían no sólo de la experiencia ni de la lectura de los libros, en varias lenguas, sino del sentimiento y del amor.

En 1970, tres años antes del deceso de Camila, me llamó la profesora Isabel Monal, hoy Premio Nacional de Ciencias Sociales, y entonces coordinadora del grupo de investigaciones latinoamericanas y caribeñas de la Facultad de Humanidades, para que junto a Mariana Serra, estudiante como yo del cuarto curso de la Licenciatura en Lengua y Literaturas Hispánicas, nos reuniéramos con Camila para iniciar los estudios de los lazos que unían a las tres islas hispanohablantes de las Antillas: Puerto Rico, Santo Domingo y Cuba.

Entonces fue cuando comencé a dedicarme a la investigación de la cultura dominicana, tutoriada por Camila, que luego devino mi tesis de grado, y empezamos las tres, dos alumnas y una profesora emérita, a trabajar más tarde en las Obras completas de Eugenio María de Hostos, el mismo que fue maestro de su progenitora, la poetisa Salomé Ureña: “En tiempos de mi madre, cuando ésta fundó la primera escuela secundaria para mujeres en su país, en colaboración del sabio maestro Eugenio María de Hostos, fue duramente censurada por querer “sacar a la mujer del seno protector del hogar”… y de la ignorancia que le era impuesta como una virtud inherente a su sexo.”

Hoy, cuando volvemos a Camila, para recordarla en el aniversario de su fallecimiento, el 12 de septiembre de 1973, releemos sus textos, y la vemos reír de placer en el aula y luego, socarronamente, bromear con nosotros que aspirábamos a leer aquella excelente “traducción” del Infierno, del Dante que ella nos acababa de leer, aunque sólo había hecho una traducción simultánea, para nosotros, del italiano medieval mientras nos acercaba al genio florentino.

Así era Camila, la amiga entrañable de don Pedro Salinas, el gran poeta español, la colega en la docencia, en los Estados Unidos, de Tomás Navarro Tomás, la fraternal y gentil compañera de otro genio, el del Albert Einstein cuya foto, dedicada, atesoraba siempre, donde se le veía no ante su teoría de la relatividad, sino con el violín en las manos y la mirada perdida, la maestra que nos sembró el amor a la cultura y la responsabilidad ante la vida, la que quiso que todas nosotras fuésemos como ella, mujeres libres e inteligentes, con independencia económica, y criterio propio, la amiga y compañera del hombre y no su sierva ni su esclava.

CAMILA, CARIBEÑA PROFÉTICA

Por Ana María Portugal

Camila Henríquez Ureña nació en República Dominicana el 9 de abril de 1894 y a la edad de nueve años se trasladó con su familia a Cuba, donde en 1926 adoptó la ciudadanía cubana. Camila provenía de una estirpe familiar de literatos, pensadores y educadores.

Su madre, Salomé Ureña, fue una notable precursora de la educación femenina en República Dominicana. Como fundadora de la enseñanza superior de la mujer en ese país, Salomé Ureña trabajó al lado del puertorriqueño Eugenio María de Hostos en la reforma de la enseñanza que permitió más tarde, y a iniciativa de ambos, la fundación de las Escuelas Normales, y asumiendo la dirección de la Escuela Normal de Maestras.

Aunque Salomé Ureña murió en 1898, cuando Camila tenía cuatro años, los recuerdos que guardaba de ella provenían de los relatos que le hacía su hermano Pedro, quien, por ser diez años mayor, se benefició de la influencia formativa de esa madre que hablaba fluidamente varios idiomas y que lo incitaba al hábito de la lectura.

Porque la casa de los Henríquez Ureña era una “casa de estudio”, según la propia Camila, donde “toda la familia se dedicó siempre a estudiar”. Si sus hermanos mayores, como Max y Pedro, pudieron estudiar en los Estados Unidos a fines del siglo antepasado, a Camila le pareció normal seguir la misma senda.

Es cierto que por ser mujer no tuvo la misma notoriedad de Pedro, por ejemplo, cuya obra y actuación están ligadas tanto a la historia de la Generación del 98 español, de cuyas fuentes fue tributario, como a la de los nuevos movimientos literarios de las primeras décadas del siglo XX en México, con Alfonso Reyes a la cabeza, de quien fue compañero y amigo.

Indudablemente, el ambiente intelectual y la libertad de ideas que rodeó la vida de Camila Henríquez Ureña fue decisiva en su formación de conciencia como mujer.

En 1932, luego de ejercer por varios años la docencia en Santiago de Cuba, se va a París para seguir estudios en la Sorbona. Al volver a Cuba, fija su residencia en La Habana y es elegida para presidir la Sociedad Femenina Lyceum siendo, además, fundadora de la institución Hispano Cubana de Cultura.

Esos años son decisivos en su permanente preocupación por el papel de la mujer en la cultura y en la creación. Precisamente sus ensayos sobre la presencia femenina en el romanticismo y en sus estudios dedicados a la poesía de mujeres, como el caso de Delmira Agustín, se orientan a este propósito.

Una notable contribución

La primera prueba de capacidad cultural que puede dar una mujer es la seriedad ante el trabajo y ante la vida. Tales palabras, pronunciadas por Camila en marzo de 1939, en el acto de propaganda del Congreso Nacional Femenino, en la sociedad Lyceum, que también presidió, son el reflejo de su actitud cívica y de su autoestima.

Sus conocimientos sobre los clásicos griegos y latinos, la literatura medieval y la antropología la condujeron a producir un notable ensayo sobre la situación de la mujer a lo largo de la historia. “Feminismo” será una de sus más importantes contribuciones al pensamiento feminista contemporáneo.

Camila lo presentó durante una conferencia ofrecida el 25 de julio de 1939 en la Institución Hispano-Cubana de Cultura de La Habana. No conocemos las reacciones que provocó esta conferencia, ni la influencia que tuvo en el incipiente movimiento post-sufragio de esos años.

La historia del feminismo –escribió en ese libro– no es sino el lado femenino de esa cuestión eterna (la pugna entre las dos mitades de la humanidad), y por tanto es la historia de una lucha entre partes muy desiguales, porque, como quiera que consideremos el problema, tenemos que partir del hecho incontrovertible de que la mitad femenina del mundo se ha encontrado siempre en condiciones de inferioridad respecto de la mitad masculina…

Para su tiempo, las ideas de Camila resultaron “agresivas”, pero su fama como educadora y filósofa, amén de sus títulos académicos adquiridos en universidades estadounidenses, donde ejerció diversas cátedras desde 1916, la puso a salvo del ostracismo.

A un riguroso y penetrante análisis sobre los orígenes del patriarcado, unió una notable comprensión sobre instituciones como el matrimonio y la familia, y su influencia en la opresión de las mujeres. En particular, son interesantes sus juicios sobre la maternidad. A partir de 1941, Camila Henríquez viaja constantemente por América Latina y los Estados Unidos como conferencista en universidades y centros culturales. Visita Panamá, Ecuador, Perú, Chile, Argentina y México.

En 1942 obtiene una Cátedra en Vassar College (EEUU) donde permanece por 17 años. En 1948, aprovechando su año sabático, se traslada a México para trabajar en el Fondo de Cultura Económica. En el decenio de 1950 viaja por España, Francia e Italia.

Cuando tomó la decisión de abandonar su favorecida situación económica en el Vassar Collage, e incorporarse al proceso revolucionario cubano en 1960, en la gestación de una nueva pedagogía, su labor sería precisamente la de forjar, en las aulas de la Universidad de La Habana y en Ciudad Libertad, a una generación que marcaría el devenir cultural de Cuba.

Desarrolló la docencia hasta su muerte, ocurrida el 12 de septiembre de 1973 a los 79 años. Tres años antes la Universidad de La Habana le había conferido el título de Profesora Emérita.

En 1992, el narrador y ensayista dominicano Andrés L. Mateo (Santo Domingo, 1946) escribió un ensayo titulado Camila Henríquez Ureña: la virtud del anonimato. Y en 1993, la Casa de las Américas convocó al “Premio Extraordinario de de Ensayos sobre Estudios de la Mujer”, para conmemorar, en 1994, el centenario del natalicio de Camila.

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Salome Urena

April 15, 2019 By dillon Leave a Comment

HORAS DE ANGUSTIA

SALOMÉ UREÑA

FERNANDO UREÑA RIB

LA IMAGEN POÉTICA DE SALOMÉ UREÑAEn el proceso de elección de la palabra poética, Salomé Ureña prefiere aquellas que llevan en sí ese torrente de imágenes, táctiles, tangibles, sensibles que navegando sobre el fluir de una rima serena se expanden en la imaginación del lector y le transportan sutilmente a otros parajes, los del sentimiento más hondo y puro que puede encontrarse en toda la poesía dominicana.

Su sentimiento se hace nuestro. La convicción es tal que su dolor nos aqueja con igual tortura o su placer o su inocencia se aferran con similar fervor en el lector apasionado.

La imagen poética de Salomé Ureña alcanza, pues, esos estadios interiores que padece toda mujer y que ella los sublimiza de tal modo y con altura tal, que de pronto nos sentimos ser como sus hijos, o su amado. Tal respuesta a la lectura de un poema no es usual. El poeta tiende a tomar una distancia, describe, señala, indica. Salomé Ureña canta para sí misma, en silencio, y ese rumor intenso se desborda en la palabra poética.

Fernando Ureña Rib

 

HORAS DE ANGUSTIA

(En la enfermedad de mi segundo hijo)

Sin brillo la mirada,
bañado el rostro en palidez de muerte,
casi extinta la vida, casi inerte,
te miró con pavor el alma mía
cuando a otros brazos entregué, aterrada,
tu cuerpo que la fiebre consumía.

En ruego entonces sobre el suelo frío,
y de angustia y dolor desfalleciente,
aguardé de rodillas ¡oh, hijo mío!
que descendiese el celestial rocío,
el agua bautismal, sobre tu frente.

Después, en mi regazo
volví a tomarte, sin concierto, loca,
de cabezal sirviéndote mi brazo,
mientras en fuego vivo
se escapaba el aliento de tu boca;
y allí cerca, con treguas de momentos,
el hombre de la ciencia, pensativo,
espiaba de tu ser los movimientos.

Pasaron intranquilas
horas solemnes de esperanza y duda ;
latiendo el pecho con violencia ruda,
erraban mis pupilas
de uno en otro semblante, sin sosiego,
con delirio cercano a la demencia;
y entre el temor y el ruego
juzgaba, de mi duelo en los enojos,
escrita tu sentencia
hallar de los amigos en los ojos.

¡Oh, terrible ansiedad! ¡Dolor supremo
que nunca a describir alcanzaría!
Al cabo, de esa angustia en el extremo,
reanimando mi pecho en agonía,
con voz sin nombre ahora
que a pintar su expresión habrá que cuadre,
¡salvo! -dijo la ciencia triunfadora
¡salvo! -gritó mi corazón de madre.

¡Salvo, gran Dios! El hijo de mi vida,
tras largo padecer, de angustia lleno,
vástago tierno a quien la luz convida,
salud respira en el materno seno.

Hermoso cual tus ángeles, sonríe
de mi llamado al cariñoso arrullo,
y el alma contemplándole se engríe
de amor feliz y de inocente orgullo.

Por eso la mirada
convierto al cielo, de mi bien testigo,
y, de santa emoción arrebatada,
tu nombre ensalzo y tu poder bendigo.

 


SALOMÉ UREÑA DE HENRÍQUEZ
(1850 – 1897)
 

Nació en Santo Domingo. Fue poeta y pedagoga. Todavía se le considera como la figura central de la poesía lírica dominicana de mediados del siglo XIX y también innovadora de la educación femenina en su país.

Fue hija del también escritor y preceptor Nicolás Ureña de Mendoza. Sus primeras lecciones las tomó de su madre Gregoria Díaz. Más tarde su padre la llevó de la mano en la lectura de los clásicos, tanto españoles como franceses. Debido a ello, la joven Salomé alcanzó una educación y formación intelectual y literaria que ayudaría a codearse con el mundo literario de su país a los quince años. Se casó con el escritor, médico y abogado Francisco Henríquez y Carvajal.

A los 20 años casó con Don Francisco Henríquez y Carvajal. Les nacieron cuatro hijos: Francisco, Pedro, Max y Camila Henríquez Ureña. Su tercer hijo, Max, llegaría a ser una de las lumbreras humanísticas más destacadas de la América Hispana en el siglo XX.

Alentada por su esposo, en 1881 instituyó en la Isla el primer centro femenino de enseñanza superior, nombrado Instituto de Señoritas. A los cinco años de su iniciación, se diplomaron las primeras seis maestras normales.

Publicó sus primeros poemas a la edad de 17 años. Su estilo nítido y espontáneo se manifiesta muchas veces lleno de ternura, como ocurre en El Ave y el Nido, en otras se vuelve trágico, como En horas de angustia y otras veces su verso se torna viril y patriótico como en A la Patria y en Ruinas. La poetisa cantó a su patria, a su panorama hermoso, a sus hijos, a su esposo, a las flores, a la isla misma, como ocurre en La llegada del invierno.

Murió relativamente joven a la edad de 47 años, debido a la tuberculosis.

 

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