LO INUSITADO EN LA OBRA DE
MARISOL ESCOBAR
YTAELENA LOPEZ
HOMENAJE A MAGRITTE
La OBRA DE MARISOL ESCOBAR
YTAELENA LOPEZ
EL UNIVERSALDifícilmente podrá repetirse un Ahora los papeles de la alta cultura se invierten como consecuencia de la crisis, y las instituciones como el Museo de Arte Contemporáneo Sofía Imber buscan a su público en los sitios que suelen frecuentar durante su tiempo libre, dizque ‘como servicio cultural para la formación continua’, en versión de su presidenta Rita Salvestrini, como lo demuestra la inauguración de la nueva sala en el Trasnocho Cultural, donde se presentará la muestra Marisol en la Colección, de la artista norteamericana de raíces venezolanas Marisol Escobar, quien estaba presente durante la reunión.
Es obvio que la apertura de este espacio, el cual se suma a las otras salas alternas del Museo de Coro, la Sala Cadafe y la Ipostel, sólo se pudo lograr gracias a ‘la generosidad de la empresa privada’ según Salvestrini, en este caso el proyecto Trasnocho, ubicado en el Centro Comercial Paseo Las Mercedes, que cumple, no casualmente, un año en octubre, proponiendo una alternativa cultural para aquellos que no quieran salir del sureste de Caracas. ‘Así nos acercamos al público que tiene problemas para desplazarse a la sede principal’, declaró Salvestrini, quien aclaró que ‘todo está bajo control desde el punto de vista administrativo’.
Las cosas tampoco han sido fáciles para el Trasnocho Cultural, a pesar de una exitosa y nutrida programación a lo largo de este año. ‘Hemos remado contra la corriente _por la difícil situación del país_ en nuestro objetivo de autogestionarnos financieramente, lo cual hemos demostrado, es posible’, admitió Hogesteijn.
Silencio apátrida.
La estrella de la rueda de prensa fue, evidentemente, Marisol Escobar, quien paradójicamente rehuyó todas las preguntas que se le formuló con elusivas respuestas, limitándose a escuchar y ser fotografiada.
‘Marisol accedió a hacer un alto en su trabajo para poder mostrar estas obras’, recalcó Salvestrini orgullosa, mientras la escultora intentaba pasar inadvertida. Quizás algo ocupada en su estudio, ubicado en Nueva York cerca de la zona afectada por el 11S, confesó no haber ‘tenido tiempo para ver lo que le ha sucedido aquí (en Venezuela)’. Acerca de su trabajo, sólo admitió que ‘son las cosas que pasan en la sociedad (de Manhattan) las que me influencian. Pero siempre pasa lo mismo en todas partes. No hay mucha diferencia. Por ello quiero liberarme de la idea de países o de razas para que salga algo de verdad. No se puede trabajar pensando en eso. Yo no soy de ninguna parte. Mi único territorio es mi taller’.
Lo único venezolano es el recuerdo icónico de la familia, que se diluye ante la evidencia de su yo en las manos o rostros de las ocho esculturas de la muestra.
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