JOSÉ ANTONIO MOLINA
LO AUTÓCTONO Y LO POPULAR ALCANZAN ALTAS CIMAS
FERNANDO UREÑA RIB
DIÁLOGOS INTENSOS EN LA FANTASÍA MERENGUE DE JOSÉ ANTONIO MOLINA
La música es una de las tantas formas de la narrativa. Y viceversa. Porque la buena narrativa lleva intrínseca una musicalidad intangible, evocadora y poética. Y esto es esencialmente lo que acontece durante todo el trayecto que recorre la Fantasía Merengue, composición de José Antonio Molina presentada y dirigida por él en el grandioso marco del Festival Musical de Santo Domingo 2007.
A partir de una línea melódica, el compositor y director desarrolla una historia compleja y vasta. Pero es posible entender que se trata de una historia de amor. Con sus encuentros, sus alegrías, sus desencuentros y sus nostalgias. Podemos imaginar la historia a partir de las primeras tonadas del corno inglés (instrumento por el cual el compositor parece sentir una consistente predilección) y seguirla a través de sus sutiles regodeos, de sus arabescos, de sus eufóricos crecendos y de sus dulces polivalencias.
Diríamos que se trata de una composición binaria. Porque dentro de la riqueza cromática de la composición y aún en los períodos de mayor exaltación hay un romance. Sentimos la concepción oriental del yin y el yan, de que hay una pareja detrás de todo, con sus danzas y sus cantos, con sus diálogos melódicos, con sus sobresaltos y altercaciones, con sus dramas, distancias y finalmente con las alegrías del reencuentro.
Es admirable cómo José Antonio Molina eleva y sublimiza el ritmo más auténtico de los dominicanos, y lo lleva a alcanzar alturas inimaginables. Pero lo que es más motivador, para toda la audiencia, es su utilización del juego de los ritmos y de los compases. El ritmo del pambiche es reconstruido y ejecutado con una serie de vertientes nuevas, con una instrumentación casi ritual que concluye de forma desbordante y que arrastra a la concurrencia en su vaivén colorido y dinámico.
Añadamos a todo esto la enorme capacidad de José Antonio Molina como director orquestal. Al amparo de su batuta, la orquesta misma vibra y se crean otras dinámicas interiores de particular energía. Molina logra que la orquesta vuele bajo el hechizo de los ritmos audaces, de los contrapuntos, de la magnificencia de sus formas gestuales. Fantasía Merengue es una historia que merece ser recordada. Y cuando decimos recordar, nos referimos a ese concepto inglés de la palabra que connota el registro grabado, para el deleite de presentes y futuras generaciones de amantes del buen arte.
FERNANDO UREÑA RIB
José Antonio Molina, un diestro y laureado director de música clásica ha puesto sus conocimientos al servicio de la música popular latinoamericana y ciertamente, sus arreglos orquestales y su dirección musical demuestran que el arte es la forma. Que todo depende de la manera en que la obra musical sea presentada y reformulada para que alcance niveles insospechados de calidad y trascendencia. Ya lo hizo Johann Sebastian Bach (1685-1750) con las canciones populares de su natal Turingia, de Weimar y de Leipzig. Y Las lieder o canciones de Schubert son otro ejemplo de renovación y elevación de lo tradicional y de lo popular.
Desde hace tiempo José Antonio Molina trabaja con el productor Emilio Estefan en mejorar el mundo de la música popular latinoamericana. El resultado es apreciable. La base rítmica, las sutiles trasparencias de un instrumento que se va sobreponiendo a otro, la sabia fusión de elementos clásicos y populares, la hábil progresión de un tema, hacen de José Antonio Molina uno de los más requeridos arreglistas de toda Ibero América.
Porque el arte en general, y en particular el de la música, trata de las emociones. Esas que nunca cambian, que están ahí como ese testimonio tangible de la experiencia y de la existencia humana. Testimonio del amor, del dolor y la alegría, de la insaciable búsqueda de la felicidad. José Antonio conoce bien ese aspecto esencial de la música y al dirigir impregna vibraciones íntimas a una técnica depurada y afinada de dirección musical. Él crea tensiones, las lleva a un clímax y luego las disuelve musicalmente como si las notas se desgranaran sobre el espacio intangible de la música que nos habita ya, como parte de nuestra propia cultura auditiva.
Ahora, se ha encomendado a José Antonio Molina la banda sonora de la película La Fiesta del Chivo, basada en un libro de Mario Vargas Llosa sobre el asesinato de Trujillo. Se dice que fue uno de los méritos de Trujillo el llevar el merengue dominicano a los grandes salones de la sociedad de la época. El padre de José Antonio (Papa Molina) es un veterano director y compositor de la música antillana y su madre, la bailarina folclórica Josefina Miniño, trabaja hasta este día en la reformulación de las coreografías propias del folclor dominicano. De modo que no pudo haber mejor elección para estas tareas musicales.
Es por esto que José Antonio Molina ha sido condecorado con la Orden al Mérito de Duarte, Sánchez y Mella, en el Grado Gran Cruz Placa de Plata.
FERNANDO UREÑA RIB
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José Carreras y Molina, dúo único
CONCIERTO.- Habrán sorpresas en este recital y entre las piezas reconocidas están Andrea Chenier y Tosca uh / santo domingo
La presentación, el próximo domingo nueve, del tenor José Carreras en la sala principal del Teatro Nacional ha despertado grandes expectativas entre los seguidores de los eventos clásicos, pues además de ser la primera vez que el afamado artista pise suelo quisqueyano, en esta oportunidad será dirigido por un dominicano: el maestro José Antonio Molina, quien estará al frente de la Orquesta Sinfónica Nacional (OSN).
Promete ser una noche especial, con los auspicios de BANINTER. Uno de los puntos que más ha despertado interés es que el maestro Molina ha dirigido al tenor José Carreras, junto a Luciano Pavarotti y Plácido Domingo, pero esta será la primera oportunidad, en la que ambos artistas estarán solos en escena.
De esta manera, el público que asista a la sala Eduardo Brito disfrutará del repertorio del afamado tenor, el cual incluye más de sesenta obras entre las cuales se destacan: Andrea Chenier, La Bohéme, Tosca, Werther, Don Carlo, Carmen, La Forza del destino, I Pagliaci, Lelisir D’Amore y Un Ballo In Maschera.
Molina, además de dirigir a los tres tenores, participó en la grabación del tema musical ‘El último Adiós’, en el que intervino el cantautor dominicano Juan Luis Guerra; fue el responsable de los arreglos musicales y de la dirección de la orquesta compuesta por 80 músicos sinfónicos. Ha estado dirigiendo artistas de renombre internacional, como Cristian Castro, Liza Minelli y Eric Clapton.
EL TENOR
Carreras ha colaborado con los más prestigiosos directores de orquesta, tales como: Herbert von Karajan (con quien mantuvo una relación artística y personal de más de doce años, que incluyó actuaciones en Salzburgo, Berlín y Viena). Desde 1988, y junto a sus actividades profesionales, preside con extrema dedicación y entusiasmo la Fundación Internacional José Carreras para la Lucha contra la Leucemia, establecida en Barcelona y con sedes en los Estados Unidos, Suiza y Alemania. Esta Fundación es actualmente, sin duda, una de sus más importantes prioridades.
EL REGRESO DEL HIJO PRÓDIGO.
Entrevista con el director José Antonio Molina
Antonio Gómez Sotolongo
José Antonio Molina (Santo Domingo 1960), quien comparte desde hace algunos años los escenarios del mundo con estrellas muy cotizadas en el mercado de la música, debutó como pianista concertista con la Orquesta Sinfónica Nacional de la República Dominicana hace casi dos décadas, y entonces causó muy grata impresión en los medios. Después, cuando eligió la dirección orquestal como profesión, estuvo ante esa misma orquesta en varias oportunidades también con gran éxito de público y sobre todo recibió el aplauso de los músicos de esa institución; sin embargo, hacía más de cinco años no se presentaba en un concierto sinfónico en su patria. Durante todos esos años no participó como director invitado ni en las temporadas de abono que cada año ofrece la institución, ni en el Festival Musical de Santo Domingo que desde 1997 se realiza cada bienio. Finalmente, el pasado 12 de noviembre de 2002, volvió a conducir, en la Sala Eduardo Brito, un concierto en el que actuó como solista el tenor español José Carreras.
‘Esencialmente lo que sucede -comenta Molina-, es que mi carrera tomó un rumbo que yo mismo no esperaba, y sencillamente no he podido estar aquí durante todos esos años. Mis compromisos en el exterior son muchos, y creo que eso también es bueno para mi país, porque en la medida en que yo crezca profesionalmente ante los públicos del mundo así verán en el mundo a los dominicanos y sobre todo a la clase artística de este país. Yo creo que como músico estoy ascendiendo cada día y eso me pone en capacidad de rendir mucho más cuando venga a dirigir aquí, donde me encanta estar y trabajar. En uno de los ensayos comentaba que esta es la única orquesta del mundo en la que yo puedo llamar a casi todos los profesores por sus nombres y apellidos. Esta es la orquesta que me vio nacer como director hace quince años. Entonces, debuté con un programa que estuvo integrado por la Sinfonía Patética de Chaicovsqui; La urraca ladrona de Rossini; y la Sinfonía Española de Lalo, con Caonex Peguero como solista. Por esto convergen en mí muchas emociones cuando me paro delante de esta orquesta; pero, yo tengo pautados conciertos para el 2004, 2006, en diferentes escenarios internacionales o sea, que me estoy moviendo en un ámbito en el que todo se programa con mucha anticipación, y es por eso que no he podido conciliar fechas aquí con la frecuencia que yo hubiera querido.
Con el relumbrón que adquirió la carrera del señor Molina en la música popular, aparentemente su labor como compositor e intérprete de música culta o académica quedó velada, por eso apunta al respecto: ‘El año pasado tuve grandes satisfacciones con mi música de concierto. Hice un programa integrado por obras sinfónicas dominicanas en la sala principal del Kennedy Center, con la Washington Symphony Orchestra y allí dirigí Tres imágenes folklóricas, de mi padre (Ramón Antonio ‘Papa’ Molina); Fantasía criolla, de Bienvenido Bustamante; A la caída de la tarde, de José Dolores Cerón; y dos obras mías: La Obertura Yaya, y la Fantasía Merengue -obras que en mi catálogo son caballos de fuerza y que ya se conocen aquí en Santo Domingo-, y tuve una crítica del Washington Post magnífica. Por otro lado, Leonard Slatkin, quien es en la actualidad uno de los directores norteamericanos más importantes, me dirigió la Obertura Yaya.”
“Todo esto me estimula y me empuja a seguir componiendo. Ahora estoy escribiendo sobre todo música de cámara, estoy haciendo piezas cortas para cuarteto de cuerdas y otros formatos pequeños utilizando motivos latinoamericanos y sobre todo dominicanos. La programación en las diferentes salas del mundo está ávida de piezas cortas, excitantes y diferentes, con un sonido propio, y yo creo que en ese sentido el sonido de nosotros como caribeños será siempre importante y va a tener siempre un espacio en esas salas. Por eso insisto en eso. Estoy además trabajando en un concierto de piano y en una cantata, y por supuesto envuelto también de manera cotidiana en muchas producciones de discos. Para mencionarte alguno de ellos te diré que hice un disco con música navideña para la Sony, con Jhon Secada, un trabajo que para mí es uno de los más importantes que he hecho en el campo discográfico y así lo valoró también la crítica que le hizo el New York Times en diciembre pasado… En fin, estoy siempre muy ocupado escribiendo música.”
Con ese concierto en Santo Domingo junto a José Carreras pudiera parecer que el Maestro Molina tuvo en sus manos una oportunidad de oro para dar a conocer algunas de sus obras, una oportunidad excepcional para mostrar algo de su catálogo pero no hubo nada de eso en el programa.
‘Yo sé cómo me quiere la gente en mi país -dice Molina-, y el trato especial que me da la orquesta, pero esa noche el protagonista fue el Maestro Carreras. Yo creo que él fue lo suficientemente generoso como para dejarme hacer cuatro piezas con orquesta sola, y creo que nada de lo que tengo en mi catálogo se ajustaba a ese programa. Esa noche, el Maestro Carreras cantó de Pascuale Costa, Era de Maggio; de Fermín Álvarez, Pregaria; de Verdi, Il Poveretto y L’Esule; de Cilea, el aria ‘Lamento de Federico’ de la ópera L’Arlesiana; de Tosti, A Vucchella; de Gastaldon, Musica Proibita; de Falvo, Guapparia; de Rendino, Vurria; de Granados, Andaluza; y de Sorozábal, No puede ser; y yo hice las oberturas de las óperas La forza del destino, de Verdi y Candide, de Berstein; el Intermezzo de Cavalleria, de Mascagni; y la danza ‘Bacchanale’, de la ópera Sansón y Dalila, de Saint Saëns que son obras todas que se complementan y no quería desequilibrar el programa por introducir una obra mía en él.”
También saltó a la vista durante la velada del 12 de noviembre los movimientos que el Maestro Molina exhibió ante la orquesta, movimientos poco académicos, lo cual no le sucedía en los primeros años de su carrera como director. Es decir, las manos abiertas, los brazos muy extendidos y amplios movimientos del torso, práctica esta que pudiera alarmar a los puristas de la técnica de dirección orquestal; pero, José Antonio considera que ‘en la medida en que uno va desarrollándose artísticamente en la carrera disminuye la atención por lo técnico… siempre que la orquesta responda, claro está. Yo estoy imbuido en un mundo que es música, lo que me trasmite la música es lo que hago. Mis gestos son la prolongación de mi voluntad musical. Lo mismo si me inspira un gesto grande, ampuloso, o si quiero soltar las dos manos y que la orquesta suene sola, sin que me necesite, porque lo pide la música… así funciona. Creo que esto es el resultado de un crecimiento artístico. Yo antes me creía que si no estaban claros mis movimientos todo estaba mal. Ahora estoy en una dimensión diferente, estoy más preocupado por dirigir la música que por hacer que los músicos toquen juntos. ”
‘¡Y eso de si quisiera venir con más frecuencia a dirigir! Pues ¡Cómo no! ¡Claro que sí! Siempre será grato. Yo quisiera, como ya dije, programarlo de una manera especial para poder hacerlo, pero es un gustazo. Cada vez que yo estoy en un escenario, en cualquier país del mundo, me encanta que esos triunfos los gocen también mis compatriotas. Este año, cuando hice el concierto Pavarotti y sus amigos, en el que participaron Bocelli, Sting y un numeroso grupo de luminarias, hubo prensa dominicana y ellos testimoniaron aquel acontecimiento. Esta es la sexta vez que participo en ese espectáculo, pero este fue muy especial por eso, porque hubo prensa de mi país y me encanta que mis triunfos se gocen también aquí, que mis compatriotas sientan que no trabajo solamente en función de lucir personalmente, sino en función además de un país, de una tierra a la cual me siento orgullosísimo de pertenecer.”
” El hecho de que yo, durante los últimos meses, haya dirigido a Andrea Bocelli, a Pavarotti y a José Carreras, tres de los tenores más importantes del mundo, no es un logro mío solamente, yo creo que eso trasciende, y quiero que esto se lo adjudiquen también los jóvenes de mi país. Quien alguna vez soñó grande, y soñó en cosas imposibles debe pensar que se pueden lograr, que esos sueños se pueden hacer realidad a través del trabajo. Yo quiero que estos logros en mi carrera sean un estímulo para los jóvenes dominicanos y que piensen que si José Molina pudo, ellos también pueden. Hace veinte años, ni siquiera en el más remoto de mis sueños me vi dirigiendo a José Carreras, y mucho menos en mi tierra. Dios me lo ha puesto ahí, y pienso que ha sido una combinación de generosidad del todo poderoso, y también de mucho trabajo, y mucha firmeza en lo que yo he querido hacer. Que se apliquen eso los niños que quieran estudiar música, porque si yo pude hacerlo, aquí hay muchos dominicanos que también pueden. Y para terminar quiero enfatizar que, claro que sí, cualquier invitación que se me haga para trabajar en mi país será siempre muy especial para mí, y con gusto, si lo coordinamos con tiempo, la voy a priorizar, así que ojalá poder volver pronto.”
El concierto de José Carreras en la Sala Eduardo Brito fue a casa llena y el público ovacionó a la estrella, aplaudió a quien fuera uno de los grandes tenores del siglo XX. Casi mil personas, puestas de pie, homenajearon los méritos artísticos, las glorias pasadas de un artista y le conminaron a regalar cinco canciones más: Core ‘ngrato, de Cardillo; Vierno, de Acampora; Aranjuez con tu amor, sobre un tema de Rodrigo; Granada, de Agustín Lara; y Torna Surriento, de Curtis. Casi mil personas, puestas de pie, también aplaudieron al impetuoso José Molina, al artista que trabajó con fuerza y certeza, y a una orquesta que rindió una de sus mejores faenas en lo que va de año.
FICHA DEL MUSEOJOSÉ ANTONIO MOLINA
José Antonio Molina nació en Santo Domingo en 1960. Estudió piano en el Conservatorio Nacional de Música. En 1980 se trasladó a Nueva York, donde hizo licenciatura y maestría en el Manhattan School of Music, al tiempo que estudiaba dirección orquestal y composición en la Julliard School of Music.
Debutó como Director de Orquesta al frente de la Orquesta Sinfónica de Maracaibo en Venezuela. Se ha presentado como Director invitado en Puerto Rico, El Salvador, México, Cuba, España, Inglaterra Francia, Italia y China.
En 1990 fue uno de los tres finalistas de la competencia más importante para directores de orquesta en Estados Unidos, la Exxon Endowment for Conductors, siendo seleccionado entre más de cien directores de todo el mundod.
Es el primer dominicano nombrado director titular de una orquesta en Estados Unidos, la Greater Palm Beach Symphony Orchestra. En ese mismo año debutó en Kravis Center, la sala de concierto más importante de esa ciudad, dirigiendo un concierto con la mezzo soprano Marilyn Horne, junto a la Orquesta de la Opera de Palm Beach.
En 1995 dirigió a Gloria Estefan en el Vaticano con motivo del 50 aniversario de la ordenación como sacerdote del Papa Juan Pablo II. Desde 1996 Molina ha sido director y principal arreglista del concierto Pavarotti and Friends compartiendo el escenario con Elton John, Stevie Wonder, Liza Minneli, Celine Dion, Eric Clapton, Natalie Cole, Sheryl Crow, Vanessa Williams, Joan Osborn, Tom Jones, Barry White, Mariah Carey, Ricky Martin, Georges Michels, Andrea Bocelli, José Carreras, Placido Domingo y Sting, entre otros.
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