PLASTICIDAD VISUAL DENTRO DE LO CONCEPTUAL EN
FÉLIX GONZÁLEZ TORRES
FERNANDO UREÑA RIB
Una obra de arte contemporáneo no tiene por qué perder su origen e identificación con aquella sustancia primera y sagrada, cargada de energía, que llamamos materia. La materia es esencial en la obra del activista cubano norteamericano Félix González Torres. Artista que alcanzó prestigio en las salas de arte contemporáneo de todo el mundo. Ni la belleza, como concepto, ni los aspectos sensibles de la imagen están ausentes en estas obras que reclaman la atención a otros espacios, a otros mundos y que requieren de la activa participación del espectador.
Sin embargo, como es característica del arte conceptual, la fuerza del trabajo de este artista reside en los aportes que los aspectos visuales hacen al pensamiento del espectador, a su manera de ver y de enfocar el mundo y sus circunstancias. En Félix González Torres es plausible la influencia intelectual de personajes como Borges,
FERNANDO UREÑA RIB
Arte Conceptual
FELIX GONZALEZ-TORRES
Artista nacido en Cuba y fallecido en 1996, en Estados Unidos luego de luchar contra la enfermedad del SIDA. Es uno de tres participantes del colectivo de artistas conocido como Grupo Materia (periódicamente organizan exhibiciones orientadas hacia temas sociales). Letrero Sin Nombre, en la Plaza Sheridan, 1989, fue rentado con la asistencia del “Fondo para un Arte Público.” La Coalición de Gente con SIDA, 1985, Persecución Policial, 1969, Oscar Wilde, 1895, Corte Suprema, 1986, Harvey Milk, 1977, La Marcha en Washington, 1987, La Rebelión de la Muralla de Piedra, 1969.
González-Torres le da a imágenes y formas simples una tremenda profundidad en significado y emoción. Su obra es tremendamente variada y enigmática, pero permanece coherente e inequívoca. González-Torres forma parte de una generación de artistas contemporáneos americanos que han re-interpretado el arte conceptual de finales de los sesenta y setenta como una empresa sicológica y personal. Sus trabajos son ricos en contenido y en belleza formal.
Pila de Pedazos 1989. Algunos están impresos con imágenes, ribetes, colores o textos. A los espectadores se les permite llevarse una o más de las hojas con ellos. Con ésto el artista ha alterado radicalmente lo selecto, el estado privilegiado que se le asigna normalmente a las obras de arte. (El destino de las pilas tridimensionales es convertirse nuevamente en hojas individuales). Temas de amor, muerte, y pérdida, continuamente permean el trabajo de González-Torres. Uno es Pila (El Joven Amante) 1990, que con sus mermantes hojas se relaciona mórbidamente con el atrofiamiento de los cuerpos de las víctimas del SIDA. Las hojas de Sin Título (Muerte por Arma) 1990, muestra los nombres, edad, y caras de cuatrocientos sesenta personas que fueron muertas por armas de fuego, en una semana, en los Estados Unidos, los cuales son, en cierta medida, recordados por aquellos que se llevaron hojas de las pilas. Esto demuestra la motivación en el trabajo de González-Torres: “dar”, en sus palabras, “información y significado nuevamente a la gente.” En cuestión están nociones de cambio y renovación, la idea de que los significados no son estáticos sino que cambian de acuerdo a quién somos y dónde estamos en determinado momento…la absurdidad de las certezas.
Otro grupo de trabajo relacionado con pilas: inmensas cantidades de velas envueltas individualmente (a veces tantas como media tonelada). Estos trabajos dejan ver claramente la noción del objeto de arte como un objeto de consumo y gratificación. Las pilas de velas también muestran abundante belleza formal. Sin Títulos (U.S.A. Today) 1990, velas envueltas en rojo, azul y plateado, en una esquina, para crear el vislumbre de un cuadro representativo de la ‘olla de fundición’ Americana. El artista también une los dulces (caramelos) con la euforia momentánea (azúcar-prisa) del neo-patriotismo de los años de Reagan/Bush.
Letreros – como las pilas y velas, su significado se transforma cuando abandonan los museos y galerías y pasan a formar parte del público. El artista esta interesado en lo pasajero. 1991 – un cordón de ampolletas comunes – suspendidas del techo o colgando de las paredes. Cada cordón de luces puede tomar diferentes formas dependiendo de la configuración de la galería o los deseos del propietario del trabajo. Esta democratización es un ejemplo más del intento del artista por eliminar las asociaciones de áura y selección asociadas con el ARTE privilegiado.
Con sus trabajos de luces González-Torres trata de provocar algunas de las cualidades espirituales y sensaciones transitorias de la luz. Los cordones de luces evocan los mismos sentimientos que en sus fotografías, letreros, y plataformas de teatros, todos son como la utilería de una obra de estreno.
Dibujos, una decadencia, arte como la institución de la vida, no una celebración, pero la aceptación de las debilidades de cada uno bajo las estrellas.
González-Torres llena las formas, aparentemente benignas e inocuas, con sus propios pensamientos, emociones y experiencias. Al mismo tiempo alienta a los espectadores a participar con sus propias ideas y sentimientos. Los objetos increibles de González-Torres sirven de espejos conceptuales que él continúa dirigiendo no solamente hacia él, pero también hacia todos nosotros.
La fotografía de su cama doble, vacía, ampliada hasta un tamaño de letrero de carretera e instalada en veinticuatro lugares en la ciudad. Lo que realmente interesa aquí es la cuestión de, qué pasa a confesiones privadas cuando se las pone en un contexto público. El explora la transición de privado a público. Félix González-Torres asegura que ya no hay espacio privado, convenio colectivo y decisiones propias. Por el echo de concentrarse en las implicaciones públicas que tienen las acciones del individuo, González-Torres complica las distinciones convencionales entre estas dos regiones. El artista cambia el énfasis de la fotografía, de contenido a contexto. A través de su reiteración, lo que pasa a ser distintivo no es la imagen, sino que sus alrededores. La ausencia persigue el trabajo de González-Torres en muchas formas. No hay idioma, sí mbolo o etiqueta. Una cama vacía nos invita a todos a co-habitar sin importar quienes somos – homosexual o heterosexual, hombre o mujer, blanco o negro. Se ha establecido un terreno neutral. Al mismo tiempo este tipo de arte nos recuerda que ninguna obra de arte, ninguna imagen, significa lo mismo para todos. Durante el período de nacimiento y muerte, la cama es el lugar donde podemos descansar. Y en la ciudad de Nueva York, con su enorme población de gente sin casa, la imagen de la cama nos recuerda de algo que se ha perdido. Lo que importa es la idea de transición, del museo a la calle, de lo personal (la pérdida de un ser querido) a lo político (la pérdida de privacidad) de lo privado a lo público, y otra vez. En cuestión están nociones de cambio y renovación, la idea de que los significados no son estáticos sino que cambian de acuerdo a quienes somos y donde estamos en cierto determinado momento. El cree que el espectador debiera de contribuir con cincuenta por ciento del trabajo. El trabajo de González-Torres insinúa que la individualidad sólo importa cuando se reúne con otras, intercambiando individualidad por identidad colectiva.
En sus instalaciones sin rival, tanto por sus objetos sin pretensiones y sus imágenes que se mueven, González-Torres nos ha recordado inequívocamente que ‘vida’ existe, y que tiene un valor tremendo, aún cuando es tranquila, modesta, transitoria.
“González-Torres bien pueda que sea el maestro con la facultad de humanizar aún las cosas que tienen las formas más estandarizadas y manufacturadas, transformando todo lo que toca en algo que tiene significado para nuestras vidas, sin disminuir su impacto como obra de arte.” (Terry R. Myers-Lapiz, Verano 1993)
“Encuentro que esta instalación tiene que ver con vulnerabilidad, el estado de tener nada que perder, la posibilidad de renovar los trabajos cada vez que son contemplados por el espectador. También establece un comentario sobre el paso del tiempo y la posibilidad de borrón o desaparición, lo cual envuelve una poesía del espacio, presencia, y la belleza de la casualidad – la misma casualidad que hace posible el amor. Este trabajo también toca a la vida en su definición más radical, su límite: la muerte. Como en todas las prácticas artísticas, esta relacionado con el acto de abandonar un lugar por otro, uno que quizás asegure que es mejor que el primero.
Parte del mito del Modernismo que ha perdurado es que el arte importante debe ser irrespetuoso, y debe ser empujado por una fuerza asertiva brutal de urgencia por expresarse. González-Torres cuestiona este mito con un arte que es radical, no en su estridencia, sino que en su reticencia…la construcción del significado se lo devuelve al espectador.” (Soliloquio Final del Interior Paramour. Wallace Stevens.)
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