LAS FIGURAS ANHELANTES DE
AMAYA SALAZAR
FERNANDO UREÑA RIB
Al contemplar las pinturas de Amaya Salazar sentimos que se nos induce a un mundo de serenos ensueños, disueltos en una atmósfera intimista, emotiva y dulce, plena de paz, pero también de anhelos. Vapores cromáticos parecen surgir de estas escenas familiares en las que reina una atmósfera de discreción.
Amaya Salazar es, además de pintora, una excelente escultora. Aunque menos frecuente al ojo público, las esculturas en bronce y las terracotas de Amaya Salazar transpiran el mismo espíritu benévolo que busca y encuentra en ellas, feliz, el paraíso. En ambos géneros apenas se vislumbran los rostros que quedan velados por una bruma elusiva.
FERNANDO UREÑA RIB
AMAYA SALAZAR CREA UN ESPACIO PARA LAS ARTES
ROSA FRANCIA ESQUEA
Es natural que un pintor o una pintora aspire a que su obra trascienda, pero si él o ella se convierte en constructor para que ocurra lo mismo con la de sus compañeros de profesión podrá afirmarse que ha pasado a una nueva dimensión y logrado entonces su realización plena como persona y como artista.
Es lo ocurre con Amaya Salazar, una prominente artista dominicana que en los próximos días inaugurará una galería museo, para exponer sus trabajos y que sea el punto de encuentro con la cultura y las artes, especialmente las plásticas.
Amaya no ha escatimado recursos, esfuerzo ni tiempo para que una vieja casona, ubicada en la Zona Colonial, sea magistralmente transformada para ofrecer a los visitantes una muestra permanente de la calidad de nuestros pintores.
Desde ahí también se proyectará el arte dominicano en el exterior, porque le preocupa que el mismo todavía no haya logrado introducirse a nivel internacional de manera permanente: “Y nuestro arte tiene calidad como para ser exhibido en otros proyectos culturales con otros artistas” –sostiene–.
Ella quiere, además, que las diferentes salas que posee el local sean el espacio para las obras de artistas del exterior, de modo que puedan ser apreciadas por los dominicanos. Además, allí se llevarán a cabo tertulias, conciertos, circulaciones de libros, se brindarán servicios de consultoría en arte, y en el futuro será instalado un centro de documentación en la rama.
La inauguración de este lugar, bautizado con el nombre de “Arte Berri”, que en vasco quiere decir arte nuevo, se llevará a cabo el 10 de noviembre a las ocho y media de la noche, con sendas exposiciones, una individual de Amaya que llevará por nombre “Fusión Cromática” y una colectiva, denominada “Entre Generaciones”, con obras de los artistas Antonio Prats Ventós, Fernando Peña Defilló, Thimo Pimentel,Teté Marella, Lucía Méndez, Sasha Tebó, Ángel García, Clara Martínez, Thedy Martínez y Clara Ledesma.
Las obras suyas serán en grandes y medianos formatos, e incluyen lienzos, dibujos y esculturas, ejecutadas en óleo, bronce, tinta china y carbón, respectivamente.
En la colectiva, además de pinturas realizadas en técnica mixta, habrá piezas en cerámica y fotografías que estarán a la vista del público durante un mes.
Posteriormente, se abrirá una muestra permanente que incluirá obras de Prats Ventós, Thimo Pimentel, Yoryi Morel, Guillo Pérez y la propia Amaya; además de los artistas internacionales: Julio Larraz, cubano; Adam Straus, norteamericano; César Menéndez, hondureño y el vasco Alfredo Bikondoa.
Como Amaya no desea hacer pausas en su producción artística, al frente de la galería estará su sobrina Bingene Armenteros, egresada de la Universidad de Pensilvania, quien es graduada en Administración de Empresas, y tiene una maestría en Historia y Mercadeo de Arte, cursada en Education Christie´s, división educativa de la afamada casa de subasta de Estados Unidos.
La joven está muy feliz con esta nueva experiencia en la que podrá cristalizar su deseo de mercadear las obras de los artistas nacionales e internacionales y hacer posible que las primeras trasciendan nuestras fronteras tal y como es la aspiración de su tía.
PERFIL
De ascendencia vasca, Amaya nació en Santo Domingo en 1951; en esta ciudad inició sus estudios de arte que concluyó en España y Estados Unidos.Ha realizado numerosas muestras individuales en la República Dominicana y en países como Estados Unidos, España, Panamá, Puerto Rico y Canadá. Asimismo ha participado en exposiciones colectivas realizadas en Francia, Estados Unidos, Israel, Italia y Canadá, además de las realizadas aquí.
El hotel Hilton, de reciente apertura en la avenida George Washington, exhibe un hermoso y alegórico mural de Amaya, quien también hace unos años pintó el obelisco en homenaje a las hermanas Mirabal. Las esculturas “Cristo Resucitado” y “Resurrección”, ejecutadas en bronce ornamentan, respectivamente, las iglesias Santo Toribio, del sector Los Ríos y San Mauricio, de La Yuca.
Obras suyas reposan en las colecciones del Museo de Arte Moderno, y Voluntariado de las Casas Reales, en el Distrito Nacional; Museo Hermanas Mirabal, de Salcedo; Admiral Club de American Air Lines, Caja de Ahorros de Vitoria, y Bilbao Bizkaia, Kutxa, de España. También en las empresas Verizon, Banco Popular Dominicano y varias instituciones de Estados Unidos.
Una extensa bibliografía, puede ser consultada para conocer la obra de esta artista, incluyendo dos libros dedicados especialmente a ella: Por los ámbitos de la luz, escrito por Myrna Guerrero y Amaya, por Marianne de Tolentino.
Por la calidad de su obra y sus aportes, Amaya Salazar ha recibido numerosas distinciones nacionales e internacionales, entre ellas cuatro otorgadas en Miami, Florida, y por el consulado dominicano en esa ciudad de Estados Unidos.
DETALLES DE LA CASA
El local de la galería Arte Berri está ubicado en la calle Hostos 105, entre Arzobispo Nouel y Padre Billini, de la Zona Colonial. Se trata de una edificación de 320 m2, que data de la primera etapa del siglo XVI.Cuando Amaya adquirió esta vivienda se encontraba en un total estado de abandono.
El trabajo de restauración fue arduo y por etapas. Primeramente le correspondió a la arquitecta Iris Modesert hacer el diagnóstico con las consecuentes sugerencias; la más urgente era la de consolidar aquellos elementos cuyo deterioro estaba más avanzado y amenazaban disgregarse, como era el caso de las tapias de las ventanas.
Entre las recomendaciones generales estaban la de enfrentar el problema de humedad así como restablecer la condición portante y recubrir nuevamente los muros. También aplicar tratamiento antiinsectos en las áreas donde fuere necesario.
La parte operativa estuvo en manos de los arquitectos Juan Pérez Morales y María Isabel Lebrón, quienes no solamente interpretaron y acogieron las propuestas de Iris Mondesert, sino que transformaron el inmueble en una verdadera obra de arte, restaurando donde fue necesario y dejando aquellos elementos antiguos y originales que patentizan su valor histórico, como las vigas, algunas piezas de mármol donde descansan las ventanas y se dejó intacto un piso de cerámica que data de principio del siglo XIX, mientras que en las restantes áreas fueran colocadas lozas de cerámica blanca.
La casa conserva una parte del piso original, protegido por cristales, que puede ser apreciado por los visitantes; ofrece, además, un hermoso y armonioso conjunto compuesto por cinco salas, un patio, cocina, áreas de depósito y oficina, espacios donde se destacan las paredes blancas, en las que sobresalen los muros pintados de negro, los ladrillos en su color natural, así como puertas y ventanas bellamente restauradas, entre otros elementos.
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