EL ARTE CINÉTICO DE
JESÚS SOTO
FERNANDO UREÑA RIB
Un asombro de torrentes, de cataratas y cascadas que se precipitan vertiginosamente desde el vértigo de la selva, empinada sobre sus propias raíces milenarias, está presente en las obras cinéticas de Jesús Soto. Cortinas de agua que se abalanzan presurosas desde enormes muros de piedra lavada y es posible penetrarlas, vivirlas.
El agua es pues la protagonista secreta en la obra del venezolano Jesús Soto. Pero no es la única. A ella se aúnan la selva, la tierra misma, el viento y un protocolo de pájaros parlantes que susurra al oído del espectador sonidos desconocidos, misteriosos como la selva misma.
El artista Jesús Soto parte de esas raíces naturales y las transforma en otra realidad, más contemporánea y vital, utilizando plástico, metales, cáñamos y creando ilusiones y espejismos de intrincada geometría y de admirable precisión. No es extraño que Soto encuentre un paralelismo entre la música serial y su obra múltiple y dinámica, jamás estática y capaz siempre de transformarse a medida que el espectador circula frente a ella.
La presencia de la naturaleza se adivina aún en las piezas más “conceptuales” y en aquellas mecánicas, regidas por leyes físicas inviolables. Porque lo que logra Jesús Soto es desbordar toda esa utilería técnica contemporánea y realzar con ella la exhuberancia cromática y formal de nuestra América.
FERNANDO UREÑA RIB
FICHA DEL MUSEO
Jesús Rafael Soto nace en Ciudad Bolívar, Venezuela en 1923. Comienza pintando letras y carteles de cine, consigue una beca para estudiar en la Escuela de Artes Plásticas de Caracas (1942-1947). En 1947 se le nombra director de una escuela de Arte en Maracaibo, pero no es el ambiente apropiado para las ideas que bullen en su interior, por lo que decide establecerse en Francia en 1950.
En Francia, donde recién comienzan a darle importancia a las corrientes geométricas desarrolladas por Malevich y Mondrian se une a artistas inmersos en las mismas preocupaciones plásticas que él. Estudia a Kandisnky, Klee, Albers, Sophie Taeuber, Moholy-Nagy, Arp, Calder, Duchamp, Gabo, poco a poco va adquiriendo serios conocimientos. Elige eliminar todo carácter gratuito, para evitar los símbolos, se reduce al mínimo través de la abstracción y lo conceptual intentando llegar a las formas puras. También se decide por los colores primarios, los tres secundarios, el blanco y el negro.
“Desde el momento en que comprendo el funcionamiento de la música serial decido aplicar esa noción de lo permutable a un elemento esencialmente pictórico: el color“(Jesús Soto).
Le anteceden Calder y Tinguely, que utilizan el movimiento en su obra, pero él quiere hacer otra cosa, quiere que la obra sea inmóvil, y que a través del movimiento del espectador frente a la obra, éste descubra el fenómeno cinético en toda su pureza, Soto lo busca a través de la “vibración”, (por ello se siente heredero de los impresionistas), y convierte esta vibración en una constante.
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